domingo, 17 de enero de 2010

La ciudad en la que los dioses se convirtieron en dioses


(Texto escrito con un teclado francés sin acentos, salvo en la e)


Hasta el 24 de enero, el museo del Quai Branly presenta una extraordinaria exposicion dedicada a la ciudad precolombina de Teotihuacan, sugerentemente presentada por el joven equipo de arquitectos de Paris, Jacob + Forlane, alrededor de una descomunal maqueta "abstracta", a escala 1/100, de la avenida de los Muertos, que enlaza las piramides del Sol y de la Luna.

La muestra se centra en la importancia cosmogonica de la ciudad.

Fueron loa aztecas quienes, al invadir el centro de Mexico en el siglo XV, descubrieron las ruinas imponentes de la ciudad, abandonada, no se sabe porqué, desde hacia un milenio, y la bautizaron Teotihuacan. Es muy posible, sin embargo, que este nombre reflejase no solo lo que la ciudad significaba para los recien llegados aztecas, sino tambien para los propios habitantes de la ciudad que, entre el siglo II aC y el VI dC, mantuvo relaciones con otras culturas, entre ellas, los mayas, que preservaron la imagen y el significado de dicha urbe, su imaginario.

Teotihuacan significa: ciudad de los dioses; pero tambien ciudad donde los dioses alcanzaron la divinidad.

La Quinta Era, la del sol de la lluvia, se inicio cuando dos figuras miticas, Tecuciztécatl y Nanahuatzin, fueron invitados por las potencias celestiales a saltar a la hoguera que centraba el mundo y alumbrar (a) la nueva era. Al incendiarse, deslumbraron: pero como Tecuciztécatl dudo, la luz de su rostro se amortiguo, y se convirtio en la luna, el segundo sol que empalidecia antre el resplandor del nuevo o renovado sol en quien se convirtio Nanahuatzin abrasado.

Esta transfiguracion, que dio a luz a los dioses que, desde entonces, guian a los mortales y rigen el paso del tiempo, se produjo gracias al hogar que prendia permanentemente en el centro de Teotihuacan, que existia desde los inicios de la primera era. Fue el hogar publico el que creo el nuevo mundo en el que los humanos nacieron.

Teotihuacan era el Delfos de los aztecas y, sin duda, de todos los pobladores de América central.


Al igual que en Sumer, la ciudad no fue una creacion humana sino divina, y estaba en el origen del mundo. No era, como en la culture hebrea, una consecuencia de la falta de un mortal que quiso competir con la divinidad, sino la causa del mundo. La ciudad precedia la creacion.

Por otra parte, los templos y los altares de Teotihuacan estan situados de modo que, observados desde la avenida de los muertos -avenida que une el mundo de los muertos y el de los vivos o revividos, y por el que transitan las almas en su renacer-, senalan los puntos por donde el sol y determinados planetas (Venus, por ejemplo) despuntan en fechas senaladas, que son las del solsticio y el equinocio, anuncios del inicio y el final de los trabajos agricolas.

La ciudad se concibe, pues, cono un gigantesco calendario que, sin embargo, no refleja lo que acontece, sino que lo activa. El sol y los planetas que rigen los ciclos de la vida se mueven porque existe Teotihuacan, porque la ciudad manda sobre y al cielo. Las potencias celestiales estan al servicio y a las ordenes de la ciudad, y el mundo se mantiene gracias a la existencie de aquélla.

Cuando Teotihuacan cayo, en efecto, la cultura que atesoraba desaparecio, pero para los aztecas, al menos, la presencia de las ruinas de la ciudad, en la que afirmaban habian sido engendrados sus dioses, como la serpiente con plumas Quelzatcoatl -que unia el cielo y la tierra, el aire y el agua, el soplo y las aguas matriciales-, eran una garantia de que su mundo tenia sentido y sobreviviria.

Aun hoy, Teotihuacan se mantiene en vida.

