viernes, 14 de febrero de 2025

Tradición

 La palabra tradición suscita sonrisas en algunas personas, muecas, arqueo de cejas y ojos en blanco en otras. Es una palabra a la que unos se aferran y otros traten de sortear. No suele despertar pasiones.

La tradición aparece como un baúl de formas, materiales, técnicas e ideas inmutables, perennes, anclados en un pasado inmemorial. La tradición parece escapar a la historia. La precede y resiste al envite histórico. La tradición atesora formas y gestos que se repiten invariables desde hace no se sabe cuándo. Se asocia a la sabiduría o al inmovilismo, es decir, a las orejeras. En cualquier caso, a la tradición se la considera un lastre o una agarradera contra el viento de la historia. La tradición se opone a la aventura, la exploración, el movimiento. No mira adelante ni atrás. No avanza ni retrocede. Quieta, incólume, la tradición resiste a cualquier intento de cambio o desplazamiento, lo cual la convierte en un salvavidas o una losa. 

Es posible que no seamos conscientes que la palabra tradición, de origen latino, seamos compone a partir de la partícula adverbial trans- que evoca el desplazamiento , la mutación. 

Tradere, el verbo latino que sucede a la particular adverbial, significa remitir o transmitir. Designa un gesto desprendido, que mira hacia atrás para recoger lo que quien precede nos entrega, y a continuación entregamos a quien nos sucede. 

Lo que recibimos como un don, y donamos como un presente es un bien material o intelectual; un bien que nos enriquece e ilustra y que tenemos el placer y la generosidad, como hicieron los que nos precedieron, de legar a quienes proseguirán con la cadena de transmisión, Cuidamos, preservamos, mejoramos lo recibido para pasarlo en las mejores condiciones.

 La tradición no pertenece a nadie en particular, sino a una comunidad en el tiempo y el espacio. La tradición es un saber compartido; nos inserta en la historia. Somos los herederos de quienes estuvieron antes, y los educadores de quienes nos reemplazarán. Tradere se traduce también por enseñar: una entrega desinteresada de lo aprendido.La tradición es un saber vivo, que pasa de mano o en mano. Ya en la antigüedad y a lo largo de la edad media la expresión traditio studii significaba que los saberes eran móviles y mutables. Los sabios no eran avaros. El saber no era una posesión privada ni exclusiva, sino una cualidad que se ponía al alcance de todos, que procedía del pasado y apuntaba a un futuro no necesariamente más sabio pero si igual de lúcido y generoso, desprendido.

Es cierto que el bien puede cae en “malas” manos, o en saco roto. La cadena puede romperse y el conocimiento perderse. Pero la pérdida casi nunca es absoluta. Quedan rescoldos, trazas, indicios con los que se puede intentar restablecer la cadena, o, por lo menos, en restaurar la comunicación entre generaciones.

Esta relación de transmisión de saberes solo puede establecerse si existe confianza. Confiar es entregar: dar algo esperando que el don no se pierda ni se quiebre. Quienes nos precedieron confiaron en nuestra receptividad y en que seríamos capaces de preservar el don recibido para depositarlo en las manos que nuestros hijos y nuestros discípulos nos tienden, confiados, a su vez, que no les decepcionaremos ni les engañaremos.

La expresión el respeto de la tradición, que a menudo resuena como una amenaza, una grosería, o unas palabras vacuas o inanes, significa, en verdad, algo muy distinto. Lo que merece el respeto es nuestra capacidad de aprender y de enseñar, de educar y de ser educados: la educación -la buena educación es una redundancia: la educación persigue el bien- es el fundamento de la vida en común. La falta de comunicación, y no la innovación, la exploración ni la aventura, es lo que quiebra las comunidades. La falta de tradición, en suma. O su abandono.


Comentario suscitado por una defensa de un plan de investigación de una tesis en la escuela de arquitectura de Barcelona.

