jueves, 2 de junio de 2011
Yacimiento sumerio de Kish (Irak), la ciudad descendida del cielo, cuyos reyes gobernaron miles años cada uno antes del diluvio
Una de las primeras misiones arqueológicas en Kish (Irak) emprendidas por el Field Museum de Chicago y el Ashmolean Museum de Oxford (Reino Unido) en 1928, filmadas por un estudio de Bagdad.
Documento: Field Museum of Natural History, Chicago: http://www.archive.org/details/FieldMuseum-oxfordUniversityJointExpeditionToKishMesopotamia
miércoles, 1 de junio de 2011
El constructor, o el arquitecto
El término sumerio sidim suele traducirse por constructor u arquitecto. Se ha discutido si es, en verdad, un vocablo sumerio -una lengua monosilábica sobre todo cuando nombra entidades o figuras comunes, como lo es un artesano, un técnico, un constructor.
Sin embargo, algunos especialistas sostienen que sidim es un término compuesto por dos palabras monosilábicas sumerias: sig4 o seg4, y dim. El segundo, el verbo dim, significa crear, incluso engendrar (crear vida, dar a vida); desde luego, construir. Sig4 o seg4 se traduce por ladrillo.
Un arquitecto sería aquel que construye desde el propio elemento básico de la construcción hasta el edificio entero, cuyas paredes resultan de la suma de unos ladrillos. Pero el ladrillo, al mismo tiempo, es una imagen en miniatura del edificio. Como en un juego de muñecas rusas, el ladrillo no está solo contenido en el edificio, sino que lo anuncia: la relación, de algún modo, es inversa: es el edificio el que ya está todo en un simple ladrillo.
Ocurre que ladrillo, seg4 o sig4, se podía escribir se-eb. Se era morar, habitar; también vivir; eb significa oval. Se-eb evoca una forma primigenia, un espacio matricial; un lugar que acoge, en el que la vida se genera y se recoge; una verdadera protección, que también alumbra. Un ladrillo es una promesa de hogar. Con la fabricación de los primeros ladrillos (fundacionales), el hogar está en ciernes, anunciado. La casa ya se vislumbra. Las bases ya están puestas. El ladrillo, una volumen paralelepipédico perfectamente angulado ordena el espacio. Contiene las tres directrices del espacio. En cuanto se posa en el suelo apunta hacia las principales direcciones; ya organiza, ordena el espacio. El ladrillo es una promesa de morada. Sin él, la casa no se distinguiría del barro. El ladrillo es barro, materia, sometido al imperio de la forma, alumbrado por la inteligencia y el saber hacer. Se trata del fundamento del hogar.
Un arquitecto es un hacedor de ladrillos, entendidos como los elementos básicos, los pilares de la casa: definen, delimitan el espacio, permiten que los muros se alcen, que un primer muro contra el que recostarse se levante. Un arquitecto es quien sabe inspirar confianza en la venida de un hogar.
Sin embargo, algunos especialistas sostienen que sidim es un término compuesto por dos palabras monosilábicas sumerias: sig4 o seg4, y dim. El segundo, el verbo dim, significa crear, incluso engendrar (crear vida, dar a vida); desde luego, construir. Sig4 o seg4 se traduce por ladrillo.
Un arquitecto sería aquel que construye desde el propio elemento básico de la construcción hasta el edificio entero, cuyas paredes resultan de la suma de unos ladrillos. Pero el ladrillo, al mismo tiempo, es una imagen en miniatura del edificio. Como en un juego de muñecas rusas, el ladrillo no está solo contenido en el edificio, sino que lo anuncia: la relación, de algún modo, es inversa: es el edificio el que ya está todo en un simple ladrillo.
Ocurre que ladrillo, seg4 o sig4, se podía escribir se-eb. Se era morar, habitar; también vivir; eb significa oval. Se-eb evoca una forma primigenia, un espacio matricial; un lugar que acoge, en el que la vida se genera y se recoge; una verdadera protección, que también alumbra. Un ladrillo es una promesa de hogar. Con la fabricación de los primeros ladrillos (fundacionales), el hogar está en ciernes, anunciado. La casa ya se vislumbra. Las bases ya están puestas. El ladrillo, una volumen paralelepipédico perfectamente angulado ordena el espacio. Contiene las tres directrices del espacio. En cuanto se posa en el suelo apunta hacia las principales direcciones; ya organiza, ordena el espacio. El ladrillo es una promesa de morada. Sin él, la casa no se distinguiría del barro. El ladrillo es barro, materia, sometido al imperio de la forma, alumbrado por la inteligencia y el saber hacer. Se trata del fundamento del hogar.