Nos mantiene en vida.






jueves, 14 de enero de 2010

Efrat Shvily: hogares (enfrentados)


La fotógrafa israelí Efrat Shvily (1955), una de las más interesantes de laactualidad, retrata, en blanco y negro, las nuevas construcciones israelís que, bajo un cielo lívido y gris, avanzan en los territorios ocupados. Son como máquinas acorazadas inmutables que reducen a polvo lo que encuentran por delante. Bloques en medio de un campo de ruinas -que han creado.
La serie New Homes in Israël and the Occupied Territories constituye uno de los documentos contemporáneos más sobrecogedores e implacables sobre hogares convertidos en una amenaza para quienes no tienen casa o la han perdido a causa de los primeros, sobre hogares enfrentados, sobre muros que son murallas y bastiones.
La indiferencia de las paredes, rostros sin vida, es más cruel aún que la de los hombres.

miércoles, 13 de enero de 2010

Eric Rohmer: le présent et la fiction

1977 Interview with Eric Rohmer from zenfoolio on Vimeo.



Después de la muerte del tercer mejor cineasta de la historia (tras Eisenstein y Welles), ¿qué queda)?

Albert Camus: la lumière de la vérité

http://archives.tsr.ch/player/litterature-camus

Entrevista imprescindible con Albert Camus sobre la verdad del teatro

Más allá de las murallas: Lucrecio, sobre la religión

"Cuando el género humano se hallaba de forma vergonzosa, visiblemente abatido en la tierra, aplastado por el grave peso de la superstición religiosa (o de la religión) que mostraba su faz desde las regiones celestiales, amenazando con su horrible aspecto a los mortales, un hombre de Grecia (Epicuro) se atrevió el primero a levantar frente a ella sus perecederios ojos y a hacerle la guerra. A éste ni las leyendas sobre los dioses ni el rayo, ni el cielo con su amenazador bramido pudieron contenerle, sino que estimularon aún más el ardiente vigor de su espíritu en su deseo de ser el primero en romper los apretados cerrojos que obstruyen las puertas de la naturaleza. Así el vigoroso poder de su inteligencia triunfó y se adelantó más allá, con mucho, de las llameantes murallas del mundo recorriendo todo el universo con la fuerza del pensamiento. De donde como vencedor (Epicuro) nos da a conocer qué seres pueden y qué seres no pueden nacer, qué normas, en suma, determinan a cada cosa su poder y sus límites inmutablemente fijos. Por lo cual la superstición religiosa, sometida a sus pies, queda a su vez aplastada y a nosotros la victoria nos eleva hasta el cielo".

(Lucrecio: La naturaleza, I, 65-80)

Lucrecio, en el estremecedor poema La naturaleza, fue un profundo divulgador romano del pensamiento del griego Epicuro. Para éste, los dioses, si existen, no se inmiscuyen en los asuntos humanos, sino que viven aislados y alejados, a fin de no contaminarse.
La vida en la tierra, entonces, puede y debe prescindir del cielo. No lo necesita. Los ritos y las creencias son solo supersticiones con los que algunos hombres pretenden dominar a los demás. Fue Epicuro quien, según lucrecio, derrotó a los dioses (o a la imagen convencional que los hombres tienen de los dioses) liberando, así, a cada humano.

Este celebérrimo fragmento debería ser de lectura obligada en tantos países (Arabia Saudí, Malasia, Sudán, Irán, Palestina, Israel, Irlanda, algunos estados norteamericanos, etc.), tantas regiones, tantas ciudades (dels sants).

Luciano Emmer: Fellini presenta l´EUR



Luciano Emmer fue uno de los mejores documentalistas sobre arte. En este fragmento, Fellini escoge y presenta una obra maestra: el barrio del EUR en Roma.

El Museo del Louvre en París dedica a este cineasta, del que proyectan películas inéditas, las próximas Jornadas internacionales de películas sobre arte (20-24 de enero)

martes, 12 de enero de 2010

Los muros de Babilonia: Píramo y Tisbe (Ovidio)


Nicolás Poussin: Tíramo y Tisbe, 1651


Cuenta el historiador griego Herodoto que Semiramis (una reina mítica mesopotámica, basada en la reina asiria Samuramat que gobernó en Nimrud en calidad de regente de su hijo, el gran Adad Narari III, a principios del s. IX aC) fundó la ciudad de Babilonia y construyó sus muros de defensa vidriados.



