sábado, 7 de noviembre de 2009

EL ARQUITECTO Y EL EMPERADOR DE ASIRIA (Misión arqueológica en la Colina de las Lamentaciones -Tell Masaïkh, Siria-, 2009)

Regreso del tell hacia la casa de la misión



Baño turco en la casa de la misión



Ducha renovada en la casa de misión



Dormitorio en la casa de la misión


Vista general de un dormitorio en la casa de la misión


Jarras romanas halladas en Tell Masaïkh, en el jardín de la casa de la misión


Cerámicas diversas halladas en Tell Masaïkh, en el jardín de la casa de la misión


Cerámica neo-asiria (s. VIII aC) hallada durante la misión 2008


Cuenco de bronce (III milenio aC), hallado en el yacimiento de Terqa durante la presente expedición


Rótula de piedra para prensa de aceite (IV milenio aC), hallada en Terqa



Restos humanos (desde el IX s. aC hasta época islámica), desenterrados durante distintas misiones, almacenados en la casa de la misión


Tormenta sobre el Eúfrates delante de la casa de la misión




Vista del jardín de la casa de la misión, a la izquierda del puente metálico, desde el tell de Terqa

Puente metálico en obras visto desde el jardín de la casa de la misión

El mismo puente bajo la tormenta de arena




Ruinas de Tell Masaïkh bajo la tormenta de arena


Alrededores de Tell Masaïkh a las cinco y media de la mañana







Vista de las casamatas en la parte posterior del palacio


Sala del trono embarrada tras un diluvio

El palacio de Nergal-eresh, a las cinco y media de la mañana










Protegiendo apresuradamente un fragmento de fresco recién desenterrado de la súbita lluvia


Desenterrando un fragmento de fresco en el ala oeste del palacio






Fragmento de fresco bicromo, en una antesala a la sala del trono en el ala norte del palacio. Antesala y fresco hallados en 2009














Inicio de la jornada de trabajo a las cinco de la mañana


Fotos: Pedro Azara, Miguel Orellana (octubre-noviembre 2009).




Los recientes hallazgos de un tablilla en las ruinas de la capital del imperio neo-asirio (Assur, en el norte de Iraq), narrando una ofrenda a la divinidad de un ya anciano Nergal-Eresh (gobernador de la ciudad de Dur-Assurbanipal, hoy Tell Masaikh -la Colina de las Lamentaciones, en árabe-, -que hasta entonces se pensaba que había muerto, joven, cuando la toma de su palacio por las huestes del emperador-); de frescos bicromos -blanco y negro-, de gusto babilónico, en las estancias públicas del palacio; y de extensísimos superficies y volúmenes de ladrillos, en zonas donde se suponía que no existía ninguna construcción, que modifican y agrandan desmesuradamente la imagen del palacio, han llevado a Maria-Grazia Masetti-Rouault, directora de la misión arqueológica franco-italiana que excava en Tell Masaïkh, a ofrecer una radicalmente distinta (y aún provisional) interpretación del palacio de Nergal-eresh, el gobernador que quiso vivir como un rey.


Nergal-eresh, como un buen funcionario, regresó a la capital donde se "jubilaría". Son sus sucesores (ya sea hijos suyos, ya sean funcionarios designados por el emperador) los que emprendieron la reforma del palacio, con la construcción de una rampa, en medio de los apartamentos privados, que conducía a una torre de defensa o un bastión -de ladrillos secados al sol, más bastos (incorporan paja) que los empleados en el resto del palacio-, sobre el que se edificarían unas últimas estancias privadas.


Pero esta reforma no fue llevada a cabo en previsión de un inminente ataque por parte del emperador. El palacio fue tomado y destruido, ciertamente. Pero el ataque, ordenado por Adad-nirari III, aconteció setenta años más tarde.


La modificación del palacio, entonces, no obedece a motivos defensivos, sino políticos.


La ciudad de Dur-Asurbanipal mandaba sobre una región esteparia, lejos de la capital asiria (en los confines de las montañas), que limitaba con el imperio babilónico. La cultura y el gusto imperantes eran babilónicos antes que asirios. Según la especialista Paola Poli, los frescos en blanco y negro son propios de Babilonia; en Asiria, por el contrario, gustaban de decoraciones parietales polícromas.


Los frescos, hallados este año, cubrían las paredes de la antesala del trono. Eran lo primero que los emisarios descubrían. Mostraban, por tanto, la imagen que el gobernador quería dar de sí mismo y de su mundo. Curiosamente, pese a que era un representante asirio, exhibía un gusto por la cultura del imperio rival, Babilonia.