A F.A y a R.A


jueves, 13 de febrero de 2025

AHMED HASSOUNA (¿?): SORRY CINEMA (2024)


 

 Sorry Cinema es un cortometraje rodado en Gaza cuando la guerra y la devastación ya se habían iniciado. Forma parte, junto con otros veintidos cortometrajes, todos rodados en Gaza bajo las bombas, de la película colectiva From Ground Zero (Desde la Zona Cero) del cineasta palestino Rashid Masharawi (1962), que Palestina escogió para los Oscars de este año, aunque no fue seleccionada.

martes, 11 de febrero de 2025

Rêves de Babylone. Un essai sur l´Assyromania (Sueños de Babilonia. Un ensayo sobre la Asiromanía, marzo de 2025)





El texto aquí reproducido es una versión larga de la Introducción del libro, que está en prensa.

El texto estará en francés en el libro.

Llegará a las librerías francesas a mitad del mes que viene (marzo).


INTRODUCCIÓN

«Comprendo muy bien que la gente de nuestro país solo tome sus propias costumbres y usos como modelo y norma de conducta, pues es un defecto muy común, no solo entre la gente "de abajo", sino entre casi todos los hombres, el no poder imaginar vivir de otro modo que conforme a lo que se hace en el lugar donde nacieron.»
(Montaigne: «De las costumbres antiguas», Ensayos)

La antigüedad suele fascinar. Se la concibe como una época en la que todo lo que emprendía el ser humano era hermoso, perfecto y duradero. Las ruinas son testigos del esplendor del pasado, despertando nostalgia y admiración. La comparación con el presente siempre favorece al pasado, percibido como un tiempo inaccesible para el presente, considerado profano, vulgar, e incluso inferior a la grandeza de épocas pasadas.

No es la realidad del pasado la que prevalece, sino el mito de la antigüedad: un tiempo fuera del tiempo, anterior al tiempo cotidiano, habitando relatos míticos y legendarios, envuelto en el resplandor que evoca el mito. La antigüedad se concibe como un modelo inalcanzable, pero que, sin embargo, debe ser siempre considerado como una guía a seguir e imitar, excepto cuando llegan tiempos de revolución, aunque estas a menudo también recurren al pasado, a un pasado diferente, pero igualmente grandioso y considerado posible de recuperar en la Tierra.

Fue el azar lo que llevó a Napoleón a intentar conquistar Egipto para cortar la ruta que conectaba a Inglaterra con sus colonias en el Lejano Oriente, y así descubrir la cultura faraónica. Sin embargo, el azar no tuvo ningún papel en el éxito de la Egiptomanía en la Francia revolucionaria. Se presentaba ante los ojos de los franceses una cultura de una naturaleza distinta, imaginada como radicalmente diferente de la decadencia rococó de la monarquía: sobria, austera, poderosa. Un modelo a seguir, exótico por un lado, misterioso por su escritura y creencias, pero al mismo tiempo más accesible que las culturas del lejano Oriente.

Egipto fue admirado por Platón, quien, según la leyenda, adquirió su conocimiento en los templos de Tebas, y por los romanos, que no dudaron en saquear templos para arrancar y trasladar obeliscos a sus plazas, tan lejos de su lugar de origen. La Egiptomanía causó estragos, cuyos efectos aún se sienten hoy. Todo lo relacionado con el antiguo Egipto parece estar dotado de un poder mágico que cautiva la atención del público y representa un tesoro inagotable de riquezas cuyo final nunca parece llegar. ¿Llegará el día en que el Egipto faraónico deje de encender la imaginación de los pueblos? Ese día parece aún muy lejano.

THE BEATLES: THE KING OF THE PALACE OF BIRDS (EL REY DEL PALACIO DE LOS PÁJAROS, 1969)


Instrumental nunca publicado

Composición, al parecer, de Paul McCartney, con la participación de los tres otros miembros del grupo.

lunes, 10 de febrero de 2025

Canapés

En las entregas de premios a científicos, éstos, amén de agradecer el premio y a los miembros del tribunal, enuncian un breve discurso en el que exponen el trabajo o la investigación premiados, cómo lo han llevado a cabo, a partir de qué datos, cuál ha sido el origen de la investigación, y cuáles son sus consecuencias, para concluir sobre sus posibles aplicaciones prácticas inmediatas o en un futuro indefinido. 

