Las ruinas de Gur (Irán)
Durero: astrólogo o astrónomo, en Messahalah, de scientia motus orbis, Nuremberg, 1504.
Pese a que hubo un asentamiento mesopotámico de principios del II milenio aC, quizá dedicado al dios de las tormentas (Adad), la ciudad de (B)a(g)dad -así nombrada quizá en recuerdo de la divinidad babilónica que regulaba los designios del cielo- fue fundada por el califa Al-Mansoor en el siglo IX.
El plan de la ciudad -cuyas trazas iniciales no se han conservado- era circular. Se ha especulado acerca de esta forma perfecta. La interpretación más aceptada durante un tiempo sostenía que la ciudad fue creada como un puesto comercial y que su forma se inspiraba en la distribución circular de las caravanas en el desierto, por motivos defensivos. Sin embargo, Bagdad fue creada como capital del califato, no como un puesto de mercaderes.
Recientemente, se ha supuesto que, muy posiblemente, la planta circular y la disposición de los principales monumentos (mezquita, palacio) de la ciudad originaria, reflejara la planimetría celestial del día de la fundación. La planta de Bagdad era una carta astral. Recordaba y fijaba para siempre la favorable posición de los astros el día de la fundación, escogido, muy posiblemente, en función de una benéfica conjunción astral.
Esta interpretación no es descabellada. Después de todo, la planta de Bagdad fue trazada por dos astrólogos: el persa zoroástrico Naubakht (Nobakht Ahvazi, cuya familia construyó la ciudad) y el judío Mashallah (Masha'allah ibn Atharī). La ciudad sasánida de Gur (que significa tumba, posteriormente bautizada Firuzabad en el siglo X) fue tomada como modelo (Gur fue destruida por Alejandro, pero posteriormente reconstruida. Hoy yace en ruinas).
La obra de Mashallah, dedicada a la astrología y a los astrolabios, fue divulgada y traducida (al hebreo, y al latín) en la Europa medieval y sobre todo renacentista.
Su tratado De scientia motus orbis fue ilustrado con un grabado de Durero: un sabio persa (el largo manto y el gorro así lo señalan), iluminado por los rayos del sol, sostiene un compás de dos puntas -utilizado para tomar y transportar medidas- en una mano, y una esfera (un globo esférico, en el que los paralelos y los meridianos están trazados, seguramente por el sabio) en la otra. Está sentado en un trono cuyo dosel se orna con los signos del zodíaco y cuyo palio es un instrumento utilizado por los astrónomos renacentistas, un modelo de una bóveda celestial.
La asociación entre una figura humana, un globo terráqueo y un compás no es nueva: es la imagen conocida del Creador trazando los límites del orbe (según descripciones de Dante, basadas en los Salmos). Por otra parte, el compás era el emblema de la Geometría; también de la Arquitectura.
Sin embargo, Durero no retrata a Cristo (o a Yavhé) sino a un sabio, equiparado con un dios: sabio que descubre las leyes matemáticas con las que la divinidad ordenó el cosmos.
El mundo es recreado por el astrónomo y arquitecto Mashallah -cuyo nombre contiene el nombre de Dios, Alá.
Así, Bagdad se configura como una imagen del universo creado por Dios; su fundación recrea la creación del mundo. La ciudad es el cosmos, el mundo entero. Todos los saberes convergen en y emanan de Bagdad. La ciudad es un centro y la totalidad centrada alrededor suyo. La arquitectura que Mashallah y Naubakht practicaron tenía como finalidad re-presentar el espacio perfecto: es decir el Paraiso, situado, precisamente cabe los ríos poaradisíacos Tigris y Eúfrates.
¿Qué ha quedado de este sueño?