Griegos (aqueos) y troyanos (teucros) hablaban una misma lengua y poseían unos mismos dioses, aunque unos favorecían al ejército de Micenas y otras a la ciudad de Troya.
Los apoyos que recibían ambos bandos señalaban, sin embargo, una cierta diferencia. Las Amazonas, mujer guerreras, que se comportaban como hombres, mujeres bárbaras, no habrían combatido nunca al lado de los griegos, si bien el héroe griego por excelencia, Aquiles, cayó prendado de Pentesilea, la reina de las Amazonas, en el momento mismo en que la estaba matando.
La barbarie se adueñaba de ambos bandos, aunque los engaños y la violencia ciega, la crueldad más inaudita, prendieron más entre griegos que entre troyanos.
La guerra misma se desató por el adulterio de Helena, esposa del griego Menelao, aunque Helena lo engañó víctima de un enredo divino, y de Paris, el príncipe troyano que prefirió una mujer hermosa a trofeos militares y poderes políticos.
No queda claro a qué bando pertenecía Homero, ni qué imagen tenía de griegos y de troyanos, presentados a veces casi como hermanos. Posiblemente Homero era jonio, es decir, un griego en Oriente. Quizá por eso, en ocasiones, lamenta el trágico sino de Troya.
Fue Virgilio, en la Eneida (VII, 222) quien ofrecio un retrato descarnado de dicha guerra. Se trataba "del choque de dos mundos, el de Europa y el de Asia". La guerra de Troya era la primera guerra entre oriente y occidente. Dos mundos opuestos se oponían y se diferenciaban violentamente, choque que las guerras médicas repetirían.
La frase de Virgilio ha marcado el imaginario occidental, marcando fronteras entre la "barbarie" (Troya) y la "civilización" (Micenas). La Guerra de Troya trazaba un mapa de dos bandos enfrentados.
Aun hoy, bebemos del comentario de Virgilio. El esquemático imaginario occidental de Oriente no se entiende sin esta lejana observación.
jueves, 30 de enero de 2020
miércoles, 29 de enero de 2020
Orejeras
Una vez que el fundador, al fallecer, dejó de aportar dinero, la Fundación Tàpies, en Barcelona, a dos velas, está permanentemente a punto de cerrar.
Tras las drásticas disminuciones de las aportaciones públicas, y de las visitas turísticas -debido a cambios en el tipo de turistas y por motivos políticos-, cuyas entradas mantenían el centro, la Fundación Miró, tras el despido de una parte importante del personal, está también apagándose.
El Museo Nacional de Arte Catalán (MNAC), enteramente público, apenas dispone de fondos para pagar nóminas, seguridad y calefacción.
El Museo Arqueológico de Cataluña, también financiado públicamente, está, desde hace años, bajo la amenaza de cierre, uniendo sus colecciones al Museo de Etnología -apenas visitado- y a las del Museo de Tradiciones Populares -quizá cerrado.
El Museo de Las Culturas del Mundo recibe, los días de más visitas, apenas una decena de personas, que recorren salas sin nadie.
El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona se asemeja a cualquier museo de arte contemporáneo internacional, como el museo de Los Ángeles, por ejemplo, con la diferencia que apenas recibe visitas y que sus colecciones no son públicas sino que pertenecen a un consorcio privado que en cualquier momento puede retirar las obras que ha adquirido. El museo público casi mantiene una colección privada.
El Ayuntamiento de Barcelona ha rechazado una sucursal privada del museo del Hermitage de San Petersburgo, temiendo que las colecciones y las exposiciones no se enraícen en la singularidad cultural de Barcelona. Su rechazo debería beneficiar a los museos ya existentes. ¿Cómo y en qué? Un nuevo museo privado ¿arruinaría unas "ruinas"?
El maravilloso Museo de Arte de Gerona, público, admirablemente dirigido, se cae. Y nadie ha amenazado con una "franquicia".
Tarragona posee restos romanos que son patrimonio de la humanidad. Las ruinas están cerradas. Su visita es peligrosa por falta de mantenimiento. El Museo Nacional de Arqueología de Tarragona, con una de las mejores colecciones de España, exponía obras sobre estanterías que cubrían radiadores, como en un museo de un país del este en los años cincuenta.
Y tampoco El Hermitage asedia Tarragona.
Mientras, cuesta creer que los mejores museos del área metropolitana, y unos de los mejores museos de Europa, desconocidos mayoritariamente (pero visitados internacionalmente), como el Museo Arqueológico de Badalona y el Museo de las Minas de Gavá (junto con el excepcional museo del yacimiento romano de Montmeló-Montornés del Vallés) fueren a sufrir de una modesta instalación museística del Hermitage en el puerto de Barcelona.
Tras las drásticas disminuciones de las aportaciones públicas, y de las visitas turísticas -debido a cambios en el tipo de turistas y por motivos políticos-, cuyas entradas mantenían el centro, la Fundación Miró, tras el despido de una parte importante del personal, está también apagándose.
El Museo Nacional de Arte Catalán (MNAC), enteramente público, apenas dispone de fondos para pagar nóminas, seguridad y calefacción.
El Museo Arqueológico de Cataluña, también financiado públicamente, está, desde hace años, bajo la amenaza de cierre, uniendo sus colecciones al Museo de Etnología -apenas visitado- y a las del Museo de Tradiciones Populares -quizá cerrado.
El Museo de Las Culturas del Mundo recibe, los días de más visitas, apenas una decena de personas, que recorren salas sin nadie.
El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona se asemeja a cualquier museo de arte contemporáneo internacional, como el museo de Los Ángeles, por ejemplo, con la diferencia que apenas recibe visitas y que sus colecciones no son públicas sino que pertenecen a un consorcio privado que en cualquier momento puede retirar las obras que ha adquirido. El museo público casi mantiene una colección privada.
El Ayuntamiento de Barcelona ha rechazado una sucursal privada del museo del Hermitage de San Petersburgo, temiendo que las colecciones y las exposiciones no se enraícen en la singularidad cultural de Barcelona. Su rechazo debería beneficiar a los museos ya existentes. ¿Cómo y en qué? Un nuevo museo privado ¿arruinaría unas "ruinas"?
El maravilloso Museo de Arte de Gerona, público, admirablemente dirigido, se cae. Y nadie ha amenazado con una "franquicia".
Tarragona posee restos romanos que son patrimonio de la humanidad. Las ruinas están cerradas. Su visita es peligrosa por falta de mantenimiento. El Museo Nacional de Arqueología de Tarragona, con una de las mejores colecciones de España, exponía obras sobre estanterías que cubrían radiadores, como en un museo de un país del este en los años cincuenta.
Y tampoco El Hermitage asedia Tarragona.
Mientras, cuesta creer que los mejores museos del área metropolitana, y unos de los mejores museos de Europa, desconocidos mayoritariamente (pero visitados internacionalmente), como el Museo Arqueológico de Badalona y el Museo de las Minas de Gavá (junto con el excepcional museo del yacimiento romano de Montmeló-Montornés del Vallés) fueren a sufrir de una modesta instalación museística del Hermitage en el puerto de Barcelona.
martes, 28 de enero de 2020
La paja y el mármol
"Cualquiera de vosotros que desee
pasar la vida en paz debe evitar en la medida de lo posible
estos beneficios pegajosos que lastimosamente nos engañan también en esto: en que creemos poseerlos y quedamos sujetos a ellos.
Esta carrera conduce al precipicio. El término de esta vida encumbrada es la caída. Luego que la prosperidad
comienza a empujarnos fuera de camino, no es posible detenernos o, al menos, hundirnos con la nave derecha, o
de una sola vez. La fortuna no nos derriba, sino que nos
va volteando y nos estrella.
Mantened, por lo tanto, esta sana y provechosa forma de vida: que concedáis al cuerpo cuanto es suficiente para la buena salud. Se le ha de tratar con bastante dureza, para que no se someta al espíritu con rebeldía: que el alimento calme el hambre, que la bebida apague la sed, que el vestido aleje el frío, que la casa sea defensa contra las inclemencias del tiempo. Nada importa que sea el césped o el mármol jaspeado de país extranjero lo que la haya erigido: sabed que al hombre lo protege igualmente la paja que el oro. Despreciad todo aquello que un esfuerzo inútil pone como adorno. y decoración; pensad que nada, excepto el alma, es digno de admiración, para la cual, si es grande, nada hay que sea grande."