Quizá Nergal-eresh o, más probablemente, sus sucesores, quisieron asentar mejor su poder dando una imagen de integración en la cultura local, más proclive a Babilonia que a Asiria. La decoración, y la nueva estructura del palacio, en el que destacaba una gran terraza elevada que anulaba la planta, más cerrada, típicamente asiria, eran el modo de simpatizar con la población -para dominarla o controlarla más eficazmente-.


La arquitectura, en este caso, era un símbolo político. Lo que hasta este año parecía una torre de defensa levantada a toda prisa, se piensa ahora que es una gran explanada superior, a la que se accedía por una rampa cuidadosamente construida, sobre la que destacarían los apartamentos privados del gobernador, al modo de los palacios babilónicos. Pero, de este modo, la tipología del palacio se alejaba visiblemente de la de los asirios. La población, en parte nómada, habituada a la planicie esteparia, habría visto con mejores ojos al poder de Asiria, propio de un país montañoso (hoy en el norte de Iraq). Su gobernador era como ella.


div>Pero el gobernador asirio no pretendía acercarse a Babilonia. Tampoco quería cumplir más eficazmente con las órdenes de su emperador. Solo quería asentar su poder personal, dominando la población local, simpatizando con sus gustos si era necesario.


Adad-nirari III (s. VIII aC), quizá el más gran emperador asirio (su madre fue la mítica Semiramis, fundadora de la misma Babilonia, según alguna leyenda), honrado incluso en la Biblia, puso fin a esta calculada ambigüedad unos setenta años más tarde, atacando e incendiando el palacio, cubriendo de cenizas y tierra las ruinas, instaurando un nuevo gobierno, cuyo representante, proveniente siempre de la capital, no podría, desde entonces, permanecer más de un año (a fin de evitar excesivas simpatías con los poderes locales) -creando una nueva administración que recuerda vagamente a la ateniense, dos siglos más tarde-, y mandando construir un nuevo palacio, alejado del anterior, en el que se manifestaría el gusto, la visión del mundo, asirio.


En efecto, en el nuevo palacio, excavado en parte, se han hallado restos de frescos polícromos, con los típicos colores vivos, verdes y azules, asirios. La aventura de los herederos de Nergal-eresh, había terminado.


Cuando Adad-nirari III accede al poder, el imperio asirio está fracturado en un gran número de provincias y de reinos autónomos, en los que los gobernadores, que llegan incluso a nombrase reyes, mandan en connivencia con poderes políticos, militares y sobre todo económicos locales y controlan el comercio (Dur Assurbanipal era un puesto de control del paso de las mercancias -lana, cereales-, por el río y por un canal, hacia el norte), desviando bienes e impuestos, defendiendo la cultura y el gusto provincianos en detrimento de la asiria, favoreciendo cultos locales, ligados al terruño, frente al panteón de Assur, y construyéndose palacios descomunales que rivalizan con los del lejano emperador. La esposa del gobernador de Guzana (su estatua monumental de basalto se halla en el museo de Alepo), por ejemplo, se representó a sí misma como una diosa, a la que se le rendía culto en una capilla.


div>Con la reorganización de la administración, el fin de los reyezuelos y el nombramiento de representantes que no pueden permanecer tiempo en suspuestos, el imperio asirio se restablece. El arameo reemplaza los dialectos acadios. A la muerte de Adad-Nirari III, casi treinta años más tarde, el imperio se descompone de nuevo. Dos siglos más tarde, Babilonia, y luego los persas, dominarán, para siempre, Asiria.


Nota: Se trata de una misión arqueológica franco-italiana (Universidad de la Sorbona. École Practique des Hautes Études, París; Universidad de Pavia), con unos veinticinco miembros franceses, belgas, italianos, polacos, holandeses, británicos, árabes y españoles, y una treintena de operarios del pueblo vecino de Ashara, que excava en Terqa (asentamiento ocupado entre el IV y el I milenio ac, y capital de un reino de influencia sumeria, en el III milenio), en la orilla derecha del Eúfrates, desde hace treinta años, y en Tell Masaïkh (palacio y ciudad neo-asirias, ss. IX-VIII aC), en la ribera de enfrente, desde hace unos diez años.


Participación española en 2009: Pedro Azara, Albert Imperial, Miguel Orellana (UPC-ETSAB).

martes, 27 de octubre de 2009

Cerrado

Este blog se cierra hasta el 7 de noviembre

La arquitectura y la ciudad según Cyprien Gaillard



El video-artista francés Cyprien Gaillard (1980-) vive y trabaja en Berlín. Busca "lo moderno que ya está en ruinas".

lunes, 26 de octubre de 2009

Adiós al palacio del Rey-Apolo


Luis XIV como Apolo -en un ballet protagonizado por el rey-.



