Un maniquí cobra vida, y se descubre encerrado en un escaparate. O la imitación se confunde con la realidad, y deviene real, pese a -o quizá debido a- su teatralidad.
El cortometraje debe mucho a la película de Jean Cocteau, La sangre de un poeta, de 1930: https://www.cimalpes.fr/films-de-montagne-sang-d-un-poete-le-752-1337-0-50.html?
Steven Arnold fue el cineasta predilecto de Salvador Dalí y de Andy Warhol -quien lo descubrió gracias a Dalí.
La escenografía teatral, plagada de maniquís, del Museo-Teatro Dalí en Figueras, es obra de Dalí y Arnold.
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