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La nostalgia del hogar -o el hogar como una isla (a la merced de las aguas)
domingo, 10 de julio de 2011
jueves, 7 de julio de 2011
Aventuras en Sumeria
Los primeros sumerólogos fueron curas. Eran estudiosos o lingüistas dedicados, a finales del siglo XIX y principios del XX, al desciframiento y traducción de la lengua sumeria, no adscrita a ningún grupo lingüístico conocido, vigente -hablada- en el sur de Mesopotamia -hoy sur de Irak- hasta 2200 aC, más o menos, aunque escrita hasta finales del primer milenio aC.
El catedrático de lenguas semíticas Joaquín Sanmartín (IPOA-UB) comentó un día que esos sacerdotes eran los únicos que tenían todo el tiempo del mundo (tiempo y espacio, en seminarios y bibliotecas) para tratar de descifrar lo indescifrable. Dado que a finales del tercer milenio, cuando el sumerio estaba en decadencia (como el latín en la Alta Edad Media), los escribas redactaron diccionarios sumero-acadios (listas de palabras en sumerio y en acadio, una lengua semita, hablada hasta casi la era cristiana), el conocimiento del hebreo (otra lengua semita) bíblico ayudaba al conocimiento del sumerio a través del acadio, ya que esta lengua antigua se parecía al hebreo. Finalmente, toda vez que el Antiguo Testamento se refiere una y otra vez a culturas y ciudades mesopotámicas (Babilonia, Asiria, etc.), y a la ciudad sumeria de Ur -patria de Abraham (aunque la Biblia no cita la cultura sumeria)-, eran los sacerdotes las personas más interesadas en el estudio de las culturas mencionadas -y denostadas- por la Biblia.
Las primeras expediciones a Mesopotamia, a mediados del siglo XIX (iniciadas en yacimientos asirios, en lo que formaba parte del norte de la zona árabe en el Imperio Otomano, hoy entre Turquía e Irak), tenían como finalidad verificar lo que la Biblia afirmaba acerca de ciudades malditas como Nimrud o Nínive, además de alimentar en obras espectaculares los nacientes museos europeos -y luego norteamericanos-, centrados en mostrar el origen de las artes occidentales, es decir coloniales.
La exploración de Mesopotamia, la Biblia en la mano, prosiguió hasta la Segunda Guerra Mundial, pese a que las expediciones, después de la Primera Guerra Mundial, ya no se limitaban a buscar piezas y pruebas de la veracidad de los textos bíblicos.
La documentación en los archivos de las primeras grandes misiones arqueológicas en las ciudades mesopotámicas de Ur, Eridú, Kish (en el centro y el sur de lo que hoy es Irak), en museos de Chicago, Filadelfia, Londres y Oxford, revela que lo que la Biblia contaba no dejó de estar presente en la exploración de los yacimientos. Así, en una carta confidencial, el arqueólogo Woolley, en Ur, comentaba que se había hallado una tablilla -de cuyo descubrimiento no se quería informar a las autoridades iraquíes, a fin de poder sacarla de Irak, bajo mandado del Colonial Office,y llevarla a Inglaterra- en la que se leía el nombre de... Abraham (de Ur en Caldea, según el Génesis).
El descubrimiento de amplias capas de salitre y barro, correspondientes a estratos de finales del cuarto milenio aC, llevaba a la conclusión que la Biblia tenía razón acerca de la existencia del Diluvio. Parece que las excavaciones tenían casi como misión la búsqueda de esas pruebas. Éstas, además, hubieran permitido fechar todos los yacimientos a partir de una misma referencia, si bien algunos arqueólogos notaron que las fechas esas capas, fruto de "un" diluvio, variaban de un yacimiento a otro, algo que no cuadraba con el relato bíblico (posteriormente se ha aceptado que no hubo una sola gran inundación, sino varias, locales, en distintas épocas). Pero a esta conclusión no se podía llegar en los años treinta.
La comparación entre la historia de las "tierras de la Biblia" que se construía a medida que se excavaba, y lo que la Biblia contaba, preocupaba. Se intuía que los relatos no coincidían. Los debates sobre la "veracidad" de la Biblia eran arduos. Pero no se dudaba de la existencia de Abraham, por ejemplo. Se llegó a afirmar que se había desenterrado su casa en Ur.
Es muy posible que si la Biblia no se hubiera referido a culturas mesopotámicas, las misiones arqueológicas en el Próximo Oriente se hubieran planteado de modo muy distinto, y quizá ni se hubieran iniciado, al menos tan pronto. De algún modo, la historia y la vida del Próximo Oriente, hoy en día, está marcada por la Biblia, y los deseos, quizá inevitables, de cristianos y hebreos de corroborar que el texto bíblico estuvo dictado por Yavhé. Con todas las consecuencias conocidas.