"Hijo mío, pronto seréis rey; no me imitéis en el gusto que he tenido por los edificios, ni en el que tenido por la guerra (...); intentad aliviar a vuestro pueblo".

Éstas fueron, según Saint-Simon, las hermosas y patéticas últimas palabras de Luis XIV a su hijo, el delfín (el príncipe heredero).

Luis XIV reconocía lo que otorgaba y manifestaba la grandeza a los dioses: la imposición de la voluntad soberana a través de la guerra, la construcción del mundo (la arquitectura) y el cuidado y la guía de los súbditos o los fieles. Reconocía que la arquitectura era una prerrogativa divina, de la que, en el lecho e muerte, asumiendo su condición mortal, adjuraba.

Se le conocía como el Rey-Sol. Este nombre o este sobrenombre, a través del cual el rey se igualaba con el astro-rey, venía de su absoluta identificación con el dios Apolo. Ya vimos en un texto anterior que la fusión entre Apolo y el Sol no se produjo hasta la cultura helenística, si bien para Homero, pese a que Apolo y Helios eran divinidades distintas, la luz era una emanación apolínea.

Como Apolo (al menos como el Apolo romano), Luis XIV era el protector de las artes (función que, en la grecia arcáica y clásica asumía más bien Atenea, tejedora y carpintera -la Minerva romana). Dispensaba la justicia. Iluminaba al pueblo. Y lo edificaba.

La asunción de las virtudes de Apolo por parte del Rey-Sol se inscribía y se desarrollaba en el espacio. Toda su obra (arquitectónica) manifestaba su equiparación con las funciones de Apolo, el dios ordenador del mundo. El palacio y los jardines de Versalles estaban bajo la entera advocación de Apolo (y de su hermana gemela, Diana -Ártemis, en Grecia): la efigie irradiante de Apolo coronoba puertas y ventanas. Distintas estancias palaciegas (el Salón de Apolo, por ejemplo) y distintos jardines (el estanque de Apolo, presidido por la estatua del dios que domina todos les elementos, incluso los acuáticos, confundido con Poseidón; la gruta de Apolo) estaban dedicados a Apolo y Diana. Al igual que el santuario apolíneo de Delfos (que, literalmente, significa vagina: engendrador o dispensador de vida), que constituía el centro (el ombligo, el onfalo) el mundo, el dormitorio de Luis XIV era considerado el centro de Francia, es decir de todo el mundo ilustrado. Los despertares al rey, al que solo los iniciados eran invitados a asistir temblorosos, eran signos celestiales que anunciaban los tiempos venideros. El humor y los primeros gestos matutinos del monarca, como los de la divinidad, debían ser interpretados, pues señalaban lo que iba a acontecer.

El palacio, con una geometría perfecta, instauraba el orden en el mundo desde un centro (vital, luminoso), mundo que se iba civilizando a medida que se acercaba al palacio -o que el palacio se adentreaba en la naturaleza, inicialmente selvática, como los bosques en la lejanía-. Del palacio, las estatuas y los jardines ordenados emanaba la gracia apolínea que debía metamorfosear la naturaleza selvática y las mentes y los cuerpos incivilizados. El orden reinaba gracias a la presencia y la irradiación de Versailles, que no era sino la extensión, la geometrización (perfecta) del cuerpo divino del rey.

Esta capacidad transformadora del universo se realizaba a través de la edificación. Luis XIV, como Apolo, era el supremo arquitecto. Ideaba y mandaba construir. Su gusto, infallible y universal -es decir, personal pero (o entonces) aplicable a todo el orbe- garantizaba la bondad de sus acciones.
Pero, al final de su vida, renunció a su voluntad de conformar el mundo.

¿Cuántos arquitectos, poco antes de bajar la mano ycerrar los ojos visionarios, han condenado la implacable tiranía de su obra, la inquebrantable voluntad de conformar, de organizar el mundo a su imagen?

George Rousse: arte y arquitectura







Web del fotógrafo, pintor y arquitecto francés George Rousse (1947), creador de "espacios virtuales" -pintados y construidos a partes iguales en interiores ya existentes.

domingo, 25 de octubre de 2009

Noman McLaren: Neighbours (1952)



El célebre corto de animación Vecinos. De obligada visión por urbanistas, arquitectos -y políticos.

Stan (James Stanley) Brakhage: The Dark Tower (1999)


the dark tower - stan brakhage

a-lex | Vídeo MySpace


Una de las mejores películas experimentales