jueves, 5 de julio de 2012
Alexandra Hetmerova (1986): Swimming Pool (La piscina) (2010)
Sobre esta artista:
http://www.wix.com/alexandrahetmerova/portfolio#!about-me
http://www.huffingtonpost.com/2012/05/24/swimming-pool_n_1542412.html
Mamadou Cissé (1960): Ciudades imaginarias
Mamadou Cissé es un pintor autodidacta de Senegal. Exiliado en Francia en 1978, trabaja de guardia nocturno. Para estar y mantenerse despierto, dibuja, durante la noche, grandes ciudades imaginarias (algunas basadas en el centro y en la periferia de París) con bolígrafos y rotuladores de colores sobre hojas de papel (unos 30x40 cm).
miércoles, 4 de julio de 2012
El origen de la escritura (prosa y poesía)
La escritura cumple dos funciones básicas: la comunicación y la documentación. En el primer caso, refuerza o completa la transmisión oral; así, algunos datos pueden ser entregados por escrito, si bien el intercambio de ideas o propuestas se lleva a cabo oralmente. La escritura también se utiliza para poner a salvo hechos memorables, dignos de ser atesorados y recordados. Los archivos, las bibliotecas coleccionan textos escritos en los que el pasado de una persona o un pueblo quedan registrados.
En el primer caso, los conocimientos y la práctica de la escritura pueden ser limitados; el vocabulario, las reglas gramaticales necesarios sirven para construir frases sencillas. No se requiere ninguna habilidad especial para componer frases armoniosas: lo importante son los datos que corroboran lo que la palabra oral asegura: "evidencia" lo anunciado verbalmente.
Mientras, es conveniente poseer cierto talento para componer textos, necesariamente complejos, que amalgaman datos, recuerdos, observaciones, reflexiones, imágenes, comparaciones, hasta lograr una composición articulada y sugerente capaz de englobar y traducir acontecimientos ampliamente desarrollados en el tiempo y el espacio. La lectura tiene que poder evocarlos poderosamente; en caso contrario, caerán en el olvido.
Si los especialistas en las culturas tracia y egipcia no se molestan, es la cultura de la Mesopotamia del sur (sumero-acadia), la que inventó la escritura y fijó unas reglas y una manera de componer unos signos que pudieran ser descifrados, leídos fácilmente, o sin ambigüedad por los conocedores de las "cifras" o reglas empleadas. Si los descubrimientos arqueológicos reflejan lo que aconteció, los primeros textos fueron escritos, seguramente, en sumerio, hace unos cinco mil trescientos años.
Los mesopotámicos creían que la escritura era un invento humano, exclusivamente humano, contrariamente al resto de las artes: esta creencia podría reflejar una función sobre todo todo utilitaria de la escritura, necesaria en las transacciones comerciales y legales. Aunque la palabra diera fe de lo que ocurría, la escritura aportaba los documentos necesarios para que la palabra fuera fidedigna.
Pero también afirmaban que los dioses inspiraban a ciertas personas que deseaban aprender a escribir y practicar esta arte. Mitos tardíos babilónicos también sostenían que la escritura fue un don de Sabios antediluvianos. En este caso, la escritura tendría un origen sobrenatural. Los mismos dioses escribían ocasionalmente.
Este doble origen, humano y sobrehumano, reflejaría, la doble función, práctica y simbólica, de la escritura - todo y aceptando que la escritura "funcional" no deja de tener una carga simbólica pues ayuda a entender la mentalidad de las personas o las culturas que la manejan, mientras que la escritura "poética" puede aportar unos datos básicos sobre determinadas transacciones, y, ciertamente, registra, no lo que ocurre, sino lo que ocurrió en otros tiempos, cuando vivían seres que no eran simples mortales, en el tiempo del "mito".
La escritura, pues, comprendía básicamente prosa -el ingente número de documentos prosaicos, testimonios de la vida diaria-, y poesía -que evocaba, en unas pocas composiciones "inspiradas" y "memorables", dignas de estudio, el tiempo del mito, para conocerlo y revivirlo.
