(Escrito desde un ordenador en arabe, sin acentos)
Manana, a las cinco y media de la manana -cambio de ultima hora, a las seis y media: no se sabe porque-, partimos hacia el sur. Por una carretera comarcal llegaremos a Babilonia donde nos recogera un convoy de militares del Servicio de Antiguedades, que nos llevara a Kish y de all'i a Nasiriyia, para empezar las visitas de los yacimientos arqueologicos.
Nos abrten las tumbas de Ur, nos mostraran nuevos yacimientos, pero no podremos movernos libremente, ni nos dejaran salir del hotel salvo para las visitas que las autoridades quisieran fueran lo mas cortas posibles, ya que temen por nosotros.
Preocupa ver a los iraquies preocupados por nosotros. Temen un posible secuestro, lo que, segun algunas autoridades, crearia un conflicto dificil de solucionar.
Puedes caminar a solas por la calle sin caminar, comer en una terraza estando dentro, moverte libremente estando en el hotel, viajando sin control con el ejercito y miembros del Servicio de Antiguedades. Tememos y sentimos que tengan temor. Tenemos la sensacion que somos un motivo de angustia.
Es cierto que no existe turismo en Iraq, que solo se desplazar, fuertemente custodiados, profesionales del sector petrolero.
La llegada al aeropuerto de Baghdad, hace cuatro dias, era extrana. Llegaron mas de un centenar de extranjeros, norteamericanos casi todos. Un avion entero incluso. Todos mercenarios, de los servicios privados de seguridad, que obedecian al unisono a las ordenes de un superior, como si el espacio fuera suyo. Que quiza aun lo sea.
El viaje se organiza y se deshace, se monta y se enfrenta a una pared, que se sortea antes de prepararse para una nueva montana. Es dificil preveer nada. Solo dejarse ir, y confiar en que algo, o mucho, de lo previsto pueda llevarse a cabo. El tiempo ya no cuenta. Una actividad al dia es ya un logro. De algun modo, ensena un valor distinto del tiempo. Y de la vida.
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