(Séneca: Epístolas morales a Lucilio, I, 8)
Deberíamos leer a Séneca, desde sus epístolas hasta sus tragedias. Durante años, logró contener a Nerón
Mantened, por lo tanto, esta sana y provechosa forma de vida: que concedáis al cuerpo cuanto es suficiente para la buena salud. Se le ha de tratar con bastante dureza, para que no se someta al espíritu con rebeldía: que el alimento calme el hambre, que la bebida apague la sed, que el vestido aleje el frío, que la casa sea defensa contra las inclemencias del tiempo. Nada importa que sea el césped o el mármol jaspeado de país extranjero lo que la haya erigido: sabed que al hombre lo protege igualmente la paja que el oro. Despreciad todo aquello que un esfuerzo inútil pone como adorno. y decoración; pensad que nada, excepto el alma, es digno de admiración, para la cual, si es grande, nada hay que sea grande."
(Séneca: Epístolas morales a Lucilio, I, 8)
Deberíamos leer a Séneca, desde sus epístolas hasta sus tragedias. Durante años, logró contener a Nerón
domingo, 26 de enero de 2020
Followers
Parece que no podemos vivir, hoy, sin "followers", "seguidores" virtuales de lo que publicamos sobre nuestras actividades (emprendidas para ser divulgadas).
Los "followers" no son un "invento" moderno. "Seguidores" -de figuras públicas- existen desde siempre. Mas, se conocían, en la antigüedad, "followers" que, aún sin internet, respondían casi exactamente al perfil del "follower" actual.
Se trataba de los hequetai, unas figuras, de la Edad de Bronce, existentes en la sociedad micénica, en la segunda mitad del segundo milenio aC.
Los hequetai eran reyes "provinciales" o de "distrito", sometidos al wanax o basileus, el gran rey, sin duda asentado en Micenas, la gran capital de la Grecia del segundo milenio aC.
Hequetai es un nombre plural en griego muy arcaico. En griego clásico se decía epetai, que se traduce por seguidores -también por servidores. Este sustantivo, epetes o epetas, está relacionado con el verbo epoo. Epoo significa unirse a (en francés existe el verbo s´attacher à, que implica una relación de dependencia, pero afectiva: quién se "ata" a otra persona no lo hace forzado, reducido, sino voluntariamente. Uno se ata a quien admira, a quien tomo como modelo -de vida).
Epoo, que a veces se traduce por seguir los pasos, no implica necesariamente una relación de dependencia sino de complicidad, de igualdad. Implica también la existencia de cierta distancia, contrariamente a lo que pudiéramos pensar de alguien que sigue a otro. En efecto, epoo significa también seguir con el pensamiento, es decir comprender -simpatizar, aceptar. El seguimiento, en este caso, no es ciego, sino que se ejerce lúcidamente sabiendo porque se sigue, y sin ser siempre un seguidor: siguiendo solo aquellos aspectos o preceptos que se asumen y se valoran.
Los seguidores, en la Grecia antigua, no tenían orejeras. Reflexionaban sobre los modelos que escogían. Y seguían siempre desde cierta distancia (irónica: eirooneia: disimulo; se sigue como si no se siguiera, haciendo ver que no se sigue, con la capacidad de reírse de quien se sigue, y de abandonarlo a su suerte en cualquier momento), a fin de no cometer los mismos errores que las personas que seguían. Los seguidores se formaban.
¿Followers? Sí, pero no al Instante(gram); sino, tras debida reflexión.
¿Twitt, twitt?: no, eso no.
Los "followers" no son un "invento" moderno. "Seguidores" -de figuras públicas- existen desde siempre. Mas, se conocían, en la antigüedad, "followers" que, aún sin internet, respondían casi exactamente al perfil del "follower" actual.
Se trataba de los hequetai, unas figuras, de la Edad de Bronce, existentes en la sociedad micénica, en la segunda mitad del segundo milenio aC.
Los hequetai eran reyes "provinciales" o de "distrito", sometidos al wanax o basileus, el gran rey, sin duda asentado en Micenas, la gran capital de la Grecia del segundo milenio aC.
Hequetai es un nombre plural en griego muy arcaico. En griego clásico se decía epetai, que se traduce por seguidores -también por servidores. Este sustantivo, epetes o epetas, está relacionado con el verbo epoo. Epoo significa unirse a (en francés existe el verbo s´attacher à, que implica una relación de dependencia, pero afectiva: quién se "ata" a otra persona no lo hace forzado, reducido, sino voluntariamente. Uno se ata a quien admira, a quien tomo como modelo -de vida).
Epoo, que a veces se traduce por seguir los pasos, no implica necesariamente una relación de dependencia sino de complicidad, de igualdad. Implica también la existencia de cierta distancia, contrariamente a lo que pudiéramos pensar de alguien que sigue a otro. En efecto, epoo significa también seguir con el pensamiento, es decir comprender -simpatizar, aceptar. El seguimiento, en este caso, no es ciego, sino que se ejerce lúcidamente sabiendo porque se sigue, y sin ser siempre un seguidor: siguiendo solo aquellos aspectos o preceptos que se asumen y se valoran.
Los seguidores, en la Grecia antigua, no tenían orejeras. Reflexionaban sobre los modelos que escogían. Y seguían siempre desde cierta distancia (irónica: eirooneia: disimulo; se sigue como si no se siguiera, haciendo ver que no se sigue, con la capacidad de reírse de quien se sigue, y de abandonarlo a su suerte en cualquier momento), a fin de no cometer los mismos errores que las personas que seguían. Los seguidores se formaban.
¿Followers? Sí, pero no al Instante(gram); sino, tras debida reflexión.
¿Twitt, twitt?: no, eso no.
sábado, 25 de enero de 2020
(Tras ) la tempestad
Quizá porque los esquifos eran frágiles, las casas inseguras y los muelles y barreras de corto alcance, pero los antiguos padecieron tempestades que habrían hecho empalidecer las que sufrimos, al menos según lo que cuentan las crónicas. Sin embargo, supieron cómo enfrentarse a ellas.
Cuando la Primera Guerra Púnica, el general L. Cornelio Escipión (s. III aC) se las vio con una tempestad en alta mar, cabe las costas de Cerdeña, que hundió unas quinientas naves, la casi totalidad de la flota romana. Fue entonces cuando Escipión prometió a Tempestad un templo en Roma si le permitía guarecerse en un puerto -y ganar la perdida batalla. La tempestad cesó.
Apenas de regreso a Roma, Escipión cumplió la promesa. Edificó un templo a Tempestad en las afueras de Roma, en la vía Appia, no lejos del Campo de Marte y de donde, siglos más tarde, se edificarían las termas de Caracalla. El templo ha desaparecido, pero se conserva la cripta inserta en en una villa romana privada aún en pie.
Los romanos eran, más que religiosos, supersticiosos. Rendían culto a miles de dioses. Cada elemento de la ciudad y del campo, por ínfimo que fuera, estaba al cuidado de un espíritu al que había que honrar cuando se pasaba cerca. No se salía de casa como lo hacemos hoy, apresuradamente, las llaves en la mano y la chaqueta a medio vestir. Antes de pisar la calle, se tenía que rendir culto al dios de la puerta, del pomo, de la cerradura, de la llave...., so pena de enfurecer a una fuerzas de las que poco se sabía.
Los dioses romanos no tenían historia. Nada se sabía de sus vidas, contrariamente a los dioses de otras culturas antiguas. No tenían personalidad alguna. Tan solo estaban unidos a un objeto que protegían, pudiendo impedir que cumpliera la función a la que estaba destinado si la oración y el ritual no había sido convenientemente recitado y practicado.
Sin embargo, es posible que Tempestad no fuera solo el genio de un violento fenómeno atmosférico. Tempestad quizá fuera la versión latina de un dios etrusco, a su vez originario del Próximo Oriente, un dios hitita, Tarhun, dios protector de la ciudad de Troya -de la que Roma se decía heredera.
Virgilio describió en la Eneida el culto a Tempestad: cuando ésta (se trataba de una diosa) se acercaba, el capitán del barco de Eneas zarandeado sacrificó una cordera y, coronado con hojas de olivo, echó vino clarete (transparente, según Virgilio) a las aguas, junto con las visceras del animal. Y las aguas se aquietaron.
Si aún perduraran esas creencias y esos ritos, quizá....
Sic transit Gloria....
