domingo, 21 de julio de 2013

Toni Gironés (1965): Museo del túmulo y dolmen de Seró -finales del cuarto milenio/principios del tercer milenio aC-, en Seró (Lérida, España, 2008-2013)


















































































Fotos: Tocho, julio 2013
Véase la página web del proyecto: http://www.tonigirones.com/es/sero-es

Agradecimientos a Aureli Santos, estudio Toni Gironés, Dani Rebugent, y  Ramón Sala, por la amable y generosa visita comentada, pese a que el recinto no está aún inaugurado.

Cuano la compleja ciudad mesopotámica de Ur ya alcanzaba posiblemente los cien mil habitantes, se iniciaba la era de los dólmenes en la Europa Occidental.
Estos grandes hitos de piedra solían señalar enterramientos.
No lejos de Seró, se hallaron varias piedras de gran tamaño, esculpidas, partidas y caídas. Hoy se sabe que se alzaban unos siete metros y delimitaban u organizaban un espacio ¿funerario?. El hallazgo de varios enterramientos infantiles y de un adulto, dotados de un ajuar funerario (ornamentos personales, por ejemplo -aún no expuestos en el museo), podría corroborar esta interpretación.
Sin embargo, los arqueólogos tienen a pensar que podría tratarse de un espacio de encuentro ¿tribal?, que remontaría a principios del cuarto milenio, en el que, a principios del tercero (hacia 2800 aC), habría sido utilizado o reutilizado como cementerio.

Las piedras y las tumbas han sido desplazadas, a fin de evitar el vandalismo, al pueblo de Seró. Sobre éstas, se ha construido un museo y un centro de interpretación.
El conjunto, realizado con materiales ostensiblemente modestos, se inserta en la prolongación de un terraplén. Desde lo alto del pueblo, solo se divisa una esplanada.
El edificio constituye un recorrido que se adentra lentamente en la tierra. Un estrecho recorrido en pendiente, con un suelo de ladrillos triturados de manera cada vez más fina -lo que evoca la destrucción temporal, al mismo tiempo que va amortiguando los pasos hasta que se desemboca en una sala que acoge, sobre una fina capa de polvo rojizo (que recuerda el que cubría algún cuerpos enterrados en el paleolítico y el neolítico)-, las piedras blancas labradas, cubiertas de trazos grabados geométricos, hincadas en el suelo, bajo un haz de luz natural, como si fueran estelas, recreando un jardín de piedra.

Uno de los mejores y mas hermosos museos en España.