domingo, 30 de junio de 2019

GEORGES FRANJU (1912-1987): HÔTEL DES INVALIDES (EL HOSPITAL DE LOS INVÁLIDOS, 1952)



Excelente documental de encargo sobre unos de los grandes monumentos barrocos de París, un hospital para inválidos, que el cineasta documentalista francés Franju (véase la entrada anterior) muestra como un espacio del horror: debe su existencia a las mortíferas guerras que reyes como Luis XIV sostuvieron incesantemente; un monumento a la vanidad y el carácter despiadado del antiguo régimen -y no solo del antiguo.

GEORGES FRANJU (1912-1987): LE SANG DES BÊTES (LA SANGRE DE LOS ANIMALES, 1949)



Georges Franju, un extraordinario documentalista francés (creador de la Filmoteca francesa), y autor de películas de horror -La sangre de las bestias es ambas cosas: un documental sobre el horror en un matadero-, caído en el olvido -sus documentales siempre revelan el lado oculto de lo que deberían, por encargo, glorificar- que se está recuperando este año.

Enki, el dios de la arquitectura en Mesopotamia






Enki/Ea (dios de las artes -en el sentido mágico-, de las técnicas edilicias sobre todo)
Terracota pintada
Época paleobabilónica, 1800 aC

Fotos: Tocho, Museo Nacional de Iraq, Bagdad (Iraq), junio de 2019
(La estatuilla, de unos 35 cm de alto -una medida excepcional, como excepcional es el estado de conservación (solo le falta parte de un brazo)-, se halla en una vitrina colectiva. Ha pasado desapercibida)

Un ser antropomórfico, sentado, con una alta tiara que, si se observa detenidamente, resulta de la superposición de astas de toro: éste signo indica que se trata de una divinidad. Ningún ser humano, ni siquiera los escasos reyes mesopotámicos divinizados, portaron una tiara semejante: en el mejor de los casos, éste solo se componía de dos astas.

Porta una vasija en la mano. A sus pies, se enroscas dos seres híbridos, mitad humanos, mitad pez.
Éstos son apkallu, nombre colectivo que designa a semi-dioses, habitantes de las aguas (de los ríos y de las aguas primordiales de las marismas), que un día emergieron para trasmitir sus conocimientos (las artes y las técnicas) a los hombres, a fin que éstos tuvieran "armas" para sacar provecho del mundo, para cultivarlo, para hacerse con él y ponerlo a su servicio.  Los apkallu tenía el cuerpo de una carpa, el pez de agua dulce más grande del Próximo oriente, abundante en los ríos Tigris y Eúfrates, dotados de dos largos filamentos debajo de la boca, que recordaban una barba venerable, por lo que eran considerados personificaciones de la sabiduría. Las carpas eran sagradas -lo son aún hoy en la ciudad turca de Sanliurfa, en las fuentes del Tigris, pese a que se trata de una ciudad oficialmente musulmana, religión en la que el culto a los animales, considerado pagano, está proscrito.

Los apkallu estaban al servicio del dios de las aguas. Se llamaba Enki (en sumerio) y Ea (en acadio). Era uno de los dos hijos principales del An, el dios del cielo. Nammu, la diosa madre de las aguas primordiales era su madre.
Enki era astuto; tenía mano izquierda; sabía resolver problemas irresolubles. Era lo que Lévi Strauss calificaría de "bricoleur", el que sabía apañarselas para arreglar entuertos con maña -y escasos prejuicios.
Enki vivía en un palacio dentro de las aguas marismeñas. Era el dios de la construcción, que poseía múltiples recursos -Enki era ingenioso-, porque, en tanto que dios de las aguas igualmente, sabía cómo edificar en terrenos inestables, que deshacían, ya que nivel freático estaba casi a la superficie.

Esta estatuilla de grandes dimensiones es única -y poco conocida. Es una de las escasas representaciones divinas mesopotámicas, de principios del segundo milenio aC, que se pueden identificar sin dudar.
En este sentido, es una joya del Museo Nacional de Iraq en Bagdad.

