"El ojo de una casa es la presencia de su dueño"
(Esquilo: Los Persas, 169)
Una casa viva, que otea, que tiene el ojo avizor, que no duerme, que protege, siempre que la anime quien hace cuerpo con ella, y que vive (seguro) gracias al ojo bien abierto de la casa. La casa como un ser vivo, la casa guardiana del ser, ser que solo "existe", que solo es" si "está" en "su" casa.
Nota: Dueño, en griego, se decía despotes -contiene una palabra que ha dado lugar al moderno término de poder-
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