jueves, 13 de septiembre de 2012
Pop Art catalán: la fabrica Tipel en Parets del Vallés, y algo Mas
Algunos de los automovilistas que circulan por la autopista C-33 entre Barcelona y Gerona quizá recuerden, a la altura de Parets del Vallés, cerca de la salida de Barcelona, a mano izquierda, yendo al norte, una edificio de formas convencionalmente paralelepipédicas, alargado, de dos plantas, cuyas paredes, empero están recubiertas por coloristas motivos que recuerdan al largometraje de dibujos animados Yellow Submarine, de las que incluso sobresalen alargados globos semejantes a los de las viñetas de un cómic.
Estos murales fueron realizados por los pintores Rafael Bartolozzi (1943-2009) y Eduardo Arranz Bravo (1941), en 1968, y se consideran una de las primeras y mejores muestras de Pop Art en España.
Las "frescos", realizados con pintura industrial aplicada sobre el enlucido de la pared, son difíciles de mantener, y tuvieron que ser restauradas íntegramente hace diez años, necesitando de nuevo una rehabilitación, sobre todo porque el edificio, una modesta nave industrial, está vacío y abandonado.
Las pinturas fueron encargadas por el fundador de la empresa, que por el aquel entonces se llamaba Tipel, dedicado a la peletería, Isidor Prenafeta, que había estudiado Bellas Artes. El conjunto sorprendió tanto que estuvo a punto de ser derribado con la excusa que podía distraer a los automovilistas. El Pop Art aún era mirado con cierto recelo por cierta burguesía y políticos necesariamente franquistas.
Una mala gestión financiera, fruto de una excesiva expansión, junto con vertidos contaminantes al río, llevaron a la empresa a la quiebra y al cierre en 1992.
La dirección financiera, entre 1988 y 1992, estuvo a cargo de Artur Mas (aunque este dato no se considera relevante en su biografía). En la empresa trabajaba también Jordi Pujol Ferrusola, hijo de Jordi Pujol y Marta Ferrusola. Un sobrino del fundador de la empresa, Lluis Prenafeta, llegaría a ser Secretario General de la Presidencia de la Generalitat, encabezada por el Muy Honorable Presidente Jordi Pujol, y hoy está encarcelado por el caso de corrupción urbanística y blanqueo de dinero, conocido por caso Pretoria, sentenciado en 2009.
Posteriormente, Artur Mas fue nombrado, en 1993, consejero de la empresa la Seda de Barcelona, que acabó cerrada tras descubrirse desvíos de ingentes cantidades de dinero y facturas falsas.
Desde luego, El Presidente de Cataluña, Artur Mas tiene razón: Cataluña sufre un expolio financiero.
La historia del arte es fascinante.
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miércoles, 12 de septiembre de 2012
Caravaggio y el Caravagismo
La extraordinaria exposición Caravage et le Caravagisme européen. Corps et ombres, que presenta el Museo Fabre de Montpellier (Francia) hasta el 14 de octubre, plantea un tema que, posiblemente, deba ser nuevamente tenido en cuenta: la importancia de un solo artista en un cambio drástico en el arte (de la representación) y en la manera de mirar el mundo.
La noción de genio, individual, solitario y excesivo, que se impuso a partir del siglo XVIII (aunque ya Vasari, en el siglo XVI, señalaba el papel de algunos artistas "superiores" en la "evolución" del arte de la pintura hacia una mejor reproducción de la naturaleza) ha caído en desuso. El arte evoluciona debido a causas complejas, económicas, sociales, a la interacción entre artistas y clientes, etc.
Sin embargo, esta muestra cuestiona esta lectura. La figura de Caravagio determinó la historia del arte occidental durante un siglo al menos. El arte de Caravagio, extremadamente religioso -pero cuya transcendencia no desdeñaba la realidad prosaica, la inmanencia vital-, entró en conflicto con la idealización de los Carracci en Bolonia. Éstos pintaban figuras, en sobrias poses, que rememoraban las estatuas clásicas. Caravagio, por el contrario, apenas dibujaba. Utilizaba, posiblemente, una cámara oscura para plasmar complejas composiciones en un plano. Los temas eran terribles: la decapitación de Juan Bautista, el Prendimiento de Cristo. Es muy posible que no los escogiera él. Pero le escogían porque sabían que podría reflejar la terrible verdad de esas escenas. Sus modelos parecían provenir de la calle -o provenían de verdad-. No poseían las mesuras de los dioses olímpicos. Las facciones, en ocasiones, se asemejaban a las que deformaban las figuras renacentistas alemanas, desconocedoras o desdeñosas de la frialdad y la inexpresividad de la estatuaria clásica. La carne que Caravaggio pintaba era carne, no marfil.
