lunes, 29 de octubre de 2012

Segundo de Chomón (1871-1929): Burgos (1911)



Fin de la "semana" dedicada a Segundo de Chomón, el cineasta que descubrió la capacidad del cine de documentar la realidad (existente o visible, y soñada, mostrando cómo ésta podía ser más verosímil, creíble y fascinante, que la realidad prosaica.

La organización política en Mesopotamia

El sur de Mesopotamia, entre el sexto y mediados del tercer milenios, acogió un cierto número de ciudades (Uruk, Ur, Eridu, Larsa, Lagash, Girsu, Umma, Nippur, Khafajeh, etc.) que controlaban un territorio no muy extenso que acogía ciudades más pequeñas y un número indeterminado de pueblos y, seguramente, de haciendas. Estas llamadas ciudades-estado (un término que, en propiedad, se debería aplicar solo a la organización política de la Grecia arcaica y clásica), mantenían relaciones conflictivas, sin duda, pero sobre todo comerciales. Al parecer ninguna dominó totalmente a las otras.
Este sistema fue precedido por lo que se ha llamado, sin duda impropiamente, el imperio de Uruk, en el sexto y quinto milenios. Seguramente, no tuvo que ser un imperio -al menos atendiendo al significado que otorgamos a este término-, sino un territorio, sin duda extenso, dominado, controlado o influido por la ciudad de Uruk, la primera ciudad de la historia, al menos hasta ahora, en un mundo aún inmerso en el neolítico, que no conocía ni leyes, ni realeza, ni escritura.
Un verdadero primer imperio sucedió a la pléyade de ciudades sumerias. Esta organización política poseyó un centro, una nueva capital, Accad, aún no hallada, en la que reinaba un monarca que fue divinizado o se divinizó. Una sola lengua escrita se impuso en las transacciones comerciales, los decretos y las leyes. Apenas duró dos siglos, en la segunda mitad del tercer milenio, cuando, al parecer una sucesión de revueltas urbanas, devolvió la independencia de las ciudades que, poco tiempo después, fueron subordinadas a una nueva ciudad, Ur. Se iniciaba el último régimen político del sur de Mesopotamia, llamado Imperio de Ur (bajo la Tercera Dinastía de Ur, o Ur III) que, a principios del segundo milenio, caería en manos de Babilonia: un nuevo y duradero imperio fue forjado. Alternando con el imperio asirio, ubicado más al norte, dominaría todo el próximo oriente antiguo durante los segundo y primer milenios. Persia (hoy, Irán), a mediados del primer milenio pondría fin al poder de Babilonia y de Assur (capital del imperio asirio) (que ocupaban lo que hoy son Iraq, Siria y una parte de Turquía).

