domingo, 12 de julio de 2009

Bienal de Venecia 2009: coda (Barbaridad)













El arte contemporáneo es un misterio incesante. El del dios tres-en-uno cristiano es una adivinanza de niños en comparación.
El bar de la Bienal. Un lugar donde comer, beber, descansar. Necesita mesas, sillas y una barra. Lo podría haber proyectado y construido un arquitecto. Incluso un decorador. Y se valoraría en función de su imagen , su comodidad y su capacidad por dar cuenta del servicio para el que ha sido creado. Como cualquier máquina u obra de arquitectura.
Pero el bar está señalado en los prospectos en un lugar y con una tipografía distintos a la de los lavabos, y en por ejemplo (otro espacio que debería ser funcional -y funcionar). Se le indica del mismo modo que las obras de arte. Nada señala que no lo sea.
Además, justo antes de la entrada se halla una cartela. Indica, como cualquier otra cartela en el espacio expositivo de la Bienal, un nombre y un apellido (Tobías Rehberger, escogido, como -el resto de- los artistas por el comisario de La bienal Daniel Birnbaum), un título, una fecha, materiales y procedencia: se trata de una cartela convencional. Los interiores y las obras de arquitectura no se acompañan de cartelas. Salvo cuando se trata de interiores de época, reconstruidos en un museo, en los que no se puede entrar. Que solo se pueden contemplar desde el otro lado de la barrera. Una cinta o una tarima indica que no hacen parte del espacio cotidiano. Están del otro lado del espejo.
Espejos no faltan precisamente en el bar de la Bienal. Brilla como el camarín de una corista. Pero faltaría más que no se pudiera entrar. Nada lo impide. Al contrario, está bien abierto y aguarda a ¿los espectadores? o ¿los clientes? ¿Qué somos cuando estamos ante o dentro del bar? ¿bar o Bar? ¿Un bar real, o una obra que imita a un bar, o consiste en un bar?
Una de las obras de la Bienal , de Anawana Haloba, es -o consiste en- un mercadillo. Se puede incluso tocar. Pero no se puede tocar. Se trata de una obra "participativa". Pero sigue siendo una obra. Tiene un título: El Mayor Anuncio G8 de un Puesto de Mercado. Su precio supera con creces el precio que tendría un puesto en un mercadillo.
Toño Foraster contaba que en la pasada Bienal el artista italiano Maurizio Cattelan alquiló el espacio que los organizadores le atribuyeron para que expusiera sus obras a una casa de cosmética de lujo. Ésta podía vender sus productos sin problemas. Y vaya si vendió. La obra era... no era el tenderete, sin duda. Debía ser la idea que Cattelan tuvo. La materialidad siempre ha sido un problema en el arte pos-platónico.
Pero, en el caso del bar de la Bienal, ¿nos hallamos ante un caso" semejante? No parece un bar, sino que lo es. Se puede, de debe usar. Pero, por otra parte, no responde a una ocurrencia de un artista, sino a un encargo: construir un bar. Que funcione. Que sirva. En el que se pueda uno instalar y pueda comer.
Algunos teóricos del arte han sostenido que, puesto que el arte contemporáneo, poblado de latas de conserva, paquetes de detergente, o urinarios, no se distingue para nada del mundo de los objetos de uso, la presencia de una cartela, que nos invita, nos obliga a mirar y a no tocar, y a interpretar, y no a usar, es imprescindible. Es la cartela (la peana y el espacio expositivo) los que convierten un urinario en Fuente, la ocurrencia de Duchamp.
El bar está en un recinto expositivo prestigioso: El recinto de la Bienal de Venecia. La cumbre de los espacios dedicados al arte en el mundo. Se confunde con un entorno no artístico. Parece un bar. Lo es. Una cartela lo acompaña. Anuncia: bar. ¿Título? ¿Indicación? Por el contexto, la tipografía, el lugar debería ser un título. El anuncio es idéntico a una cartela. Lo es. Y los bares se indican. Pero no se titulan. Si es que bar -o Bar- es un título. Si lo es, o lo fuera, estamos ante o dentro de una obra de arte. Debería ser , entonces, interpretada. Y no usada. Algún tipo de impedimento físico debería evitar que nos sentáramos y esparzamos por las mesas bandejas más o menos limpias.
Es cierto que en las "performances", los "happenings", las acciones son reales: se come, se bebe, se vomita, se defeca "realmente". Pero quienes realizan los actos no son los espectadores sino los actuantes, los artistas, los ceremoniantes. Dichas acciones acontecen ante un público. Al que se le puede invitar a participar. Temporalmente. Y siempre bajo la dirección del artista o de quienes han sido facultados por el artista. Los espectadores no entran en el juego cuando quieren. Porque, además, se trata de un juego, aunque éste consista en comer o beber hasta caerse muerto. No se puede perder la conciencia que e está participando en una obra de arte.
Pero, ¿en el caso del bar de la Bienal? ¿Acaso alguien tiene la sensación de ser partícipe de una acción? ¿Algún cartel avisa de lo que ocurre? Los únicos carteles -que no cartelas- presentes anuncian los precios -abusivos- de la comida y la bebida.
¿Qué es, entonces, el bar -o El Bar? ¿Un misterio? ¿Un error? ¿La cartela no debería existir? Pero ha sido escrita y colocada intencionadamente -por una persona autorizada.
Los misterios teologales son, en efecto, una simple broma, ante los retruécanos que el arte contemporáneo plantea. Porque, quizá, no lo queda sino practicar dichos juegos. Guiños que, por otra parte, siempre han sido practicados. El Partenón, ¿no es un guiño perverso a los Persas? Si ¡hasta no era un templo aunque lo parecía -era el tesoro del Acrópolis-, (y acogía una estatua divina -que no era de culto, si bien no se distinguía de una efigie religiosa-)? ¿Cómo habrían tenido que relacionarse los atenienses con dicho edificio? ¿con respeto y devoción, o como cuando va al banco, con prisas y de mal humor? El bar, o Bar, ¿en el mismo grupo que el Partenón?
El bar, por cierto, era incómodo. Pero alegraba la vista. Entonces... (lo que place a los sentidos, ¿es útil?. Y vuelta a empezar)


