Fotos: Tocho, Akre (Gobernación de Mosul, Kurdistán, Iraq), octubre de 2025
sábado, 18 de octubre de 2025
El origen de la lluvia ( Akre)
Fotos: Tocho, Akre (Gobernación de Mosul, Kurdistán, Iraq), octubre de 2025
miércoles, 13 de agosto de 2025
La guerra de las Galias
Fotos: Tocho, Museo de la Romanidad, Nîmes, agosto de 2025
NB: la última imagen representa al dios Apolo
El interés por la cultura llamada Galo-Romana se despertó a mediados del siglo XIX.
Se conocía bien la conquista romana de las Galias gracias al libro que Julio César escribió sobre este tema. Julio César, en plena guerra civil romana , dirigió la guerra contra las tribus galas y las aplastó, victoria a la que siguió el exterminio de la población (un millón de muertos).
Dado que los galos no tenían escritura y que la romanización fue intensa y efectiva, los únicos datos escritos sobre la cultura gala que se conocen son los que Julio César aportó, necesariamente tergiversados.
Julio César acumulaba cargos políticos -era cónsul-, religiosos, como pontífice y flamen mayor o sacerdote del culto a Júpiter (aunque afirmaba que su linaje descendía de Venus), y militares.
Tras la conquista y pacificación de las Galias -que incluían lo que hoy es Francia, Bélgica, Países Bajos y una parte de Alemania-, el senado romano, temeroso del creciente poder y de las ambiciones de Julio César que se pensaba eran monárquicas para acabar con el gobierno republicano, le declaró la guerra. Estalló la guerra civil.
Esta no hacía sino prolongar recientes tiempos revueltos que habían llevado a Julio César a abatir a los galos siempre amenazantes.
Francia, a mediados del siglo XIX, era una república, la segunda república, tras la revolución de 1848, que concluyó con la abdicación del rey Luis Felipe. Éste había llegado al poder tras la renuncia de Carlos X, durante las revueltas de 1830.
El presidente de la república era Carlos Luis Napoleón, sobrino del emperador Napoleón I. Tres años más tarde, el presidente se nombró emperador con el nombre de Napoleón III.
Francia vivía un siglo agitado por las diferencias sociales entre una burguesía acaudalada y una mano de obra miseria, trabajando en condiciones infrahumanas. El abismo era aún más patente debido a los aires aristocráticos que se la burguesía parisina había adoptado.
Del mismo modo que Julio César se nombró cónsul de por vida -evocando a la monarquía etrusca y anunciando el imperio- para apaciguar y transformar una República trastocada, Carlos Luis Napoleón decidió imitar al cónsul romano.
La prueba más visible de los logros políticos y militares de Julio César fueron la conquista y sumisión de las Galias, que perfilaban la figura de un gran político y un militar dotado, virtudes que justificaban su asunción de un poder absoluto con los sue engrandeció a Roma. El estudio de las mismas, de su derrota y de su mutación en una próspera provincia romana, parecía necesario para ofrecer el modelo que Carlos Luis Napoleón, convertido en Napoleón III, pretendía.
Promovió la arqueología gala, la definición de una cultura bautizada como Galo-romana (una invención de talante político decimonónica), y la creación de un museo arqueológico galo-romano en Saint Germain-en-Laye, no lejos de la capital, que aún existe.
La cultura galo-romana, que el emperador inventó , fruto de la conquista de las Galias por parte de quien acabó con la República Romana, legitimó el poder de Napoleón III, quien engrandeció y transformó París a golpe de piqueta, inició una agresiva política colonial en África y en México -nombrando incluso a un fugaz emperador, Maximiliano -, declaró la guerra al imperio ruso al que derrotó en Crimea, y se enfrentó al Sacro Imperio Germánico -con los resultados ya conocidos: el decreto de una tercera República francesa.
Una instructiva exposición sobre la cultura galo-romana, establecida en el siglo XIX, y su estrecha relación con el imperio francés, en el museo de la Romanidad en Nîmes (Francia), ilustra bien sobre el trasfondo político de la arqueología en el siglo XIX, y su práctica para hallar las “raíces” antiguas de las naciones que se forjaron entonces, unas contra otras, basadas en supuestas épocas de esplendor, en unos sueños míticos o legendarios, entre Covadonga y la marca hispánica, como bien comprobamos en toda España, por ejemplo, en Cataluña .
https://museedelaromanite.fr/agenda/exposition-gaulois-mais-romains
lunes, 9 de junio de 2025
Pentecostés (Quincuagésimo), o El Paracleto
Nueve de junio de dos mil veinticinco: lunes de Pentecostés.
