Sebastiano Ittar: planta de las ruinas del templo de Zeus en Nemea, 1803, encargada por Lord Elgin, publicada en Elgin Drawings, vol.2. Londres, Museo Británico
domingo, 19 de octubre de 2025
La ruina -o el pabellón alemán en Barcelona
sábado, 11 de octubre de 2025
LÁSZLÓ MOHOLY-NAGY (1895-1946): THE NEW ARCHITECTURE OF THE LONDON ZOO (LA NUEVA ARQUITECTURA DEL ZOO DE LONDRES, 1936)
miércoles, 1 de octubre de 2025
Barcelonazi
Desde 2019, el monasterio de Montserrat alberga una colección de una veintena medallas personales por el arquitecto Xavier Busquets Sindeu (1917-1990). Entre éstas se encuentra una conmemoración de la legión Cóndor.
Dicha legión, compuesta por tanques y aviones caza, fue una creación del gobierno alemán de Adolf Hitler para ayudar a los sublevados del General Franco en contra del gobierno legal de la Segunda República. Dicha temible legión contaba con soldados alemanes y españoles.
El condecorado con dicha medalla era el arquitecto que poco tiempo después del fin de la Segunda Mundial proyectó y construyó uno de los ejemplos emblemáticos de la arquitectura moderna en Barcelona: el Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña.
El edificio fue restaurado recientemente. Con motivo de la limpieza del friso de Pablo Picasso grabado en placas de hormigón que recorren el remate del cuerpo más bajo del edificio, se estudió la documentación del proyecto y del autor del edificio. Su adscripción al ideario de la Alemania hitleriana era un secreto a voces, pero no se voceó. Si a Dalí se le rechazó durante años por sus afirmadas simpatías por la dictadura española, ¿qué habría ocurrido a la sede del colegio de arquitectos si el pasado de su autor se divulgara?
Dicho arquitecto llevó a cabo un gran edificio moderno, enlutado por un oscuro muro cortina, en la avenida Diagonal. Se trataba de un edificio de nueva planta que reemplazó a una villa neoclásica, la Villa Perelada Palla, construida por el arquitecto Sagnier durante la primera guerra mundial.
A finales de la guerra civil española el edificio fue adquirido por el gobierno hitleriano para convertirlo en la sede del instituto alemán, dedicado a promover una cierta visión de la historia.
El arquitecto que llevó a cabo la obra que reemplazó a la villa no podía haber sido escogido de manera más oportuna.
jueves, 28 de agosto de 2025
JULIO MARÍA FOSSAS (1868-1945): CIUDAD DE LOS PERIODISTAS (BARCELONA, 1917-1921)
Fotos: Tocho, agosto de 2025
miércoles, 27 de agosto de 2025
Cristo en el monte Carmelo: FRANCESC FONOLLÁ JOVER (1948-2017): CASAS VERDES (Barcelona, 1976)
Fotos: Tocho, agosto de 2025: el barrio de Can Baró, hoy
Las devastadoras inundaciones de 1962 anegaron el barrio de chabolas del Somorrostro, en la playa de la Barceloneta (Barcelona).
Los supervivientes huyeron a la colina del monte Carmelo y se instalaron en el barrio de barracas del padre Alegre (un sacerdote que fundó el cercano hospicio religioso del Cottolengo para huérfanos). Se le conocía también como el barrio de las chabolas de Can Baró (un nombre nobiliario, de una familia aristocrática, que se remonta a la alta Edad Media, quizá hasta finales del imperio romano, en el siglo V, muy alejado de lo que se convirtió la propiedad).
El barrio se extendía por las laderas más empinadas y rocosas del monte por el que zigzagueaba el camino -hoy carretera- del Carmelo, bajo una curva en horquilla, seguramente la más cerrada de todas las calles de pronunciada pendiente, vetadas al tráfico, de la ciudad. Este barrio, sin ningún servicio, ni calles accesibles, atravesadas por alcantarillas a cielo abierto, se extendía, en zonas por laderas imposibles, hasta el vertiginoso precipicio de una cantera -hoy un aparcamiento, cerca del cual se extiende una pasarela colgante -el puente de madera, peatonal, de Muhlberg, no apto para personas con vértigo-, que sortea una abrupta falla en la ladera, un corte vertical intransitable. Las barracas, colgadas del vacío, con cubiertas de Uralita, se apoyaban unas sobre otras, como en unas terrazas inexistentes.
El barrio fue sustituido en la segunda mitad de los años setenta del siglo pasado por un conjunto de altos bloques, construidos en lo alto de una pendiente tal que calle alguna ha podido trazarse, y que solo se recorre por escaleras de vértigo y rampas en zigzag. Los bloques de protección oficial, con pisos duplex, se dispusieron alrededor de dos plazas de irregular perfil, unidas por rampas y escaleras.
