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viernes, 5 de septiembre de 2025

El dragón (Niki de Saint Phalle, Antonio Gaudí y el arte de los cuentos infantiles)
































Fotos sobre fondo negro: Tocho, septiembre de 2025


La artista franco-norteamericana Niki de Saint Phalle (1930-2004) descubrió, en una visita a Barcelona que realizó en 1954, el parque Güell que el arquitecto Antonio Gaudí proyectó y construyó a principios del siglo XX, y en particular el dragón del acceso al parque y los motivos serpenteantes que se desenvuelven en el mismo.

Niki de Saint Phalle sufrió incesto de pequeña. Y violaciones.

Expulsó los fantasmas que la habitaron a través de motivos en apariencia infantiles: el dragón del parque Güell le ayudó exorcizar el horror. 

Los motivos del dragón y la serpiente empezaron a multiplicarse en su obra pintada, esculpida y arquitectónica .

Niki de Saint Phalle supo ver en la obra de Gaudí una faceta terrorífica procedente del universo infantil.

 Lejos de la iconografía religiosa -y mitológica-, un inquietante humor surgido de los temores nocturnos infantiles recorre la obra de la artista, como del arquitecto Gaudí, que Niki de Saint Phalle intuyó y supo ver. 

La iconografía de los cuentos y las leyendas, con las que se sacuden los demonios que asustan y fascinan, ha sido olvidada en la lectura de las obras de Gaudí

Una hermosa y perturbadora exposición antológica sobre el bestiario de Niki de Saint Phalle, en la ciudad francesa de Aix-en-Provence, nos recuerda, hoy, la función sanadora del arte y la necesidad de los monstruos de los cuentos para sobreponerse a monstruos aún más terribles puesto que muy cercanos, reales o imaginarios.

https://www.caumont-centredart.com/fr/niki-saint-phalle

jueves, 4 de septiembre de 2025

El ogro




















 

Fotos: Tocho, septiembre 2025 -salvo la primera


La diseñadora industrial Eileen Gray, con la ayuda del arquitecto Jean Badovici, proyecto, construyó y amuebló , en 1926, una de las primeras villas modernas europeas, llamada E-1027, en la Costa Azul francesa.

Trece años más tarde, cuando los inicios de la Segunda Guerra Mundial, estando la villa desocupada, el arquitecto Le Corbusier invadió la villa y pintarrajeó las paredes de la estancia principal, movido sin duda por la envidia por no haber logrado construir a tiempo una villa tan innovadora, en una acción que Gray dijo haber vivido  como una violación.

Cuando la restauración de la villa , recién concluida, no se han podido eliminar las mediocres pinturas de Le Corbusier, porque cualquier trazo suyo es hoy patrimonio universal.

El fotógrafo francés Stéphane Couturier ha cumplido con un encargo de fotografiar la villa en todo su renovado esplendor. Couturier ha superpuesto en una misma imagen los lenguajes antagónicos de Gray y Le Corbusier, la delicadeza del pincel con la brocha gorda. 

En una explicación de su trabajo, Couturier comenta que sus fotografías digitales muestran al ogro devorando a la artista, la obra de Gray mancillada o absorbida y destruida por Le Corbusier.

Esta reciente serie fotográfica se expone hoy en los Encuentros Fotográficos de la ciudad francesa de Arles.

https://www.rencontres-arles.com/en/expositions/view/1617/stephane-couturier

https://www.frequence-sud.fr/m/art-103424-stephane_couturier__eileen_gray_et_le_corbusier_arles


jueves, 28 de octubre de 2021

La escultura moderna

 De entrada, en la entrada, el director advertía: no se trata de una exposición histórica, sino poética. 