La escritura se plasma en dos tipos de soportes: materiales e inmateriales. Tablillas de arcilla, papiros, pergaminos, cortezas, papel, etc., son los soportes más habituales utilizados por los humanos para el trato habitual. Pero los signos que cuentan lo que aconteció y lo que acontecerá, lo que se refieran al pasado y al futuro -un futuro que se hará presente-, pero no al presente, al día a día, no se inscriben únicamente en soportes materiales, ni se inscriben necesaria o preferentemente en estos soportes. El cielo es la "superficie" en la que mejor se inscribe la narración de hechos pasados o venideros o, mejor dicho, donde se inscriben aquellos signos que, correctamente enlazados cuentan lo que acontecerá. Estos signos son los astros. El cielo se despliega así, como un inmenso registro dónde la historia de la humanidad, pasada y futura, queda marcada. Esos signos, los cuerpos siderales, son los que las divinidades emplean, mueven a placer, para comunicarse con los humanos, y comunicarles lo que han decidido, lo que les aguarda.
Así, la diosa de la escritura mesopotámica, Nisaba, poseía tablillas en la que dibujaba planos celestiales y escribía edictos. El cielo era una gran tablilla donde los acontecimientos quedaban anunciados.
Así como la lectura de las tablillas administrativas, comerciales, legales, y de la correspondencia "diaria" o personal, era relativamente sencilla (y hoy se piensa que la sociedad mesopotámica y, en general, las sociedades antiguas dotadas de escritura, eran más o menos letradas, es decir, poseían unos conocimientos básicas que les permitían escribir sencillamente o, al menos, leer textos sin grandes complicaciones), la interpretación de los mitos, las leyendas, las sagas, y los himnos, junto con la interpretación de los signos en el cielo era compleja. No estaba al alcance de todo el mundo. Requería un especial adiestramiento. El número de signos, de reglas gramaticales empleados era muy superior a lo que una simple documento escrito exigía. Los matices, las imágenes, las metáforas, todos los retruécanos, las alusiones requerían un creciente número de signos capaces de reflejar lo que, en el habla, el tono y la gestualidad necesariamente comunican física, visiblemente.
Quienes eran diestros en el desciframiento de los signos, escritos en la materia o el cielo, eran los escribas; también los adivinos, los magos. Existía una casta especial capaz de leer mensajes sobrenaturales en el cielo o en las entrañas de las víctimas sacrificiales, por ejemplo en las superficie espejada de los hígados, así como en composiciones complejas mitológicas, o rituales. La escritura "poética" era un procedimiento mágico. Tanto, que Platón, sin duda con cierta ironía, sostenía que los grandes poetas estaban en comunicación con poderes sobrenaturales, y eran verdaderos magos de la palabra. En Mesopotamia, el primer poeta de la historia (la poetisa Enheduanna) fue una sacerdotisa al servicio de la diosa de la creación y la destrucción, del ciclo de la vida, Innana. La diosa le comunicaba lo que acontecería, y Enheduanna sabía, gracias a la intervención divina, descifrar las palabras divinas y traducirlas en lenguaje escrito humano, un lenguaje necesariamente esotérico, puesto que ponía por escrito revelaciones que estaban al alcance de todos los humanos.
Un cierto número de humanos eran capaces de componer y de leer una carta: solo se requería unos conocimientos limitados de vocabulario y gramática, al alcance de los mortales. Mas para contar la verdad, o para esconderla y descubrirla solo a los iniciados, eran necesarios unos conocimientos sobrehumanos que solo el cielo proporcionada -o que solo el cielo, afirmaban los poetas y los magos, (les) proporcionaba.
Véase el articulo de Dominique Charpin: Lire et écrire en Mésopotamie (http://www.digitorient.com/wp/wp-content/uploads/2006/09/DC%20CRAIBL%202004.pdf)
Jordi Abadal (UPC) impartirá un taller sobre escritura cuneiforme (La escritura cuneiforme mesopotámica: entre el signo y el dibujo), en Caixaforum de Barcelona, a las 19.30 horas, abierto a todo el público, los días:
- Jueves 7 de febrero de 2013: Origen de la escritura cuneiforme como medio de registrar los inventarios y las transacciones comerciales
- Jueves 14 de febrero: La epigrafía sumeria
- Jueves 21 de febrero: Elementos básicos de la gramática sumeria
- Jueves 28 de febrero: La traducción de las tablillas
En el primer caso, los conocimientos y la práctica de la escritura pueden ser limitados; el vocabulario, las reglas gramaticales necesarios sirven para construir frases sencillas. No se requiere ninguna habilidad especial para componer frases armoniosas: lo importante son los datos que corroboran lo que la palabra oral asegura: "evidencia" lo anunciado verbalmente.
Mientras, es conveniente poseer cierto talento para componer textos, necesariamente complejos, que amalgaman datos, recuerdos, observaciones, reflexiones, imágenes, comparaciones, hasta lograr una composición articulada y sugerente capaz de englobar y traducir acontecimientos ampliamente desarrollados en el tiempo y el espacio. La lectura tiene que poder evocarlos poderosamente; en caso contrario, caerán en el olvido.