El discurso no olvida mencionar o destacar las influencias de otros investigadores, insistiendo en los transvases de conocimientos, la importancia de experimentos ajenos anteriores o contemporáneos y, en suma, aclarar cuál es el sentido de la investigación y cómo se ubica con respeto a otros trabajos.

Es decir, los discursos que se pronuncian, más o menos largos, aporten datos, referencia y aclaraciones que permiten entender y apreciar la importancia y la aportación de ka investigación, todo y acotándola para que se pueda valorar mejor que debe a investigaciones precedentes y como esta nueva investigación abre puertas para científicos del futuro. 

La breve conferencia no obvia las consecuencias éticas de la investigación, enunciando la bondad de los procesos y fines, y los posibles peligros con los que el científico se enfrenta, y cuáles son los criterios en los que se apoya para abordar o no determinados procedimientos.

En resumen, el científico, de manera clara y concisa ilumina su trabajo -trabajo que pasa a ser un bien común.

Habla como un científico. Comprometido con su trabajo que a menudo ilumina su época, compromiso que aborda desde su trabajo de científico.

La mayoría de los premios nacionales literarios y musicales también dan lugar a lecciones, sabias y sensatas, doctas sin pedantería ni exabruptos, sobre la concepción o la teoría del arte abordada. La persona premiada habla de su creación y de la creación. Aclara y juzga su trabajo. Aporta los elementos o referencias necesarios para entender el alcance de su trabajo. Habla de arte y de literatura. Que son las razones que justifican que hayan sido premiados.

Mientras, en la entrega de premios de cine y de teatro…

Antes de atacar las bandejas de canapés.


viernes, 7 de febrero de 2025

El crimen de la arquitectura: los cimientos

 Los edificios son como los icebergs. La mayor parte de ellos son invisibles. No solo pueden poseer plantas subterráneas (almacenes, aparcamientos), sino que, aún más profundamente, adentrándose aún más en lo hondo de la tierra, la construcción se sustenta sobre cimientos (pilares, pilotes, zapatas, etc.). 

La instalación de estos fundamentos, que vienen precedidos, simbólica y ritualmente, por la ceremonia de la colocación de la primera piedra en una zanja o un foso abierto en la tierra, requiere, precisamente, la apertura de hondonadas más o menos profundas que  se adentran hasta alcanzar las capas más resistentes del subsuelo. Los arquitectos, los constructores y los estudiantes bien lo saben y lo sufren. La tierra no siempre resiste la presión, física y moral, del peso que descansa pesadamente sobre ella. A veces, la tierra trata de sacudirse lo que la oprime. De ahí los rituales para congraciarse con ella.

Las revueltas de la tierra tienen otra razón de ser: las zanjas en las que se hincan los cimientos de una construcción son cortes profundos que se practican en el cuerpo de la tierra. Se delimita, se marca , se deslinda, se adentra, se corta y se vacía: una poderosa y dolorosa operación, una herida que se hunde en la tierra, un tajo seco e inmisericorde que no se soldará nunca.

La palabra cimiento no deja lugar a dudas sobre las intenciones y las consecuencias de acto fundacional. Caementum, en latín, designa la piedra desbastada: un bloque arrancado, escindido de una montaña. Ésta queda mutilada para siempre. La operación requiere cortes, presiones, inyecciones, y la dolorosa presión para extraer -traer fuera, romper- un sillar.

