Primera imagen: Tocho, diciembre de 2020
La exposición El sentido de la escultura, hoy en la Fundación Joan Miró de Barcelona, dirigida por el escultor David Bestué, expone una joya, la mejor y más emocionante obra que quepa: una pequeña muñeca constituida por un guijarro en el lugar de la cabeza, vestida con amplios retazos de tela azul, ocre y gris azulado que componen una larga capa, y con un collar hecho con una doble fila de cuerda de cáñamo que enhebran pequeñas conchas y sostienen firmemente las telas a la piedra.
La muñeca, que una niña hizo en un pueblo costera catalán en la postguerra, atraída, no sabía porque, por un canto de mar, se conserva en el Museo Etnológico de Barcelona -del que la niña, perdida ya su muñeca, llegaría a ser directora.
Esta pequeña escultura es, en su sencillez, más compleja, rica, sugerente y hermosa, que muchas de las otras esculturas altamente especulativas y que, sin embargo, poco o nada transmiten.
La muñeca es una aparición. Descansa en la base de una vitrina colectiva. Quizá pasa desapercibida. Se confunde casi con un trapo olvidado. Mas, apenas el comisario comenta qué es, un revuelo de imágenes entre las que alternan marionetas de mano, fetiches y muñecas amerindias, acuden de inmediato. La piedra deviene un rostro misterioso, indescifrable y cercano. Y el vestidito, sacando de una canción infantil, de un delicado azul, flota, con el inquietante cerco del collar de doble vuelta, como la túnica de un ángel. La muñeca parece inmemorial, conocedora de secretos que apenas revela, hiriente y fascinante en su mudez, en su cuerpo oculto e inaprensible.
Solo por esta obra, la exposición merece una detenida visita
Agradecimientos a David Bestué por las atentas explicaciones a los estudiantes de Teoría II de la Escuela de Arquitectura de Barcelona (UPC-ETSAB)
Las muñecas que se hacen las niñas son así de misteriosas y fascinantes.Y este relato encantador.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario.
EliminarLa muñeca no está puesta en relieve en la vitrina colectiva, seguramente para que se tenga la impresión que se ha abandonado temporalmente pero que sigue al alcance de la mano.
Pero, cuando se lee la cartela, algo alejada de la vitrina, y se vuelve a mirar la muñeca, ésta deviene fascinante, frágil y preciosa, aunque ya se intuye lo que es con solo verla una vez.
Es muy emocionante.No se si seria una ninha que queria/necesitaba una munheca y no podia tenerla o fue un acto de creacion sin mas (que no es poco).
ResponderEliminarTambien me ha recordado a la roca madre de Mongolia .Una roca a la que visten como una mujer y hacia la que pergrinan los mongoles desde tiempos inmemoriales.Es como si el proceso de creacion de imagenes sagradas y el de los ritos fuera el mismo de los juegos infantiles
https://www.rtve.es/play/videos/otros-pueblos/otros-pueblos-roca-madre-creencias-del-mundo/387612/
Muchas gracias por la referencia.
ResponderEliminarLa niña no debía tener para comprarse una muñeca ni la familia para regalársela. Pero la imaginación suplió las estrecheces.
El culto a las piedras era común -o es- en muchas culturas.
Así, a Cibeles se la adoraba bajo la forma de un risco en Anatolia, y aun hoy se rinde culto a una piedra negra en la Meca, como en la Arabia preislámica se adoraba a Alá en forma de monolito, o a Asherat, la esposa de Yahvé, en el Levante, también como una gruesa piedra.