Esta caída, pero no destruida. No está enraizada, pero no parece desarraigada. Tiene sentido tal como está, como si descansara, como si fuera un ser con el que estamos o estaríamos bien.
El obrar con el que está construida no exuda virtuosismo. Literalmente, es una casa, si se me permite, “casera”; y no necesitamos acceder al interior para probarla, y sentirnos bien. Su sola compañía ya nos ofrece bienestar. Las casas que se han dejado ir, que se sueltan, desobedecen a las estrictas reglas compositivas y constructivas, que no se contienen, sino que no desdeñan la extrañeza, el juego, la imagen infantil, son las casas en las que soñamos habitar, que habitamos en sueños.
In memoriam….
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