Lugal.e (La Casa del Rey) es un extensísimo mito sumerio de 729 versos (traducido a francés y al inglés), que constituye, junto con el Poema de Gilgameš y amplias partes del Enuma Eliš (o el Poema de la Creación) babilónico, uno de los textos más sobrecogedores y emotivos de la remota antigüedad.
Relata la devastadora batalla entre un primigenio Gabriel, llamado Ninurta, hijo del dios de los aires Enlil, ayudado y aconsejado por Sarur, su espada que cobra vida (semejante a la mítica Excalibur, o a Tizona, el arma de El Cid), y Assaku y otras afiladas piedras animadas, que son la personificación de las rocosas y áridas montañas y de los pedregosos desiertos del este por donde descendían los invasores bárbaros del Centro de Asia, atraídos por la cultura mesopotámica.
Toda la primera parte del relato (en la que Ninurta vence a las fuerzas del mal y reordena las tierras de Súmer que corresponden a todo el mundo conocido), a la que sigue el juicio que sufren los derrotados riscos y la condena que Ninurta les inflige (una parte fascinante por la extrañeza que causa, pero muy alejada de nuestra sensibilidad o nuestra visión del mundo actual), configura un paisaje dantesco, el primero de la historia, en el que las mismas montañas se revuelven y se alzan contra el hijo de los aires, desdibujando los límites entre lo mineral y lo orgánico, amenazando con el retorno del caos de los inicios, y está a la altura de los grandes poemas heróicos occidentales, la Ilíada de Homero, el Apocalipsis de Juan, o el muy posterior Libro VI de El Paraíso Perdido de Milton:
“¿Quién, ni aun con lenguaje de ángeles,
Pudiera relatar estas hazañas,
O a qué cosas terrestres compararlas
Que levantaran la imaginación
A tal altura de poder divino?
(…) Agitaron
Sus fogosas espadas en el aire
Describiendo círculos espantosos;
De sus escudos los dos amplios soles
Brillaban frente a frente, al tiempo que
Reinaba una horrorosa expectación…”
(MILTON, John: El Paraíso Perdido, VI, 297-301, 305-308)
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