Aunque vamos perdiendo (interés en el) conocimiento de los rituales católicos que han pautado durante dos milenios la vida en occidente, mayoritaria -aunque no exclusivamente- y el conocimiento de lo que es y significada el lunes en Pentecostés, éste sigue influyendo en la vida diaria, siquiera porque tiene el poder de convertir un día laboral en un día festivo.
Pentecostés, o el Quincuagésimo día después de ls celebración de la Pascua (los cincuenta días tras la Resurrección Pascual es una cifra mágica: siete semanas de siete días): se trata del día en que el espíritu divino (el llamado Espíritu Santo) desciende sobre los apóstoles -dejados de la mano de Dios tras la resurrección de Cristo- e invierte el castigo impuesto tras la caída de la Torre de Babel. La multiplicación de las lenguas acontecida entonces para impedir que los humanos se pusieran de acuerdo para asaltar los cielos, deja de ser un problema, porque los apóstoles adquieren el conocimiento de todas las lenguas a fin de poder evangelizar -de portar la buena nueva y de convertir a todos los humanos convirtiéndoles en adoradores del mesías- a toda la humanidad.
Esta fiesta, derivada de la fiesta de las cosechas judía -cuando, al final de la primavera, se sacrificaban las primicias en honor de las divinidades Yahvé, Baal, Asherat, Astarté…., y se renovaba el pacto de buena convivencia entre el cielo y la tierra-, rememoraba, a través del descendimiento de una llama ardiendo sobre la testa de los apóstoles, súbitamente iluminados y capaces de dilucidar los misterios de todas las lenguas, el acuerdo muy anterior entre Moisés y Yahvé, que manifestaba su presencia a través de una zarza ardiendo, en lo alto del monte Sinaí, tras el cual Moisés recibió las tablas de la ley gracias a las cuales se ordenaría la vida en la tierra y su relación con lo alto.
Este pacto, consistente en una iluminación, un súbito incremento de inteligencia, de luces, para echar luz sobre problemas, oscuridades, disipar tinieblas, y favorecer encuentros y pactos, una vez establecido el contacto con el otro tras verle la cara hasta entonces en la penumbra, se inspiraba en la filosofía neo-platónica.
Ésta sostenía que el filósofo veía sus esfuerzos en favor del diálogo en la tierra y con el cielo -con el Uno- bendecidos con el encuentro con el Paracleto -el nombre de una divinidad que se aplicará al Espíritu Santo.
El Paracleto era el nombre del mediador, es decir de la faceta mediadora de la divinidad, en este caso, Zeus. Zeus se abría a rescatar e iluminar a quienes abogaban por el conocimiento y el entendimiento.
La palabra griega paracleto (παρακλητος) designa a la persona que era llamada o invocada en auxilio. Un paracleto brindaba ayuda a quien se hallaba en dificultades: tal era la situación de un enjuiciado. Éste, para actuar en defensa propia, para defenderse de las acusaciones quizá injustas o injustificadas, apelaba a quien pudiera hablar en nombre suyo, mediar e interceder en favor suyo.
Un paracleto era un abogado. Advocatus, en latín, nombraba a quien ers llamado para brindar su ayuda: una persona o un ente (el espíritu, incluso, según Cicerón) convocados para asistir a un juicio y asistir a quien necesitaba ayuda para salir con vida de un peligro, una condena que le podía llevar a la muerte. El abogado, es decir, el paracleto, le libraba del mal, de la muerte, y le otorgaba una vida plena, libre de nubarrones, una vida a plena luz del día.
La fiesta del Pentecostés es, por tanto, la fiesta de la luz: una luz que desciende, ilumina a los hombres, y les hace descubrir los problemas y hallar soluciones no lesivas a las dificultades.
Parece que este año, Paracleto se ha quedado parapetado en lo alto, sin dignarse en descender -si es que algún año ha descendido.
lunes, 28 de octubre de 2024
RAY HARRYHAUSEN (1920-2013): LA HISTORIA DE HANSEL Y GRETEL (1951)
Ray Harryhausen fue un gran cineasta y especialista en efectos especiales no digitales norteamericano, autor de películas de animación, así como de películas con actores y figuras articuladas representando a héroes mitológicos , demonios, monstruos y alienigenas , movidos gracias a la técnica de stop-motion (o veinticuatro fotos por segundo cambiando levemente a cada vez la posición de las figuras en cada viñeta.
