La Universidad Politécnica de Cataluña no renueva el contrato a unos doscientos cincuenta profesores y echa a unos ochenta trabajadores que no son enseñantes. La deuda de la universidad es inasumible.
El escándalo es mayúsculo. Pero, ¿qué se puede hacer?
¡No se van a dejar sin tarjeta de crédito a los cargos medios y de confianza de la universidad, o limitar su uso!
Si, es un suponer, un alto cargo necesita contratar a unas meretrices, ¡no va a pagar el servicio de su bolsillo!. Además, ¿dónde se ha visto que viajes de vacaciones a Egipto por navidad -¿cuándo, sino? fuera de este período, hay riesgo de achicharramiento-, fines de semana en hoteles de lujo, almuerzos en restaurantes con estrellas también en fines de semana -lo que demuestra el grado de compromiso de esas personas con la universidad: trabajan incluso en días no laborables-, peajes de autopista durante, como no, fines de semana, etc., se tengan que abonar con el sueldo misérrimo que dichos cargos reciben?
¿No queremos que la universidad se abra a la sociedad? Toda apertura tiene un precio, escaso en este caso: unos ochocientos mil euros anuales a siete personas ajenas a la Universidad, miembros de la "sociedad civil", para promover los valores universitarios: si es que sale casi regalado.
¿Los profesores asociados cobran quinientos euros brutos? El personal administrativo va a la calle? ¿La universidad tiene una deuda de ciento once millones de euros? Es que todo no se puede tener.
Nos quejamos de vicio.
Y no protestemos, que se trata de una universidad pública.
Véase el delicioso informe en: http://www.upic.cat/?p=2428
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