La historia más conocida que se ha impuesto narra que la guerra de Sucesión europea concluyó en el Reino de España y en concreto en el Principado con la toma de Barcelona, la disolución de las instituciones catalanas, la reorganización centralista del reino, la victoria final del rey Felipe V de Borbón sobre el Archiduque Carlos de Habsburgo, y la entronización de una nueva casa real, que aún reina, de origen francés, los Borbones (originarios del centro de Francia y reyes de Navarra, en la Península Ibérica, entre otros territorios)
Recordemos que la Guerra de Sucesión se desató en Europa, y se centró en una durísima contienda entre el Sacro Imperio Germánico, gobernado por la familia imperial de los Habsburgo, que reinaba también en España, y el Reino de Francia, en manos de Luis XIV de Borbón.
La guerra se desató a raíz de la imposibilidad de engendrar a un heredero del rey Carlos II, en España, y las ambiciones de LuisXIV que redactó dos tratados para desmantelar el imperio español, entregando los territorios a varias potencias, Francia en primer lugar, lo que llevó a Carlos II, ante la amenaza de la desaparición del imperio, a nombrar un heredero de origen francés para calmar las ansias de la monarquía francesa, irritando al emperador alemán a cuya dinastía pertenecía Carlos II, dinastía que esperaba, a través de príncipes alemanas, seguir en el trono del reino de España.
La lucha se dirimió en la península. Acabó en una guerra civil entre los herederos de los Habsburgo, el archiduque Carlos (Carlos IV), y el rey Felipe V de Borbón.
El fracaso de la toma de Barcelona por parte de Felipe V en 1706 -quien huyó a Perpignan, ante el avance de tropas austriacas-, donde se había asentado Carlos IV, y las dos tentativas fracasadas de éste de tomar Madrid, prolongaron la guerra civil que concluyó cuando Carlos IV dejó Barcelona al ser nombrado emperador del Sacro Imperio Germánico, y Felipe V tomó la ciudad de Barcelona.
Mas, lo que quizá sea menos conocido, sea un hecho que narra el novelista inglés del siglo XVIII, Laurence Sterne, en La vida y las opiniones de Tristam Shandy, Caballero (libro III, cap. XXV), una novela delirante, inspirada en el Quijote cervantino, reiteradamente citado, y que inspiró el Ulises de Joyce.
Tras el fallecimiento de quien iba a ser el heredero del trono de Francia, cuando le llegara la hora a Luis XIV, Felipe V, ya en el trono de España, se postuló como rey de Francia, lo que amenazaba con desatar una nueva guerra europea, pues Felipe V hubiera acumulado el reino de Francia y el imperio español, una potencial amenaza para el Sacro Imperio Germánico, el imperio británico y los territorios del Papado.
Quien fue ministro de Felipe V, el influyente cardenal italiano Giulio Alberoni, logró disuadir al rey de la puesta en práctica de sus ambiciones. Alberoni, a la vez, suavizó las consecuencias de la Guerra de Sucesión, pactando con juristas catalanes favorables a Felipe V, el mantenimiento del derecho civil catalán, y un modelo de organización territorial menos centralista.
Sin embargo, la muerte de Luis XIV volvió a suscitar el deseo de Felipe V de convertirse en rey de Francia. Cualquier desplazamiento del rey fuera de la Península desataba los rumores de su partida a Versalles.
De nuevo, la intervención del cardenal Alberoni logró evitar una nueva guerra devastadora, al convencer a Felipe V, en contra de los deseos de la corte, de renunciar al trono de Francia.
Sin sus consejos, y el seguimiento de los mismos del rey, la historia de Europa habría sido distinta y seguramente más trágica. Mas ¿habría tenido lugar la Revolución francesa y las consecuencias del imperio napoleónico? Una pregunta a la que no cabe respuesta alguna.
No dejemos de leer las “surrealistas” aventuras de Tristam Shandy, uno de los textos más voluntariamente delirantes jamás escritos, ¡las supuestas memorias personales de un no-nacido!
https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/25520/1/RHM_29_07.pdf
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