Esos ojos de niños horrorizados y horrísonos….
jueves, 5 de septiembre de 2024
Santa María Magdalena, que estás en los cielos….
Anónimo: Ascensión de María Magdalena, 1506-1507. Ferrara, Pinacoteca Nacional
sábado, 6 de julio de 2024
Viaje
Hércules se encontró ante un cruce de caminos al final de su vida. A la izquierda, una senda empinada, pedregosa y árida que zigzagueaba ascendiendo por una montaña entre afilados riscos. El camino parecía no tener fin ni llevar a ningún lugar. Una muchacha vestida sobriamente, sin afeites ni ornamentos, el pelo recogido, la cara limpia, seca, severa y digna, cuidaba el acceso.
A su vera, a la derecha, una amplia senda ondulante, bordeada de prados floridos y árboles frutales ascendía lentamente. La calzada no tenía obstáculos. El suelo era liso. Ni barro ni un pedregal. Una joven hermosa, hermosamente vestida, sonriente y enjoyada, seducía para escoger el camino.
Uno, arduamente, conducía al cielo. El otro…
En cualquier caso, la vida era un viaje, y la elección del mismo determinaba la vida que esperaba al viandante, en esta y en la otra vida.
El viaje es, en cierto modo, un modo de vida. Viaje está asociado a viático, que designa lo imprescindible para el vida: el sustento para el camino. Camino o vía , de donde derivan las palabras viaje y ciático. Una vía real, recta o tortuosa, y metafórica: una manera de vivir. La única manera. La vida sin el viaje no se concibe.
El vía, la senda traza la duración y el sentido de nuestra vida. Una línea nos lleva. El fin de la vida es el fin del viaje.
Quienes rehuyen la vida, por miedo, desprecio o rechazo del otro, se encierran en un mismo lugar acotado y con la puerta cerrada.
Durante el trayecto encontraremos con otros viajeros: rectos, truhanes, altivos o pedigüeños. Tendremos toda clase de encuentros y encontronazos. Querremos dar media vuelta y volver al inicio del camino, como si nos hubiéramos equivocado al escoger la senda. Pero no hay vuelta. Todos viajamos. Y todos tenemos hacia donde la vía nos lleva. Podemos dejarnos llevar, como si el camino nos arrastrara. Pero el camino es solo el medio para que nuestra vida acontezca.
Hoy querríamos que los viajes no tuvieren lugar: o que apenas encontráramos a unos pocos viajeros.
Hoy tememos el camino. Querríamos no tener que escoger. Quietos.
Hércules, al suicidarse, creyó haber errado en la elección. Hoy, preside a la diestra de su padre Júpiter.
lunes, 20 de mayo de 2024
….y a las siete semanas (Pentecostés)
Lunes, 20 de mayo de 2024
Judios y cristianos celebran la fiesta de Pentecostés o, con precisión, los efectos, al día siguiente, de dicha fiesta, que acontece siempre en domingo, siete semanas (siete por siete días, un redoble mágico del mágico número siete) después de la resurrección del dios cristiano, abandonando su naturaleza humana -los humanos no resucitamos- en favor de la divina, y de su ascensión deslumbrante.
Dicha fiesta sella el inicio de las cosechas. Una fiesta agraria inevitablemente religiosa que designa no solo la próxima abundancia alimenticia sino también espiritual: la fiesta también celebra la mítica entrega de las tablas de la ley por parte de la divinidad a su mediador (Moisés, en este caso), en lo alto del monte Sinaí, que sellan la buena relación entre la divinidad protectora y sus protectores que le devuelven el favor mediante el culto extático.
La fiesta, por tanto, celebra la intercesión divina.
El cristianismo ofrece una interpretación de dicha festividad judía. Cincuenta días más tarde de la ascensión del dios cristiano, desaparecido así de la tierra, se renueva su presencia, latente, esta vez, con la bajada de llamas sobre la testa de sus fieles que de pronto, iluminados, ensanchan su punto de vista: ven más y mejor, ven lo que no se ve, ven lo invisible, acceden, por tanto, a contemplar el invisible, ls divinidad incorpórea, y a dialogar con ella; se vuelven seres espirituales, casi desencarnados, superadas las limitaciones físicas que nos convierten en seres mortales.