sábado, 11 de julio de 2009

¿Qué es arquitectura?

http://www.queesarquitectura.org/

http://www.queesarquitectura.org/es/videos/pedro-azara


¿Qué es arquitectura? es un proyecto personal de Jorge Raedo (arquitecto, escenógrafo, artista -extraordinario dibujante, como se puede comprobar).

Concebido hace varios años, inspirado en parte en una exposición La ciudad de los niños, que el Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña organizó (cuando Juan Roig dirigía el área de Cultura), y montada, entre otros, por Bet Cantallops (que participa en el presente proyecto) -exposición, a su vez, inspirada por una instalación del escultor inglés Anthony Gormley presentada en el Museo Británico de Londres en 2002-.

¿Qué es arquitectura? quiere explicar la arquitectura a los niños. Jorge Raedó pidió a varios arquitectos (tenían que ser arquitectos, no artistas que trataran el tema de la arquitectura, hoy candente) que propusieran, como mejor quisieran o pudieran, resolver este problema casi imposible. Eva Serrats (arquitecta, fotógrafa y documentalista) entró en el juego en agosto de 2008. Las filmaciones podían empezar.

Las soluciones darían lugar a videos de corta duración que se divulgarían por internet y se presentarían en cines y museos, en bienales, pero también a talleres infantiles. El presupuesto era la buena voluntad.

Casi todos los arquitectos consultados aceptaron el envite. Se conjuraron cuentos, marionetas, maquetas, danza, teatro. Ciudades reales, pasadas y presentes, y soñadas, arquitecturas existentes e imposibles, creadores de carne y hueso y de fábula fueron invocados. Los escenarios escogidos eran todo lo diversos que uno pudiera pedir: casas, talleres, playas, teatros, etc. Jorge Raedó logró la ayuda de actores, figurinistas, bailarines, músicos, cantantes. No sé cuantas personas involucró.
Todo para que los niños sueñen que la "buena" arquitectura no es necesariamente lo que les envuelve diariamente y en la que viven o malviven.
Instituciones, como el MACBA, mostraron un interés educado. Otras, ni siquiera.

