domingo, 27 de noviembre de 2011
Quizá el mapa más antiguo del mundo
Desde las primeras excavaciones en el yacimiento de Tello (Iraq), por parte del arqueólogo Sarzec, el Museo del Louvre posee fragmentos del que quizá sea el mapa más antiguo del mundo.
Olvidados en los almacenes, fueron montados, como un puzzle, en 1992, si bien el mapa completo, sobre una tablilla de barro de unos 20x20 cm, no pudo completarse. Algunos fragmentos, que quizá acabaran en Istambul (la capital del Imperio otomano al que estaba adscrito lo que hoy es Iraq), no se han hallado.
De nuevo, el conjunto cayó en el olvido.
En 2013, empero, tras su primera presentación pública en una exposición sobre arte sumerio que Caixaforum (Barcelona., Madrid, diciembre 2012-junio 2013) organiza, este mapa será incluido en la colección permanente del Departamento de Antigüedades Orientales.
El mapa ha sido estudiado con detenimiento por Béatrice André-Salvini. Se diría que es un plan cadastral. Muestra una parte del territorio que circundaba la ciudad de Girsu, la capital del estado de Lagash, la tierra del dios Ningirsu. Aparece un canal, llamado el Canal de las Carpas, que se sabe mandó abrir el rey Ur-Nanshe, hacia el 2500 aC; de este modo, se puede deducir la fecha de este documento, al menos la fecha más lejana en la que pudo ser trazado. Incluye canales laterales, mucho más estrechos, divisiones parcelarias, un montículo (hoy, los montículos artificiales, que tanto destacan en la planicie del sur de Iraq, y que resultan de la acumulación de los restos de edificios derribados por las inclemencias y las guerras, sobre los que se edificaban nuevas construcciones, se llaman, en árabe, tell, una palabra que proviene del acadio tillu, que significa colina, sin especificar si se trata de un alto natural o artificial), y palabras: nombres de algunos propietarios, y los nombres de hitos que permiten orientar el plano.
Estos nombres no se refieren al curso del sol (este-oeste, contrapuestos al norte y al sur), sino al lugar de donde soplan los vientos. Son los vientos (en sumerio, IM, un signo que también se lee como lluvia, y barro), y no los astros, los elementos celestes utilizados por los sumerios para orientarse y orientar sus planos.
Las puertas de los vientos huracanados eran abiertas por el dios Enlil (cuyo nombre, tradicionalmente, ha sido interpretado como Señor del Aire -lil es aire, también espíritu o fantasma-, aunque hoy se piensa que es el nombre, emparentado con el bíblico Elohim o el musulmán Alá, del violento dios de las tormentas, creador del mundo, en nombre de su padre An, el dios del cielo).
Los vientos dirigían el destino de los hombres. Los soplaban lo que les iba a acontecer. Por ese motivo, los vientos eran los elementos que indicaban o trazaban el camino, que ayudaban a no perderse, en el espacio y en la vida. Según un proverbio, "el viento norteño era satisfactorio; el sureño, dañino para el hombre; el viento del este traía las lluvias (...) traía la prosperidad; mientras que el viento del oeste era aún mayor."
Esa importancia del viento como elemento que guiaba -o que llevaba a la perdición, cuando borraba las huellas en la arena- quizá no fuera casual. No sé cómo era el régimen de vientos hace seis mil años, mas hoy, en lo alto de los montículos artificiales coronados por las ruinas barridas por los vientos, éstos se manifiestan violentamente. Es imposible dibujar, mantener un plano, aunque es fácil saber por dónde sopla el viento, a fin de refugiarse cuando se desata, de súbito, sin previo aviso, la tormenta, seca, y mortal, casi siempre.
ANDRÉ-SALVINI, Béatrice: "Une carte topographique des environs de la ville de Girsu (Pays de Sumer)", Geographia Antica, 1, 1992, ps. 57-66
Olvidados en los almacenes, fueron montados, como un puzzle, en 1992, si bien el mapa completo, sobre una tablilla de barro de unos 20x20 cm, no pudo completarse. Algunos fragmentos, que quizá acabaran en Istambul (la capital del Imperio otomano al que estaba adscrito lo que hoy es Iraq), no se han hallado.