Si los especialistas en las culturas tracia y egipcia no se molestan, es la cultura de la Mesopotamia del sur (sumero-acadia), la que inventó la escritura y fijó unas reglas y una manera de componer unos signos que pudieran ser descifrados, leídos fácilmente, o sin ambigüedad por los conocedores de las "cifras" o reglas empleadas. Si los descubrimientos arqueológicos reflejan lo que aconteció, los primeros textos fueron escritos, seguramente, en sumerio, hace unos cinco mil trescientos años.
Los mesopotámicos creían que la escritura era un invento humano, exclusivamente humano, contrariamente al resto de las artes: esta creencia podría reflejar una función sobre todo todo utilitaria de la escritura, necesaria en las transacciones comerciales y legales. Aunque la palabra diera fe de lo que ocurría, la escritura aportaba los documentos necesarios para que la palabra fuera fidedigna.
Pero también afirmaban que los dioses inspiraban a ciertas personas que deseaban aprender a escribir y practicar esta arte. Mitos tardíos babilónicos también sostenían que la escritura fue un don de Sabios antediluvianos. En este caso, la escritura tendría un origen sobrenatural. Los mismos dioses escribían ocasionalmente.
Este doble origen, humano y sobrehumano, reflejaría, la doble función, práctica y simbólica, de la escritura - todo y aceptando que la escritura "funcional" no deja de tener una carga simbólica pues ayuda a entender la mentalidad de las personas o las culturas que la manejan, mientras que la escritura "poética" puede aportar unos datos básicos sobre determinadas transacciones, y, ciertamente, registra, no lo que ocurre, sino lo que ocurrió en otros tiempos, cuando vivían seres que no eran simples mortales, en el tiempo del "mito".
La escritura, pues, comprendía básicamente prosa -el ingente número de documentos prosaicos, testimonios de la vida diaria-, y poesía -que evocaba, en unas pocas composiciones "inspiradas" y "memorables", dignas de estudio, el tiempo del mito, para conocerlo y revivirlo.
La escritura se plasma en dos tipos de soportes: materiales e inmateriales. Tablillas de arcilla, papiros, pergaminos, cortezas, papel, etc., son los soportes más habituales utilizados por los humanos para el trato habitual. Pero los signos que cuentan lo que aconteció y lo que acontecerá, lo que se refieran al pasado y al futuro -un futuro que se hará presente-, pero no al presente, al día a día, no se inscriben únicamente en soportes materiales, ni se inscriben necesaria o preferentemente en estos soportes. El cielo es la "superficie" en la que mejor se inscribe la narración de hechos pasados o venideros o, mejor dicho, donde se inscriben aquellos signos que, correctamente enlazados cuentan lo que acontecerá. Estos signos son los astros. El cielo se despliega así, como un inmenso registro dónde la historia de la humanidad, pasada y futura, queda marcada. Esos signos, los cuerpos siderales, son los que las divinidades emplean, mueven a placer, para comunicarse con los humanos, y comunicarles lo que han decidido, lo que les aguarda.
Así, la diosa de la escritura mesopotámica, Nisaba, poseía tablillas en la que dibujaba planos celestiales y escribía edictos. El cielo era una gran tablilla donde los acontecimientos quedaban anunciados.
Así como la lectura de las tablillas administrativas, comerciales, legales, y de la correspondencia "diaria" o personal, era relativamente sencilla (y hoy se piensa que la sociedad mesopotámica y, en general, las sociedades antiguas dotadas de escritura, eran más o menos letradas, es decir, poseían unos conocimientos básicas que les permitían escribir sencillamente o, al menos, leer textos sin grandes complicaciones), la interpretación de los mitos, las leyendas, las sagas, y los himnos, junto con la interpretación de los signos en el cielo era compleja. No estaba al alcance de todo el mundo. Requería un especial adiestramiento. El número de signos, de reglas gramaticales empleados era muy superior a lo que una simple documento escrito exigía. Los matices, las imágenes, las metáforas, todos los retruécanos, las alusiones requerían un creciente número de signos capaces de reflejar lo que, en el habla, el tono y la gestualidad necesariamente comunican física, visiblemente.
