

Los cantos del muacín de la mezquita de Alepo, desde los altavoces del minarete, están considerados como los más hermosos -fascinantes o irritantes- del mundo.
Mujeres en la mezquita de Damasco.
Siria es una república (dictadura) laica (denominada República Árabe de Siria), cuyo presidente se elige cada diez años (con alrededor de un noventa y nueve por ciento de los votos). Los signos religiosos exteriores (velos, etc.) están prohibidos. El presidente anterior, Hafez al-Assad, padre del actual (Bashar al-Assad), no dudó en arrasar la ciudad de Hama (enteramente reconstruida) y ejecutó a unos treinta mil Hermanos Musulmanes, en 1982, por haber tratado de imponer la sharia a una población entonces reacia.
En 1995, se contaban con los dedos de la mano las mujeres enteramente enlutadas, con la cabeza, incluido en rostro, enfundados en una tela negra opaca. Hoy, son mayoría en Alepo. Nadie quiere opinar. No existen. Se aduce, vagamente, que son iraníes.
Este año no parece que el número de mujeres cubiertas de por vida haya aumentado. Pero sí quienes portan el chador; quizá debido al creciente acercamiento entre Siria e Irán. Un rumor señala que el relativamente joven presidente (otrora un oftamólogo en Oxford) se habría convertido al chiísmo. La ley que defiende el laicismo no puede cumplirse. El actual gobierno es demasiado débil.
El número de mezquitas, casi todas chiítas, escasas bajo Hafez al-Assad, se ha disparado: asaetan poblaciones hasta entonces carentes casi por completo de minaretes.
Los problemas oculares, las enfermedades óseas por falta de contacto con el sol, y los cánceres de piel (las telas son sintéticas y no permiten la transpiración) se han multiplicado entre las mujeres.