“Hemos olvidado que no vivimos en nuestros cuerpos, sino que somos constituciones corporales en nosotros mismos”
En 1799, los estudiantes de arquitectura en España, que se formaban junto a pintores y escultores, antes de proseguir materias arquitectónicas específicas durante cuatro años, tras un examen de ingreso, tenían que seguir durante tres años cursos introductorios comunes que incluían, por ejemplo:
“Antes de admitir en la carrera de arquitectura a cualquier joven, sería conveniente , y aún necesario, que este se hallase ilustrado en la gramática castellana y en un tratado de lógica, para expresar con claridad sus ideas y pensamientos”
(Manuel Machuca, Sobre el programa de estudios de arquitectura en la Real Academia de Bellas Artes De San Fernando, Madrid, 14 de abril de 1799)
Pero se corría el riesgo que se entendiera lo escrito.
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