El catedrático de lenguas semíticas Joaquín Sanmartín (IPOA-UB) comentó un día que esos sacerdotes eran los únicos que tenían todo el tiempo del mundo (tiempo y espacio, en seminarios y bibliotecas) para tratar de descifrar lo indescifrable. Dado que a finales del tercer milenio, cuando el sumerio estaba en decadencia (como el latín en la Alta Edad Media), los escribas redactaron diccionarios sumero-acadios (listas de palabras en sumerio y en acadio, una lengua semita, hablada hasta casi la era cristiana), el conocimiento del hebreo (otra lengua semita) bíblico ayudaba al conocimiento del sumerio a través del acadio, ya que esta lengua antigua se parecía al hebreo. Finalmente, toda vez que el Antiguo Testamento se refiere una y otra vez a culturas y ciudades mesopotámicas (Babilonia, Asiria, etc.), y a la ciudad sumeria de Ur -patria de Abraham (aunque la Biblia no cita la cultura sumeria)-, eran los sacerdotes las personas más interesadas en el estudio de las culturas mencionadas -y denostadas- por la Biblia.
Las primeras expediciones a Mesopotamia, a mediados del siglo XIX (iniciadas en yacimientos asirios, en lo que formaba parte del norte de la zona árabe en el Imperio Otomano, hoy entre Turquía e Irak), tenían como finalidad verificar lo que la Biblia afirmaba acerca de ciudades malditas como Nimrud o Nínive, además de alimentar en obras espectaculares los nacientes museos europeos -y luego norteamericanos-, centrados en mostrar el origen de las artes occidentales, es decir coloniales.
La exploración de Mesopotamia, la Biblia en la mano, prosiguió hasta la Segunda Guerra Mundial, pese a que las expediciones, después de la Primera Guerra Mundial, ya no se limitaban a buscar piezas y pruebas de la veracidad de los textos bíblicos.
La documentación en los archivos de las primeras grandes misiones arqueológicas en las ciudades mesopotámicas de Ur, Eridú, Kish (en el centro y el sur de lo que hoy es Irak), en museos de Chicago, Filadelfia, Londres y Oxford, revela que lo que la Biblia contaba no dejó de estar presente en la exploración de los yacimientos. Así, en una carta confidencial, el arqueólogo Woolley, en Ur, comentaba que se había hallado una tablilla -de cuyo descubrimiento no se quería informar a las autoridades iraquíes, a fin de poder sacarla de Irak, bajo mandado del Colonial Office,y llevarla a Inglaterra- en la que se leía el nombre de... Abraham (de Ur en Caldea, según el Génesis).
El descubrimiento de amplias capas de salitre y barro, correspondientes a estratos de finales del cuarto milenio aC, llevaba a la conclusión que la Biblia tenía razón acerca de la existencia del Diluvio. Parece que las excavaciones tenían casi como misión la búsqueda de esas pruebas. Éstas, además, hubieran permitido fechar todos los yacimientos a partir de una misma referencia, si bien algunos arqueólogos notaron que las fechas esas capas, fruto de "un" diluvio, variaban de un yacimiento a otro, algo que no cuadraba con el relato bíblico (posteriormente se ha aceptado que no hubo una sola gran inundación, sino varias, locales, en distintas épocas). Pero a esta conclusión no se podía llegar en los años treinta.
La comparación entre la historia de las "tierras de la Biblia" que se construía a medida que se excavaba, y lo que la Biblia contaba, preocupaba. Se intuía que los relatos no coincidían. Los debates sobre la "veracidad" de la Biblia eran arduos. Pero no se dudaba de la existencia de Abraham, por ejemplo. Se llegó a afirmar que se había desenterrado su casa en Ur.
Es muy posible que si la Biblia no se hubiera referido a culturas mesopotámicas, las misiones arqueológicas en el Próximo Oriente se hubieran planteado de modo muy distinto, y quizá ni se hubieran iniciado, al menos tan pronto. De algún modo, la historia y la vida del Próximo Oriente, hoy en día, está marcada por la Biblia, y los deseos, quizá inevitables, de cristianos y hebreos de corroborar que el texto bíblico estuvo dictado por Yavhé. Con todas las consecuencias conocidas.
Pierre Grimal: Roma, de la ciudad al imperio
"Mítica" entrevista al gran mitólogo greco-latino Pierre Grimal sobre la historia de Roma, por la periodista Francesca Isidori (una de las mejores periodistas culturales en Francia), de France Culture, en 1990
Diego
El nuevo gerente de Hábitat Urbano y arquitecto jefe del Ayuntamiento de Barcelona recientemente constituido, Vicente Guallart, declaraba ayer en La Vanguardia:
"La arquitectura icónica pertenece a la historia".