Los primeros resultados ya son públicos.

Hoy el proyecto circula por Europa.

Felicidades, Jorge. Por el magnífico proyecto. Por empeño, logrado.

La Bienal de Venecia, parte 4 y fin

Carlos Garaicoa:

Un conjunto de vitrinas exponen lo que parecen maquetas de ciudades en apariencia imaginarias. Cartulinas rojas rectangulares, separadas entre sí, dibujan una rigurosa trama ortogonal de "calles" que se prolongan en todas direcciones. Nítidos recortes en las láminas, levantados y montados, unidos por lenguetas, como figuras de papiroflexia, sencillas e ingeniosas, componen frágiles edificios escultóricos e imposibles. Se titula Ciudad Doblada. Se asemeja mucho a Brasilia. La ciudad donde no se puede vivir, que doblega voluntades.

Otra de las pocas obras emocionantes en la Bienal de Venecia 2009.

viernes, 10 de julio de 2009

Bienal de Venecia: parte 3 (notas 2)



Krzysztof Wodiczko: Ospiti. Video-instalación. Pabellón de Polonia.

Pantallas en tres paredes. Tienen forma de puertas acristaladas con el dintel curvo, semi-circular. Dibujan una arcada continua. Y en el techo: una gran pantalla rectangular. La sala, a oscuras. En las pantallas de los muros, una filmación de figuras en el exterior vistas a través de cristales cubierto de vaho. Son parados. O extranjeros. Estamos en un interior. Se hallan a la intemperie. Se ven mal. A veces se apoyan contra los cristales intentando ver lo que ocontece detrás.


En la pantalla cenital, a gran altura, una filmación en contrapicado de una persona limpiando una placa de vidrio colocada sobre un hueco en el suelo. Estamos en un interior, que es un sótano. ¿Estamos de suerte?

Una de las mejores y más complejas, por calladas, obras de la Bienal.


Notas sueltas:

1.- Colas ante los Pabellones de Inglaterra y de los Estados Unidos: restricción de la entrada; por pocos que sean los visitantes, que lo son, se forman filas que aguardan pacientemente. Una buena manera de mantener la atención, cuando lo que se expone son obras de los video-artistas Steve Mac Queen (Inglaterra) y Bruce Nauman (Estados Unidos).

El interior del Pabellón inglés tiene una sola sala. Completamente a oscuras. Preparada para una proyección, a horas determinadas, para lo cual es necesario comprar una entrada. Como en el cine. Pero no es cine. Es arte. Uno se sienta en una tarima escalonada, muy baja, enmoquetada de negro. La pantalla está dividida. La proyección también. Muestra una filmación en los jardines donde tiene lugar la Bienal veraniega, en invierno, un día gris, brumoso y parece que frío. Se titula Giardini. No ocurre nada. No hay argumento. Vistas exteriores. Planos hermosos, como en un reportaje sobre la Venecia otoñal, un poco dejada. Algún insecto hurga en la hojarasca en primer plano. Unos negros galgos famélicos -Venecia es decadente, pero noble-, al fondo de la imagen, buscan nerviosamente restos de comida entre la basura. Cae la noche. Se encienden farolas. A lo lejos, en el mar, desfila un transatlántico. Las imágenes son quietas. Casi fotos fijas. Los planos duran una eternidad. Parece Warhol en color. Repartido en dos pantallas. El sonido -ambiental, se supone-, no tiene nada que ver con lo que se muestra. Suena incluso el griterio de una hinchada futbolera. Quizá el guardia tuviera una radio encendida. La "película" dura media hora. Se enciende las luces. Los pocos espectadores salen a duras penas, con la espalda dolorida, y en silencio. Respetuoso o aburrido. Quizá hayan dado una cabezadita. La Bienal cansa. No se sabe. Es arte contemporáneo.

Una antológica del artista vivo más caro se muestra en el Pabellón norteamericano. Bruce Nauman. El padre del video-arte; el primero que utilizó el neón; el que convirtió su estudio en el tema de su obra.