De nuevo, el conjunto cayó en el olvido.
En 2013, empero, tras su primera presentación pública en una exposición sobre arte sumerio que Caixaforum (Barcelona., Madrid, diciembre 2012-junio 2013) organiza, este mapa será incluido en la colección permanente del Departamento de Antigüedades Orientales.
El mapa ha sido estudiado con detenimiento por Béatrice André-Salvini. Se diría que es un plan cadastral. Muestra una parte del territorio que circundaba la ciudad de Girsu, la capital del estado de Lagash, la tierra del dios Ningirsu. Aparece un canal, llamado el Canal de las Carpas, que se sabe mandó abrir el rey Ur-Nanshe, hacia el 2500 aC; de este modo, se puede deducir la fecha de este documento, al menos la fecha más lejana en la que pudo ser trazado. Incluye canales laterales, mucho más estrechos, divisiones parcelarias, un montículo (hoy, los montículos artificiales, que tanto destacan en la planicie del sur de Iraq, y que resultan de la acumulación de los restos de edificios derribados por las inclemencias y las guerras, sobre los que se edificaban nuevas construcciones, se llaman, en árabe, tell, una palabra que proviene del acadio tillu, que significa colina, sin especificar si se trata de un alto natural o artificial), y palabras: nombres de algunos propietarios, y los nombres de hitos que permiten orientar el plano.
Estos nombres no se refieren al curso del sol (este-oeste, contrapuestos al norte y al sur), sino al lugar de donde soplan los vientos. Son los vientos (en sumerio, IM, un signo que también se lee como lluvia, y barro), y no los astros, los elementos celestes utilizados por los sumerios para orientarse y orientar sus planos.
Las puertas de los vientos huracanados eran abiertas por el dios Enlil (cuyo nombre, tradicionalmente, ha sido interpretado como Señor del Aire -lil es aire, también espíritu o fantasma-, aunque hoy se piensa que es el nombre, emparentado con el bíblico Elohim o el musulmán Alá, del violento dios de las tormentas, creador del mundo, en nombre de su padre An, el dios del cielo).
Los vientos dirigían el destino de los hombres. Los soplaban lo que les iba a acontecer. Por ese motivo, los vientos eran los elementos que indicaban o trazaban el camino, que ayudaban a no perderse, en el espacio y en la vida. Según un proverbio, "el viento norteño era satisfactorio; el sureño, dañino para el hombre; el viento del este traía las lluvias (...) traía la prosperidad; mientras que el viento del oeste era aún mayor."
Esa importancia del viento como elemento que guiaba -o que llevaba a la perdición, cuando borraba las huellas en la arena- quizá no fuera casual. No sé cómo era el régimen de vientos hace seis mil años, mas hoy, en lo alto de los montículos artificiales coronados por las ruinas barridas por los vientos, éstos se manifiestan violentamente. Es imposible dibujar, mantener un plano, aunque es fácil saber por dónde sopla el viento, a fin de refugiarse cuando se desata, de súbito, sin previo aviso, la tormenta, seca, y mortal, casi siempre.
ANDRÉ-SALVINI, Béatrice: "Une carte topographique des environs de la ville de Girsu (Pays de Sumer)", Geographia Antica, 1, 1992, ps. 57-66
Retratos sumerios
El Museo del Louvre (París) participa en la exposición sobre arte sumerio, Antes del diluvio. Cuando la tierra era un Edén (Sumer, 3500-2100 aC), que Caixaforum prepara, en Madrid y Barcelona, entre los meses de diciembre de 2012 y junio de 2013.