Esta búsqueda de lo divino en lo humano, tan alejado de la estilización manierista, hubiera podido pasar desapercibida o fracasar. Por el contrario, trastocó el arte de la representación: temas y maneras cambiaron. Una pléyade de artistas, que en ocasiones intimaron con él, o al menos lo conocían (lo admiraban o lo envidiaban, y la causaban placer por el respeto o irritación por un superior dominio de la técnica) quedaron influidos por las obras y las maneras de Caravaggio. Pintores españoles, franceses, italianos y norteños, formados en Italia (Nápoles, Sicilia, Roma), o conocedores, directa o indirectamente, de la obra de Caravaggio, empezaron a tratar temas semejantes, de un modo parecido: escenas excesivamente crueles, incluso para el gusto tardo-manierista, a través de figuras nada idealizadas, parecidas supuestamente a unos don nadie de la calle, en medio de una atmósfera opresiva o glauca.
La pintura italiana, y europea, en gran parte, se dividió en dos grandes corrientes, la de los Carracci, y la de Caravaggio, que mostraron dos maneras de abordar la realidad, y dos realidades dignas de ser abordadas. El arte de Caravaggio se extendió hasta el romanticismo; la idealización de los Carracci marcará incluso el retorno al orden de los años veinte.
Fue un solo artista que logró imponer su punto de vista. Gozó de apoyos importantes, sin duda. Y tenía un prodigioso talento y, sin duda, el don de las relaciones -aunque la cólera, en ocasiones, le cegó. Era muy superior a la mayoría de sus imitadores -salvo Ribera, Velázquez y, en parte, Zurbarán, que no empalidecen (sí lo hace Guido Reni, por ejemplo). Sin Caravaggio, muy posiblemente, el arte europeo hubiera tenido una historia muy distinta. El arte bajó del pedestal. Para bien, o no.
Velázquez: Santo Tomás (patrón de los arquitectos)
lunes, 10 de septiembre de 2012
La ciudad sumeria, 3: ciudades como islas
Pese a que los restos arqueológicos, apenas distinguibles, se hallen, hoy, en medio del desierto, y se confundan con las dunas polvorientas circundantes, recientes estudios a partir de fotos aéreas y sobre el terreno permitir suponer que las primeras ciudades de la historia, en el sur de Mesopotamia, tales como Uruk, Ur, Lagash y Eridu, se fundaron en un paisaje marismeño: el delta del Tigris y el Éufrates.
El delta -que se recupera lentamente tras la brutal desecación emprendida por Saddam Hussein a partir de 1995-, de nuevo muy extenso, se compone de un sin fin de islas formadas por sedimentos de cañas, juncos y papiros, que crean sólidos montículos, cuyo suelo apenas se hunde, en medio de las lagunas, alimentadas por los ríos, formando una densa red de canales naturales.
La imagen del territorio en el que convivían diversos pueblos, clanes o tribus, que hablaban sumerio, acadio, elamita, etc., en el quinto y el cuarto milenios aC, era el de una planicie parcheada. Cada parche formaba parte de una agrupación mayor, separada de otras por canales más amplios.
Las primeras ciudades mesopotámicas estaban estructuradas en barrios separados los unos de los otros por murallas o canales. Casas patricias y artesanas, de distinto tamaño convivían en cada barrio. Salvo en el caso de talleres muy especializados como los de los alfareros y quizá los herreros, que no podían estar situados en medio de un tejido urbano residencial, viviendas (de distinto tamaño), templos, casas comunales, comercios y talleres estaban integradas en cada barrio. Encajaban como las piezas, todas de forma distinta, de una vidriera.
Estos barrios se disponían en islas muy cercanas. Las ciudades se organizaban entonces sobre un conjunto de islas. El urbanismo, tan irregular, reproducía los meandros de las aguas.
Esta geografía implica que las ciudades no tuvieran hondas raíces. No se asentaban profundamente en la tierra. Parecían emerger de las aguas -de hecho lo hacían- y, al mismo tiempo, flotar sobre ellas. Un verbo que se traduce por asentar, significa, en verdad, suspender. Este hecho quizá determinara un tipo de imaginario y de sociedad.
La imagen del territorio del sur de Mesopotamia no se reflejaba solo en los barrios y las ciudades, sino en toda la urbanización, la estructura del espacio. Las ciudades eran islas conectadas por vías de comunicación. Esta estructura no era solo formal sino también social. El poder, antes del tercer milenio, se comunicaba según una red horizontal. Todas las ciudades, salvo quizá Eridu, una pequeña ciudad santa, cuya santidad se compensaba con su escasa población, tenían igual importancia. Ninguna dominaba. Formaron, posiblemente, alianzas. Se apoyaban mutuamente, se necesitaban. De cada ciudad salían "tentáculos" -vías (caminos o canales)- que terminaban en nuevos asentamientos o barrios.
