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viernes, 11 de julio de 2025

Expolio

La palabra expolio, en latín, no significa robo, sino despojo. La noción de hurto, sin embargo, está latente, ya que un ente despojado queda a merced de la inclemencias, desvalido o desprotegido -el despojar es lesivo para lo que queda al descubierto- y, en tanto que dicha acción constituye un daño, el despojo se puede considerar como un botín obtenido sin el consentimiento de lo que ha sido privado de lo que lo recubre y, por tanto , puede equipararse a un robo.

En arquitectura, el expolio es una palabra culta y rara utilizada desde el siglo XVIII para designar a elementos arquitectónicos trasladados de un edificio a otro: hoy diríamos que reutilizados, con una salvedad; el elemento reutilizado había perdido la razón para la que había sido trabajado y empleado -era un elemento descatalogado, podríamos decir, a merced de cualquiera-, que adquiere un nuevo sentido y recupera una función, a menudo distinta de la que poseía o atendía, al entrar a formar parte descatalogado un nuevo edificio.

La Edad Media es la época histórica europea más rica en expolios: restos greco-latinos (un expolio es siempre un resto, forma parte de una ruina o de un edificio arruinado o, al menos abandonado, inútil, condenado o repudiado), reutilizados, en una época en que materiales, recursos, técnicas y saberes artesanos se habían perdido o estaban en recesión. Un expolio era un recurso en épocas falto de recursos.

Cualquiera que haya visitado la catedral gótica  de Barcelona y la haya rodeado quizá haya observado que el muro perimetral exterior del ábside incluye unos sillares con inscripciones latinas. Formaban parte de sarcófagos romanos reutilizados como material de construcción.

El uso de fragmentos ya elaborados, pertenecientes a construcciones en ruinas o canceladas, en obras de planta nueva, no es exclusivo -aunque sí común- de la edad media. Ya se practicaba en Mesopotamia. De hecho la inclusión de elementos de un edificio arruinado en una nueva construcción era necesario si se quería que la obra nueva se animara. El expolio era capaz de dar vida al edificio recién levantado.

Los expolios podían, solían o requerían presentar relieves, grabados o inscripciones. Se ha discutido si la elección del despojo era casual, y atendía solo a su estado de conservación, transformado en mero material de construcción, o si las inscripciones o relieves, dejados en evidencia, jugaban también un papel, y actuaban como amuletos o elementos que dotaban de significado a la obra nueva. El Mesopotamia, el simbolismo del expolio era tenido en cuenta: era lo que justificaba la elección de un despojo. Éste no solo establecía el linaje de una obra nueva, entroncándola con edificios del pasado prestigiosos y bendecidos por las divinidades, sino que permitían que la obra no fuera percibida como una muestra de orgullo humano, sino como un acto de piedad, cuidando y preservando los restos de una construcción anterior, insuflándoles una nueva vida al insertarlos en una obra nueva. 

Mas, el recurso al expolio romano en construcciones románicas, góticas -o islámicas- ¿no atiende, obvia o no tiene en consideración el simbolismo del que es portador el expolio, amén de su posible influjo mágico, o, por el contrario, es una muestra de respeto hacia el arte del pasado, y tiene en cuenta lo que el expolio aporta simbólicamente, lo que permite dotar de nuevos significados a la obra nueva, significados que la obra nueva no hubiera podido adquirir por sí sola? El maestro de obras o el arquitecto cristiano o musulmán del medioevo ¿sabía lo que significan las inscripciones latinas  -sin duda, sí sabía leer-, y apreciaba lo que contaban, y lo que su incorporación en la obra nueva implicaba y aportaba, o el recurso al expolio era un mero gesto que facilitaba la obra, puesto que echaba mano de piedras ya talladas halladas cerca del solar en construcción?


La posible respuesta a esta pregunta en la exhaustiva y documentada tesis doctoral de Andrea Palomino, de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, dirigida por la profesora de historia de la arquitectura, la doctora Carolina García Estévez, en proceso de elaboración, cuyo plan de investigación se juzga hoy.


A Carolina García Estévez, de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, que nos ha permitido leer este complejo trabajo de investigación.

Y al arquitecto y profesor de proyectos arquitectónicos en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, Gustavo Gili, que estudia para una próxima exposición el uso moderno del expolio en un caso concreto muy significativo.



martes, 4 de marzo de 2025

Ciudades y carátulas









































Siguiendo el trabajo del artista colombiano Raimond Chaves, se podría intentar documentar la imagen de la ciudad moderna española  -o la imagen moderna de la ciudad española turística- que las carátulas de discos de 45 rpm (más que LPs) de los años 60 y 70 transmiten.

Es la imagen que se tiene y se divulga.  Arquitectos, urbanistas, diseñadores debemos de tenerlas presentes.

Mallorca, Ibiza, Benidorm (su festival de ls canción, especialmente), la Costa Brava son ineludibles. El sol (y lo que acarrea) también. Y la palabra vacaciones.

Cabría enumerar los elementos arquitectónicos o urbanos  y su forma o estilo, desde las balaustradas hasta las farolas. En los entornos de colores resplandecientes, pocos elementos de la ciudad moderna aparecen, algún semáforo y poco más. La imagen es la del pueblo de veraneo y la casa rural. Como si se quisiera obviar la dureza de la metrópoli.  

Y éste es el imaginario que se impuso, lejos de las escuela de arquitectura. 

PS: Un completo y brillante trabajo recopilatorio ya ha sido llevado a cabo con portadas de cassettes -que no hemos incluido en esta primera selección que debería ampliarse mucho. Perlas deben de seguir escondidas. 
 

domingo, 17 de noviembre de 2024

PAUL RUDOLPH (1918-1997) O ZIGURATS EN EEUU











































 Fotos: Tocho, noviembre de 2024


Los  norteamericanos tuvieron la suerte que el arquitecto norteamericano Paul Rudolph fuera un gran dibujante y tuviera un estudio con excelentes dibujantes, y que apenas lograra construir -lo poco que construyó, se ha derribado debido a la deficiente construcción prefabricada de hormigón, de muy difícil mantenimiento, y solo un par de obras que merezcan ser preservadas se mantienen en pie. 
Proyectos mastodónticos con volúmenes siempre inspirados por los zigurats mesopotámicos hubieran atravesado la trama urbana de manera inmisericorde,  abriendo brechas colmadas por cadenas montañosas artificiales donde bloques y vías rápidos hubieran zigzagueado por las ciudades hasta el horizonte.
Mas, estas pesadillas urbanísticas y arquitectónicas constituyen, en cambio, dibujos fascinantes, en los que destacan las representaciones de seres vivientes, humanos y animales, que contrastan con la grandiosidad y la dureza de los volúmenes. Son figuras convertidas en espectros, que nacen del súbito temblor de las delicadas líneas rectilíneas que componen la matizada iluminación, los claros oscuros de estancias y volúmenes. De pronto, unas pocas líneas se enroscan, se retuercen, se alzan y descienden como un animal serpenteante, antes de regresar a su forma recta y tersa. Estás circunvalaciones configuran figuras espectrales, particularmente adecuadas, pues en las fantasías futuristas de Paul Rudolph solo cabían seres descarnados, sin rostro ni presencia, sombras o vibraciones de figuras casi invisibles, como si los volúmenes alucinados fueran, en verdad, tumbas o cenotafios.

Una deslumbrante exposición en el museo metropolitano de arte de Nueva York (MET),  recuerda a esta arquitecto visionario que deja un reguero de imágenes de lo que podo ser y, por suerte, no fue, que solo se disfrutan en el papel.