La exposición, que se completa con dos otros en sedes en la ciudad, se titula Jardines (como no)Topológicos. La topología es su tema. Las exposiciones no presentan jardines ni acontecen en ellos. La topología brilla por su ausencia. Al menos, a primera vista. Esto da que pensar, claro.

Dos obras, expuestas sobre la fachada del Pabellón, preludian lo que se muestra en el interior. Los nombres de los siete pecados capitales, las cuatro virtudes teologales, y otros importantes conceptos, recorren, formando un friso, la parte alta del edificio. Están escritos con letras mayúsculas, en neones de colores. Las palabras se superponen de tres en tres. Profundas sí son. La obra se titula Vicios y Virtudes. Mientras, una frase, con letras recortadas en aluminio, enmarcada la puerta de entrada: El Verdadero Artista es una Sorprendente Fuente Luminosa. Todo en mayúsculas. Quizá un guiño al urinario de Duchamp, titulado Fuente. No quiero pensar en un no sé qué punto escatológico. Uno entra iluminado tras la revelación.

Dentro un video, en dos pantalas pequeñas: muestra unas manos que se lavan indefinidamente. El título es: Lavando las manos con normalidad. Deben ser las del artista. Quizá aluda al desapego del trabajo manual. Se lava las manos.

Y manos; muchas manos a tamaño natural; casi todas las obras, escultóricas (bronce, cera) y en neón, se componen de manos. Al menos dos: juntas, una con dos dedos dibujando un círculo, y otra con el anular extendido dentro del círculo. En las obras con varios neones, el dedo erecto entra y sale del agujero. Se llama Experiencia Sexual Humana. Sutil.

También cuelgan cabezas decapitadas, de dos en dos. De unas salen nos tubitos de plástico que escupen agua. Deben tener relación con la astuta referencia a Duchamp. El artista es una fuente permanente de ocurrencias. O no.

Los críticos dicen que son los niños los que mejor entienden las obras de Nauman. No sé si éste es un criterio estético.

Fuera del recinto de La Bienal, en Ca´Foscari, que pertenece a la Universidad, la antológica de Nauman continua. Se expone una obra creada para la ocasión. En la sala central, de gran tamaño, cuelgan a altura de la vista catorce cuadrados de contrachapado, pintados de blanco, de unos setenta centímetros de lado. Portan unos pequeños altavoces adosados detrás. Funcionan todos al mismo tiempo. Cada uno emite un sonido distinto: la lista de los días de la semana, enumerados a voz de grito (Título: Giorni. Será verdad lo de los niños). En cada caso, la enumeración empieza con un día distinto. El volumen es altísimo. Nauman lo exige. Se tiene así una sensación física, dice. La pesadilla de los días de cada día es casi intolerable en la obra. Los guardias hacen muy mala cara. Han sido necesarios una veintena de personas, entre lectores y técnicos, para producir la obra. Fuera, en la calle, un quirigay de mamas italianas que berrean. ¿El arte imita la vida?; o ¿es al revés? El Verdadero Artista Ayuda al Mundo Revelando Verdades Místicas. Es otra frase de Nauman. Escrita con un neón que se enrosca. Obra mítica. También expuesta. Varios guardias abandonan la sala. También nosotros. No ocurre cada día que uno tiene revelaciones. Éstas dejan atónito.


2.-

Los únicos artistas españoles seleccionados son Vives y Bestué. Exponen un video hilarante, ya conocido, de 2005: Acciones para la casa. Reinterpretan las acciones artísticas tan de moda en los setenta. Es imposible volver a ver la obra de Nauman después de la interpretación que Vives y Bestué ofrecen. O quizá se pueda ver, por primera vez, como lo que es.

Se trata de la única obra ante la cual el público se detiene. Luego se sienta. Y se parte de risa. Se ríe con la obra. Una maravilla de humor e inteligencia.


3.-

El Pabellón español contiene una exposición antológica de Barceló. Después de la controversia que generó la financiación de la cúpula descomunal de la Unesco en Ginebra, sostenida por un sinnúmero de varillas de titanio insertadas en los estalactitas de la obra, la antológica parece oportuna. Solo contiene cuadros y cerámicas transportables. Lo único que cuelgan son los cuadros. Y colgados parecen los visitantes a la salida.