Cuando la Primera Guerra Púnica, el general L. Cornelio Escipión (s. III aC) se las vio con una tempestad en alta mar, cabe las costas de Cerdeña, que hundió unas quinientas naves, la casi totalidad de la flota romana. Fue entonces cuando Escipión prometió a Tempestad un templo en Roma si le permitía guarecerse en un puerto -y ganar la perdida batalla. La tempestad cesó.
Apenas de regreso a Roma, Escipión cumplió la promesa. Edificó un templo a Tempestad en las afueras de Roma, en la vía Appia, no lejos del Campo de Marte y de donde, siglos más tarde, se edificarían las termas de Caracalla. El templo ha desaparecido, pero se conserva la cripta inserta en en una villa romana privada aún en pie.
Los romanos eran, más que religiosos, supersticiosos. Rendían culto a miles de dioses. Cada elemento de la ciudad y del campo, por ínfimo que fuera, estaba al cuidado de un espíritu al que había que honrar cuando se pasaba cerca. No se salía de casa como lo hacemos hoy, apresuradamente, las llaves en la mano y la chaqueta a medio vestir. Antes de pisar la calle, se tenía que rendir culto al dios de la puerta, del pomo, de la cerradura, de la llave...., so pena de enfurecer a una fuerzas de las que poco se sabía.
Los dioses romanos no tenían historia. Nada se sabía de sus vidas, contrariamente a los dioses de otras culturas antiguas. No tenían personalidad alguna. Tan solo estaban unidos a un objeto que protegían, pudiendo impedir que cumpliera la función a la que estaba destinado si la oración y el ritual no había sido convenientemente recitado y practicado.
Sin embargo, es posible que Tempestad no fuera solo el genio de un violento fenómeno atmosférico. Tempestad quizá fuera la versión latina de un dios etrusco, a su vez originario del Próximo Oriente, un dios hitita, Tarhun, dios protector de la ciudad de Troya -de la que Roma se decía heredera.
Virgilio describió en la Eneida el culto a Tempestad: cuando ésta (se trataba de una diosa) se acercaba, el capitán del barco de Eneas zarandeado sacrificó una cordera y, coronado con hojas de olivo, echó vino clarete (transparente, según Virgilio) a las aguas, junto con las visceras del animal. Y las aguas se aquietaron.
Si aún perduraran esas creencias y esos ritos, quizá....
Sic transit Gloria....
viernes, 24 de enero de 2020
El juego troyano
Los ritos de fundación de templos, quizá de ciudades, en tiempos de Augusto, y al menos hasta la época de Nerón, incluían unos juegos ecuestres llevados a cabo por jóvenes jinetes. Componían un a modo de danza. Los caballos daban vueltas y giros al unísono, de manera armónica, cuyos pies trazaban enrevesados surcos en la tierra hasta componer una figura abstracta y laberíntica.
En tiempos del cónsul Sila, unos cien años antes, en plena época republicana, se llevaba a cabo un espectáculo similar. Se desconoce en qué ocasión y con qué motivo se practicaba, pero era sin duda una práctica ritual.
Virgilio, en uno de los fragmentos más célebres de la Enéida (V, 580-604), describe unos juegos funerarios que se desarrollaban de un modo muy similar al ritual fundacional en época de Augusto. Seguramente Virgilio, el poeta favorito del emperador, se basó en el rito fundacional para describir un ritual funerario que habría ocurrido en tiempos de la guerra de Troya: de este modo, el ritual fundacional augusteo se presentaba como un juego originado en el tiempo de los héroes.
El juego descrito por Virgilio consistía también un un espectáculo ecuestre llevado a cabo por jóvenes, durante el ritual funerario en honor del padre de Eneas, fallecido años hacía. Como hasta entonces el príncipe troyano Eneas -salido con vida de la devastada Troya, camino de Italia donde el destino aguardaba que fundara la nueva Troya, esto es, Roma-, no había podido honrar debidamente a su padre instauró unos juegos -inspirados en los juegos en honor de Patroclo, que su amigo o amante Aquiles ordenó. Los juegos dedicados a Anquises, el padre de Eneas, no comportaban múltiples cruentos sacrificios humanos, seguramente porque Eneas no tenía prisioneros que sacrificar.
El juego ecuestre instituido por Eneas se basaba en un hecho singular acaecido en una era de los héroes anterior a la de Eneas. Era cuando Atenas estaba en deuda con Creta, que exigía el envío de jóvenes atenienses para alimentar al carnívoro Minotauro, un monstruo al que la reina de Creta había dado a luz tras un acto de bestialismo (se había unido a un toro gigantesco del rebaño de Poseidón).
El sacrificio tenía lugar cada siete años, hasta que un día el príncipe ateniense Teseo se ofreció como víctima propiciatoria; apenas llegó a Creta, enamoró a Ariadna, la princesa cretense que ayudó a Teseo en su empresa imposible: entrar en el palacio del Minotauro, el Laberinto,, sin perderse por la intrincada red de pasillos que lo componían -gracias a un ovillo, el célebre hilo de Ariadna que Teseo fue deshaciendo, lo que le permitía encontrar el camino de vuelta en la oscuridad del laberinto-, sorprender al monstruo, matarlo, rescatar a los jóvenes atenienses, volver a la luz y retornar a Atenas.
Cuando Teseo y los jóvenes, tras matar al monstruo, lograron salir con vida del Laberinto, ya en la playa, antes de embarcar, presos de la alegría, bailaron juntos, una danza de intrincados pasos que simbolizaba el desmadejamiento de la trampa mortal que constituía el Laberinto. Habían logrado encontrar el hilo y deshacer los entuertos que componían el palacio del Minotauro.
El juego troyano, que así Virgilio denomina este ritual, y que se remontaría mucho antes de Sila, quizá a la época de los etruscos, hacia el siglo VIII aC, simbolizaba la victoria de la luz sobre la noche, del orden sobre el desorden del laberinto. Pero al mismo tiempo, al trazar una laberinto sobre la tierra ante las puertas de un templo o de una ciudad, constituía una trampa que atraparía a los malos espíritus que quisieran hacer el mal al templo o a la comunidad. El juego de Troya -que el hijo de Eneas, Ascanio, había llevado a cabo antes de fundar Alba Longa, la ciudad latina, madre de Roma-, era un signo de victoria sobre las fuerzas de la noche, y un exorcismo para impedir que la noche y la muerte se infiltraran en los espacios bien construidos para preservar la vida de los humanos. Troya no había caído en vano. Su espíritu, encarnado por Eneas, había logrado salir con vida de la ciudad destruida.
Dicho texto virgiliano es, sin duda, uno de los relatos más importantes para entender la función, el sentido del espacio construido.
"Ellos avanzaron alineados y formando grupos de tres en tres
rompieron la formación, y llamados de nuevo
invirtieron la marcha y blandieron los dardos enhiestos.
Luego realizan otros avances y otras retiradas
colocándose de frente y responden rodeos alternos
a rodeos y emprenden simulacros de combate bajo las armas,
y ya descubren sus espaldas en la huida, ya vuelven flechas
amenazantes, ya firmada la paz cabalgan en línea.
Como cuentan que un día en la alta Creta el Laberinto
tuvo un recorrido trazado de muros ciegos y una engañosa
trampa de mil caminos por donde las pistas de la salida
quebraba un vagar desconocido y sin retorno;
no con marcha distinta los hijos de los teucros enlazan
sus pasos y tejen fugas y batallas jugando,
como delfines que nadando por los húmedos mares
surcan el Carpacio y el Libico.
Este tipo de carrera y estos combates renovó el primero
Ascanio cuando ciñó de muros Alba Longa,
y enseñó a celebrarlos a los antiguos latinos,
según él mismo de muchacho y con él la juventud troyana;
los albanos los enseñaron a los suyos; de aquí Roma la grande
los recibió a su vez y conservó el honor de los padres;
hoy a los muchachos Troya y al escuadrón troyano se les llama.
Hasta aquí se celebraron los juegos por el padre santo de Eneas."
(Virgilio: Enéida, V, 580-604)
En tiempos del cónsul Sila, unos cien años antes, en plena época republicana, se llevaba a cabo un espectáculo similar. Se desconoce en qué ocasión y con qué motivo se practicaba, pero era sin duda una práctica ritual.
Virgilio, en uno de los fragmentos más célebres de la Enéida (V, 580-604), describe unos juegos funerarios que se desarrollaban de un modo muy similar al ritual fundacional en época de Augusto. Seguramente Virgilio, el poeta favorito del emperador, se basó en el rito fundacional para describir un ritual funerario que habría ocurrido en tiempos de la guerra de Troya: de este modo, el ritual fundacional augusteo se presentaba como un juego originado en el tiempo de los héroes.
