En Turquía es obligatorio indicar cuál es la religión en el carnet de identidad y el pasaporte; no se puede dejar la casilla en blanco. En Siria e Iraq solo se aceptan las religiones monoteístas "principales", a las que se añade el zoroastrismo en Irán, siendo inconcebibles el budismo, religiones politeístas y animistas, así como el agnosticismo y el ateísmo. La religión autorizada (religión de Libro) debe ser señalada en los documentos oficiales. El judaísmo no es aceptado en Siria como sabrán quienes habían solicitado un visado de entrada (hasta el inicio de la guerra civil en 2011) y habían tenido que detallar los nombres de los padres a fin que las autoridades sirias detectaran nombres "judíos" lo que acarreaba la prohibición de entrada en Siria. Ningún "cristiano" logrará jamás un visado para la Meca, mientras que algunos partidos políticos de extrema derecha en Israel sostienen que este país sólo debe otorgar la nacionalidad a "hebreos", confundiendo nacionalidad y religión.
En los países europeos existe libertad de culto. No se prohíbe la entrada o el trabajo a nadie por la fe o ausencia de fe que asume. La religión pertenece al ámbito privado, no así la nacionalidad.
Existe un país europeo en la que esta regla no se acepta. "Ser" judío -lo que no significa tener la nacionalidad israelita, ni seguir la religión hebrea- impide cumplir un contrato como ha ocurrido recientemente, al exigirse al trabajador que manifieste una postura (que no se solicita a trabajadores de otras religiones), so pena de no poder trabajar. La religión (independientemente de que se sea creyente o ateo) determina las posibilidades laborables.
Esta situación no es inédita en España. Ya ocurría bajo el gobierno de Franco y no hablemos del Santo Oficio.
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