El "Imperio de Ur" duró, como el imperio acadio, unos dos siglos, hasta los últimos años del tercer milenio o los primeros del segundo. Se trataba, empero, de un imperio muy particular. Los monarcas más importantes, Ur-Nammu, y su hijo, Shulgi, organizaron un territorio de modo muy distinto al imperio acadio. No se trataba de poseen un territorio férreamente controlado desde Ur. La posesión de la tierra, las incesantes conquistas y sometimiento de pueblos y ciudades no fueron los medios con los que estos reyes lograron apaciguar un extenso territorio. Basaron su control, y la paz consiguiente, en una extensa red de vías de comunicación, fluviales y terrestres -vías fluviales que también irrigaban los campos, junto con una red de postas. Favorecieron, pues, el comercio: el intercambio de bienes, conocimientos y experiencias, los contactos humanos. El comercio, como medio que permite que los humanos interactúen, y no el dominio guerrero o militar, fue, al parecer, el sistema con el que se ordenó todo el centro y el sur de NMesopotamia, desde la moderna ciudad de Bagdad hasta el Golfo Pérsico.
Esta concepción de las relaciones humanas, basadas en el intercambio y no el sometimiento, favoreció el movimiento constante. La red de "anchas carreteras" -como eran descritas en los textos-, recorridas por pesados carros cubiertos por bóvedas de lona, tirados por bueyes u onagros, y por ágiles carros individuales de dos ruedas tan solo, permitió que la parte más activa, vivaz y curiosa de la sociedad, se pusiera en marcha. La posesión de la tierra, el enraizamiento -que tanto vertido de sangre ha provocado a lo largo de la historia-, la "autoctonía" (una noción ateniense según la cual los "verdaderos" ciudadanos habían brotado del Ática y, por tanto, tenían preferencia sobre los extranjeros, los "desarraigados"), no tuvieron cabida en el "Imperio" de Ur III. ¿Ur-Nammu y Shulgi no hicieron acaso la guerra?. Sí, sin duda, pero no para lograr nuevas conquistas. Se equipararon con los dioses omnipotentes, pero debido a las leyes justas, y
la paz de los mercaderes que lograron. La tierra no era una posesión. Los seres humanos no se definían por el arraigo a una tierra dada, sino por su capacidad de producir e intercambiar bienes, por el conocimiento sobre otras tierras que traían. El buen "ciudadano" (si es que este término se puede aplicar retroactivamente a la sociedad mesopotámica del tercer milenio) era el mercader, el negociante, el viajante, aquel que no descansaba nunca, cuya tierra era la carretera (lo que no le impedía posee una casa-refugio).
Cuando Montesquieu escribió El espíritu de las leyes, a mediados del siglo XVIII, no se conocía aún la cultura mesopotámica y menos la sumeria. Faltaba más de un siglo para que ésta se descubriera en los desiertos del sureste del imperio otomano. Montesquieu tenía en mente la sociedad ateniense clásica, y la inglesa de su tiempo, cuyo imperio obedecía, según él, más a motivos comerciales que propiamente de dominio territorial. Pero el análisis de Montesquieu sobre el buen gobierno explica, aclara bien la organización, la bondad del gobierno de Ur, sobre todo bajo los reyes Ur-Nammu y Shulgi, inventores de la unificación de unidades de medida, del derecho, del catastro, antes que un exceso de burocracia acabara por paralizar, y hundir esta, quizá, modélica organización territorial y política, que debería ser estudiada una y otra vez.
Para saber qué errores estamos cometiendo hoy nuevamente

domingo, 28 de octubre de 2012

Segundo de Chomón (1871-1929): Loie Fuller (1902)



No existe hoy exposición de arte moderno alguno que merezca ser apreciada que no incluya una filmación de una danza moderna interpretada o coreografiada por la norteamericana Marie Louise Fuller (1862-1928), conocida como Loie Fuller. La mayoría de las colecciones permanentes de arte del siglo XX se abren hoy con esta bailarina.
Triunfó en París. Se relacionó con los mejores pintores y poetas de vanguardia de principios de siglo, desde Rodín hasta Mallarmé.
Se ha escrito que sus movimientos, y los juegos de luces que ingenió y patentó, inspiraron a los pintores haciéndoles ver otras maneras de representar las formas, que se plasmarían en el cubismo.
También se ha dicho que su danza inaugura incluso una nueva concepción del espacio, y no solo de su presentación plástica.
Uno de los primeros cineastas en filmar sus coreografías fue Segundo de Chomón: un cortometraje hoy  casi olvidado.

Dark Sounds Ensemble: Gudea´s Dream (El sueño de Gudea) (2011)


Gudea's Dream from pedro azara on Vimeo.

El 21 de julio de 2011, Tocho incluyó un enlace a la filmación de este concierto, ya desactivado.

En Mesopotamia, los textos oficiales (reales y sacerdotales) proclamaban que los dioses eran quienes tomaban la decisión de fundar una ciudad -su ciudad-,  elegían el emplazamiento y trazaban los planos.
Estos datos eran comunicados en sueños a los reyes. Los dioses les ordenaban edificar una ciudad o un templo, les contaban cómo operar y qué materiales utilizar, y les mostraban el plano del cielo el día fasto en que las obras tenían que empezar, así como los planos de la construcción, todos trazados por divinidades.
Ya despiertos, los reyes, decían los textos, contaban con la ayuda efectiva divina para erigir lo ordenado.