Ésta es una muestra de algunas de las piezas cedidas en préstamo. Son "retratos" sumerios y neo-sumerios (la estatua de pie representa al rey neo-sumerio Gudea, de Lagash):
Ésta es una muestra de algunas de las piezas cedidas en préstamo. Son "retratos" sumerios y neo-sumerios (la estatua de pie representa al rey neo-sumerio Gudea, de Lagash):
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El sueño de una sombra
Jean-François Laguionie (1939): Le château des singes (el castillo de los monos) (1999)
Le chateau des singes part 1 por linette34
LE CHATEAU DES SINGES PART 2 por linette34
LE CHATEAU DES SINGES PART 3 por linette34
LE CHATEAU DES SINGES PART 4 por linette34
LE CHATEAU DES SINGES PART 5 por linette34
LE CHATEAU DES SINGES PART 6 por linette34
LE CHATEAU DES SINGES PART 7 por linette34
LE CHATEAU DES SINGES PART 8 por linette34
jueves, 24 de noviembre de 2011
John Neff & David Lynch: City of Dreams / Rollin´ Down (To My House) (1998-2000)
Del cd BlueBob, editado en 2001
Marek Zebrowski & David Lynch: Night: City Back Street (2006)
Concierto improvisado en el Consulado de Polonia, en Nueva York, el 22 de Octubre de 2006.
La grabación, Polish Night Music, se publicó dos años más tarde, en 2008.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
La primera ciudad
Desde los años noventa la ciudad de Uruk, en el Sur de Mesopotamia, cerca de o en el delta del Tigris y el Éufrates, fundada en el sexto milenio aC, ha dejado de ser la primera ciudad de la historia, poniendo en jaque toda la historia urbana comúnmente aceptada.
En efecto, excavaciones en el sureste de Siria, a lo largo del Éufrates, han puesto de manifiesto la antigüedad y extensión de una ciudad cuyo nombre original se desconoce, llamada hoy Tell Brak. Hallada en los años treinta, excavaciones a partir de 1990 han demostrado que se trataba de una ciudad anterior a Uruk, si bien con el tiempo sufriría en comparación con la cada vez más extensa y poblada Uruk.
Esto no es óbice para que no se esté replanteando la localización de la primera ciudad de la historia.
Una ponencia, en el reciente congreso de la American School of Oriental Research (ASOR), en San Francisco, ha contribuido a estudiar todo lo que Tell Brak aporta al estudio de los orígenes de la cultura urbana.
Jason Ur (Universidad de Harvard), en una ponencia muy esperada, no ha decepcionado. Ha planteado los interrogantes que Tell Brak suscita.
Siendo una ciudad muy anterior a la aparición de un gobierno monárquico fuerte y central, se ha preguntado por las razones que llevaron a los pobladores de Tell Brak a juntarse. Hasta entonces, se había supuesto que la aparición de la ciudad estaba ligada a la aparición de la monarquía, y que era la presencia de un poder fuerte el que logró imponerse obligando a los humanos a convivir, solventando, mediante la fuerza, los problemas de convivencia. Los humanos se habrían unido forzados, dada la necesidad que el poder monárquico tenía de una mano de obra capaz de cultivar la tierra y abrir y cuidar los canales.
Cuestionada la existencia de canales artificiales, y dada la inexistencia de un poder central omnipotente, James Ur se ha preguntado por los motivos que condujeron a los humanos a convivir. No lo hicieron forzados. ¿Por qué entonces?
Se ha descartado que la ciudad fuera un tejido denso en el que vivían los pobladores: una convivencia sin duda difícil dada la escasez del suelo.
Sin embargo, el tejido urbano de Tell Brak no era denso. por el contrario, existían grandes extensiones, quizá de tierras cultivadas, entre núcleos habitados. La diferencia entre centro y periferia, y periferia y campo no estaba nítidamente marcada. La ciudad de Tell Brak se habría parecido al tejido discontinuo de una ciudad como Atenas, cinco mil años después.
Nada habría obligado a los humanos a juntarse. De hecho vivían relativamente aislados en la ciudad. Pero vivían en contacto los unos con los otros, empero.
Es posible que compartieran un mismo culto. La ciudad tendría entonces un origen religioso y no exclusivamente político. La comunidad de creencias en unas mismas divinidades cuyos santuarios o espacios sagrados se hallarían en el centro de la ciudad habría conducido a los humanos a asentarse cerca de dichos espacios de culto, y a compartir bienes, personas y creencias.
