Jóvenes solitarios, ensimismados, perdidos entre sus propias imágenes reflejadas en una multitud de pantallas, encerrados en su habitación, en ciudades, que se descubren a través de ventanas -otras pantallas-, de torres y autopistas, en escenas que oscilan entre las estampas japonesas del siglo XIX, y la pintura de Balthus y de Hockney.
El joven pintor realista francés Claracq -que pinta sobre diminutas tablas interiores que también recuerdan intencionadamente la pintura renacentista flamenca, parece haber captado la melancolía, la falta de perspectivas, la renuncia del primer cuarto del siglo XXI -al menos en Occidente y, sin duda, en Japón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario