domingo, 25 de noviembre de 2012
Ricky Nelson (1940-1985): Lomesone Town (La ciudad de los solitarios, 1958) / Versión de Françoise Hardy (1944): Lonesome Town (la rue des coeurs perdus) (1968)
There's a place where lovers go
To cry their troubles away
And they call it Lonesome Town
Where the broken hearts stay
[Lonesome town]
You can buy a dream or two,
To last you all through the years
And the only price you pay
Is a heart full of tears
[Full of tears]
Goin' down to lonesome town,
Where the broken hearts stay,
Goin' down to lonesome town
To cry my troubles away.
In the town of broken dreams,
The streets are filled with regret,
Maybe down in lonesome town,
I can learn to forget.
[To forget]
Maybe down in lonesome town,
I can learn to forget,
[Lonesome town]
French
La ville solitaire
Il y a un endroit où vont les gens amoreux
Pour pleurer sans fin leur peines
Et ils appelent cet endroit la ville solitaire
Où les coeurs brisés restent
La ville solitaire
Tu peux acheter un rêve ou deux,
Pour survivre à travers les années
Et le seul prix à payer
Est un coeur plein de larmes
Je descends à la ville solitaire
Où les coeurs brisés restent
Je descends à la ville solitaire
Pour pleurer sans fin mes peines
Dans la ville des rêves brisés
Les rues sont pleine de regrets
Peut être qu'ici bas à la ville solitaire
Je pourrais apprendre à oublier
Peut être qu'ici bas à la ville solitaire
Je pourrais apprendre à oublier
La ville solitaire
jueves, 22 de noviembre de 2012
Cómo se monta una exposición, parte 2
Existen exposiciones de muy diverso tipo.
Este texto, por partes, solo trata de las muestras con piezas originales, arqueológicas, clásicas o modernas.
Los responsables de los museos agradecen que los organizadores de exposiciones, antes de remitir las solicitudes oficiales de préstamo, se desplacen para reuniones informales en las que se explica el guión y los objetivos de la muestra, y se detalla qué obras serían las más adecuadas. Es conveniente que el museo prestador no tenga la sensación que es requerido solo para el préstamo de obras, sino que pueda incidir de algún modo en la exposición, sugiriendo obras, que quizá no hayan sido tenidas en cuenta por el comisario, en ocasiones por desconocimiento. Esta mayor implicación del prestador en el proyecto puede facilitar algún préstamo difícil.
Las exposiciones temáticas, que no tratan temas excesivamente comerciales o reiterativos (el impresionismo, es un tema recurrente, y quizá agotado a menudo), son preferidas por los museos prestadores. En general, la solicitud de obras maestras sin que se descubra su necesidad ni el papel que juegan en un guión innovador, suele ser denegada. Las obras pueden padecer durante el traslado, y éste es permitido si redunda en un nuevo enfoque a un tema ya conocido, o en el descubrimiento de un nuevo tema. Existen aun numerosos temas nuevos. La exigencia de un elevado número de visitantes, tanto por museos privados cuanto públicos, obliga a la prudencia, que ralla en una actitud timorata, ante temas desconocidos que pueden no despertar el interés general o suscitar rechazo.
Cada museo posee sus propios criterios acerca de la aprobación de préstamos. Museos de países como Turquia o Grecia carecen de cualquier derecho para decidir sobre aquéllos. Son los ministerios de cultura respectivos, a veces tras una consulta no vinculante con el museo requerido, quienes responden. En Italia, los museos también están limitados por un organismo superior, que rige varios museos provinciales o de una misma ciudad, llamado Sopraintendenza -algún museo posee su propia Superintendencia-, aunque mientras el ministerio de cultura italiano no apruebe el préstamo, las obras no pueden ser exportadas. En los Estados Unidos, por el contrario, donde los museos son privados, el estado apenas interviene, y son los patronos quienes aprueban o deniegan pr´restamo, basándose en informes de técnicos y conservadores. Según la importancia del museo, las reuniones del conjunto de patronos puede acontecer una o varias veces al año. Dependiendo de cuando se envía la solicitud de préstamo, puede pasar casi un año antes de recibir una contestación, positiva o no, y de que, entonces, puedan empezarse los procedimientos legales para la exportación de obras.
Las respuestas están condicionadas por la importancia de la entidad solicitante, del tiempo de duración de la muestra, del número de museos que pueden acoger la muestra, del interés de la exposición, de la previsión de un catálogo "académico", del estado en que quedan las salas de las que se sacan las obras -un museo no suele aceptar de buen grado tener vitrinas o paredes vacías durante meses, como ocurre con el Museo del Louvre de Paris, que aduce que los visitantes exigen que la mayoría de las obras estén permanentemente expuestas-, de la importancia y del número de obras solicitadas en préstamo, del estado de las mismas -lo que exige, previamente a una respuesta, el análisis de las obras por parte de conservadores, quienes determinan si la obra puede viajar sin problemas-, y de lo que la entidad solicitante ofrece a cambio, en ocasiones.
Algunas leyes nacionales impiden la exportación de piezas en buen estado, cuyo traslado no les afectaría. Así, la ley norteamericana prohibe el "comercio" -el intercambio- de obras, incluso de la prehistoria, hechas con materiales procedentes de especies en peligro (conchas, marfil, etc.), independientemente de que la especie sea prehistórica y ya no exista, y de que el material no proceda de animales sacrificados en la actualidad. Por este motivo, ninguna pieza de marfil, ni siquiera de hace tres mil años (como los marfiles asirios) , puede ser prestado a países extranjeros por parte de los Estados Unidos.
La política no es ajena a las decisiones de los museos prestadores. El gobierno griego impide tajantemente que las obras de museos públicos griegos sean expuestas junto a obras de colecciones privadas. Museos con obras donadas por particulares, como la mayoría de museos suizos, no son bien vistos por el gobierno griego. Una falta a esta exigencia, y la exposición puede ser requisada por orden judicial.
Países como Siria -antes de la guerra civil- exigen que ninguna obra proveniente de Israel sea incluida en la exposición, incluso si ambas piezas no compartieran una misma vitrina o no estuvieran en una misma sala. La misma palabra Israel no puede ser mencionada en los textos de la muestra y el catálogo, que el gobierno sirio exige, o exigía en tiempos de paz, repasar. Los Estados Unidos han solucionado el tema recurriendo a la expresión "Antigua Israel" cuando expone piezas arqueológicas procedentes de la franja oriental mediterránea.
Los gobiernos de George Bush padre, e hijo, por su parte, impedían el préstamo de obras mesopotámicas de museos norteamericanos puesto que Mesopotamia se hallaba en lo que es hoy Iraq, un país que estaba en una lista negra (el celébre "Eje del Mal"), anulada por el presidente Obama. El impedimento se lograba a veces sortear cuando se explicaba que en el tercer milenio aC, Iraq no existía.
En general, los gobiernos de la mayoría de los países garantizan la devolución a sus propietarios públicos y privados respectivos de piezas prestadas sobre las que, de pronto, pesa una orden de retención, como puede ocurrir con obras que se sospecha fueron expoliadas durante la Segunda Guerra Mundial u, hoy, en Iraq. La legislación española, empero, no ofrece las mismas garantías.
Mientras, países como Méjico o Perú pueden retener indefinidamente obras precolombinas provenientes de colecciones extranjeras incluidas en exposiciones en aquellos países. Ante esta amenaza siempre presente, los museos internacionales dudan en prestar obras que podrían ser, justa o injustamente, requisadas, o niegan absolutamente el préstamo.
A veces, se tiene que contar con "mordidas": era, al parecer, sabido qué se tenía que pagar un cierto peaje a Susanne Mubarak, esposa del antiguo presidente egipcio, si se quería disponer sin problemas de piezas del Egipto faraónico. El pago bajo mano se tiene que llevar a cabo sin esperar a que el requerimiento llegue a ser explícito, como ocurría a veces con obras procedentes de Siria.
La política es una agente importante que determina la suerte de las exposiciones. Un error, y el conflicto puede ser grave, y acarrear un conflicto diplomático de consecuencias imprevisibles.
(continuará)
Este texto, por partes, solo trata de las muestras con piezas originales, arqueológicas, clásicas o modernas.
Los responsables de los museos agradecen que los organizadores de exposiciones, antes de remitir las solicitudes oficiales de préstamo, se desplacen para reuniones informales en las que se explica el guión y los objetivos de la muestra, y se detalla qué obras serían las más adecuadas. Es conveniente que el museo prestador no tenga la sensación que es requerido solo para el préstamo de obras, sino que pueda incidir de algún modo en la exposición, sugiriendo obras, que quizá no hayan sido tenidas en cuenta por el comisario, en ocasiones por desconocimiento. Esta mayor implicación del prestador en el proyecto puede facilitar algún préstamo difícil.
Las exposiciones temáticas, que no tratan temas excesivamente comerciales o reiterativos (el impresionismo, es un tema recurrente, y quizá agotado a menudo), son preferidas por los museos prestadores. En general, la solicitud de obras maestras sin que se descubra su necesidad ni el papel que juegan en un guión innovador, suele ser denegada. Las obras pueden padecer durante el traslado, y éste es permitido si redunda en un nuevo enfoque a un tema ya conocido, o en el descubrimiento de un nuevo tema. Existen aun numerosos temas nuevos. La exigencia de un elevado número de visitantes, tanto por museos privados cuanto públicos, obliga a la prudencia, que ralla en una actitud timorata, ante temas desconocidos que pueden no despertar el interés general o suscitar rechazo.
