Foto arriba: Tocho, octubre de 2024; otras fotografías: Google Images
La exposición MiróMatisse, organizada por el Museo Matisse, en Niza, y hoy en la Fundación Joan Miró de Barcelona, revela que ambos artistas se conocían y se admiraban, aunque escasas o nulas conexiones artísticas se dieron entre sus obras respectivas, pese a los esfuerzos por emparejar paisajes, naturalezas muertas y retratos, así como cuadros muy distintos pintados con colores parecidos.
Entre las muy buenas obras destaca una, posiblemente poco conocida: el boceto de unas vidrieras encargadas en los últimos años de vida de Joan Miró -y que poco se asocian a las vidrieras que Matisse concibió para la capilla del Rosario, en Saint-Paul de Vence en los años 50.
Pero no importa: ambas vidrieras son hermosas. El boceto revela que Miró era capaz de no repetirse y de pintar algunas obras que poco tenían que ver con la cansina producción pictórica y grabada, casi seriada, de pájaros mujeres y luna en los años setenta.
Las vidrieras fueron realizadas para la restauración de una iglesia gótica proyectada por los constructores de la catedral Nuestra Señora de París. Dicho templo, del siglo XII, completa una Capilla real del siglo X, casi el origen de la monarquía francesa.
En esta obra tardía, el cielo intensamente azul marino y los cuerpos siderales negros y blancos-como desgarros en el tendido del cielo por donde la luz se cuela- vuelven a brillar por última vez.
Constituyen las únicas vidrieras religiosas de Joan Miró.
Un hermoso descubrimiento que por sí mismo justifica ls visita de la magnífica exposición.
https://www.fmirobcn.org/es/exposiciones/5807/miromatisse-mas-alla-de-las-imagenes
https://www.fondation-cziffra.com/histoire-de-la-chapelle-saint-frambourg/