Este relato fundacional se encuentra con variantes en muchas culturas.
En Israel, la divinidad, Yahvé, ordenaba construir, y entregaba planos y memorias, a reyes o profetas despiertos, a la luz del día: es así cómo Yahvé mandó de viva voz a Moisés construir el Arca de la Alianza gracias a las tablas que le entregó a continuación, o a David que le construyera un templo, el primer templo fijo: el templo de Jerusalén, obras llevadas a cabo, por un cambio de decisión divina, por el hijo del rey David, Salomón.
En Grecia, la comunicación entre el cielo y la tierra también se establecía de noche, en sueños, mas eran los humanos quienes acudían al santuario de Apolo en Delfos: debían de pasar la noche en él y, ya de día, contaban lo que la divinidad les había comunicado. En principio, era el ser humano quien decidía  fundar o construir, mas necesitaba la aprobación, las indicaciones del cielo para saber dónde y cómo operar.

En 2011, durante un congreso en Detroit sobre el rey neo-sumerio Gudea, cuya supuesta autobiografía -escrita, ciertamente, por él o bajo su mandato, a finales del tercer milenio- contiene una detallada descripción de un sueño fundacional, que constituye la primera memoria proyectual de la historia, el reputado sumerólogo, y músico de "free jazz" extremo, Piotr Michalowski, junto al Dark Sounds Ensemble, co-dirigió una cantata, improvisada, basada en un fragmento de la autobiografía de Gudea, en la que el rey describe un inesperado y turbador sueño que tuvo, durante el cual el dios Ningirsu, dios protector suyo y tutelar de la capital del reino, Girsu, le ordenó edificarLe un templo, a partir de los planos que el Cielo le mostró y de las indicaciones precisas sobre los materiales y los procedimientos técnicos que deberían emplearse y seguirse al pie de la letra, lo que Gudea, según cuenta,  llevó a cabo religiosamente.

La cantata actualiza el relato, mostrando que los textos sumerios pueden aún ser una fuente de inspiración.
Piotr Michalowki posee una compañía discográfica titulada Abzu (nombre de las aguas primordiales sumerias), que ha recibido numerosas distinciones en los Estados Unidos, donde actúa regularmente.
Todas las obras son enteramente improvisadas.

Créditos de la obra:


A performance by The Dark Sounds Ensemble, directed by James Cornish & Piotr Michalowski

Ensemble:

Abby Alwin--cello
James Cornish-baritone horn/trumpet
Christopher Skebo-double bass
Piotr Michalowski-alto, bass & contralto clarinets, baritone saxophone 
Marko Novachcoff-double bass, bassoon 
Deanna Relyea-mezzo-soprano

sábado, 27 de octubre de 2012

Roland Topor (1938-1997): Les escargots (los caracoles) (1965)



Brutal alegoría. Sin piedad ni esperanza.

Segundo de Chomón (1871-1929): La antigua Toledo (1912)

Sobre ruinas (o la formación del espíritu nacional): El nuevo Centro del Born en Barcelona

La necesidad de construir aparcamientos subterráneos para la Barcelona olímpica de 1992, llevó a la búsqueda de terrenos y apertura de verdaderas gargantas por toda la ciudad.
Una de las áreas con menos plazas de parking se hallaba en el barrio del Raval. La solución se halló frente al cerrado edificio metálico del antiguo Mercado del Borne decimonónico, en la calle Comercio. las obras se concluyeron rápidamente -no había tiempo que perder-: unas ruinas, apenas mencionadas y documentadas, no iban a frenar la operación: los Juegos peligraban.
Años más tarde, las reformas del barrio entero se iniciaron. El proyecto preveía la apertura en canal del tejido urbano, el trazado de amplias avenidas rectas que rajaban la densa y laberíntica trama medieval, el derribo inclemente de cualquier edificio sospechoso de estar en mal estado (su restauración hubiera sido lenta, laboriosa, más que costosa, pero la reforma tenía que llevarse a toda prisa: las elecciones despuntaban). Protestas vecinales lograron detener las obras y el replanteo del proyecto, a cargo del arquitecto Enric Miralles (contratado por vecinos arquitectos),exigiendo reformas más adecuadas a las características sociales, urbanísticas y constructivas del barrio. Se perdieron numerosos edificios de interés, sustituidos por bloques, levantados a toda prisa, que, a los dos años, parecían más ajados que los edificios centenarios. Un barrio, con una trama medieval bien conservada, quedó tocado (aunque se frenó su destrucción).