Quienes eran diestros en el desciframiento de los signos, escritos en la materia o el cielo, eran los escribas; también los adivinos, los magos. Existía una casta especial capaz de leer mensajes sobrenaturales en el cielo o en las entrañas de las víctimas sacrificiales, por ejemplo en las superficie espejada de los hígados, así como en composiciones complejas mitológicas, o rituales. La escritura "poética" era un procedimiento mágico. Tanto, que Platón, sin duda con cierta ironía, sostenía que los grandes poetas estaban en comunicación con poderes sobrenaturales, y eran verdaderos magos de la palabra. En Mesopotamia, el primer poeta de la historia (la poetisa Enheduanna) fue una sacerdotisa al servicio de la diosa de la creación y la destrucción, del ciclo de la vida, Innana. La diosa le comunicaba lo que acontecería, y Enheduanna sabía, gracias a la intervención divina, descifrar las palabras divinas y traducirlas en lenguaje escrito humano, un lenguaje necesariamente esotérico, puesto que ponía por escrito revelaciones que estaban al alcance de todos los humanos.
Un cierto número de humanos eran capaces de componer y de leer una carta: solo se requería unos conocimientos limitados de vocabulario y gramática, al alcance de los mortales. Mas para contar la verdad, o para esconderla y descubrirla solo a los iniciados, eran necesarios unos conocimientos sobrehumanos que solo el cielo proporcionada -o que solo el cielo, afirmaban los poetas y los magos, (les) proporcionaba.
Véase el articulo de Dominique Charpin: Lire et écrire en Mésopotamie (http://www.digitorient.com/wp/wp-content/uploads/2006/09/DC%20CRAIBL%202004.pdf)
Jordi Abadal (UPC) impartirá un taller sobre escritura cuneiforme (La escritura cuneiforme mesopotámica: entre el signo y el dibujo), en Caixaforum de Barcelona, a las 19.30 horas, abierto a todo el público, los días:
- Jueves 7 de febrero de 2013: Origen de la escritura cuneiforme como medio de registrar los inventarios y las transacciones comerciales
- Jueves 14 de febrero: La epigrafía sumeria
- Jueves 21 de febrero: Elementos básicos de la gramática sumeria
- Jueves 28 de febrero: La traducción de las tablillas
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martes, 3 de julio de 2012
Sesame Street (Barrio Sésamo)
http://www.dailymail.co.uk/news/article-2152577/Sesame-Street-songs-repeatedly-played-days-end-torture-Guantanamo-Bay-prisoners-report-claims.html
http://blogs.lainformacion.com/telediaria/2012/06/01/los-presos-de-guantanamo-fueron-torturados-con-canciones-del-mitico-barrio-sesamo/
Algunos responsables del ejército norteamericano, ¿tienen algún tipo de trauma infantil?
Aunque la tortura debe ser efectiva.
http://blogs.lainformacion.com/telediaria/2012/06/01/los-presos-de-guantanamo-fueron-torturados-con-canciones-del-mitico-barrio-sesamo/
Algunos responsables del ejército norteamericano, ¿tienen algún tipo de trauma infantil?
Aunque la tortura debe ser efectiva.
Bruce Alcock (¿1965?): At the Quinte Hotel (2005)
El canadiense Bruce Alcock, autor de At the Quinte Hotel, considerado uno de los mejores cortos de animación de la década, se formó en Barcelona.
lunes, 2 de julio de 2012
Arquitectura y Memoria
En las culturas de tradición oral, la memoria es esencial. El pasado se cuenta en mitos, leyendas y sagas, narradas por vates que se desplazan de pueblo en pueblo, de corte en corte. Necesitan recordar centenares o miles de versos en un cierto orden y, al mismo tiempo, el público tiene que ser capaz de seguir la narración.
Los poemas fijan la memoria de los pueblos, pues cuentan siempre lo que pasó, a modo de lección para el presente y el futuro.
En Grecia, los vates -que nunca creaban sino que, en principio, recreaban textos cuyo origen se desconocía- decían estar inspirados por las Musas, unas deidades hijas de Mnemosyne, la diosa de la Memoria. Ésta sabía todo lo que había ocurrido, y dictaba los acontecimientos a los poetas, quienes tenían la obligación de recordar todo lo transmitido y transmitirlo a los oyentes.
A fin de facilitar el proceso de rememoración, ya en la Grecia arcaica se recomendaba que el poeta -y el oyente- se imaginara una construcción con un buen número de estancias, bien planificada, que debía, entonces, recorrer en mente. En cada estancia depositaría lo que tenía que recordar, hechos, objetos, versos. La asociación entre las estancias y lo que albergaban debía ser estrecha y lógica. Cada sala debía de estar adaptada al contenido. por otra parte, éste se tenía que depositar de manera ordenada, de modo que se dibujara un recorrido lógico que permitiera a la imaginación recuperar o reencontrar lo que inicialmente había guardado en cada estancia.
