miércoles, 1 de mayo de 2024

Señal

 El curso llega a su fin. El fin del discurso está cerca. Ha discurrido siguiendo un cauce que se ha ido trazando a medida que se avanzaba. El objetivo podría cumplirse. Pero no está ganado de antemano. La aproximación ha requerido un viaje, emprendido conjuntamente.

Un objetivo: el verbo latino objicio significa lanzar hacia adelante, colocar delante de nosotros, proyectar y animar. También, inspirar, a fin de facilitar el avance, la aproximación a lo que se hallaba lejos y era desconocido. Tras el curso seguido, el avance, se descubre poco a poco, se devela. El saber es una iluminación que requiere una aproximación a tientas en los inicios, acompañada por el guiar del enseñante/

Enseñar implica, literalmente, hacer señales. El enseñante apunte, muestra, revela, descubre. Invita al descubrimiento, y deja que éste acontezca, que la revelación sea una experiencia personal. El placer des descubrimiento. 

Una señal es una advertencia, un aviso. Indica la dirección que se sigue, si ésta se dirige hacia la meta que se persigue. El enseñante es un guía. Deja marcas que ayudan a no no errar. Marcas que son palabras, gestos que orientan. Facilita el avance; muestra los obstáculos; anima a proseguir pese a las posibles dificultades. No grita, ni expulsa a nadie. El grito encoge el ánimo. Impide el avance.

Todos tienen que poder seguirle, cuidando por  donde camina, si la senda es practicable. Abre la vía por la que los estudiantes transitan. Un enseñante tiene que estar a la escucha de los que siguen sus pasos. Vela para evitar que nadie se pierda. Se detiene si es necesario. El descanso y la recapitulación  son imprescindibles. Se revisa el camino ya cubierto. Se apuntan las últimas etapas. 

Las señales tienen sentido. Son significativas . Significare, en latín, se traduce por mostrar, por dar a entender. La enseñanza es un don, es decir es un bien que se ofrece. Un gesto en doble dirección: la donación y la recepción, que da sentido a la ofrenda. El receptor, el estudiante, al igual que el enseñante, son los beneficiarios de la entrega. Ambos ganan. El gesto del enseñante no acontece el vacío. Pero el don solo es aceptable -y se acepta-, es de recibo, si no se impone. El bloqueo de la imposición cierra la puerta a la transmisión del conocimiento. 

Enseñar es saber escuchar, estar receptivo a las necesidades de quienes quieren aprender, es decir aprehender, ser capaces de coger y acoger un conocimiento, haciéndoselo suyo.

Un conocimiento que tras la distribución se convierte en un bien compartido. La transmisión del saber es un ritual. Acontece en el aula, una palabra que, en griego antiguo, designaba el patio (aulé) de una morada y también de santuario en el que, poco a poco, se va ilustra, se va haciendo la luz. De hecho, aunque no existía una palabra específica para designar un templo, toda vez que un templo era una morada (oikos) de un dios, la aulé era el espacio donde la divinidad, encerrada en su celda, aceptaba mostrarse y dialogar con los mortales. El aulé era el lugar donde los inmortales se “humanizaban”. Una clase, en cierta medida, es una ceremonia; una ceremonia de entrega de algo inmaterial: el conocimiento que llena una hora o una vida. Un aula es un espacio de diálogo, de intercambio. No existe experiencia más plena que una clase donde el diálogo prende, donde se debate -para sortear, entender, aceptar los obstáculos que se nos interponen en la prosecución del saber.

El enseñante se pone a la cabeza. Los signos que emite invitan al tránsito. Toda una clase se pone en marcha. El movimiento es sostenido. Los paros provisionales. Los abandonos rescatados, aunque impliquen la revisión del camino proyectado. La senda tiene que adaptarse a las fuerzas de quienes transitan. 

Pero el avance del enseñante no es indefinido. Llega el día en que sabe que debe ceder el paso y entregar el testigo a quien le sucede.

El conocimiento forma parte de una cadena. Es un trabajo o un esfuerzo colectivo, un bien que no es de nadie sino común, comunitario, una puesta en común de lo descubierto y aprendido.




2 comentarios:

  1. Muchas gracias Pedro, por permitirnos ver el mundo a través de tu conocimiento. Como bien dices, estos días nos abriste una vía vital hacia el descubrimiento personal.

    Nos vemos pronto, un saludo.

    Matías

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Cuando leo o me entero de algo que no conocía, que me aporta, me atrae y se conecta con - o completa- algo que sí sabía, me apetece explicarlo, comentarlo. El blog es el resultado de estas lecturas que me entusiasman y quiero contar, no sé porque. Aprender algo y guardarlo para uno, no tener a nadie a quien contarlo, es triste. Dar clase alegra el día.
      Gracias de nuevo por el diálogo establecido

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