El juego descrito por Virgilio consistía también un un espectáculo ecuestre llevado a cabo por jóvenes, durante el ritual funerario en honor del padre de Eneas, fallecido años hacía. Como hasta entonces el príncipe troyano Eneas -salido con vida de la devastada Troya, camino de Italia donde el destino aguardaba que fundara la nueva Troya, esto es, Roma-, no había podido honrar debidamente a su padre instauró unos juegos -inspirados en los juegos en honor de Patroclo, que su amigo o amante Aquiles ordenó. Los juegos dedicados a Anquises, el padre de Eneas, no comportaban múltiples cruentos sacrificios humanos, seguramente porque Eneas no tenía prisioneros que sacrificar.
El juego ecuestre instituido por Eneas se basaba en un hecho singular acaecido en una era de los héroes anterior a la de Eneas. Era cuando Atenas estaba en deuda con Creta, que exigía el envío de jóvenes atenienses para alimentar al carnívoro Minotauro, un monstruo al que la reina de Creta había dado a luz tras un acto de bestialismo (se había unido a un toro gigantesco del rebaño de Poseidón).
El sacrificio tenía lugar cada siete años, hasta que un día el príncipe ateniense Teseo se ofreció como víctima propiciatoria; apenas llegó a Creta, enamoró a Ariadna, la princesa cretense que ayudó a Teseo en su empresa imposible: entrar en el palacio del Minotauro, el Laberinto,, sin perderse por la intrincada red de pasillos que lo componían -gracias a un ovillo, el célebre hilo de Ariadna que Teseo fue deshaciendo, lo que le permitía encontrar el camino de vuelta en la oscuridad del laberinto-, sorprender al monstruo, matarlo, rescatar a los jóvenes atenienses, volver a la luz y retornar a Atenas.
Cuando Teseo y los jóvenes, tras matar al monstruo, lograron salir con vida del Laberinto, ya en la playa, antes de embarcar, presos de la alegría, bailaron juntos, una danza de intrincados pasos que simbolizaba el desmadejamiento de la trampa mortal que constituía el Laberinto. Habían logrado encontrar el hilo y deshacer los entuertos que componían el palacio del Minotauro.
El juego troyano, que así Virgilio denomina este ritual, y que se remontaría mucho antes de Sila, quizá a la época de los etruscos, hacia el siglo VIII aC, simbolizaba la victoria de la luz sobre la noche, del orden sobre el desorden del laberinto. Pero al mismo tiempo, al trazar una laberinto sobre la tierra ante las puertas de un templo o de una ciudad, constituía una trampa que atraparía a los malos espíritus que quisieran hacer el mal al templo o a la comunidad. El juego de Troya -que el hijo de Eneas, Ascanio, había llevado a cabo antes de fundar Alba Longa, la ciudad latina, madre de Roma-, era un signo de victoria sobre las fuerzas de la noche, y un exorcismo para impedir que la noche y la muerte se infiltraran en los espacios bien construidos para preservar la vida de los humanos. Troya no había caído en vano. Su espíritu, encarnado por Eneas, había logrado salir con vida de la ciudad destruida.
Dicho texto virgiliano es, sin duda, uno de los relatos más importantes para entender la función, el sentido del espacio construido.
"Ellos avanzaron alineados y formando grupos de tres en tres
rompieron la formación, y llamados de nuevo
invirtieron la marcha y blandieron los dardos enhiestos.
Luego realizan otros avances y otras retiradas
colocándose de frente y responden rodeos alternos
a rodeos y emprenden simulacros de combate bajo las armas,
y ya descubren sus espaldas en la huida, ya vuelven flechas
amenazantes, ya firmada la paz cabalgan en línea.
Como cuentan que un día en la alta Creta el Laberinto
tuvo un recorrido trazado de muros ciegos y una engañosa
trampa de mil caminos por donde las pistas de la salida
quebraba un vagar desconocido y sin retorno;
no con marcha distinta los hijos de los teucros enlazan
sus pasos y tejen fugas y batallas jugando,
como delfines que nadando por los húmedos mares
surcan el Carpacio y el Libico.
Este tipo de carrera y estos combates renovó el primero
Ascanio cuando ciñó de muros Alba Longa,
y enseñó a celebrarlos a los antiguos latinos,
según él mismo de muchacho y con él la juventud troyana;
los albanos los enseñaron a los suyos; de aquí Roma la grande
los recibió a su vez y conservó el honor de los padres;
hoy a los muchachos Troya y al escuadrón troyano se les llama.
Hasta aquí se celebraron los juegos por el padre santo de Eneas."
(Virgilio: Enéida, V, 580-604)
jueves, 23 de enero de 2020
PHIL GRABSKY (1964) & TERRY JONES (1942-2020): ANCIENT INVENTIONS: CITY LIFE (INVENCIONES DE LA ANTIGÜEDAD: LA VIDA URBANA, 1998)
Delicioso y sugerente documental sobre las primeras ciudades, y la vida en la ciudad.
In memorian....
miércoles, 22 de enero de 2020
Lo sublime
La ciudad de Chicago bordea el lago Michigan, tan extenso que, desde la ciudad, no se ve la otra orilla, ni en un día muy claro.
Una amplia franja pública une la ciudad al lago: Desde la orilla, las fachadas austeras de los altos edificios del primer tercio del siglo XX, apenas se distinguen. Camino del lago, se cruzan una avenida, una vía rápida y sendas peatonales y para bicicletas, entre los que se insertan amplias zonas verdes, pequeños bosques y áreas de juego. Mirando hacia el lago, dando la espalda a la ciudad, solo se divisa la línea del horizonte. El olor del aire es húmedo y dulzón, propio de lagos y lagunas -pese a una imagen casi marina.
Enero de 1990: El lago estaba helado, como casi cada invierno. Estaba también cubierto de nieve. La capa de nieve era tan gruesa y continua que se entendía desde la barrera de las casas, a lo lejos, cubría los parques y no se detenía en la línea de la costa sino que se adentraba sobre el lago hasta el horizonte. La frontera entre la tierra y el agua estaba cubierta. La nieve, irrealmente tersa, pero algodonosa, componía un paisaje que se extendía hasta perderse de vista.
Caía la tarde. Las luces de la ciudad se habían encendido. El cielo estaba encapotado; el tiempo sereno.
Sin darme cuenta, avancé más de la cuenta. Caminaba sobre el lago. Me adentraba sobre las aguas heladas. La nieve amortiguaba los pasos. No había nadie. A medida que andaba, el rumor de la ciudad se alejaba. Ahora, hasta las propias luces apenas brillaban. El silencio era casi absoluto. Y me di cuenta, de pronto, que el lago me atrapaba y que andaría hasta perder de vista la ciudad en medio de la oscuridad. No tenía miedo. Estaba tranquilo. Fascinado por la blancura que me envolvía bajo un cielo negro. Pero también supe que si no me paraba voluntariamente, y daba media vuelta, no cesaría de andar hacia el interior del lago helado hasta....
22 de enero de 2020. Barcelona azotada por la tempestad Gloria. Algunas olas, en la costa de la Villa Olímpica alcanzan, se cuenta, los catorce metros. Son las once de la noche. He bajado en coche hasta el mar. El viento, pasadas las torres olímpicas, zarandea el vehículo. La lluvia, a ráfagas violentas, lo golpea. Caen rayos. Detengo el coche en medio de un terreno baldío inundado, delimitado por una barandilla que domina la playa, en el límite de la villa. Desciendo a duras penas. A mi derecha la rampa que baja hasta la arena. No hay nadie. Me acerco a la barandilla de la rampa. Desde allí, debería ver el mar a unos pocos metros por debajo, tras la orilla de la playa. Solo se intuye una vapor blanquecino, en medio de la noche mas oscura, batida por el viento. La lívida luz de los rayos apenas permite distinguir la espuma del mar, tan pálida y turbia como la luz caída del cielo. Estoy empezando a bajar por la rampa, golpeado por el viento, extrañamente silencioso, mientras la ciudad lentamente se encoge a medida que crece el muro que sostiene el paseo marítimo. Y me doy cuenta que tengo que parar y forzarme a volver a subir y tomar el coche de vuelta antes de que recapacite. Habría descendido hasta.....