Los planos de los edificios de la memoria eran complejos por el número de salas necesarias, pero comprensibles, debido a la necesidad de poder ser recorridos fácilmente. La forma y la decoración de cada estancia estaba en consonancia con el contenido que albergaba. De este modo, a medida que el poeta o el oyente rememoraba o rehacía la visita, iba encontrando o recordando detalles que, de súbito, revelaban dónde se hallaba y, por tanto, qué iba a encontrar. Los poetas sabían que, puesto que los recorridos mentales son relativamente sencillos y cómodos de recordar, por asociación de imágenes, el reencuentro con lo que se tenía que recuperar iba a ser inevitable. El ser humano ni se perdería ni olvidaría.
El llamado Arte de la Memoria prosiguió en la Edad Media y se avivó especialmente en los siglos XVI y XVII. Se escribieron tratados sobre cómo fijar los recuerdos. Éstos eran semejantes a tratados de arquitectura. Describían edificios y estancias, su organización espacial, y su decoración escultórica y pictórica, de modo que fuera evidente, de un golpe de vista "mental", recordar lo que se había asociado a cada lugar.
Esas arquitecturas imaginarias, posiblemente, no se quedaron en el papel. No fueron solo arquitecturas soñadas y recordadas. Tuvieron una traducción plástica. Los Tratados del Arte de la Memoria se ilustraban con grabados. La pintura llamada de caprichos arquitectónicos, que tuvo un gran éxito en el Manierismo y el Barroco europeos, mostraba edificios y estancias bien articuladas, visual y espacialmente relacionadas a través de arcadas, pórticos, galerías, escalinatas, etc. En cada estancia, un objeto altamente simbólico: un aguamanil, un pavo real, etc. Estos objetos estaban en relación con las estancias. La imaginación recorría las arquitecturas pintadas. Éstas, junto con los objetos singulares que albergaban activaban los recuerdos. Cada lugar estaba asociado a un recuerdos que el poseedor del cuadro había tenido que depositar. La contemplación del cuadro, entonces, le permitía recordar los valores, las virtudes y los peligros que tenía que abrazar o que tenía que obviar. Estos cuadros, altamente decorativos, y en apariencia sin contenido, eran depositarios de verdades que no se podían obviar. Tenían una finalidad concreta. No eran solo piezas placenteras, sino que ayudaban al ser humano a saber cómo actuar en la vida. Contenían las enseñanzas para ser un gentilhombre.
Es posible que la arquitectura de la memoria también se construyera. Los palacios, de intrincada planta y compleja ornamentación, los juegos de templetes, palacetes y estatuas en jardines, los monasterios que desplegaban una iglesia, claustros, salas capitulares, criptas, etc. no habían sido planificados solo para atender a funciones básicas. Tenían como finalidad, precisamente, activar el recuerdo de determinadas enseñanzas. Su función era educativa. Guiaban, advertían. Las pinturas, los frescos, las estatuas, las curiosidades depositadas en cada estancia o lugar, con los que mantenían una relación evidente, ayudaban a los que recorrían los espacios, ya fuera porque vivían en permanencia, ya fuera porque las visitaban ocasionalmente, a recordar qué tenían que hacer: eran lecciones de buen hacer fijadas en piedra, o definidas espacialmente. Los recorridos, los ascensos y descensos, los juegos de luces y sombras, los giros, los pasos adelante y los retrocesos, los cambios de dirección a que invitaban las plantas de las grandes construcciones y de algunas ciudades "ideales" activaban la imaginación, sorprendida, asombrada, activa, y la memoria. En cada lugar, a cada paso, el habitante o el visitante podía saber qué lección se le transmitía. En ningún caso, podría aducir desconocer qué valores tenía que asumir.
La Arquitectura de la Memoria, sin embargo, fue cayendo en el olvido. Algún iluminado como Bruno Taut, a principios del siglo XX -y quizá Gaudí- debió de creer en el poder educador de la arquuitectura. Pero fueron los menos, y pronto apartados.
Desde entonces, muy a menudo, la arquitectura se ha convertido en el arte del olvido: atonta, embrutece, trata de hacernos olvidar qué somos y dónde estamos, escondiendo sus miserias. Espectáculo, y simulacro.
domingo, 1 de julio de 2012
Koji Yamamura (1964): Babel no hon (Babel´s Book) (1996)
Hermoso homenaje a la biblioteca de Babel de José-Luis Borges, y al poder fascinante de los cuentos, de los libros
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