Me excuso

Una inexplicable -y para mi desconocida e inadvertida- desconfiguración del blog me ha impedido recibir los comentarios desde hace años. Más de doscientos comentarios habían quedado bloqueados. Los he publicado. Son tantos que lamento no poder responder a todos.
Alguna persona solicitaba el permiso para reproducir o citar textos o fragmentos de textos. Permiso concedido. Los textos -que no reproducen textos de otros autores, incluidas traducciones modernas de textos antiguos- son de libre uso. Si la persona lo considera, puede citar la fuente. Del mismo modo, las fotos realizadas por Tocho son de libre uso.
He corregido el error y he vuelto a configurar el blog.
Espero que los mensajes me lleguen ahora.
De todos modos, sabiendo de este incidente ahora, verificaré regularmente que ninguno quede bloqueado a la espera de su publicación.
Siento este problema del que no me había dado cuenta -la falta de contestación no era debido a la falta de respeto (agradezco los comentarios: son instructivos y enriquecer las visiones a menudo parciales o limitadas del blog), sino a que dichos comentarios no me llegaban. Se almacenaban en un archivo que no sabía que existía (y que, por tanto, nunca había consultado).

Agradezco a la persona que me ha advertido de este fallo.

viernes, 28 de junio de 2019

Hermafrodito

Hermes, el dios mensajero griego, rápido como el viento, gracias al calzado alado que portaba, capaz de cruzar cualquier frontera, por inviolable que fuera, como las puertas del mundo de los muertos, y que se orientaba incluso de noche, guía de mercaderes y de ladrones -que necesitaban huir siempre-, que no sabía estarse quieto -como el niño que era-, quedó deslumbrado por la belleza hierática de la diosa de la belleza, la despiadada Afrodita, cuyo hechizo fulminaba -su origen era sombrío: nació del semen de su padre Urano, el Cielo, castrado por su hijo Crono, desperdigado por el mar, convertido en la espuma del mar, cuando éste lamía las costas de Chipre-.
De esta unión imposible, nació un hijo bellísimo, Hermafrodito -cuyo nombre resultaba de la unión de los de sus progenitores-.
Un día que Hermafrodito, fascinado por la claridad de las aguas de un lago, se bañaba, una ninfa indolente, Salmacis, que hasta entonces había rechazado tomar las armas  -como todas las servidoras de la diosa de los bosques y de los claros, Ártemis-, de pronto se sobresaltó. Saltó a las aguas para unirse a Hermafrodito. Éste intentó escapar del asedio, mas la ninfa imploró al cielo que no los separara. Se fundieron para siempre en un mismo ser, dotado de dos sexos.
Un hermafrodita era, pues, una persona dotada de dos genitales. Fue una figura muy representada en el arte antiguo, helenístico y romano. 
Esta palabra, que nombra a una persona con unas características físicas determinadas, ya no podrá utilizarse en Barcelona. El ayuntamiento de la ciudad ha dictado una norma que exige que "expresiones poco respetuosas (sic) como “hermafrodita” (...) deberían sustituirse, según el criterio municipal, por “persona intersexual”".

Al parecer lo que está en medio -inter es una preposición adverbial que significa "entre", tanto espacial como temporalmente: en medio de dos límites-, es "éticamente" más aceptable o defendible que lo que está en un o los límites, es decir se defiende lo que está en medio, lo "mediocre", lo normal, lo que no destaca, en suma; lo que está dividido (medio es un verbo latín que se traduce por dividir).

Hubo un tiempo en que los gobernantes habían estudiado las llamadas "humanidades", las antiguas artes liberales.  Así nos va

Legado (Saddam Hussein y Gilgamesh)