Kant acertó en su estudio de la fascinación de lo que nos anegaría si nos dejáramos ir, como si ya nada nos importara porque, por un momento, tendríamos la sensación, seguramente absurda, pero asumida, que el destino estaría en nuestras manos, sabiendo lúcidamente que en cualquier momento....
Sin que nos importe.
(Años más tarde, me contaron el peligro que cirri)
Una amplia franja pública une la ciudad al lago: Desde la orilla, las fachadas austeras de los altos edificios del primer tercio del siglo XX, apenas se distinguen. Camino del lago, se cruzan una avenida, una vía rápida y sendas peatonales y para bicicletas, entre los que se insertan amplias zonas verdes, pequeños bosques y áreas de juego. Mirando hacia el lago, dando la espalda a la ciudad, solo se divisa la línea del horizonte. El olor del aire es húmedo y dulzón, propio de lagos y lagunas -pese a una imagen casi marina.
Enero de 1990: El lago estaba helado, como casi cada invierno. Estaba también cubierto de nieve. La capa de nieve era tan gruesa y continua que se entendía desde la barrera de las casas, a lo lejos, cubría los parques y no se detenía en la línea de la costa sino que se adentraba sobre el lago hasta el horizonte. La frontera entre la tierra y el agua estaba cubierta. La nieve, irrealmente tersa, pero algodonosa, componía un paisaje que se extendía hasta perderse de vista.
Caía la tarde. Las luces de la ciudad se habían encendido. El cielo estaba encapotado; el tiempo sereno.
Sin darme cuenta, avancé más de la cuenta. Caminaba sobre el lago. Me adentraba sobre las aguas heladas. La nieve amortiguaba los pasos. No había nadie. A medida que andaba, el rumor de la ciudad se alejaba. Ahora, hasta las propias luces apenas brillaban. El silencio era casi absoluto. Y me di cuenta, de pronto, que el lago me atrapaba y que andaría hasta perder de vista la ciudad en medio de la oscuridad. No tenía miedo. Estaba tranquilo. Fascinado por la blancura que me envolvía bajo un cielo negro. Pero también supe que si no me paraba voluntariamente, y daba media vuelta, no cesaría de andar hacia el interior del lago helado hasta....
22 de enero de 2020. Barcelona azotada por la tempestad Gloria. Algunas olas, en la costa de la Villa Olímpica alcanzan, se cuenta, los catorce metros. Son las once de la noche. He bajado en coche hasta el mar. El viento, pasadas las torres olímpicas, zarandea el vehículo. La lluvia, a ráfagas violentas, lo golpea. Caen rayos. Detengo el coche en medio de un terreno baldío inundado, delimitado por una barandilla que domina la playa, en el límite de la villa. Desciendo a duras penas. A mi derecha la rampa que baja hasta la arena. No hay nadie. Me acerco a la barandilla de la rampa. Desde allí, debería ver el mar a unos pocos metros por debajo, tras la orilla de la playa. Solo se intuye una vapor blanquecino, en medio de la noche mas oscura, batida por el viento. La lívida luz de los rayos apenas permite distinguir la espuma del mar, tan pálida y turbia como la luz caída del cielo. Estoy empezando a bajar por la rampa, golpeado por el viento, extrañamente silencioso, mientras la ciudad lentamente se encoge a medida que crece el muro que sostiene el paseo marítimo. Y me doy cuenta que tengo que parar y forzarme a volver a subir y tomar el coche de vuelta antes de que recapacite. Habría descendido hasta.....
Kant acertó en su estudio de la fascinación de lo que nos anegaría si nos dejáramos ir, como si ya nada nos importara porque, por un momento, tendríamos la sensación, seguramente absurda, pero asumida, que el destino estaría en nuestras manos, sabiendo lúcidamente que en cualquier momento....
Sin que nos importe.
(Años más tarde, me contaron el peligro que cirri)
martes, 21 de enero de 2020
lunes, 20 de enero de 2020
Teatro de operaciones. Las Guerras del Golfo, 1991-2011 (MoMA PS1, Nueva York, 2020)
1920: Conversión de Siria en colonia francesa. Guerra Franco-Siria
1920: Conversión de Iraq en colonia británica. Guerra Anglo-Iraquí
1921: Creación del mandato británico en Palestina
1939-1945: Guerra Anglo-Iraquí. Segunda Guerra Mundial
1948 Primera guerra árabe-israelí
1956: Guerra anglo-franco-israelí-egipcia por el Canal de Suez (Guerra del Sinaí)
1965: Guerra Anglo-Yemení en Adén
1967: Guerra de los Siete Días
1973: Tercera Guerra árabe-israelí
1991: Primera Guerra del Golfo
2003: Segunda Guerra del Golfo
2003-2011: Invasión y Guerra en Iraq
Éstas son solo algunas de las guerras sostenidas, tras el fin de la Primera Guerra Mundial entre Francia e Inglaterra, primero, y entre los Estados Unidos y otros países occidentales (y orientales) y países del Próximo Oriente, en el Próximo Oriente.
No se mencionan guerras entre los propios países del Próximo Oriente, varias activas (Yemen, Siria, Iraq, Palestina)
Este frente bélico casi permanente, durante casi todo el siglo XX y las dos primeras décadas del siglo XXI, han marcado no sólo la vida sino la propia manera de percibir la vida de los habitantes de estos países.
Una monumental, exhaustiva y admirable exposición, hoy, en una de las sedes del Museo de Arte Moderno de Nueva York, muestra cómo artistas del Próximo Oriente, muchos de Iraq, que viven hoy en este país, o en el exilio, han reaccionado ante este escenario de violencia continua, documentada y acrecentada por la prensa, la televisión durante las 24 horas del día, las armas dotadas de cámara, internet, los móviles y los vídeo juegos.
La muestra también incluyo obras de artistas occidentales, como el célebre vídeo de Francis Alÿs, mostrado en una "entrada" anterior.
La guerra no siempre le ha sentado bien a las artes plásticas. Frente a los grabados de Goya sobre los Desastres de la Guerra, o Guernica, de Picasso, cuántas pinturas mediocres, como Los fusilamientos de Corea, o los frescos de la Guerra y la Paz, por un escasamente inspirado, esta vez, Picasso.
Muchas de las obras (muchas filmaciones, también), en esta exposición, por el contrario, aguantan la mirada.
Agradezco al arquitecto y estudioso Marc Marín, de la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia, el detallado reportaje sobre esta muestra, abierta hasta el 1 de marzo.
FRANCIS ALYS (1955): COLOUR MATCHING (AJUSTE DE COLOR, 2017)
Color Matching from Francis Alÿs on Vimeo.
Este vídeo triste, del arquitecto y artista mexicano-belga Francis Alÿs, fue un encargo de la fundación de arte iraquí, con sede en Londres, Ruya, para el pabellón de Iraq en la Bienal de Arte de Venecia de 2017.
Filmado durante la batalla de Mosul, en noviembre de 2016, el vídeo quizá exprese la imposibilidad, estética y quizá ética, del arte plástico de retratar "justamente" ciertas realidades, como la guerra inmisericorde entre el Estado Islámico, una parte de la población civil de Mosul, y el ejército iraquí -realidad que es posible las letras pueden explorar con más precisión u hondura.
En la última década, el poderoso, fascinante, pabellón de Iraq en Venecia ha sido el único que no se ha perdido en teorías abstrusas y ha presentado obras contemporáneas que parecían querer, plásticamente, comunicar algo más que referencias sobre el propio arte.
Con este vídeo concluía la exposición Sumer y el paradigma moderno, en la Fundación Miró de Barcelona, a finales de 2017.
Este vídeo triste, del arquitecto y artista mexicano-belga Francis Alÿs, fue un encargo de la fundación de arte iraquí, con sede en Londres, Ruya, para el pabellón de Iraq en la Bienal de Arte de Venecia de 2017.
Filmado durante la batalla de Mosul, en noviembre de 2016, el vídeo quizá exprese la imposibilidad, estética y quizá ética, del arte plástico de retratar "justamente" ciertas realidades, como la guerra inmisericorde entre el Estado Islámico, una parte de la población civil de Mosul, y el ejército iraquí -realidad que es posible las letras pueden explorar con más precisión u hondura.
En la última década, el poderoso, fascinante, pabellón de Iraq en Venecia ha sido el único que no se ha perdido en teorías abstrusas y ha presentado obras contemporáneas que parecían querer, plásticamente, comunicar algo más que referencias sobre el propio arte.