La ciudad se habría instituido como un espacio común. Lo que se habría tenido en común no habrían sido bienes materiales ni el peso de la fuerza o la ley, sino un imaginario común. Serían la aceptación de unos mismos símbolos lo que habría impelido a los humanos a hallar espacios de diálogo.
En este sentido, la ciudad, llamada oriental, que hasta entonces se había presentado como la creación de sátrapas, tan distintos de las asambleas democráticas griegas, no habrían sido tales, sino que habrían sido el fruto del deseo de compartir experiencias y creencias.
La ciudad oriental sería, al igual que la ciudad griega, un modelo de convivencia, en un espacio poco apto para esos intercambios, sin la mediación de un poder omnipresente.
Una buena lección de urbanidad.
En efecto, excavaciones en el sureste de Siria, a lo largo del Éufrates, han puesto de manifiesto la antigüedad y extensión de una ciudad cuyo nombre original se desconoce, llamada hoy Tell Brak. Hallada en los años treinta, excavaciones a partir de 1990 han demostrado que se trataba de una ciudad anterior a Uruk, si bien con el tiempo sufriría en comparación con la cada vez más extensa y poblada Uruk.
Esto no es óbice para que no se esté replanteando la localización de la primera ciudad de la historia.
Una ponencia, en el reciente congreso de la American School of Oriental Research (ASOR), en San Francisco, ha contribuido a estudiar todo lo que Tell Brak aporta al estudio de los orígenes de la cultura urbana.
Jason Ur (Universidad de Harvard), en una ponencia muy esperada, no ha decepcionado. Ha planteado los interrogantes que Tell Brak suscita.
Siendo una ciudad muy anterior a la aparición de un gobierno monárquico fuerte y central, se ha preguntado por las razones que llevaron a los pobladores de Tell Brak a juntarse. Hasta entonces, se había supuesto que la aparición de la ciudad estaba ligada a la aparición de la monarquía, y que era la presencia de un poder fuerte el que logró imponerse obligando a los humanos a convivir, solventando, mediante la fuerza, los problemas de convivencia. Los humanos se habrían unido forzados, dada la necesidad que el poder monárquico tenía de una mano de obra capaz de cultivar la tierra y abrir y cuidar los canales.
Cuestionada la existencia de canales artificiales, y dada la inexistencia de un poder central omnipotente, James Ur se ha preguntado por los motivos que condujeron a los humanos a convivir. No lo hicieron forzados. ¿Por qué entonces?
Se ha descartado que la ciudad fuera un tejido denso en el que vivían los pobladores: una convivencia sin duda difícil dada la escasez del suelo.
Sin embargo, el tejido urbano de Tell Brak no era denso. por el contrario, existían grandes extensiones, quizá de tierras cultivadas, entre núcleos habitados. La diferencia entre centro y periferia, y periferia y campo no estaba nítidamente marcada. La ciudad de Tell Brak se habría parecido al tejido discontinuo de una ciudad como Atenas, cinco mil años después.
Nada habría obligado a los humanos a juntarse. De hecho vivían relativamente aislados en la ciudad. Pero vivían en contacto los unos con los otros, empero.
Es posible que compartieran un mismo culto. La ciudad tendría entonces un origen religioso y no exclusivamente político. La comunidad de creencias en unas mismas divinidades cuyos santuarios o espacios sagrados se hallarían en el centro de la ciudad habría conducido a los humanos a asentarse cerca de dichos espacios de culto, y a compartir bienes, personas y creencias.
La ciudad se habría instituido como un espacio común. Lo que se habría tenido en común no habrían sido bienes materiales ni el peso de la fuerza o la ley, sino un imaginario común. Serían la aceptación de unos mismos símbolos lo que habría impelido a los humanos a hallar espacios de diálogo.
En este sentido, la ciudad, llamada oriental, que hasta entonces se había presentado como la creación de sátrapas, tan distintos de las asambleas democráticas griegas, no habrían sido tales, sino que habrían sido el fruto del deseo de compartir experiencias y creencias.
La ciudad oriental sería, al igual que la ciudad griega, un modelo de convivencia, en un espacio poco apto para esos intercambios, sin la mediación de un poder omnipresente.
Una buena lección de urbanidad.
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El sueño de una sombra
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