Palacio de Saddam Hussein en Babilonia

La Zona Verde es una extensa área en el centro de Bagdad que, desde los años cincuenta, alberga las sedes de las principales instituciones del país, así como palacios reales, mansiones de altos cargos del gobierno desde la independencia de Iraq, y embajadas como la norteamericana -situada, hasta los años setenta, en un gran complejo de varios edificios, proyectados por el arquitecto español José-Luis Sert, decano de la universidad de Harvard (Cambridge, Mass., EEUU) por el aquel entonces. Siempre ha sido una zona de parques y jardines, anchas avenidas, y edificios "representativos", en medio de un palmeral, a un lado del río Tigris, de paso restingido, por el que solo se puede circular en vehículo.
Tras la invasión de Iraq, en 2003, y hasta hace una semana, la Zona Verde -como todo Bagdad, fue rodeada por una alta y gruesa muralla de hormigón, dotada solo de dos accesos, vetados a todos los que no trabajaban o vivían en ella, y dotados de severísimos controles militares -que tenían la orden de dispara a matar a quien desconocía las reglas de comportamiento en los controles, o no las obedecía.
El ex-presidente Saddam Hussein, poseía dos palacios en la Zona Verde. Formaban parte de un conjunto de unos setenta palacios dispersos por toda Iraq. Fueron construidos en los años noventa, cuando el embargo de la coalición internacional, tras la Primera Guerra del Golfo, en 1991. Muchos fueron proyectados por un arquitecto y filósofo, hoy profesor de arquitectura en una universidad de Bagdad.
Hace tres días me condujo por la Zona Verde. Le pregunté por el sinnúmero de palacios, obviamente inútiles. Muchos no fueron nunca ocupados. Según la explicación que se ha solido ofrecer, Saddam Hussein, que temía un atentado, necesitaba tantos palacios para que nunca se supiera dónde se hallaba, dificultando o impidiendo cualquier ataque.
La razón, sin embargo, es distinta.
Se conoce la fascinación de Saddam Hussein por Mesopotamia. No sólo mandó restaurar o reconstruir monumentos y ciudades mesopotámicas, como las murallas de Nínive, las puertas de Babilonia o los ziggurats de Ur y de Dur Kurigalzu, sino que la bóveda de la sala central del palacio de Babilonia está decorada de imágenes del rey neo-sumerio Gudea, conocido como el rey-arquitecto, de finales del tercer milenio aC.
Saddam Hussein sabía que los grandes monarcas poseían innumerables palacios. También sabía que el legendario rey de Uruk, Gilgamesh, había proclamado que superaría su condición mortal -asumió que nunca podría poseer la inmortalidad de los dioses desde el nacimiento- gracias a sus obras. Así, las murallas de la ciudad de Uruk, en la que reinaba, que había mandado construir, mantendrían vivo el recuerdo de su nombre, y perduraría gracias a aquéllas.
Ésta era, al parecer, la razón que impulsó a Saddam Hussein a este esfuerzo casi suicida -en pleno embargo, con escasez de bienes y fondos, vaciando aún más las empobrecidas arcas públicas. Quería perdurar, como los reyes y emperadores de antaño, gracias a sus innumerables obras. Opus dei.

El arquitecto añadió una anécdota curiosa. El general norteamericano que se instaló en el principal palacio de Saddam Hussein, en la Zona Verde, quedó tan impresionado por aquél que solicitó que el arquitecto le construyera una réplica en Tejas. Tras recibir una negativa, pidió entonces que le fueran entregados todos los planos para encargar una copia del palacio. El arquitecto iraqi también se negó.

Hoy, la mayoría de los palacios han sido saqueados y, salvo unos pocos rehabilitados como centros oficiales -y el de Babilonia, quizá, como museo- nadie sabe qué hacer con ellos. 
Pero Saddam Hussein logró su objetivo -por ahora. Se le sigue recordando en iraq. Y sus palacios son, sino, la razón, una razón de su presencia aún viva en Bagdad.

jueves, 27 de junio de 2019

Camino de Damasco

Desde que un pintor moderno, a principios del siglo XX, escribiera que una pintura es una tela cubierta de pigmentos, y que una escritora "experimental" sostuvo que una rosa es una rosa, es difícil creen en los Reyes Magos.
Así no es de extrañar que a principios del siglo XXI, un artista hubiera creado unas hondas esculturas tales como:


¿Pero cómo no se le había ocurrido antes a nadie? Se saca la pintura del bote para cubrir el bote de pintura (frase compleja donde las haya, casi tanto como la obra: ¿se cubre el bote de pintura -con lo que sea, incluido pintura-, o se cubre con pintura un bote -de lo que sea, incluido un bote de pintura-?) El contenido se vuelve continente -y viceversa. La pintura se vuelve escultura. La pintura convierte el bote en una escultura -o ¿una instalación? El bote vacío -o ¿vaciado?- está lleno de sentido. Ha sido necesario vaciar el bote para dotarlo de sentido. La obra tridimensional está compuesta por capas bidimensionales que nunca adquirirán la tercera dimensional aunque la otorgan sobre lo que cubren; esconden y revelan; convierten un bote en una obra, escondiendo, literalmente, al bote. La obra, hecha de capas de pintura secadas sobre el bote, es como un fósil: tiempo encapsulado (más o menos, porque la huella del tiempo está fuera, lo que sin duda tiene una carga metafísica); y así.... la teoría es lo que tiene
Imprescindible. Esencial.
Sin duda es necesario que paguemos, entremos y nos recojamos ante la obra expuesta hoy en Barcelona. ¡Aleluya!