Con este vídeo concluía la exposición Sumer y el paradigma moderno, en la Fundación Miró de Barcelona, a finales de 2017.
sábado, 18 de enero de 2020
lunes, 13 de enero de 2020
BEAUTY BRAIN (LUIS CALVARIO & ALEJANDRO CABALLERO) & LA FAVI (NATALIA GARCÍA): LUK AT MIH. MONALISA V. DAVID (2018)
... o clase sobre el arte renacentista, 2020
Es lo que hay
(Agradecimientos a los arquitectos Blanca Pujals, Mónica Sambade, Celia Marín y César Saldaña por esta puesta al día casi en el último combate)
Fama
Dos mil años antes que Twitter y de Instagram, Virgilio ya anotaba:
"...la Fama, la más veloz de todas las plagas, que vive con la movilidad y corriendo se fortalece; pequeña y medrosa al principio, pronto se remonta a los aires y con los pies en el suelo, esconde su cabeza entre las nubes (...) Rápida por sus pies y sus infatigables alas; monstruo horrendo, enorme, cubierto el cuerpo de plumas, y que debajo de ellas tiene otros tantos ojos; siempre vigilantes, ¡oh maravilla! y otras tantas lenguas y otras tantas parleras bocas y aguza otras tantas orejas. De noche tiende su estridente vuelo por la sombra entre el cielo y la tierra, sin que cierre nunca sus ojos el dulce sueño; de día se instala cual centinela en la cima de un tejado o en una alta torre, y llena de espanto las grandes ciudades, mensajera tan tenaz de lo falso y de lo malo, como de lo verdadero. (...) Se complace en difundir por los pueblos multitud de especies, pregonando igualmente lo que hay y lo que no hay (...) Estas cosas va difundiendo la horrible diosa por boca de las gentes".
(Virgilio: Eneida, IV, 178-190, 195-196)
"...la Fama, la más veloz de todas las plagas, que vive con la movilidad y corriendo se fortalece; pequeña y medrosa al principio, pronto se remonta a los aires y con los pies en el suelo, esconde su cabeza entre las nubes (...) Rápida por sus pies y sus infatigables alas; monstruo horrendo, enorme, cubierto el cuerpo de plumas, y que debajo de ellas tiene otros tantos ojos; siempre vigilantes, ¡oh maravilla! y otras tantas lenguas y otras tantas parleras bocas y aguza otras tantas orejas. De noche tiende su estridente vuelo por la sombra entre el cielo y la tierra, sin que cierre nunca sus ojos el dulce sueño; de día se instala cual centinela en la cima de un tejado o en una alta torre, y llena de espanto las grandes ciudades, mensajera tan tenaz de lo falso y de lo malo, como de lo verdadero. (...) Se complace en difundir por los pueblos multitud de especies, pregonando igualmente lo que hay y lo que no hay (...) Estas cosas va difundiendo la horrible diosa por boca de las gentes".
(Virgilio: Eneida, IV, 178-190, 195-196)
domingo, 12 de enero de 2020
ALBERT ROUSSEL (1869-1937): AENEAS (1935)
Composición para ballet dedicada al héroe troyano, hijo de Afrodita, escapado con vida de la destrucción de la ciudad, llegado -tras una larga travesía, interrumpida por su idilio con Dido, la reina de Cartago-, a Italia donde fundaría Alba Longa, pequeña ciudad de los gemelos Rómulo y Remo, fundadores de Roma.
La figura de Eneas, huida a Italia, por indicación del dios Apolo, permitió que Roma pudiera ser considerada la nueva Troya -que se tomó cumplida venganza cuando conquistó Grecia, aunque sucumbiera a sus encantos.
Sobre el relativamente olvidado compositor francés Roussel, véase, por ejemplo, este enlace.
SIGNE TVEITAN (¿1994?): CITY OF MEMORIES (LA CIUDAD DE LOS RECUERDOS, 2018)
Sobre esta cineasta de animación danesa, que trabaja ahora en los célebres estudios ingleses Aardman, véase este enlace
jueves, 9 de enero de 2020
BAD GYAL CHEZ CODERCH
El vídeo de anuncio de la entrega de los próximos premios Gaudí, de cine catalán, protagonizado por la cantante de trap Bad Gyal, está rodado en la Casa Paricio, construida por el arquitecto Juan Antonio Coderch y amueblada por el diseñador industrial Miquel Milá, en Sant Feliu de Codines (Barcelona) en 1961.
¿Les suena Malamente?
La productora del vídeo Gaudir -La Web De Canadá- es, en efecto, la misma de varios videoclips de Rosalía
Agradezco a la profesora de Teoría de la UPC-ETSAB, Celia Marín, esta información.
El engaño en la Grecia antigua
Si no hubiera sido por un engaño casi herético -una falsa ofrenda a los dioses-, la guerra de Troya habría cumplido con su función: acabar con los mortales que se habrían aniquilado uno tras otro. El caballo de madera, que los griegos dieron a entender que lo ofrecían al cielo para obtener vientos clementes y favorables para abandonar el asedio y regresar a Grecia, pero que constituía una trampa mortal dentro de la cual se escondían guerreros ávidos de sangre, permitió la toma y destrucción de la ciudad, al parecer con la aprobación divina.
Toda la guerra de Troya se desarrolla, en la tierra y en el cielo, pautada por sucesivos engaños. También los dioses recurrían a artimañas. Hera hizo creer que quería a su esposo Zeus, seduciéndole con las joyas de Afrodita, para que el padre de los dioses, durante dos noches seguidas, dejara de interesarse y de intervenir en la contienda, favoreciendo uno u otro bando. De este modo, Hera pudo incidir en la batalla.
Los griegos necesitaban el arco de Heracles -primer destructor de Troya- si querían derrotar a los troyanos. Mas esta arma estaba en posesión de un héroe, Filoctetes, que sus propios compañeros habían abandonado en una isla desierta porque la herida que se había causado inadvertivamente con la flecha del arco de Heracles estaba tan infectada que hedía y Filoctetes no cesaba de lamentarse. Los griegos tenían que volver a la isla y obtener el arco que Filoctetes, lógicamente, se negaría a entregarles, después del cruel abandono que sufrió. De nuevo, un engaño permitió que el hijo de Aquiles se hiciera con el arma.
Pero la misma guerra de Troya se desencadenó por otro truco. El príncipe troyano Paris creyó haber raptado a Helena, la esposa del príncipe griego Menelao, lo que obligaría a todos los jefes griegos a unir esfuerzos y fatigas para recatar a Helena. Pero los dioses, en el último momento, sustituyeron a Helena, que llevaron a Egipto, por un doble hecho de humo que, una vez Troya destruida, se esfumó. La guerra que debí acabar con los humanos se desató por una cortina de humo.
Una guerra sin compasión, en la que no se respetaba ningún código de honor. Guerra descarnada, donde se evidenciaba la falta de principios de los hombres, dispuestos a todo para lograr sus fines: los ataques por la espalda, a traición, eran comunes. Los mismos dioses indicaban cómo proceder. Así, Patroclo murió, tras ser herido, por la espalda, por una divinidad. También Héctor falleció engañado por la diosa Atenea que le hizo creer que la victoria iba a ser suya para que se expusiera y no huyera ante Aquiles.
Si Odiseo (Ulises) logró llegar con vida a su palacio de Itaca y volver a ocupar su trono, fue tras un sin número de engaños, desde el que usó para cegar al cíclope Polifemo y poder huir, hasta las mentiras y los disfraces a los que recurrió para confundir a los pretendientes -que asediaban a su esposa Penélope- que ocupaban su palacio.
El engaño, sostenía Homero, es el medio con el que los mortales y los inmortales se mantienen en vida a costa de los demás. La Ilíada, la Odisea y las tragedias griegas -impresiona el aplomo y la frialdad de la reina de Micenas Clitemnestra cuando, a la llegada de su esposo, Agamenón, le hizo creer que lo recibía con los brazos abiertos para poder sorprenderle mejor y acabar con su vida- son una descarnada presentación de la importancia del engaño en las relaciones personales y con los poderes invisibles.
No debe extrañarnos que Platón condenara tan duramente a Homero y a los trágicos -reconociendo, empero, las fascinación que provocaba la manera como los poetas contaban atrocidades.
Toda la guerra de Troya se desarrolla, en la tierra y en el cielo, pautada por sucesivos engaños. También los dioses recurrían a artimañas. Hera hizo creer que quería a su esposo Zeus, seduciéndole con las joyas de Afrodita, para que el padre de los dioses, durante dos noches seguidas, dejara de interesarse y de intervenir en la contienda, favoreciendo uno u otro bando. De este modo, Hera pudo incidir en la batalla.