Una exposición sobre esculturas modernas occidentales que no quieren ser esculturas, que no buscan ser consideradas ni apreciadas como esculturas. Esculturas que se despojan de su condición escultórica junto con obras hasta entonces percibidas como no escultóricas que quieren cambiar de género. Esculturas de artistas nacionales e internacionales que son dibujos, fotografías, objetos de uso diario, elementos naturales, que no pretenden o se contentan con ser confundidas con dibujos, fotografías, objetos de uso diario ni elementos naturales, sino que quieren ser esculturas siendo al mismo tiempo lo contrario, obras bidimensionales, o materiales no tocados por la acción humana, que buscan mostrar que un dibujo o una fotografías puede ser una escultura porque así lo desea, lo afirma y así se presenta, sin que éste deseo implique renuncia alguna sino que enriquezca su naturaleza, su naturaleza doble.

La exposición, por tanto, es un acto de fe. Está pensada para conversos, y para quienes tienen fe en que estas dobles naturalezas existan y puedan ser apreciadas. Fuera de la iglesia, solo cabe el escepticismo o la indiferencia.

Los textos explicativos también producen cortocircuitos, como insólitas revelaciones que van en contra de los lugares comunes, las acepciones convencionales. Yuxtaponen y enlazan frases, conceptos sin solución de continuidad, que chocan y desconciertan buscando el fulgor del encuentro inesperado. Se pasa, en un abrir y cerrar de ojos, del espacio que abraza la escultura y en la que la escultura se ubica, el espacio que la escultura crea o modifica, a las vistas de la tierra desde el espacio, a la escultura minimalista que no quiere ser sino lo que es, un cuerpo en el espacio concreto, tangible, cercano, sin perderse por el espacio imaginario y de los sueños, para concluir con esculturas minimalistas que se oponen al minimalismo, que lo desmontan desde dentro, sabiendo lo que hacen y lo que exponen porque son minimalistas.

Los textos desconciertan, sacuden porque toman la realidad a contrapelo. La estatuaria de terracota y de bronce sólo se puede realizar mediante moldes. La casi totalidad de la estatuaria antigua, anterior al siglo XIX, así como la estatuaria moderna no occidental, nace, como un ser vivo, del vientre de un molde que imprime sus rasgos en el rostro y el cuerpo de la estatua. La retratística escultórica a menudo ha recurrido a máscaras mortuorias para reproducir la faz de la persona figurada o duplicada, el doble de la persona multiplicada a través y por sus imágenes petrificadas. Las máscaras mortuorias se moldean directamente sobre el rostro del difunto, una técnica inmemorial. Pero la exposición parte del presupuesto que la escultura moderna asume como propio, como rasgo característico, distintivo, para afirmar su singularidad, un rasgo o una técnica comúnmente utilizada por la estatuaria no moderna; una técnica que se asumía como inevitable -no se podían fundir esculturas de bronce sin moldes, ni se podían reproducir los más mínimos rasgos de un rostro cansado o envejecido, arrugado, plegado, doblado, vencido por el tiempo, sin el recurso de la máscara mortuoria- y que ahora la escultura moderna reivindica como una elección, una opción, el uso de moldes que se supone eran denostados (pero que se utilizaban comúnmente, quizá con vergüenza, sin afirmarlo) entre otras opciones, un gesto que denota libertad  y no sometimiento a la técnica.

Una exposición que desmonta asunciones, afirmaciones que se daban por sentadas, que proclama la fe en otras maneras de crear esculturas, que defiende la voluntad de escultura de dejar de serlo, y de obras -que hasta hoy no eran esculturas- de serlo (de ser din dejar de ser escultura), y que concluye, tras esta singular metamorfosis, ante y con un dibujo, un dibujo de trazo fino que sugiere rostros o máscaras mortuorias, un dibujo de Lorca que nunca realizó ninguna escultura .

Una exposición iniciática sobre la paradójica, trágica condición de la escultura moderna, desgarrada entre lo que es y quiere ser, sobre los enigmáticos sentidos de la escultura moderna, que exige amplitud de miras y buena fe. 

https://www.fmirobcn.org/es/exposiciones/5772/el-sentido-de-la-escultura




Obras de On Kawara, Beuys y Garcia Lorca en la muestra sobre escultura moderna