“A la pregunta de por qué se habían alejado de la Iglesia, replicaron que en los templos se veneraba a dioses de madera, fabricados por la mano del hombre, y que en las Escrituras no solo se dice eso, sino que los profetas afirman justamente lo contrario. Cuando Misaíl preguntó a Chúiev si era cierto que llamaban tablas a los santos iconos, este respondió: “Coge cualquier icono, dale la vuelta y lo verás tú mismo”.”
(Lev Tolstói: El cupón falso)
La iconoclastia o denuncia de la falsedad de las imágenes sagradas, virulenta hacia el año mil en el imperio bizantino ortodoxo, seguía vigente en la segunda mitad del siglo XIX en el imperio ruso también ortodoxo. La abstracción de Malevitch tuvo sólidas razones para rehuir el naturalismo.
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