Los griegos necesitaban el arco de Heracles -primer destructor de Troya- si querían derrotar a los troyanos. Mas esta arma estaba en posesión de un héroe, Filoctetes, que sus propios compañeros habían abandonado en una isla desierta porque la herida que se había causado inadvertivamente con la flecha del arco de Heracles estaba tan infectada que hedía y Filoctetes no cesaba de lamentarse. Los griegos tenían que volver a la isla y obtener el arco que Filoctetes, lógicamente, se negaría a entregarles, después del cruel abandono que sufrió. De nuevo, un engaño permitió que el hijo de Aquiles se hiciera con el arma.
Pero la misma guerra de Troya se desencadenó por otro truco. El príncipe troyano Paris creyó haber raptado a Helena, la esposa del príncipe griego Menelao, lo que obligaría a todos los jefes griegos a unir esfuerzos y fatigas para recatar a Helena. Pero los dioses, en el último momento, sustituyeron a Helena, que llevaron a Egipto, por un doble hecho de humo que, una vez Troya destruida, se esfumó. La guerra que debí acabar con los humanos se desató por una cortina de humo.
Una guerra sin compasión, en la que no se respetaba ningún código de honor. Guerra descarnada, donde se evidenciaba la falta de principios de los hombres, dispuestos a todo para lograr sus fines: los ataques por la espalda, a traición, eran comunes. Los mismos dioses indicaban cómo proceder. Así, Patroclo murió, tras ser herido, por la espalda, por una divinidad. También Héctor falleció engañado por la diosa Atenea que le hizo creer que la victoria iba a ser suya para que se expusiera y no huyera ante Aquiles.
Si Odiseo (Ulises) logró llegar con vida a su palacio de Itaca y volver a ocupar su trono, fue tras un sin número de engaños, desde el que usó para cegar al cíclope Polifemo y poder huir, hasta las mentiras y los disfraces a los que recurrió para confundir a los pretendientes -que asediaban a su esposa Penélope- que ocupaban su palacio.
El engaño, sostenía Homero, es el medio con el que los mortales y los inmortales se mantienen en vida a costa de los demás. La Ilíada, la Odisea y las tragedias griegas -impresiona el aplomo y la frialdad de la reina de Micenas Clitemnestra cuando, a la llegada de su esposo, Agamenón, le hizo creer que lo recibía con los brazos abiertos para poder sorprenderle mejor y acabar con su vida- son una descarnada presentación de la importancia del engaño en las relaciones personales y con los poderes invisibles.
No debe extrañarnos que Platón condenara tan duramente a Homero y a los trágicos -reconociendo, empero, las fascinación que provocaba la manera como los poetas contaban atrocidades.
martes, 7 de enero de 2020
Armas y palabras
"Si el único juez es la efusión de sangre, jamás terminará la discordia entre las ciudades de los hombres.
Así es como tantos obtuvieron su sepultura en la tierra de Príamo [donde tuvo lugar la guerra de Troya], cuando hubieran podido las palabras arreglar la querella"
(Eurípides: Helena, 1155-1160)
Así es como tantos obtuvieron su sepultura en la tierra de Príamo [donde tuvo lugar la guerra de Troya], cuando hubieran podido las palabras arreglar la querella"
(Eurípides: Helena, 1155-1160)
lunes, 6 de enero de 2020
GAËTAN BORDE Y OTROS: THE LEGEND OF THE CRABE PHARE (LA LEYENDA DEL CANGREJO FARO, 2015-2016)
The Legend Of The Crabe Phare from Crabe Phare on Vimeo.
Un trabajo de fin de carrera multipremiado.
Un trabajo de fin de carrera multipremiado.
LOPE DE VEGA (1562-1635): DE NINO Y SEMIRAMIS (RIMAS, CDXXXVII, 1602)
- Semiramis fue una legendaria reina de Babilonia, ciudad que habría fundado. Esta figura, quizá basada en una reina neo-asiria que sí existió en el siglo IX aC, fue tratada primeramente por el historiador griego Herodoto (s. VI aC), y retomada por diversos autores -novelistas e historiadores- helenísticos y romanos, desde quizá el novelista pastoril Longo hasta el historiador o mitógrafo Diódoro Sículo.
- Se trata de un personaje central en el descubrimiento o redescubrimiento del imaginario mesopotámico en Occidente. Sobre ella pivota el temprano conocimiento de una cultura perdida, que completa lo que la Biblia -que ofrece una imagen negativa de los imperios de Babilonia y de Asiria- narra, y que, al igual que la Biblia, incide en la fascinación y el rechazo occidental por el mundo oriental, quizá desde la invasión persa de Grecia y la destrucción de Atenas.
- Varias tragedias manieristas y barrocas, de Calderón de la Barca (La hija del aire), por ejemplo, estuvieron dedicadas a esta figura, central también en innumerables óperas barrocas. La tragedia que Voltaire, ya en el siglo XVIII, le dedicó, acabó por imponer a esta reina, encarnación de la desmesura y depravación orientales, que tanto han afectado a la visión o el juicio occidental de la cultura mesopotámica.
- La trama mítica o novelesca recoge las andanzas de una ambiciosa mujer, esposa de un general del emperador asirio Nino -quizá basado en una figura histórica- que reinaba en Nínive, que acabaría abandonando y denunciando a su esposo, antes de seducir, primeramente al emperador, y luego al hijo que tuvieron juntos, cometiendo incesto. Tras desembarazarse de las sombras de los varones relacionados con ella, se convertiría en emperatriz, fundaría o embellecería Babilonia, proyectaría los míticos jardines colgantes (que nunca existieron), y ampliaría el imperio tras conquistar la India y Egipto, antes de ascender a los cielos, convertida en paloma (el emblema de Afrodita)
- Pasaría en el imaginario occidental como el prototipo de la ambición desmesurada, de la falta de principios, y del lujo y la lujuria desenfrenados, una imagen, que la opera cultivó y trasmitió -la opera era un arte particularmente adecuado para retratar una vida embriagada- que aún hoy pervive.
- Un poema de Lope de Vega, en sus Rimas, da cuenta de la fascinación, mezclada con la repulsión, que Semiramis ha suscitado:
- De Nino y Semíramis
- Soneto 187
Al rey Nino, Semíramis famosa
por último pidió de tantos dones
el cetro, que tan bárbaras naciones
redujo a paz y a sujeción forzosa.
Rendida pues la mano victoriosa
a la lasciva, humillan sus blasones
los capitanes, y entre mil pendones
corona de laurel su frente hermosa.
«Pasadle el pecho, dijo, pues ya reino,
con una flecha de una persa aljaba,
que no quiere el gobierno compañía».
Perdiendo Nino, en fin, vida, honor, reino,
dijo muriendo: «Justamente acaba
con muerte vil quien de mujer se fía».
domingo, 5 de enero de 2020
La envidia de los dioses (y la suerte de los mortales)
Los humanos -los mortales- gozaban de muy poco crédito en la Grecia antigua -al igual que en Mesopotamia-: eran " sueños de sombras", "títeres" -como los calificaban Píndaro y Platón, por ejemplo- seres de corta y mísera vida que desembocaba, tras la muerte, en un mundo de sombras y fantasmas tan espantoso que hasta un héroe como Aquiles afirmaba, por "boca" de su espectro, que hubiera preferido ser campesino, con la espalda doblada sobre la árida tierra, a "vivir" en el infierno.
Tan solo algunos héroes de los primeros tiempos, gozaban, tras la muerte, de una plácida y luminosa vida en la Isla de los Bienaventurados, que ni siquiera Aquiles alcanzó. Otros héroes, como Sísifo, que desafiaron a los dioses, en cambio, acabaron en un lugar aún más tétrico que el Hades.
Los dioses, ellos, gozaban de una vida alejada de las penalidades humanas; distantes, lejanos, alimentados de ambrosía, conocían el nacimiento pero no la muerte, aunque hubo dioses gravemente heridos en la guerra de Troya -dioses sanados "milagrosamente" por otros dioses. Eso sí, incluso heridos, los dioses no sangraban. Podían ser castigados, encerrados, encadenados, pero no morían.