Una isla sugiere imágenes de precariedad; de aislamiento y, por ende, de una necesaria conexión con otras islas. las grandes federaciones se han formado siempre entre islas.
Una isla en una tierra que parece emerger de las islas. Sugiere un nacer o un renacer: un territorio en que la vida puede prender por vez primera o puede reemprender. En muchos mitos de origen, en Egipto, Mesopotamia y Grecia (Apolo, dios griego de la organización del territorio, nació en la isla de Delos, que encabezaba la liga de las Cícladas), la vida surgió después de que las primeras tierras, el primer montículo, sobre el que el sol se puso, subiera a la superficie de las aguas primigenias. Una isla es un espacio asediado por las aguas. por eso, necesita establecer puentes con otras islas. Juntas, componen "islas" de civilización. Una isla es también una manzana, un barrio urbano, el núcleo o el origen de una ciudad.
La imagen de un espacio compuesto de islas determinó sin duda la forma que adoptaron tanto las ciudades como las redes urbanas que estructuraron el territorio, a merced de los caprichos de las aguas, pero también jugando con éstas.
Esta organización física y mental quebró posiblemente cuando la costa retrocedió y las aguas se retiraron. Las ciudades empezaron a hallarse en espacios que, todo y estando surcados por ríos y canales, ya no estaban rodeados por las aguas. La estructura del territorio cambió. Se empezó a parcelar, a delimitar. Y a organizar piramidalmente la sociedad. Los primeros imperios, con reyes divinizados, y los primeros zigurats -pirámides escalonadas- se fundaron. Empezaba una nueva era, quizá ya la nuestra.
El delta -que se recupera lentamente tras la brutal desecación emprendida por Saddam Hussein a partir de 1995-, de nuevo muy extenso, se compone de un sin fin de islas formadas por sedimentos de cañas, juncos y papiros, que crean sólidos montículos, cuyo suelo apenas se hunde, en medio de las lagunas, alimentadas por los ríos, formando una densa red de canales naturales.
La imagen del territorio en el que convivían diversos pueblos, clanes o tribus, que hablaban sumerio, acadio, elamita, etc., en el quinto y el cuarto milenios aC, era el de una planicie parcheada. Cada parche formaba parte de una agrupación mayor, separada de otras por canales más amplios.
Las primeras ciudades mesopotámicas estaban estructuradas en barrios separados los unos de los otros por murallas o canales. Casas patricias y artesanas, de distinto tamaño convivían en cada barrio. Salvo en el caso de talleres muy especializados como los de los alfareros y quizá los herreros, que no podían estar situados en medio de un tejido urbano residencial, viviendas (de distinto tamaño), templos, casas comunales, comercios y talleres estaban integradas en cada barrio. Encajaban como las piezas, todas de forma distinta, de una vidriera.
Estos barrios se disponían en islas muy cercanas. Las ciudades se organizaban entonces sobre un conjunto de islas. El urbanismo, tan irregular, reproducía los meandros de las aguas.
Esta geografía implica que las ciudades no tuvieran hondas raíces. No se asentaban profundamente en la tierra. Parecían emerger de las aguas -de hecho lo hacían- y, al mismo tiempo, flotar sobre ellas. Un verbo que se traduce por asentar, significa, en verdad, suspender. Este hecho quizá determinara un tipo de imaginario y de sociedad.
La imagen del territorio del sur de Mesopotamia no se reflejaba solo en los barrios y las ciudades, sino en toda la urbanización, la estructura del espacio. Las ciudades eran islas conectadas por vías de comunicación. Esta estructura no era solo formal sino también social. El poder, antes del tercer milenio, se comunicaba según una red horizontal. Todas las ciudades, salvo quizá Eridu, una pequeña ciudad santa, cuya santidad se compensaba con su escasa población, tenían igual importancia. Ninguna dominaba. Formaron, posiblemente, alianzas. Se apoyaban mutuamente, se necesitaban. De cada ciudad salían "tentáculos" -vías (caminos o canales)- que terminaban en nuevos asentamientos o barrios.
Una isla sugiere imágenes de precariedad; de aislamiento y, por ende, de una necesaria conexión con otras islas. las grandes federaciones se han formado siempre entre islas.