Vicente Guallart es autor de proyectos como los aquí mostrados.
Fin de la historia.
miércoles, 6 de julio de 2011
Hans op de Beeck (1969): Staging Silence (2009) / The Building (2007)
Staging Silence from The July 16 on Vimeo.
Véase la página web de este artista belga.
Véase también el video The Building (2007) del mismo artista:
http://www.saatchi-gallery.co.uk/blogon/view_video/57/the_building_by_hans_op_de_beeck, o en:
http://www.artinfo.com/news/story/27744/hans-op-de-beecks-midnight-hospital-tour/
martes, 5 de julio de 2011
Jan Svankmajer (1934): Zahrada (The Garden) (1968)
Comentaba ayer que la mejor obra de la Bienal de Venecia 2011 era un video, Shadow Sites II, de la artista iraquí Jananne Al-Ani.
Me había olvidado añadir que en el pabellón danés se proyecta esta otra obra maestra, del cineasta y animador checo Jan Svankmajer, que sabe comunicar qué es lo inadecuado y lo nadecuado.
Comentaba Albert Imperial, cinéfilo, que El jardín (también titulado La barrera) recuerda al Ángel Exterminador de Buñuel (filmado un año antes). Quizá el cortometraje de Svankmajer sea aún más terrible, pues no parece haber escapatoria. Uno se integra en el círculo infernal no se sabe si para sobrevivir, por convencimiento o por cansancio.
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lunes, 4 de julio de 2011
Bienal de Venecia 2011: espacios marcados
Azad Nanakeli (Irak, 1951): Destnuej (Purificación) (2011)
Jananne Al-Ani (Irak, 1966): Shadow Sites II (fragmento), (2011)
Abraaj Capital Art Prize 2011
(Se muestra solo un fragmento del video, "robado" en la sala)
La gran sorpresa de la Bienal de Venecia 2011. El mejor pabellón entre los ochenta y seis seleccionados es (junto con el de.... Arabia Saudí) de Irak, cuya exposición colectiva se titula Wounded Water (Agua herida) (Fundación Gervasuti).
Y la mejor obra, muy por encima de cualquier otra, es de la fotógrafa y videoartista Jananne Al-Ani, incluida en la muestra The Future of a Promise. Contemporary Art from the Arab World (Magazzini del Sale): Lugares en sombra, o ensombrecidos, o reducidos a sombras; cualquier traducción es válida aunque empobrecedora; lugares que solo se descubren con la luz rasante, cuando la sombra revela, sobre el polvo o la arena, trazas perdidas de yacimientos arqueológicos, edificios destruidos o abandonados, e instalaciones militares camufladas: rastros de asentamientos, de espacios ordenados (tierras aradas, y arrasadas, canales olvidados, tierras abiertas en canal por las bombas), mostrando que toda acción o actividad humana ordena y lacera. ¡qué muestra? ¿Una tierra compuesta o marcada? Una realidad en la que las luces y las sombras...
Todos los artistas iraquíes tratan un tema parecido al tema o lema ("Lo inadecuado") del pabellón español, confiado a la artista Dora García: las "poéticas de la marginalidad", en palabras de Victoria Garriga.
El pabellón iraquí, al igual que el Magazzini del Sale acogen obras en la que se intuye que los artistas, además de saber expresar lo que sienten, sienten lo que expresan. No son obras vacuas ni pretenciosas. No se adecuan a lo que se espera de ellas. El tema y la manera de exponerlo no les es ajeno. Horror y emoción, proximidad y extrañeza se conjugan en obras terribles y fascinantes. Obras que caben en una esquina, en un espacio pequeño, y que se agigantan. Es imposible olvidar a la mayoría de ellas.
No sé si estos artistas han tenido ochocientos mil euros a disposición (o doscientos mil, si un ministerio de cultura se ha gastado los seiscientos mil restantes en fiestas, invitados y acompañantes).
PS: ¿Cuántos ensayos escritos serios de sociología, antropología o filosofía sobre "lo inadecuado", que hubieran aportado datos y reflexiones nuevos o novedosos, se hubieran podido financiar con ochocientos mil euros? ¡Cuántas becas a estudiantes o doctorandos dedicados a aquel tema se hubieran podido conceder?
PS2: Espero que el contenido del Pabellón español de la Bienal de Venecia 2013 sea confiado a David Bestué & Marc Vives (como comisarios y/o artistas), y/o a Marcel Borràs. Por fin se verá arte "vital" y, sin duda, "inadecuado".
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