Dominan los motivos marinos y los retratos de orangutanes. Es difícil ver la relación, más allá del hecho que los motivos son africanos.

Los animales han representado a seres sobrenaturales, benéficos o malignos (el diablo, el Espíritu Santo), en todas las culturas. En Europa, hasta el siglo XVIII. Eran seres admirados y temidos. Los humanos aspiraban a parecerse a ellos. Algunos, como los chamanes, lo conseguían. Las levitas de los sacerdotes y los tocados de las monjas parecían alas de paloma. Y buitres los prelados. Tras el desencantamiento del mundo, los animales han representado más bien lo infrahumano: la parte oscura o grotesca del ser humano. como los Minotauros de Picasso, o las ávidas aves viciosas de Max Ernst. O los zorros despellejados y colgados de una rueda que gira de Bruce Nauman. Quizá una alegoría de la condición humana. Era la única manera de dotar de sentido al animal.

Los orangutanes de Barceló son orangutanes. Parecen humanos, sí. Como todos los orangutanes. Es la única relación evidente que mantienen con los humanos. Una relación de semejanza. Que pronto deja de sorprender. Hubiera podido pintar cualquier cosa, o cualquier animal peludo o no.

Da un poco igual.

Los cuadros se amontonan. Como las viñetas de un cómic. Para mirarlos hay que sortear inmensas tinajas un tanto desfondadas, o fondonas, expuestas en medio de la sala. Parecen totems barrigudos. Dos cuadros han sido destacados. Se ven desde fuera del Pabellón. Representan una orilla lamida por la espuma de las olas. Parecen inspirados en óleos de María Girona. Salvo que son mucho más grandes. La espuma se representa con un pigmento espumoso, blanco y opaco, aplicado sobre el lienzo. Forma algunas ondas simples. Parecen almidonadas.



miércoles, 8 de julio de 2009

La Bienal de Venecia 2009: parte 2 (notas)


Hans-Peter Feldmann: Shattenspiel (Juego de sombras); instalación; Bienal de Venecia

Notas:

1.-

El director del Centro de Arte Reina Sofía, Manuel Borja, tiene razón: en una entrevista reciente sostenía que la mayor parte del arte contemporáneo no es difícil. Por el contrario, es abordable, sencillo. Es lo que se ve. Y lo que se ve es todo lo que hay. No hay nada más que lo que se expone. Es simple; simplista, indigente.

Lo complicado son las interpretaciones que se ofrecen; los textos que tienen que acompañar a la obra.

Un ejemplo: Una instalación del escultor inglés Richard Wentworth en la Bienal de Venecia. Se titula Walking Sticks: Bastones para caminar. Consiste en bastones para caminar suspendidos a gran altura, apoyados contra las paredes de la sala sobre estantes de vidrio. Son bastones que cuelgan de lo alto.

El texto que acompaña la cartela dice: "Las obras esculturales de Wentworth separan a menudo objetos familiares de su entorno habitual y los coloca en nuevas constelaciones; no está solo interesado en la verdad fenomenológica de un objeto, sino también en ver qué usos novedosos puede atribuir".

Como no sea ayudar a un cíclope cojo o retuerto (y no solo tuerto).

2.-

Una obra sugerente ante la cual el público se detiene: Juego de sombras de Hans-Peter Feldman, un artista alemán menor ingenioso y sarcástico. Pequeños objetos de consumo (botellas de plástico, por ejemplo) o decorativos sin valor (una muñeca, juguetes etc.), dispuestos sobre plataformas circulares que giran sin cesar, movidas por motores, ante sencillas lámparas (protegidas por latas abiertas y vaciadas). Sobre la pared del fondo, de unos veinte metros de largo, un ballet incesante de sombras huidizas.

Una de las pocas obras de la Bienal que merecen ser contempladas consiste en agigantadas sombras chinescas infantiles. ¿Una astuta alegoría del arte contemporáneo?