Lo que acontece durante la celebración es el descenso, en forma de fuego de una entidad ambigua, que es a la vez una parte de la divinidad, su hálito o soplo (llamado Espíritu Santo), y es una divinidad distinta de la divinidad, llamada Paracleto, que, en griego, significa Mediador, y que toma posesión de los mortales para interceder ante la divinidad invisible, y acercarles a ella, de modo a que relación entre mortales e inmortales sea más estrecha.
El efecto de dicha posesión es singular: poseídos por el espíritu o paracleto, los mortales adquieren el don de las lenguas y pueden así no solo hablar con todo el orbe, sino con la misma divinidad considerada el Verbo y caracterizada precisamente por su voz capaz de alumbrar a todos los seres, tan solo llamándolos, nombrándolos, durante los siete días la la creación, periodo que la pentecostés rememora.
La multiplicidad de las lenguas, la capacidad de hablar con todos, invierte la condena bíblica tras la fracasada construcción de la Torre de Babel, una escalera que se adentras más allá de las nubes, capaz de poner la divinidad al alcance de los humanos.
La multiplicación de las lenguas, en Babel, es percibida como un castigo divino, pues impide que los constructores de la Torre puedan entenderse y ponerse de acuerdo para proseguir la obra. Hasta entonces, en efecto, solo se hablaba una lengua.
La fiesta de Pentecostés pone remedio a esta condena. La multiplicidad de lenguas ya no es un obstáculo para la comunicación sino un acicate. Sabiendo todas las lenguas, la humanidad puede entenderse y entender a la divinidad. Sella por tanto el reencuentro entre ésta y los humanos, acuerdo que la torre de Babel había fracturado. Devuelve las buenas palabras, el diálogo entre mortales e inmorales.
Un diálogo que la historia ha revelado ser en vano, aunque la esperanza, para algunos, no se pierde. Sin comunicación, sin entendimiento el conflicto es inevitable: significa la incomprensión del otro y por tanto instaura la suspicacia y una actitud a la defensiva o una disposición al ataque.
Quizá hoy dicha fiesta, real o ilusoria, sea más necesaria que nunca. O quizá debamos olvidarnos del sueño de aspirar a comunicar con lo alto para tratar de dialogar con quienes están al lado nuestro. Un esfuerzo que la Pentecostés también simboliza.
domingo, 24 de marzo de 2024
JACK SYMONDS (1988): GILGAMESH (2021-2024)
sábado, 23 de marzo de 2024
URIEL BIRNBAUM (1894-1956): EL KÁISER Y EL ARQUITECTO (1924)
El Káiser y el arquitecto es uno de los libros de arquitectura más importantes mas olvidados del siglo XX.
Obra del poeta y dibujante judío austriaco expresionista Uriel Birnbaum, instalado en Berlín, mutilado en la primera guerra mundial y condenado toda su vida a una silla de ruedas, Birbaum ilustró los cuentos de Poe y Lewis Carroll.
Peró su obra más sorprendente es lo que hoy se llamaría novela gráfica. Un cuento que combina la leyenda del apóstol Tomás, arquitecto de un palacio celestial para Gundosforo, el rey de la India, con el mito de la Torre de Babel, presentada no como una construcción condenable, sino el modelo de toda obra, siempre una obra soñada, una construcción ideal. La torre, prodigiosamente, se equipara con la luminosa Jerusalén celestial que los ángeles mostraron a Juan.
El cuento narra un sueño confuso y recurrente del káiser, a quien se le aparece de noche una ciudad celestial.
Manda a su arquitecto que trate de construir su sueño. El arquitecto fracasa, pero decide seguir construyendo hasta dar cuerpo al sueño. Proyecta treinta ciudades, todas más deslumbrantes las unas que las otras, pero ninguna corresponde a la ciudad anhelada. Hasta que, por fin, entiende qué vio el káiser: una torre hecha de luz, que no se impone ni oscurece el cielo, sino que lo alumbra, como un faro; un proyecto modelo ; en tanto que modélica, la torre era una obra que elevaba el alma, no aplastaba a las demás, sino que las inspiraba.
Perseguido por los nazis, logró huir a Holanda en 1943, donde fue acogido, pero ya no pudo pintar, y fue abandonado por su oposición a la modernidad canónica.
El libro puede encontrarse en :






































