Un arquitecto es un hacedor de ladrillos, entendidos como los elementos básicos, los pilares de la casa: definen, delimitan el espacio, permiten que los muros se alcen, que un primer muro contra el que recostarse se levante. Un arquitecto es quien sabe inspirar confianza en la venida de un hogar.
Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882): The Builders (los constructores, o los arquitectos) (c. 1850)
The Builders
Henry Wadsworth Longfellow
All are architects of Fate, Working in these walls of Time; Some with massive deeds and great, Some with ornaments of rhyme. Nothing useless is, or low; Each thing in its place is best; And what seems but idle show Strengthens and supports the rest. For the structure that we raise, Time is with materials filled; Our to-days and yesterdays Are the blocks with which we build. Truly shape and fashion these; Leave no yawning gaps between; Think not, because no man sees, Such things will remain unseen. In the elder days of Art, Builders wrought with greatest care Each minute and unseen part; For the Gods see everywhere. Let us do out work as well, Both the unseen and the seen; Make the house, where Gods may dwell, Beautiful, entire, and clean. Else our lives are incomplete, Standing in these walls of Time, Broken stairways, where the feet Stumble as they seek to climb. Build to-day, then, strong and sure, With a firm and ample base; And ascending and secure Shall to-morrow find its place. Thus alone can we attain To those turrets, where the eye Sees the world as one vast plain, And one boundless reach of sky.
The Poetical Works of Henry Wadsworth Longfellow | 1890
martes, 31 de mayo de 2011
lunes, 30 de mayo de 2011
Mark Bradford (1961): ciudades
http://blog.art21.org/2008/03/13/mark-bradford-super-8-movies/
http://www.pinocchioisonfire.org/
El Museo de Arte Contemporáneo de Chicago presenta el último proyecto del artista negro Mark Bradford: una coleccion de telas apaisadas, casi todas de gran tamaño (unos diez por tres metros), en las que casi todo el mundo reconoce el mapa de una ciudad, interpretación que el artista no niega ni sostiene.
No se trata, sin embargo de una representación urbana, sino del translado de fragmentos de la ciudad sobre la tela. Badford recorta un sin fin de carteles, anuncios, escritos, papeles hallados y recogidos en su recorrido por determinadas calles o ciertos barrios. Produce estrechas tiras en las que los colores y las letras apenas sobresalen. Son estas tiras ls que construyen la imagen de la ciudad, del mismo modo que, según Bradford, son los anuncios los que definen las calles, la estructura urbana. Carteles abandonados, reescritos, dejados, raídos por los paseantes y la intemperie: la historia de la ciudad, y de sus habitantes, los movimientos, pacíficos o convulsos, voluntarios o no, se "leen" en la superficie de carteles, logotipos, papeles de todo tipo que, literamente empapelan o envuelven fachadas y mobiliario urbano. Fachadas que son en ocasiones lo único que queda de un edificio abandonado, fachadas que ya no se distinguen de un cartel agitado por el viento. Son esas capas las que Bradford translada al cuadro para trazar mapas de la vida y las vivencias de los habitantes. Mapas y estratos, trazas horizontales y geológicos, a través de los cuáles se percibe cómo la historia se construye y se deposita. Papel, plástico, maderas, metales, marcados por el tiempo y los tiempos, casi siempre convulsos, recrean la historia, no física, sino vital, de la ciudad. Sus mapas son esquemas de la vitalidad, de los conflictos y acuerdos entre comunidades. La propia distribución de las tiras evoca los temblores, las palpitaciones, o los desórdenes de la ciudad. De tanto en tanto, una palabra entera sobrevive, o sílabas de palabras cortadas al azar se componen para dotar a una zona con un nuevo sentido. Son como notas o exclamaciones atrapadas por la tupida red de calles o arterias, que se ensanchan o se estrechan en función de los movimientos, físicos y de las emociones que la vida urbana genera o constriñe.
Son hermosos y desconcertantes mapas, incomprensibles y cercanos, de la pulsíón urbana, casi siempre destructiva. Son la historia de una ciudad.
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