Fotos: Google Imsges.
Se prohíbe tomar fotos, soborna que las almas se revuelvan
Fotos: Tocho, Nápoles, abril de 2024
La iglesia barroca (as.XVII -XVIII) de Santa Maria de las Almas en el Purgatorio es la más fantástica recreación de los estratos celestes. Se trata de dos iglesias superpuestas. Una primera, a pie de calle, y una segunda, subterránea, del mismo tamaño que la anterior, ubicada exactamente debajo de aquélla.
Una empinada y angosta escalera desciende recta a la izquierda de la puerta de acceso, tuerce en ángulo recto, y tras un breve recorrido desemboca en una nave poderosamente lóbrega, en la penumbra, en cuyo centro destaca una tumba subterránea, y un altar siniestro. A la izquierda, nuevamente, un pasillo que zigzaguea, muere en un camposanto cubierto . A lado y lado tumbas cubiertas de tierra. Sobre algunas, una flor depositada. En los muros desconchados, nichos u hornacinas, con estantes, exponen huesos y calaveras, en compañía de toda clase de ofrendas y ex-votos: velas, escritos, fotografías, rosarios, estatuillas de vírgenes, un despliegue mustio y polvoriento sobrecogedor. Algunas fotografías son muy recientes. Lazos, flores, rosarios coronan o rodean alguna calavera. El aire es húmedo, falto de aire. La tierra negra. Un retablo de nichos saturados de ofrendas, fragmentos de huecos y de cráneos, y calaveras, preside la sala. Algunas velas eléctricas echan una luz turbia en un espacio en blanco y negro.
El purgatorio, al que se desciende, fue construido para dar culto a las almas de los difuntos enterrados, que velan, desde el más allá en el que esperan y se lamentan, sobre los vivos, y atienden a sus plegarias. Por debajo del purgatorio, un nivel aún más hondo: un osario.
Cada día firmes acuden a honrar y a suplicar a las almas del purgatorio, del que se asciende para encontrarse con una gran calavera esculpida en mármol que nos anuncia que no existe escapatoria.
Pocas veces el barroco ha desplegado una imagen del más allá tan imaginativa y sobrecogedora. Quizá tan certera si el más allá existiera. Desde luego un espejo del más acá.
No deja de sorprenderme el Barroco, es toda una etapa y una expresión (para algunos aún no conclusa) digna de profundizar en la psiqué humana. Los freudianos y no freudianos seguirían indagando sobre el trasfondo de los vivos que alentaron semejantes representaciones. Claro que hay quien sacude el árbol y recoge las nueces: los propietarios de estos lugares y de una institución autonombrada como divina. Gracias por dar a conocer este espacio tan macabro como espectacular. Cuando vaya a Nápoles no me lo pierdo.
ResponderEliminarYo no había estado en viajes anteriores a Nápoles. No lo conocía. El barroco, que promovió el Concilio de Trento, fue una gigantesca operación política, una utilización hábil y perversa de los recursos para convencer a las masas, pero también supo atraer a los mejores artistas que lograron que la operación no quedara en una mera operación política sino se convirtiera en un ejercicio artístico con una ambición admirable: bajar el cielo a la tierra, sin escamotear los peligros
EliminarDeben de dar ganas de salir corriendo
ResponderEliminarSí y no. Repele y atrae. Hecha para atrás y fascina. Volvería. Creo
EliminarDebe de dar ganas de salir corriendo
ResponderEliminarPero atrapa, retiene, al mismo tiempo. Uno se da la vuelta para salir -el olor a humedad es punzante- y no puede dejar de regresar
EliminarNaturalmente, el poder siempre atrae a los mejores, de cualquier técnica, puede comprarlo todo. Naturalmente, no siempre el poder sabe elegir con el mejor criterio estético (pienso en el pseudo neo clasicismo hitleriano o en el realismo socialista de la URSS)
ResponderEliminarY, hoy en día, el delirante gusto por los rascacielos de vidrio en países húmedos y sofocantes multimillonarios como los Emiratos árabes….
Eliminar