Una isla en una tierra que parece emerger de las islas. Sugiere un nacer o un renacer: un territorio en que la vida puede prender por vez primera o puede reemprender. En muchos mitos de origen, en Egipto, Mesopotamia y Grecia (Apolo, dios griego de la organización del territorio, nació en la isla de Delos, que encabezaba la liga de las Cícladas), la vida surgió después de que las primeras tierras, el primer montículo, sobre el que el sol se puso, subiera a la superficie de las aguas primigenias. Una isla es un espacio asediado por las aguas. por eso, necesita establecer puentes con otras islas. Juntas, componen "islas" de civilización. Una isla es también una manzana, un barrio urbano, el núcleo o el origen de una ciudad.
La imagen de un espacio compuesto de islas determinó sin duda la forma que adoptaron tanto las ciudades como las redes urbanas que estructuraron el territorio, a merced de los caprichos de las aguas, pero también jugando con éstas.
Esta organización física y mental quebró posiblemente cuando la costa retrocedió y las aguas se retiraron. Las ciudades empezaron a hallarse en espacios que, todo y estando surcados por ríos y canales, ya no estaban rodeados por las aguas. La estructura del territorio cambió. Se empezó a parcelar, a delimitar. Y a organizar piramidalmente la sociedad. Los primeros imperios, con reyes divinizados, y los primeros zigurats -pirámides escalonadas- se fundaron. Empezaba una nueva era, quizá ya la nuestra.
domingo, 9 de septiembre de 2012
Hassan Khan (1975): Superstructure (2011)
Artista polifacético egipcio. Participa en la presente muestra Documenta 13 de Kassel (Alemania).
Véase su página web, en construcción: http://www.hassankhan.com/
Barcelona World: vuelve el hombre...
Uf.
Los arquitectos, constructores, promotores que somos, digamos, anchos de miras y no tenemos complejos (aunque podamos tener varios urbanísticos a cuestas), ya podemos respirar tranquilos.
Vuelve el nego$io.
Después de Port Aventura, parque temático promovido por el mítico hombre de negocios modélico Javier de la Rosa, otro elegante hombre de negocios, entre cuyos logros destacan el hundimiento de empresa constructora, el respaldo de la floreciente Bancaja (Bankia) y tener negocios por el yernísimo de un pasado presidente de gobierno español, va a construir no uno sino seis parques temáticos (con casinos, hoteles, y todo lo que haga falta) al lado de, precisamente, Port Aventura.
Como bien dice el Consejero del Interior del gobierno catalán , la propuesta se adapta mucho mejor al país que el conjunto de Eurovegas. ¿Cómo no? ¿No vivimos en un país, España, y una comunidad, Cataluña, que son un inmenso parque temático? Así, mientras nos distraemos con toros, sí, toros, no, fútbol, procesiones, fiestas populares, bailes tradicionales, esencias patrias y pop más patrio aún, los próceres hacemos negocios. Se dice hacer país. Levantamos el país. Recalificamos terrenos, construimos parques temáticos, puertos deportivos, aeropuertos sin aviones, autopistas que no conducen a ningún sitio, hoteles donde no se puede, enladrillamos los pueblos y ciudades con casas pareadas o sueltas, controlamos ITVs, -es un suponer-, y todo eso por solo una modesta comisión del tres por ciento. Por favor, que nos dejen trabajar.
Ya era hora.
¡Miam!
Manos en la masa
Los arquitectos, constructores, promotores que somos, digamos, anchos de miras y no tenemos complejos (aunque podamos tener varios urbanísticos a cuestas), ya podemos respirar tranquilos.
Vuelve el nego$io.
Después de Port Aventura, parque temático promovido por el mítico hombre de negocios modélico Javier de la Rosa, otro elegante hombre de negocios, entre cuyos logros destacan el hundimiento de empresa constructora, el respaldo de la floreciente Bancaja (Bankia) y tener negocios por el yernísimo de un pasado presidente de gobierno español, va a construir no uno sino seis parques temáticos (con casinos, hoteles, y todo lo que haga falta) al lado de, precisamente, Port Aventura.
Como bien dice el Consejero del Interior del gobierno catalán , la propuesta se adapta mucho mejor al país que el conjunto de Eurovegas. ¿Cómo no? ¿No vivimos en un país, España, y una comunidad, Cataluña, que son un inmenso parque temático? Así, mientras nos distraemos con toros, sí, toros, no, fútbol, procesiones, fiestas populares, bailes tradicionales, esencias patrias y pop más patrio aún, los próceres hacemos negocios. Se dice hacer país. Levantamos el país. Recalificamos terrenos, construimos parques temáticos, puertos deportivos, aeropuertos sin aviones, autopistas que no conducen a ningún sitio, hoteles donde no se puede, enladrillamos los pueblos y ciudades con casas pareadas o sueltas, controlamos ITVs, -es un suponer-, y todo eso por solo una modesta comisión del tres por ciento. Por favor, que nos dejen trabajar.
Ya era hora.
¡Miam!
Manos en la masa
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