Noticias recientes destacan la deuda de la universidad española, cuyos intereses absorben los presupuestos escasos, la falta de inversiones, sobre todo en Cataluña, pese a las transferencias llegadas o por llegar desde el Ministerio.
Estas carencias impiden renovar la plantilla de profesores y otorgar plazas correctamente remuneradas, conceder becas, y dotar las aulas de materiales adecuados. El número de alumnos por clase sobrepasa lo que fijan las normas, y se forman grupos que no reciben docencia porque carecen de profesores.
Por ejemplo, un departamento de tamaño medio, de cincuenta y dos profesores, dispone solo de doce profesores fijos. Se trata, sin embargo, de un departamento favorecido.
¿Cuál es la situación de los cuarenta restantes profesores?
Los contratos son cuatrimestrales o anuales. Son de una a seis horas de docencia por semana. El sueldo está entre setenta y siete y unos quinientos euros brutos. La dedicación a la universidad conlleva, además de las clases, las horas de preparación de las mismas, las horas de atención a los estudiantes fijas, las correcciones de trabajos y exámenes, a veces semanales -se favorece el control continuo-, y la asistencia a reuniones de trabajo en el departamento. La carga laboral puede multiplicarse por diez. Dichas tareas no están remuneradas. Los profesores asociados no pueden investigar ni pueden participar en programas de investigación. su función es exclusivamente docente.
A fin de evitar que traten de "hacer carrera" en la Universidad, acumulando trienios, sexenios y complementos, deben demostrar que trabajan fuera de la universidad, ya sea como profesionales liberales -deben justificar que son autónomos-, ya sea con contratos en otros lugares de trabajo. En caso contrario, no pueden firmar o renovar un contrato de profesor asociado.
Las tareas docentes que realizar son las mismas que un profesor titular que, por el contrario, suele ganar unos tres mil quinientos euros netos al mes.
La figura del profesor asociado se instituyó para permitir que profesionales "de reconocido prestigio", ganándose bien la vida, pudieran compartir con los estudiantes, durante unas horas, su experiencia, a cambio de una paga modesta, sin que estuvieran obligados a correcciones, actividades docentes fuera del horario de clases, ni a asistencia a reuniones. Se trataba exclusivamente de dedicar unas pocas horas a la universidad, a fin que ésta pudiera estar en contacto con la vida profesional externa.
Esta tipo de contrato, bien acotado, ha servido, sin embargo, para disponer de profesores que, realizando tareas idénticas o similares a las de un profesor funcionario, suelen cobrar entre siete y cuarenta y cuatro veces menos que aquél.
Lo habitual es que los profesores asociados abandonen, a veces al cabo de semanas, dada la precariedad laboral. Por tanto, la constante rotación de docentes impide desarrollar cualquier programa docente. Se vive una permanente situación de emergencia contratando profesores asociados que, lógicamente, abandonan a poco de empezar o a los pocos años.
Gracias a este sistema, la Universidad se ahorra los sueldos de profesores agregados, titulares y catedráticos, reemplazados, cuando éstos se jubilan o fallecen, por profesores asociados a bajo precio. Existe la figura del profesor lector, con un sueldo de mil quinientos euros al mes. Tiene que ser doctor, y el contrato dura cuatro años. Tras este periodo, vuelve a la condición de asociado cobrando diez veces menos, por llevar a cabo la misma tarea docente.
Dado que existen tareas que solo pueden realizar profesores funcionarios -composición de tribunales de oposiciones, tesis y tesinas, tribunales de evaluación, dirección de tesis doctorales, etc.-, y dada la escasez de los mismos, la labor investigadora de la universidad mengua. Los programas de doctorado ya no pueden ser atendidos, los grupos de investigación no se pueden constituir. Por lo cual, los licenciados que pretender optar a becas de investigación, que exigen sean inscritos en grupos de investigación inexistentes, deben renunciar a investigar, a realizar una tesis doctoral becada. De este modo, solo jóvenes con las necesidades económicas cubiertas, pueden intentar llevar a cabo una tesis. El resto suele marcharse fuera de España. Una universidad norteamericana pública suele conceder becas de unos tres mil quinientos dolares al mes, durante seis años, a quienes optan a un doctorado. Las becas doctorales mejor dotadas en España conceden unos mil euros brutos al mes durante cuatro años, becas que no se pueden conceder por la inexistencia de grupos de investigación.
Los mejores estudiantes, al acabar la carrera, suelen ser contratados por universidades extranjeras. La Universidad de Sydney, por ejemplo, paga unas sesenta vez más a profesores asociados jóvenes que la universidad española. Del mismo modo, universidades públicas suizas pagan unas ciento cincuenta veces más a profesionales de reconocido prestigio, cuyas tareas son equivalentes a las de un profesor asociado español.
Algunas pocas universidades españolas, como ocurre en Barcelona, han logrado sortear estos problemas mediante la creación de institutos que funcionan como organismos autónomos, con presupuestos propios -generados por aportaciones o financiación privadas-, y que pueden pagar sueldos que se acercan a los sueldos de universidades australianas, suizas o norteamericanas, públicas o privadas.
Mientras, los poderes públicos tienen otras prioridades a la hora de gastar, generosamente, los presupuestos anuales.
Y a todo esto se suma el coste laborar y burocrático para el profesorado funcionario y el PAS de contratar a cada profesor asociado. Que puede duplicarse y triplicarse ante renuncias concatenadas, nuevas ofertas de las plazas -por vía de urgencia-, y proseguir con las consabidas reclamaciones que no alteran nada pero que hay que atender, estudiar y responder. Y los alumnos, mientras, atendidos por otro docente.
ResponderEliminarEl coste que no se cuenta quizá sea más alto que ofertar una plaza de profesor funcionario a tiempo completo.
Es cierto que los constantes cambios de profesorado -muchos profesores asociados renuncian a los encargos porque gastan más en transporte que lo que ganan, o porque la dedicación que exige la preparación de las clases no está en absoluto acorde con el sueldo- afectan la planificación de la docencia y trastocan las clases: los alumnos se encuentran con clases sin continuidad, llevadas por profesores que apenas empiezan se ven obligados a abandonar, a veces para siempre, debiendo abandonar la idea de una carrera docente y de investigación.
EliminarPero creo que el mayor daño lo sufren los profesores asociados que entran en vías sin salida, por las que se han empeñado inútilmente, con la consiguiente frustración, el desánimo ante una situación insostenible
Muchas gracias por su observación.