Por este motivo, sorprende que, a menudo, los griegos creyeran que las duras condiciones de la vida -enfermedades, muertes inopinadas o injustas, asesinatos, engaños, etc.- fueran el fruto de la envidia de los dioses que así castigaban a los mortales. La suerte de los humanos, no se sabe porque, era a veces preferible a la de los dioses.
"¡Tanto mal sufres cuanto bien tuviste en otro tiempo! Un dios te aniquila contrapesando tu felicidad de antaño", exclamaba el espectro de un príncipe troyano, tras su asesinato (Eurípides: Hécuba, 56-58)
Pero es posible que los griegos tuvieran razón.
El mismo dios cristiano quiso probar las mieles de la vida humana.
Tan solo algunos héroes de los primeros tiempos, gozaban, tras la muerte, de una plácida y luminosa vida en la Isla de los Bienaventurados, que ni siquiera Aquiles alcanzó. Otros héroes, como Sísifo, que desafiaron a los dioses, en cambio, acabaron en un lugar aún más tétrico que el Hades.
Los dioses, ellos, gozaban de una vida alejada de las penalidades humanas; distantes, lejanos, alimentados de ambrosía, conocían el nacimiento pero no la muerte, aunque hubo dioses gravemente heridos en la guerra de Troya -dioses sanados "milagrosamente" por otros dioses. Eso sí, incluso heridos, los dioses no sangraban. Podían ser castigados, encerrados, encadenados, pero no morían.
Por este motivo, sorprende que, a menudo, los griegos creyeran que las duras condiciones de la vida -enfermedades, muertes inopinadas o injustas, asesinatos, engaños, etc.- fueran el fruto de la envidia de los dioses que así castigaban a los mortales. La suerte de los humanos, no se sabe porque, era a veces preferible a la de los dioses.
"¡Tanto mal sufres cuanto bien tuviste en otro tiempo! Un dios te aniquila contrapesando tu felicidad de antaño", exclamaba el espectro de un príncipe troyano, tras su asesinato (Eurípides: Hécuba, 56-58)
Pero es posible que los griegos tuvieran razón.
El mismo dios cristiano quiso probar las mieles de la vida humana.
sábado, 4 de enero de 2020
Sacrificios humanos en la Grecia antigua
Si las ejecuciones eran legales en la Grecia antigua, no parece que los sacrificios humanos se practicaran en la época clásica.
Sin embargo, los textos referidos a la guerra de Troya abundan en la descripción de dicha práctica.
De hecho, tras un primer intento fracasado de llegar a Troya, los griegos logran partir de nuevo, esta vez con éxito, tras un primer sacrificio humano, de consecuencias casi interminables. El jefe de la expedición, Agamenón, tuvo que sacrificar a su hija Ifigenia para obtener un viento favorable que permitiera que las naves emprendieran el viaje.
El final de la guerra de Troya y los acontecimientos posteriores no consisten sino en una serie interminable de sacrificios humanos, detallados tanto en los textos cuanto en las artes plásticas. La Ilíada y las tragedias de Eurípides son una crónica sanguinolenta. Dichos sacrificios son requeridos por los dioses o por las costumbres, aunque a veces son actos vengativos, sanguinarios, no siempre realizados con el consentimiento divino -aunque en este caso, los ejecutores pagarán un precio, que puede ser la vida. Actos de una crueldad insoportable como el asesinato del rey de Troya, Príamo, golpeándolo hasta morir con un arma horrísona: el cuerpo de su nieto aún en vida. La defensa de la honra exige sangre, así como el honor de los difuntos.
Tras la caída de Troya, las mujeres son entregadas a los héroes aqueos, como víctimas o como esclavas. Sus hijos, sacrificados. Aquiles recibe como botín a Casandra. Pero Aquiles está muerto. Es su túmulo, por tanto, el que la recibe, o su espectro. Por tanto, apenas Casandra es apartada de las ruinas de Troya, se la ejecuta sobre la tumba del héroe -responsable de un sinfin de matanzas y ejecuciones.
¿Documentan textos, escritos centenares de años más tarde que los acontecimientos que supuestamente retratan, sacrificios humanos que realmente tenían lugar en época micénica o en la "edad oscura" griega, o son historias inventadas?
Es imposible saberlo. La "verdad" de la realidad contada está en el propio texto, en las palabras escogidas y en la lógica de la narración. Pero cuesta creer que dichas prácticas no hubieran tenido lugar; habitualmente o no, no sé si se puede asegurar.
Pero parece que una vez que la cultura urbana se hubiera desarrollado e impuesto, a partir del siglo VIII, los sacrificios humanos desaparecieron -al menos como práctica habirtual. Aunque su recuerdo aún era tan perturbador que no cesó de rondar a los escritores -al parecer horrorizados por dichas prácticas, reales y recordadas, o inventadas.
Sin embargo, los textos referidos a la guerra de Troya abundan en la descripción de dicha práctica.
De hecho, tras un primer intento fracasado de llegar a Troya, los griegos logran partir de nuevo, esta vez con éxito, tras un primer sacrificio humano, de consecuencias casi interminables. El jefe de la expedición, Agamenón, tuvo que sacrificar a su hija Ifigenia para obtener un viento favorable que permitiera que las naves emprendieran el viaje.
El final de la guerra de Troya y los acontecimientos posteriores no consisten sino en una serie interminable de sacrificios humanos, detallados tanto en los textos cuanto en las artes plásticas. La Ilíada y las tragedias de Eurípides son una crónica sanguinolenta. Dichos sacrificios son requeridos por los dioses o por las costumbres, aunque a veces son actos vengativos, sanguinarios, no siempre realizados con el consentimiento divino -aunque en este caso, los ejecutores pagarán un precio, que puede ser la vida. Actos de una crueldad insoportable como el asesinato del rey de Troya, Príamo, golpeándolo hasta morir con un arma horrísona: el cuerpo de su nieto aún en vida. La defensa de la honra exige sangre, así como el honor de los difuntos.
Tras la caída de Troya, las mujeres son entregadas a los héroes aqueos, como víctimas o como esclavas. Sus hijos, sacrificados. Aquiles recibe como botín a Casandra. Pero Aquiles está muerto. Es su túmulo, por tanto, el que la recibe, o su espectro. Por tanto, apenas Casandra es apartada de las ruinas de Troya, se la ejecuta sobre la tumba del héroe -responsable de un sinfin de matanzas y ejecuciones.
¿Documentan textos, escritos centenares de años más tarde que los acontecimientos que supuestamente retratan, sacrificios humanos que realmente tenían lugar en época micénica o en la "edad oscura" griega, o son historias inventadas?
Es imposible saberlo. La "verdad" de la realidad contada está en el propio texto, en las palabras escogidas y en la lógica de la narración. Pero cuesta creer que dichas prácticas no hubieran tenido lugar; habitualmente o no, no sé si se puede asegurar.
Pero parece que una vez que la cultura urbana se hubiera desarrollado e impuesto, a partir del siglo VIII, los sacrificios humanos desaparecieron -al menos como práctica habirtual. Aunque su recuerdo aún era tan perturbador que no cesó de rondar a los escritores -al parecer horrorizados por dichas prácticas, reales y recordadas, o inventadas.
La corriente
“Soporta que se tuerce tu suerte, navega siguiendo la corriente, siguiendo el destino, y no opongas la proa de tu vida a las olas de la Fortuna en que navegas”
(Eurípides: Las troyanas, 101-104)
(Eurípides: Las troyanas, 101-104)
miércoles, 1 de enero de 2020
DIA AL-AZZAWI (1939): GILGAMESH (1966, 1987)
Dia Al-Azzawi -cuya obra se incluye en una exposición actual que el Museo de Arte Moderno (MoMA), ha organizado sobre la Guerra del Golfo, a través de la mirada de artistas iraquís, en su sede del PS1, en Nueva York-, es un artista iraquí, que desde la llegada de Saddam Hussein al poder, a mediados de los años setenta, vive en Londres.
Formado como arqueólogo, fue director general de antigüedades de Iraq, en los años sesenta, y ha tratado de armonizar su interés por el arte mesopotámico, y por figuras mitológicas, como el rey de Uruk, Gilgamesh (a quien dedicó esta serie de cuadros y dibujos), divinidades como Ishtar, temas míticos como la torre de Babel, o leyendas como las Mil y Una Noche, y por el arte moderno: un arte desgarrado, cercano a la ilustración, marcado por Picasso de los años cincuenta y su representación de la guerra, una guerra que desde finales de los años setenta asola intermitentemente Iraq y el Próximo Oriente en general (Gaza, Siria....).