“Los dioses destinaron a los míseros mortales a vivir en la tristeza, y solo ellos están libres de preocupaciones. En los umbrales del palacio de Zeus hay dos toneles de dones que el dios reparte: en el uno están los males, y en el otro los bienes. Aquel a quien Zeus se los da mezclados, unas veces topa con la desdicha y otras con la buena ventura ; pero el que tan solo recibe penas, vive con afrenta, una gran hambre le persigue sobre la tierra y va de un lado para otro sin ser honrado ni por los dioses ni por los hombres”
(Homero: la Ilíada, rapsodia 24)
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