El verbo caedo -del que deriva caenentum y, por tanto, cimiento- es devastador: se traduce, en una progresión que sin duda habría fascinado a los surrealistas, por golpear, abatir, hendir, para acabar por señalar la matanza, peor, masacrar. Caedo se refiere a una acción intencionada destructiva, que persigue la aniquilación -el sometimiento, romper espinazos, anular vidas, lograr la desaparición de la víctima. Esta palabra no es gratuita. Los sacrificios, como bien eran conscientes los griegos, eran asesinatos que transferían las vidas de animales o de humanos a los dioses y los poderosos para que se hicieran con tantas vidas que devinieran inmortales. El verbo caedo también se aplicaba para designar la sangrante y mortífera acción de ejecutante de un ritual.

Los mitos bien recogen el carácter ambivalente de la construcción y la edificación, que requiere un crimen primigenio. El primer fundador de ciudades el fue Caín, tras asesinar a su hermano Abel. Roma pudo ser fundada por Rómulo después de que hubiera sacrificado a su hermano gemelo Remo. Y todos los fundadores habían cometido crímenes, lo que les autorizaba para proseguir su carrera criminal apoderándose de tierras, hiriéndolas para siempre para hincarles, como lanzas y flechas, los cimientos de los edificios. La arquitectura requiere una previa mutilación, un primer crimen. Quizá por eso sea un arte tan fascinante -y tan discutido-, que no podemos dejar de ejecutar. La vida que la arquitectura protege requiere una primera aniquilación. La vida se transfiere. 

martes, 4 de febrero de 2025

Ortografía

 Ortografía: una palabra compuesta a partir de dos términos griegos -orthos y graphe-: escritura correcta, “bien escrita”. Graphe significa escritura, grafía , y orthos, recto, en todos los sentidos: físico o geométrico, y moral.  Vital, igualmente: orthos se puede traducir por alegre, enérgico, lleno de vida.

Hoy, ortografía solo se refiere al arte de la escritura hermosa, una escritura que entra por los ojos, que place y que complace porque cuenta la verdad. Una escritura que no engaña.

Mas, para Vitrubio, ortografía -Vitrubio utiliza la palabra griega- designaba un tipo de gráfico: una sección constructiva: un corte vertical que revela lo que el edificio contiene. 

Lo escondido, aquello que la vista no alcanza a descubrir de pronto queda a la vista de todos. Un tajo limpio , certero, moral, en suma, que permite comprobar que nada que no se pueda ver queda en el interior del edificio. 

El corte convierte un interior -lo íntimo, lo recoleto, lo privado- en un exterior -visible, público, sin pliegues ni dobleces. La virtud del edificio, su altura de miras, su rectitud queda así patente. Una sección es una operación que impide que nada se puede esconder, nada que no puede ejercitarse ni poseerse ante los demás. Parte, abre y expone. 

El valor ético de la ortografía se manifiesta más en francés que en castellano. Élevation posee unos matices, propios de la orografía vitrubiana, que la palabra alzado no recoge. Élever no es solo alzar o levantar, significa también educar, y la elevación no es sólo física, sino moral: pensamientos y proyectos elevados, que ayudan a conformar y ordenar el mundo. La ordenación es un gesto que disipa el caos, pero es también un gesto que ennoblece y permite quién es ordenado alcance un estatuto distinto, elevado, permitiéndole alcanzar altura de miras con las que abraza y comprende la vida en la tierra. 

La ortografía, en suma, es un ejercicio que disipa las sombras y evita las trampas. Las entrañas, el corazón del edificio, siempre ocultos, se someten al escrutinio. Se percibe, se juzga, se valora la “bondad” del edificio, su capacidad de responder a las necesidades y los deseos humanos: protección, acogimiento, recogimiento.

La sección se equipara a un texto o a una ley, a un imperativo que cuenta y muestra como se tiene que estar y actuar en el mundo. La protección que un interior brinda no es un escondite donde uno se recoge temeroso, sino que ofrece un lugar donde morar, reposar y pensar: un lugar donde prepararse para salir al exterior e incidir en la comunidad. 

La arquitectura es una escritura que cuenta cómo concebimos y organizamos la vida en comunidad, lugares cerrados y abiertos al mismo tiempo, lugares que no esconden la cabeza, sino que la mantienen muy alta: orthos. Faros que iluminan y dan sentido al mundo