Ciudad del espejismo. Bagdad, de Wright a Venturi, 1952-1982, por primera vez en Bagdad (junio de 2019)




Oficina de Información Diplomática / Noticia
Diez años después la mirada española a la arquitectura de Bagdad llega a Irak
24/06/2019 18:20:00
El Cairo, 24 jun (EFE).- La exposición "Cuidad del espejismo: Bagdad de Wright a Venturi" ideada por el arquitecto español Pedro Araza ha abierto este lunes sus puertas en Bagdad tras más de 10 años de espera y en coincidencia con la inauguración del espacio en el que tendrá su sitio la extensión en la capital iraquí del Instituto Cervantes.
"Ha sido una experiencia fantástica, emocionante", ha asegurado Araza a Efe después de la inauguración en el Instituto Francés de Bagdad, en el espacio donde empezará a impartir clases de español el Instituto Cervantes tras la apertura hoy mismo de esta extensión del centro de Ammán en la capital iraquí.
Araza se ha mostrado sorprendido por la gran acogida de la muestra, recordando que esta exposición nació de una "idea modesta" en torno a 2006, cuando él mismo supo por causalidad que en Bagdad había un edificio proyectado por el arquitecto francés Le Corbusier.
A partir de sus investigaciones sobre distintos proyectos de arquitectos de renombre internacional en la capital iraquí, Araza creó una trabajo que en la versión presentada hoy se compone de paneles explicativos de esos diseños, con imágenes, planos y bocetos.
En el caso de la exposición de Bagdad, no incluye maquetas por el coste y la dificultad de trasportarlas hasta Irak, pero sí material audiovisual sobre esa ciudad "moderna" que no tiene que ver con la mítica Babilonia, tal y como ha señalado el arquitecto en su investigación.
La muestra permanecerá dos semanas en el Instituto Francés y está previsto que en octubre sea trasladada a la Universidad de Bagdad, ya que su Departamento de Arquitectura participó en el proyecto, según ha destacado Araza.
"Hubo un intercambio de documentación, porque en Europa teníamos los documentos, pero en Bagdad tenían la memoria", ha recordado, aunque no fue fácil contactar y colaborar con la Universidad iraquí en esos años, en los que el país era escenario de un conflicto sangriento.
Ahora que la violencia ha remitido, el resultado de esa investigación puede ser expuesto en Bagdad, después de haber viajado por Londres, Nueva York, Boston y Ramalá. EFE
fc/jlp/icn
COOP|OPROX

Nota: el nombre correcto es Pedro Azara

miércoles, 26 de junio de 2019

(Algunas) obras maestras del Museo Nacional de Iraq (Bagdad, Junio de 2019)


Sala de la prehistoria

Útil de piedra, 8000 aC













"Diosas de la fertilidad", 6000 aC









Cerámica, 5000 aC



"diosas-madre", 4000 aC




Máscara de Warka, 3400 aC


Cerámica pintada, 2800 aC

























 Colección de estatuas de orantes sumerios, 2800-2600 aC

 2600 aC





Elementos decorativos de fachada de templo, 2600 aC





 2600 aC





 Gran bronce sumerio




 León, Terracota, Tello, 2200 aC

Tablilla de plata




Célebre tableta babilónica con el "teorema de Pitágoras", mil quinientos antes que Pitágoras 



Cerámica paleo-babilónica, 1800 aC




Estela celebrando la victoria de reyes -decapitando a prisioneros- de Tell Asmar, 1800 aC




Fachada de templo, en relieve, de Warka, 1450 aC







 Enki/Ea, dios de la arquitectura y de las marismas, estatuas neo-asirias, s. VIII aC






Estatuas y relieves neo-asirios, de Nínive y Nimrud, s. VIII aC

 





relieve del palacio neo-asirio de Khorsabad, con escena de toma de ciudad, s. VIII aC

 