Bienal de Venecia: parte 2 (Bagdad en Venecia)

Mona Hatoun: 3-D Cities, 2008, Instalación: mapas impresos y soportes de madera. Exposición Interior Landscape, Fundación Querini Stampalia, Venecia, julio de 2009




Mona Hatoun: Misbah, 2006. Instalación y video-proyección: linterna de cobre, cadena metálica, bombilla, motor eléctrico de rotación. Exposición Interior Landscape, Fundación Querini Stampalia, Venecia, julio de 2009

El pabellón catalán era lo primero que uno encontraba cerca de la casa alquilada en la isla de La Giudecca, en Venecia. Se trata de una gran exposición. Consiste en varias instalaciones. La primera y más importante consiste en una estantería metálica de grandes dimensiones (unos 20 metros de largo) a la que están unidas varias mesas de madera, semejantes un mueble de despacho, ante las que están dispuestas sillas. Dispone de varias pantallas de ordenador portátil, alguna pequeña pantalla de proyección, unas pocas fotografías y textos.

Un documental televisivo denuncia el proyecto urbanístico que el ayuntamiento de Barcelona promueve para convertir en un gran parque público las llamadas Tres Colinas (Els Tres Turons) de El Carmelo, el Turó de la Rovira (ambos sin urbanizar y en los que campan desde hace decenas de años casas autoconstruidas a las que se accede por caminos sin alfaltar), y los Parques Güell y del Guinardó ya existentes.

El proyecto requiere la expropiación de varias casas, algunas abandonadas. Un antropólogo expone, creo recordar, que dicho parque responde a una concepción burguesa de la vida para la que existe el concepto de tiempo libre, y que exige el destierro de quienes viven ilegalmente en la zona, así como de quienes no responden a las normas canónicas de belleza. Quizá se haya mirado en el espejo.

Varios ordenadores, que pueden ser consultados, contienen centenares fichas bibliográficas de libros de estética y de teoría del arte (político, principalmente). La información es más pobre que la que ofrece cualquier archivo informático de biblioteca, y muy poco útil, pero se trata de una obra de arte y, por definición, arte es lo que es inútil.

No muy lejos, en la Fundación Querini Stampalia, la artista libanesa Mona Hartoun expone algunas obras recientes. Se trata de una artista seria, pero no parece tomarse en serio. Expone instalaciones y proyecciones.

Una, llamada Ciudades en Tres Dimensiones, consiste en planos impresos de ciudades, como los que se pueden comprar en cualqier tienda. Extendidos sobre simples soportes de madera, presentan varios cortes dispuestos en círculos concéntricos que laceran varias zonas del plano. Por ejemplo, un plano de la ciudad de Bagdad. Sin embargo, dichos cortes permiten que se puedan levantar diversas franjas hasta formar pequeños espacios cóncavos o convexos: hermosas y perfectas cúpulas y cuencos. El plano está troceado, lacerado. A causa de estas heridas, el plano se cubre de hinchazones y hondonadas. Pero éstas componen formas arquitectónicas perfectas, que devuelven la prestancia al plano.

Del texto de una pequeña sala oscura cuelga una sencilla lámpara de metal troquelado, semejante a la que decoran numerosas casas árabes. Una luz tamizada evoca un silencioso y acogedor espacio interior. La lámpara, débilmente encendida, gira. Proyecta diminutas figuras sobre las paredes pintadas de rojo y sobre el techo: nubes de estrellas y soldados armados dispuestos al ataque. Las figuras giran y se deslizan incesantemente. Nítidas a ratos, se desenfocan y sedesvanecen en otras, antes de reaparecer en una ronda sin fin.

Mona Hartoun tiene algo que decir y sabe expresarlo con talento y sin alzar la voz. No denuncia. No teoriza. No presenta texto alguno que exponga lo que quiere comunicar. Parece sentir lo que muestra. Los materiales son simples. La ejecución, impecable: conserva las trazas de una primorosa ejecución manual. Las obras evocan múltiples significados, que se complementan, se matizan, se contradicen, y se vuelven a enriquecer.

Mona Hartoun es una artista. No una aprendiz de socióloga.

martes, 7 de julio de 2009

Bienal de Venecia, 2009: parte I

Pabellón catalán



Cartel de advertencia en una sala de exposición del Pabellón Central de la Bienal de Venecia: ¿definición del arte contemporáneo? El arte está hecho unos zorros, pero es intencionado.