Más tarde, el poeta augusteo Ovidio narró por vez primera el mito o la fábula de dos jóvenes amantes babilonios, Píramo y Tisbe, bajo el reinado de Semiramis, en uno de los contados textos "occidentales" basados explícitamente en una leyenda oriental o situados en una ciudad mesopotámica.



Se trata de uno de los mitos más célebres y hermosos (que todos los arquitectos deberíamos saber de memoria), interpretado reiteradas veces por la literatura (y la música) occidentales, en particular por Góngora y por Shaskepeare, quien transladó la acción a Verona, y bautizó a los jóvenes como Romeo y Julieta; retomó la historia en El sueño de una noche de verano. Hasta los mismos Beatles interpretaron esta leyenda.



Cuenta Ovidio cómo los padres de los jóvenes erigieron, literalmente, muros entre ellos para separarlos. La ciudad de Babilonia los aprisionaba y les impedía comunicarse. Las altivas paredes que Semiramis edificó eran cárceles, y fueron las grietas en aquéllas -símbolo de decadencia, de retorno a la naturaleza y la barbarie- las que les permitieron, entre murmullos susurrados entre los intersticios de los muros, salvar su soledad.



La ciudad, que debería defender la vida, era una tumba que mataba a Píramo y Tisbe.



Huyeron de Babilonia. Se adentraron en la selva. Se creyeron libres. Los estructuras arquitectónicas se hallaban a sus espaldas. Pero el hombre civilizado no puede vivir a la intemperie. El león, simbolo de la naturaleza indómita, acechaba. Un túmulo -la tumba de un difunto, Ninus, el esposo de Semiramis- los reunió. En el más allá.



Un cuento triste para leer antes de acostarse.












"El 28 de abril de 1964, The Beatles, basándose en El sueño de una noche de verano, de Shakespeare, que incorpora el mito de Píramo y Tisbe por Ovideo, interpretaron una parodia de este mito en un programa de televisión llamado “Around The Beatles”. En ella, Paul McCartney interpreta a Píramo, John Lennon a Tisbe, George Harrison es el claro de luna y Ringo Starr el león".

De: http://esquifeherrumbroso.wordpress.com/2008/11/25/piramo-y-tisbe-por-the-beatles/




Píramo y Tisbe



(Ovidio: Metamorfosis, IV, 55-166)

"Píramo y Tisbe, el uno el más hermoso de los jóvenes, la otra la más destacada de las doncellas que Oriente produjo, tenían dos casas adosadas donde se dice que Semíramis había ceñido de murallas de ladrillo su elevada ciudad. La vecindad provocó el conocimiento y sus primeros encuentros, con el tiempo creció el amor; también se habrían unido por las leyes conyugales, pero lo prohibieron sus padres; lo que no pudieron prohibir: los dos ardían por igual con sus pensamientos cautivos. Lejos está cualquier cómplice, se hablan por gestos y señas y, cuanto más se oculta, más se abrasa el ocultado amor. La pared común a una y otra casa estaba hendida por una pequeña rendija que se había producido en otro tiempo cuando se construía; este defecto no evidente para nadie a lo largo de los siglos (¿de qué no se da cuenta el amor?) lo visteis por primera vez vosotros, enamorados, y lo convertisteis en camino de la voz; por él solían transitar seguras vuestras lisonjeras palabras en un murmullo apenas audible. A menudo, cuando estaban por esta parte Tisbe, por aquella Píramo, y mutuamente habían notado el aliento de su boca, decían: <>.




