Madrid es una villa. Este término, habitualmente, se aplica a poblaciones pequeñas. Sin embargo, en este caso denomina a una ciudad.
Mientras, en francés, "ville" significa "ciudad", aunque está emparentado con "village": pueblo.
Villa,
ville y
village derivan del latín
vicus: barrio urbano, pero también pueblo. De
vicus procede
vicinus: vecino, y también próximo: nombra a una persona cercana o que está cerca. Una villa es una gran comunidad de vecinos, de seres próximos, que están y se sienten próximos.
Los tres términos antes citados también están emparentados con el latín
villa: casa de campo. Estamos situados, entonces, a medio camino entre la urbe y el campo. Desde luego, en un espacio controlado por el ser humano, "doméstico":
Vicus deriva del griego
oikos, casa (y del sáncrito
veça, que también significa casa).
En la Edad Media, el sustantivo latino
villa se asoció al adjetivo
vilis y al sustantivo
vilitas: bajo precio (o de bajo precio), barato, ordinario.
Ordinarios, viles eran los pueblerinos, los habitantes de las villas (pueblos y ciudades); es decir, no eran nobles, no eran como los nobles, siempre asentados en sus castillos y posesiones aisladas. La nobleza se asociaba a la exclusividad, al retraimiento, la falta de contacto con los viles "burgueses". Por el contrario, la villa favorecía -y exigía- la vida en común. Turbia mezcla que envilecía, pues hacía saltar los límites entre castas (los verbos
vilito y
vilifico, en latín, significan, precisamente envilecer;
vilesco alude a la pérdida de valor.
Vile es un adverbio latino que se traduce por desvalorizado o sin valor). Lo común, que en Grecia, era la característica positiva o benéfica de la ciudad (puestas en común de bienes e ideas, compartidos) era, aquí, repudiado. Reaparecía la condena bíblica de la ciudad, cuna de los males. La villa estaba poblada de villanos, término en el que lo vulgar, la ordinariez, era sustituido por la maldad.
Vilain, en francés, pronto cesó de nombrar a un habitante de la ciudad, para significar feo y malvado: ética y estética se unían en su rechazo del mundo urbano. Después de todo, la Biblia contaba que la ciudad fue un invento cainita.
Una villa, por tanto, es una agrupación de seres que no son nobles: que no tienen, pues, nada propio que defender, salvo la comunidad que forman. La noción de aristocracia (
aristos, en griego, significa mejor, superior) no combina con la de ciudad. Es necesario estar abajo de todo -y no situado en las alturas- para compartir. Pues solo se comparte (bienes, ideas, vidas) cuando se está necesitado, cuando nos sentimos faltos de algo, sentimos que algo nos falta, y tendemos la mano, pidiendo ayuda: algo que otro, el otro puede aportar. Lo único que se halla completo es la propia comunidad. Aislados, quienes la constituyen son imperfectos, como bien explica el mito aristofánico de Eros, contado por Platón. Solo porque no somos o estamos completos, nos unimos hasta formar una comuna. Una ciudad, ciertamente, es un conjunto de seres desamparados, inseguros. Necesitados de estar juntos.