El que el primer libro de la Biblia empezara con una palabra cuya letra inicial era la consonante "b" (bereshit, palabra hebrea que significa, más o menos, "érase una vez", "un día", "en los comienzos"), y que "b" se pronuncia, en hebreo, beyt (bayt, en árabe, una lengua también semita), palabra que significa "casa", ha dado lugar, en la exégesis bíblica de la Cábala, iniciada por Moisés de León en el siglo XII, a todo a una interpretación del gesto creador de Yavhé como un gesto de arquitecto, y a la comparación de la tierra habitable (el paraíso) como una casa. La creación creó el espacio y lo habilitó.
En acadio (otra lengua semita, desaparecida), casa se decía bitu (o betanu) -la procedencia de la misma raíz que está en el origen de beyt y bayt es obvia.
Sin embargo, bitu estaba emparentado con el verbo, también acadio, biatum.
Biatum se traduce por "pasar la noche". Una casa, entonces, es el lugar donde humanos y animales se recogen. La casa solo cobra sentido por la noche. El espacio doméstico se contrapone al aire libre, al espacio abierto, solo de noche. Esta relación entre bitu y biatu, y su inevitable oposición al mundo exterior, revela que la casa es el lugar de la luz (fuego, lumbre) que prende en el hogar, que dibuja un círculo de luz que se abre en medio de la noche. De noche, en el bosque o la selva, un punto de luz en la lejanía anuncia un espacio de acogida (espacio que, de día, no se distingue): una casa (aunque, a veces), trátese de la casa de un ogro.
La casa es un lugar para descansar. Quienes se refugian en su interior, lo hacen confiadamente. Tanto, que no dudan en acostarse y en abandonarse. La casa en donde uno yace, porque la casa ofrece la seguridad que permite bajar la guardia, cerrar los ojos (para soñar). Las armas se dejan fuera del espacio doméstico, o se guardan.
Lo propio de bitu es su condición de ser bitanu: es decir, de ser un espacio interior, de ser un interior (que es lo que bitanu significa). Un espacio recoleto y defendido en el que el nómada se siente en confianza y se sienta o asienta para pasar la noche. Nadie, salvo los que guardan la casa, pasan la noche en vela y de pie. La relación entre las casa y la tumba reside, precisamente en que en ambos espacios se descansa, por una noche, o para siempre.
Bitu tiene la misma raíz que la preposición acadia bit: significa, tanto "donde" como "cuando". Se trata de una preposición temporal y espacial. Permite ubicar en el tiempo y el espacio, emplazar algo o a alguien un un lugar y un momento dados. Ofrece las coordenadas que evitan que nadie se pierda. El aquí y el ahora que bit dibuja es un casa: un espacio recogido en el que uno toma contacto con la tierra, se enraíza. Un punto en el espacio vacío o abierto solo se concibe como un interior. Uno solo puede estar en un espacio "determinado", señalado.
La casa, entonces, es lo que nos sitúa en el espacio: Lo que no evita dispersarnos, perdernos, convertirnos en seres errantes, o almas en pena. La casa nos fija, y permite que nos recojamos, física y mentalmente. Ya no necesitamos estar constantemente al acecho, inquietos, temerosos.
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