La plaza más recoleta, a un lado, está presidida, a petición de los habitantes, por una talla de un Pantocrator, de pie, con una mano apuntando al cielo en un gesto de bendición. La talla, hoy en una urna, se dispuso sobre una peana apoyada en un promontorio rocoso que sobresale del enlosado: un eco de lo que fue el barrio, y un recuerdo del bíblico monte Carmelo, donde acontecerá el final de los tiempos.
Las casas, que los vecinos quisieron que se pintaran de verde, y las plazas, maltrechas y descuidadas, se están rehabilitando al fin. Las obras no han concluido.
Son un singular ejemplo de encuentro entre un pueblo -alrededor de una plazoleta presidida por una figura sagrada- del que el tráfico está excluido -la orografía, por otra parte, imposibilita su paso- y una urbe, ejemplificada por torres de pisos.
Agradecimientos a Xavier Justes, vecino cercano, por la información sobre este conjunto y su historia. Los errores o imprecisiones son solo importables al blog.
sábado, 16 de agosto de 2025
GERALD SCARFE (1936): WELCOME TO THE MACHINE (1977) & EMPTY SPACES (1982)
martes, 29 de julio de 2025
Subir los colores (al Centro Pompidou, París)
Jean Dewasne
Fernand Léger
Rogers & Piano: Centro George Pompidou
El Museo Nacional de Arte Moderno. Centro Pompidou, varado en pleno centro de París, cumple cincuenta años. Tras dos previas intervenciones para reorganizar el interior y restaurar las escalera mecánica cubierta que asciende por la fachada pautada por tubos y conductos metálicos, el edificio ha cerrado por vez primera. La rehabilitación del edificio durará cinco años. Éste debe ser prácticamente reconstruido. La corrosión ha hecho de las suyas, así como el desgaste debido a un número de visitantes muy superior al previsto. De algún modo, el museo ha muerto de éxito.
El estudio del proyecto original, de los arquitectos, entonces socios, Richard Rogers y Enzo Piano, revela algunos detalles curiosos.
El museo destaca por la exposición de las instalaciones que acaban configurando el volumen del edificio: una endiablada composición de tuberías de distintos diámetros, verticales y horizontales, que constituyen la estructura, el cableado, y los conductos de agua, electricidad, ventilación, etc.
Un precedente y un equivalente a lo que aconteció en el campo de la alta costura, diez años más tarde, a cargo de Jean Paul Gaultier, cuando la ropa interior -corsés, sostenes, fajas, ligas- pasó al exterior.
El despliegue de ferretería llamó la atención no solo por su presencia tan visible, y por su extensión, sino por los colores de los tubos, rojos, azules, amarillos…,
Se pensó que los arquitectos guiñaban el ojo a las obras de Le Corbusier .
Sin embargo, el proyecto inicial consistía en un laberinto o trenzado de tubos y conductos blancos.
El proyecto resultaba de una decisión presidencial. El presidente francés George Pompidou, amante del arte moderno, consideraba que París empalidecía ante Nueva York. Su museo de arte moderno, pese a sus riquezas -un museo que todavía existe-, le parecía pobre y discreto. París necesitaba de un golpe de efecto.
El edificio cumplía solo en parte con el deseo presidencial. George Pompidou sugirió que el metal se pintara con los colores de un cuadro de George Braque, que representa una estructura metálica, signo de modernidad. Mas, los colores del cuatro eran apagados, oscuros. Aplicados a la estructura, entristecían la obra.
Fueron los artistas franceses, François Morelet, conocido por sus pinturas abstractas de fuertes colores vibrantes aplicados en medianeras y fachadas, junto con, al parecer, Jean Dewasne, célebre por sus murales abstractos y coloreados con tonos vivos, en los que se distinguen formas tubulares -que evocan el dibujo animado Yellow Submarine, el cual también inspiró a Rogers y Piano-, aplicados en espacios públicos, y monumentos como la Grande Arche parisina, construida, a petición del presidente francés Mitterrand, en los años ochenta, quienes, seguramente convocados por el presidente francés, coleccionista también de arte moderno abstracto y cinético, lograron caracterizar y personalizar el Centro Pompidou, convertido en un imprevisto trenzado de colores.
La importante intervención de ambos pintores, casi la co-autoría, no ha sido, hasta hoy, plenamente reconocida. Una prueba más de la necesidad de las bellas artes en una carrera como la arquitectura que en España solo guiña el ojo a la ingeniería.


















































