El jardín del Tarot, inspirado en el parque Güell de Antonio Gaudí, en Barcelona -que, aunque pueda presentar un recorrido simbólico, laberíntico o esotérico, no parece haber estado basado en aquel juego de cartas- es una gigantesca obra inconclusa de la la escultora francesa Nikki de Saint Phalle (que falleció por los vapores del material plástico con el que se moldearon las figuras), su esposo, el escultor Tingely, y el arquitecto de Ticino (Suiza), Mario Botta, quien proyectó el cerco que separa el mundo del jardín .-al que se accede por un túnel (del tiempo)-, del espacio prosaico circundante.
Todas las figuras remiten a las cartas del tarot, y se distribuyen un un recorrido en el que el humor y el esoterismo se conjugan sin problemas. Los espejos que cubren parte de las figuras, y lkas superficies brillantes de las estatuas que sobresalen por encima de los árboles, convierten el recorrido en una exploración hacia la luz, en medio de la penumbra boscosa. Sobresale la alta torre, cuyo remate salta por un rayo que emana o que cae...
Se trata, seguramente, del único jardín inspirado en un juego de mesa, aunque entronca con los jardines manieristas, como el jardín de Bomarzo. poblados de grandes esculturas monstruosas, que tenían como finalidad distraer y elevar el ánimo, a medida que se recorría el intrincado jardín, siempre en medio de un bosque, como también ocurre con el Jardín del Tarot.
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