Hablando así desde lugares en vano separados, al llegar la noche dijeron <>, y cada uno dio a su parte besos que no llegaban al otro lado. La Aurora siguiente había puesto en fuga los fuegos de la noche y el Sol con sus rayos había secado las hierbas llenas de escarcha: se reunieron en el lugar acostumbrado. Entonces, tras lamentarse antes con suave murmullo de muchas cosas, se ponen de acuerdo para, en el silencio de la noche, intentar engañar a sus guardianes y salir de las puertas, y, cuando estén fuera de su hogar, abandonar también las casas de la ciudad, y, para no equivocarse al caminar por el extenso labrantío, reunirse junto al sepulcro de Nino y ocultarse bajo la sombra del árbol: cargado de frutos blancos como la nieve, un alto moral, muy cerca de la fresquísima fuente. Les agrada el acuerdo; y la luz que parecía alejarse con lentitud se precipita a las aguas, y la noche surge de las mismas aguas: Tisbe, tras haber girado el gozne de la puerta, sale cautelosa a través de las tinieblas y engaña a los suyos, y con el rostro cubierto llega junto a la tumba y se sienta bajo el árbol acordado: el amor la hacía audaz. He aquí que llega una leona, manchadas sus fauces espumeantes por la reciente matanza de unos bueyes, a aplacar su sed en el agua de la fuente cercana; la vio de lejos, a la luz de la luna, la babilonia Tisbe y con un temeroso pie se refugia en una obscura cueva y, en su huida, dejó abandonado el velo que había resbalado de su espalda.



Cuando la furiosa leona sació su sed con abundante agua, mientras vuelve al bosque, destrozó casualmente con su hocico ensangrentado el ligero velo encontrado sin su dueña. Píramo, que había salido más tarde, vio en el abundante polvo las certeras huellas de una fiera y palideció en todo su rostro; pero, cuando encontró además el velo teñido de sangre, dijo: <>. Coge el velo de Tisbe y lo lleva consigo a la sombra del árbol convenido y, después de que derramó lágrimas y dio besos a la conocida vestimenta, dijo: <<¡Recibe ahora también el sorbo de mi sangre!>> y hundió en sus ijares el hierro del que estaba ceñido, y sin tardanza lo sacó moribundo de la herida que bullía y quedó echado en tierra boca arriba: la sangre salta hacia lo alto, no de otro modo que cuando a causa del plomo deteriorado se rompe una cañería y por el pequeño agujero que rechina expulsa gran cantidad de agua y quiebra el aire con su golpeteo. Los frutos del árbol, con el rociado de la herida, adoptan un aspecto negro y la raíz, humedecida por la sangre, tiñe de color púrpura las moras que cuelgan.
He aquí que sin haber perdido el miedo, para no fallar a su amante, ella vuelve y busca con sus ojos y con su corazón al joven y desea ardientemente referirle cuántos peligros ha evitado; y al tiempo que reconoce el lugar y la forma en el árbol que ha visto, al mismo tiempo la hace vacilar el color del árbol: no está segura de si es ese. Mientras duda, ve que unos temblorosos miembros golpean el suelo ensangrentado y retrocedió y, adoptando un rostro más pálido que el boj, se estremeció como el mar que resuena al rozar su superficie una ligera brisa. Pero, después de que, al detenerse, reconoció a su amante, azota sus brazos que no lo merecen con sonoros golpes y, mesándose los cabellos y abrazando el cuerpo amado, llenó las lágrimas las heridas y mezcló su llanto con la sangre y, dando apretados besos al helado rostro, gritó: <>




Al nombre de Tisbe, Píramo elevó sus ojos pesados ya por la muerte y, al verla, los cerró. Ella, tras haber reconocido su velo y ver el marfil libre de la espada, dice: <<¡Tu mano y tu amor te han perdido, desgraciado! También yo tengo una fuerte mano para esto solo, también yo tengo amor: él me dará fuerzas para herirme. Te seguiré en la muerte y seré llamada la más desgraciada causa y compañera de tu muerte; y tú, que, ¡ay!, solo con la muerte podías ser apartado de mí, no podrás ser apartado con la muerte. Sin embargo, acoged las palabras de súplica de ambos, oh muy desgraciados padres míos y de aquel, que a quienes ha unido un certero amor, a quienes la última hora, no les quitéis ser enterrados juntos en la misma tumba. En cuanto a ti, árbol que ahora cubres con tus ramas el cuerpo digno de compasión de uno solo, inmediatamente serás cobertura de dos, retén las señales de la muerte y produce siempre frutos negruzcos y adecuados al luto, recuerdo de la doble sangre>>. Dijo y, tras haber dispuesto la punta bajo su pecho, se lanzó sobre la espada, que todavía estaba tibia de muerte. Sin embargo, sus súplicas alcanzaron a los dioses, alcanzaron a los padres: pues el color es el negro en el fruto cuando madura y lo que queda de sus piras descansa en una sola urna".