Cada museo posee sus propios criterios acerca de la aprobación de préstamos. Museos de países como Turquia o Grecia carecen de cualquier derecho para decidir sobre aquéllos. Son los ministerios de cultura respectivos, a veces tras una consulta no vinculante con el museo requerido, quienes responden. En Italia, los museos también están limitados por un organismo superior, que rige varios museos provinciales o de una misma ciudad, llamado Sopraintendenza -algún museo posee su propia Superintendencia-, aunque mientras el ministerio de cultura italiano no apruebe el préstamo, las obras no pueden ser exportadas. En los Estados Unidos, por el contrario, donde los museos son privados, el estado apenas interviene, y son los patronos quienes aprueban o deniegan pr´restamo, basándose en informes de técnicos y conservadores. Según la importancia del museo, las reuniones del conjunto de patronos puede acontecer una o varias veces al año. Dependiendo de cuando se envía la solicitud de préstamo, puede pasar casi un año antes de recibir una contestación, positiva o no, y de que, entonces, puedan empezarse los procedimientos legales para la exportación de obras.
Las respuestas están condicionadas por la importancia de la entidad solicitante, del tiempo de duración de la muestra, del número de museos que pueden acoger la muestra, del interés de la exposición, de la previsión de un catálogo "académico", del estado en que quedan las salas de las que se sacan las obras -un museo no suele aceptar de buen grado tener vitrinas o paredes vacías durante meses, como ocurre con el Museo del Louvre de Paris, que aduce que los visitantes exigen que la mayoría de las obras estén permanentemente expuestas-, de la importancia y del número de obras solicitadas en préstamo, del estado de las mismas -lo que exige, previamente a una respuesta, el análisis de las obras por parte de conservadores, quienes determinan si la obra puede viajar sin problemas-, y de lo que la entidad solicitante ofrece a cambio, en ocasiones.
Algunas leyes nacionales impiden la exportación de piezas en buen estado, cuyo traslado no les afectaría. Así, la ley norteamericana prohibe el "comercio" -el intercambio- de obras, incluso de la prehistoria, hechas con materiales procedentes de especies en peligro (conchas, marfil, etc.), independientemente de que la especie sea prehistórica y ya no exista, y de que el material no proceda de animales sacrificados en la actualidad. Por este motivo, ninguna pieza de marfil, ni siquiera de hace tres mil años (como los marfiles asirios) , puede ser prestado a países extranjeros por parte de los Estados Unidos.
La política no es ajena a las decisiones de los museos prestadores. El gobierno griego impide tajantemente que las obras de museos públicos griegos sean expuestas junto a obras de colecciones privadas. Museos con obras donadas por particulares, como la mayoría de museos suizos, no son bien vistos por el gobierno griego. Una falta a esta exigencia, y la exposición puede ser requisada por orden judicial.
Países como Siria -antes de la guerra civil- exigen que ninguna obra proveniente de Israel sea incluida en la exposición, incluso si ambas piezas no compartieran una misma vitrina o no estuvieran en una misma sala. La misma palabra Israel no puede ser mencionada en los textos de la muestra y el catálogo, que el gobierno sirio exige, o exigía en tiempos de paz, repasar. Los Estados Unidos han solucionado el tema recurriendo a la expresión "Antigua Israel" cuando expone piezas arqueológicas procedentes de la franja oriental mediterránea.
Los gobiernos de George Bush padre, e hijo, por su parte, impedían el préstamo de obras mesopotámicas de museos norteamericanos puesto que Mesopotamia se hallaba en lo que es hoy Iraq, un país que estaba en una lista negra (el celébre "Eje del Mal"), anulada por el presidente Obama. El impedimento se lograba a veces sortear cuando se explicaba que en el tercer milenio aC, Iraq no existía.
En general, los gobiernos de la mayoría de los países garantizan la devolución a sus propietarios públicos y privados respectivos de piezas prestadas sobre las que, de pronto, pesa una orden de retención, como puede ocurrir con obras que se sospecha fueron expoliadas durante la Segunda Guerra Mundial u, hoy, en Iraq. La legislación española, empero, no ofrece las mismas garantías.
Mientras, países como Méjico o Perú pueden retener indefinidamente obras precolombinas provenientes de colecciones extranjeras incluidas en exposiciones en aquellos países. Ante esta amenaza siempre presente, los museos internacionales dudan en prestar obras que podrían ser, justa o injustamente, requisadas, o niegan absolutamente el préstamo.
A veces, se tiene que contar con "mordidas": era, al parecer, sabido qué se tenía que pagar un cierto peaje a Susanne Mubarak, esposa del antiguo presidente egipcio, si se quería disponer sin problemas de piezas del Egipto faraónico. El pago bajo mano se tiene que llevar a cabo sin esperar a que el requerimiento llegue a ser explícito, como ocurría a veces con obras procedentes de Siria.
La política es una agente importante que determina la suerte de las exposiciones. Un error, y el conflicto puede ser grave, y acarrear un conflicto diplomático de consecuencias imprevisibles.
(continuará)
miércoles, 21 de noviembre de 2012
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