Toros alados neo-sumerios, guardianes de puertas de ciudades y palacios imperiales, s. VIII aC


Fotos: Tocho, Bagdad, junio de 2019
Con la amable autorización de la Dirección General de Antigüedades de Iraq


Si bien la devastación que el Museo Nacional de Iraq en Bagdad sufrió en 2004, con la pérdida (destrucción, robo), seguramente definitiva de unas siete mil obras (de un total de ciento cincuenta mil), no ha sido aún borrada -no lo será nunca ni quizá deba serlo-, el Museo, sitiado por un anillo de vías rápidas elevadas, en una área considerada peligrosa, estuvo cerrado durante más de diez años, permitiendo solo visitas concertadas para personas de y relacionadas con misiones diplomáticas y, poco a poco, y de manera intermitente, para colegiales iraquíes. 
Tras unos años caóticos -algunas obras maestras, como la máscara de Warka, una de las obras antiguas más célebres del mundo, fueron devueltas en buen estado, otras, como la gran vasija de Uruk, restaurada, en ocasiones apresuradamente o con pocos medios -, el gobierno italiano restauró las tres grandes salas a la derecha de la entrada del Museo dedicadas a los grandes relieves y las estatuas exentas de piedra neo-asirios de los palacios imperiales (Sargon II, Shelmaneser III) de Ninive. Se instaló y abrió una sala dedicada al arte sumerio, una segunda al arte acadio o babilonio, una tercera al arte islámico. El goteo de obras devueltas, casi siempre por países que habían logrado hallarlas en anticuarios, coleccionistas o en la frontera, permitió organizar de tanto en tanto exposiciones temporales que recordaban el daño sufrido y la lenta recuperación, parcial para siempre, del patrimonio perdido. 
Pocas personas pudieron visitar estas colecciones durante más de una década.
Un concurso arquitectónico para ampliar o rehacer enteramente el museo fracasó. La imagen de los recientes grandes museos de los Emiratos, creados a base de fondos sin fondo, aún ronda y es un peligro, por ahora sorteado. 

El museo está hoy abierto por la mañana . La dureza de los controles -las puertas solo se abren a visitas concertadas-, aún recuerda que la vida en Bagdad está aún lejos de la normalidad -y las perspectivas son sombrías.
Se visitan siete salas: prehistoria, neolitico y calcolitico; arte sumerio; arte babilonio; estatuaria neo-asiria (dos salas), tres salas de arte islámico, y pequeñas salas complementarias dedicadas a la escritura cuneiforme, y a la construcción mesopotámica. 
Las salas dedicadas a los tesoros de Nimrud, financiadas por el gobierno norteamericano, no están aún abiertas; la presentación museográfica no siempre está a la altura; las cartelas son insuficientes: pocas piezas están debidamente identificadas; la iluminación natural y artificial a veces dificulta mucho la contemplación de algunas obras a contraluz o en la penumbra (obras de pequeñas dimensiones); y la ordenación de las obras no siempre responde a un guión que tratara de ofrecer una visión de la creación mesopotámica, su ubicación en el espacio y su función siempre que se sepa o se adivine: es inevitable observar esos objetos con ojos preguntas y prejuicios modernos. Temas, hoy de actualidad, como el trato al enemigo, o las influencias culturales - relieves mesopotámicos revelan influencias egipcias-, que podrían tratarse con las obras expuestas, son obviados o quizá no hayan estado nunca o no puedan estarlo aún sobre la mesa. El juicio está inevitablemente marcado por la época y la cultura, y temas que hoy podrían ser de interés quizá aparezcan vanos, irrelevantes o demasiado obvios de aquí a unos años.

Con la salvedad de estas limitaciones museográficas y museológicas, el museo deslumbra -admiración que aumenta cuando se sabe la historia, penurias y daños por los que ha pasado. El estudio del próximo oriente antiguo no puede llevarse a cabo sin contar con las colecciones del museo nacional de Iraq que están a la altura de las grandes colecciones occidentales -creadas, en parte por apropiaciones de dudosa legalidad (incluso aceptando que no pueden juzgarse acciones anteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando el enfrentamiento entre potencias occidentales y el Imperio otomano que sometía al Próximo Oriente, y cuando la dominación colonial occidental en el periodo de entre-guerras, entre los años veinte y cuarenta).