Fue entonces cuando el gobierno central concedió fondos substanciosos para la construcción de una gran biblioteca central pública.
El antiguo mercado del Borne, restaurado pero vacío y, por tanto, a merced de la intemperie y el vandalismo -un edificio inútil, en suma, que solo servía para ser fotografiado-, fue escogido como la sede de la nueva gran biblioteca. Se trataba, por tanto, de llevar un proyecto de restauración y adaptación de una estructura existente a una nueva función.
Una vez el proyecto concluido, se procedió a las catas arqueológicas de rigor. Los restos, bien conservados, de un barrio dieciochesco, que sus habitantes fueron obligados a abandonar y derribar tras la toma de Barcelona durante la guerra de Sucesión europea en 1714, para liberar espacio entre una ciudadela y la ciudad amurallada, fueron descubiertos, lo que no sorprendió a nadie: eran ruinas similares a las que, años antes, se habían barrido sin contemplaciones; ruinas idénticas a las plantas de un barrio barrido en los últimos años.

La situación política había cambiado, sin embargo. El partido socialista ya no gobernaba en solitario en el ayuntamiento de Barcelona, sino en coalición con el partido Esquerra Republicana, pese a los escasos concejales que este partido, en decadencia, poseía. Tan poco contaba, que el alcalde le había confiado el área de cultura (que, habitualmente,. es entregado a mujeres, por la paridad). Este partido no podía dejar pasar semejante ocasión bajo los focos. Exigió parar las obras. Las ruinas del barrio, que testimoniaban la derrota de Barcelona, favorable al príncipe austríaco, en detrimento del francés (Europa se batía para instalar en la corte española un príncipe favorable al Reino Unido, Francia o Austria), eran una herida que tenía que ser mantenída, cuidada, exaltada.
El reputado historiador de Barcelona, Albert García Espuche, recibió el encargo de documentar los restos. Su estudio, como siempre, fue serio, brillante.
La biblioteca ya no podía ocupar este espacio.  Hubiera escondido o minusvalorado las ruinas, cubiertas, realzadas, por el amplio vuelo metálico de la cubierta del mercado de abastos (el Borne).
Dos jóvenes arquitectos -los mejores arquitectos de exposiciones de toda España, Carlos Guri y Carolina Casajuana-, recibieron el difícil (o envenenado) encargo de adecentar, organizar y "musealizar" las ruinas para que pudieran ser contempladas y recorridas sin peligro. Su proyecto estaba a la altura de sus mejores obras. Dimitieron (o fueron obligados a dimitir), sin embargo, por las presiones políticas. Su proyecto no magnificaba, no falseaba las ruinas: las atendía. No utilizaron el cartón piedra, ni pretendieron ningún parque temático de la derrota.
Otros brillantes arquitectos jóvenes, más cercanos al poder, con la ayuda de un gran arquitecto escenógrafo, les sustituyeron. Han llegado a buen puerto. Renunciando a los postulados iniciales.
Un director, semejante a un Comisario político, ha sido entonces nombrado.
El hasta entonces responsable del estudio, Albert García Espuche, ha dimitido.

Hace pocos días, el Ayuntamiento publicó los presupuestos de Cultura: migajas aquí y acullá. Teatros, compañías de danza, teatro sin subvenciones; centros a punto de cerrar -tras inversiones iniciales importantes-; museos con presupuestos irrisorios; imposibilidad de mantener programaciones de calidad e internacionales.
Todos los actores, los artistas que pueden, parten: Londres, Nueva York, Los Ángeles
Teatros, salas, centros, museos, apagan velas, echan el candado.
¿Todos?
No, un centro resiste y crece: tras una inversión de ochenta y cuatro millones, recibe dieciséis millones de euros para su apertura . El Ayuntamiento  reconoce que se trata de una operación ideológica, no cultural: el centro afortunado deberá ensalzar los "valores identitarios"
¿Cuál es ese centro?

Hoy, se anuncia que ninguna compañía internacional podrá ser contratada por teatros públicos de Barcelona por falta de fondos.

Nunca la arqueología había acaparado tantos focos.
Construimos el pasado para que nos construya.
O destruya.