Fotos: Tocho, Filadelfia, abril de 2014
A la luz de la nueva arqueología, que muestra la importancia del juicio a la hora de determinar el valor de un objeto, y que sostiene que el conocimiento objetivo del pasado es imposible, toda vez que los mismos criterios con los que se estudia son necesariamente modernos, y que el bagaje que hoy se posee es inevitablemente distinto al de hace milenios, la hermosa intervención de Venturi, Scott Brown y Rauch, en 1976 (y acabada de restaurar hace unos pocos meses), en el centro histórico de Filadelfia adquiere hoy une nuevo significado.
Esta célebre obra, realizada con motivo del bicentenario de la independencia de los Estados Unidos, tenía como finalidad evocar a Benjamin Franklin, científico y diplomático de la corte británica que defendió la libertad de las colonias, y la abolición de la esclavitud.
En el solar donde se mantenían las trazas de dos propiedades suyas -su casa y la de su hijo bastardo-, los arquitectos levantaron dos grandes esculturas que reproducían el perfil de las construcciones derribadas a principios del s. XIX.
Se trata, en efecto, de casas fantasmagóricas; pero lo que evocan o significan dista mucho de lo que el término fantasma implica. Son casas "reducidas" a su más simple expresión: casas desencarnadas. Lo que se levanta es un dibujo en tres dimensiones. Las trazas del proyecto se construyen, dejándolas tal cual: siguen siendo trazas.
Un proyecto siempre es el anticipo de una construcción, que ya está presente, ya se manifiesta ante los ojos gracias a las trazas del proyecto. Del mismo modo, un dibujo arquitectónico -la combinación de plantas y alzados, como la que da cuerpo a la casa fantasmagórica de Franklin-, permite evocar una construcción perdida. Los contornos pertenecen así al proyecto y a lo proyectado, al presente y al futuro o, en este caso, al presente y al pasado. La distancia temporal entre la casa que fue y su huella presente -el perfil que las vigas dibujan- queda abolida. Las líneas pertenecen tanto al dibujo a escala natural cuanto a la casa desaparecida., de la que solo queda el recuerdo de unas marcas que el arquitectura traza de nuevo. De este modo, el edificio vuelve a estar presente. El tiempo ya no le afecta. Durará para siempre, pues un proyecto es siempre la proyección de una imagen mental, sin que la materia, inevitablemente perecedera, la lastre. Se trata de una casa hecha de aire, un sueño o una visión. Los perfiles o los contornos invitan a recrear mentalmente la casa. Solo existe mentalmente. Las trazas que los arquitectos levantaron son una ayuda mnemotécnica. La casa existe pues en el aire y en la menta. es real y es virtual. Se ve y se imagina. Se puede entrar en ella y cruzarla, sin dejar de estar al aire libre.
Los límites espaciales también se abolen. Existe fuera del tiempo y del espacio. Es así un sueño o una forma imaginada; una forma cierta, ya que la materia no la desdibuja.
Se trata, sin duda, de uno de los proyectos más sugerentes de finales del siglo XX que ha recobrado vigencia hoy. Mora en un solar, escondido, entre construcciones modernas sin interés y reconstrucciones excesivamente fieles a lo que se supone fue una casa del siglo XVIII. Evoca una pérdida, pero, al mismo tiempo, le devuelve algo esencial: su forma pura.
Brillantes y sugerentes..., la casa de los arquitectos y el comentario de este blog.
ResponderEliminarDe cómo una buena escultura pública sugiere un gran comentario. Algo nada frecuente ante la nada de mamotretos puestos sin ton ni son; en el mejor de los casos para poner un punto de inflexión y referencia visual a rotondas y más rotondas, o a páramos urbanos que no han sabido encontrar otra forma para dotarse de sentido.
ResponderEliminarLa escultura pública actual es la expresión artística que más necesita de una narrativa, de un fin colectivo que la justifique sin que el paso del tiempo la anule.
Saludos.
Estimados Carmen A. y Belart
EliminarMuchas gracias por el comentario.
No estaba muy seguro de qué vería; no sabía si la plazoleta y la intervención de Venturi produciría el efecto que había leído perseguía y se conseguía. Tampoco sabía si estaría n buenas condiciones. por otra parte, a menudo este tipo de intervenciones "conceptuales" no aguantan el paso del tiempo. Envejecen muy mal.
La obra no había sido hecha del mismo modo hoy, sin duda. Los perfiles de sección cuadrada quizá sean demasiado grandes.
Pero el conjunto es muy evocador, y tiene la capacidad de sugerir toda clase de imágenes. Por fin, mantiene un "perfil bajo" que se agradece. Casi no se ve desde la calle, y hay que buscar la intervención entre las callejuelas y las casas del siglo XVIII del casco antiguo de Filadelfia, milagrosamente no entregado al turismo.