jueves, 14 de noviembre de 2013
Arquitectura y construcción
Algunos teóricos como Xavier Rubert de Ventós consideran que la arquitectura no es la prosaica construcción puesta en verso, ni es una construcción ornamentada, sino una manera de edificar. Extrayendo los oropeles de la arquitectura no se llega al hueso duro de la construcción.
Por el contrario, pensadores como Félix de Azúa sí consideran que la arquitectura posee un añadido, no necesariamente decorativo, que no se suma, sino que transforma la constrcción.
¿Qué relación se podría establecer entre estas dos "maneras de hacer", si se pueden denominar de esta guisa?
La arquitectura es un ideal. Consiste en una visión, una proyección. La arquitectura es un sueño de vida. Determina las condiciones para que se pueda vivir bien y bellamente. Tiene el poder de transfigurar un espacio sin atributos en un lugar apto para la vida.
La arquitectura existe, en verdad, solo en la imaginación. Es un proyecto de vista, anhelado, nunca alcanzado.
Arquitectura y construcción mantienen la misma relación que la idea y la forma. Se unen en la obra de arquitectura. La construcción nunca será una obra de arquitectura porque le falta ponerse al servicio de una imagen mental.
La arquitectura requiere un soporte material o sensible para convertirse en una visión colectiva o comunitaria. El arquitecto necesita plasmar su concepción del lugar. El soporte, sin embargo, no siempre consiste en un bloque construido. Imágenes sensibles plásticas -pinturas, fotografías, dibujos, imágenes en movimiento-, literarias y musicales se disponen para comunicar sensiblemente la idea arquitectónica.
Posiblemente las artes plásticas, literarias y musicales transcriben de manera más precisa lo que la arquitectura es. Uno puede adentrarse físicamente en una obra de arquitectura construida. Pero solo puede recorren mentalmente el lugar que las palabras, los sonidos, los colores, las luces y las sombras plasman.
Una obra de arquitectura siempre es un proyecto. No se solidifica nunca. Los sueños no tienen consistencia. Cuando se concretan se convierten en pesadillas. Pero no se puede vivir sin sueños, sin imágenes de una vida futura.
Los arquitectos, como los artistas, idean. Pero saben también cómo se pueden plasmar o transmitir sus ideas. Saben qué palabras, que sonidos, qué gestos, y que materiales escogen para transmitir de manera convincente, sin perder su condición de sueño o de cuento, su concepción de un lugar vital.
Vivimos porque aspiramos al día después. Sabemos que somos mortales, pero desconocemos cuando moriremos. por eso podemos aspirar a una vida mejor, a la que el arquitecto otorga una forma ideal, capaz de mantener el sueño o la ilusión.
Por el contrario, pensadores como Félix de Azúa sí consideran que la arquitectura posee un añadido, no necesariamente decorativo, que no se suma, sino que transforma la constrcción.
¿Qué relación se podría establecer entre estas dos "maneras de hacer", si se pueden denominar de esta guisa?
La arquitectura es un ideal. Consiste en una visión, una proyección. La arquitectura es un sueño de vida. Determina las condiciones para que se pueda vivir bien y bellamente. Tiene el poder de transfigurar un espacio sin atributos en un lugar apto para la vida.
La arquitectura existe, en verdad, solo en la imaginación. Es un proyecto de vista, anhelado, nunca alcanzado.
Arquitectura y construcción mantienen la misma relación que la idea y la forma. Se unen en la obra de arquitectura. La construcción nunca será una obra de arquitectura porque le falta ponerse al servicio de una imagen mental.
La arquitectura requiere un soporte material o sensible para convertirse en una visión colectiva o comunitaria. El arquitecto necesita plasmar su concepción del lugar. El soporte, sin embargo, no siempre consiste en un bloque construido. Imágenes sensibles plásticas -pinturas, fotografías, dibujos, imágenes en movimiento-, literarias y musicales se disponen para comunicar sensiblemente la idea arquitectónica.
Posiblemente las artes plásticas, literarias y musicales transcriben de manera más precisa lo que la arquitectura es. Uno puede adentrarse físicamente en una obra de arquitectura construida. Pero solo puede recorren mentalmente el lugar que las palabras, los sonidos, los colores, las luces y las sombras plasman.
Una obra de arquitectura siempre es un proyecto. No se solidifica nunca. Los sueños no tienen consistencia. Cuando se concretan se convierten en pesadillas. Pero no se puede vivir sin sueños, sin imágenes de una vida futura.
Los arquitectos, como los artistas, idean. Pero saben también cómo se pueden plasmar o transmitir sus ideas. Saben qué palabras, que sonidos, qué gestos, y que materiales escogen para transmitir de manera convincente, sin perder su condición de sueño o de cuento, su concepción de un lugar vital.
Vivimos porque aspiramos al día después. Sabemos que somos mortales, pero desconocemos cuando moriremos. por eso podemos aspirar a una vida mejor, a la que el arquitecto otorga una forma ideal, capaz de mantener el sueño o la ilusión.
miércoles, 13 de noviembre de 2013
ROY HARPER: THE EXILE (EL EXILIO, 2013)
El mito griego de Jasón y los Argonautas en canción. Del CD Man & Myth
martes, 12 de noviembre de 2013
Alain Gagnol (1967) & Jean-Loup Felicioli (1960): Une vie de chat (Una vida gatuna, o Un gato en París, 2010)
Pese a que esta maravilla de cine de animación fue seleccionada para los Oscars de 2011 (con el título de A Cat in Paris) , no creo que se haya proyectado comercialmente en España.
Me excuso de antemano si no fuera cierto.
T8 ya incluyó el cortometraje Le couloir (El pasillo) de los mismos directores.
¿Arte o cocina (2012)? La creación y el gusto de Pyotr Pavlensky y de Mao Sugiyama (1989)
La reciente y turbadora "performance" del artista ruso Pyotr Pavlensky, consistente en su exhibición, desnudo, sentado en la Plaza Roja de Moscú a principios de noviembre, con el escroto clavado a martillazos en el suelo pavimentado, a fin de denunciar la política represiva del gobierno ruso, evoca una reciente performance similar del artista japonés Mao Sugiyama.
A fin de denunciar las limitaciones que el género impone a la vida, y exponer cómo el género condiciona lo que podemos esperar a lo que podemos aspirar, el artista se hizo extirpar los genitales, y los utilizó, hervidos, para aderezar, como hojitas de menta, la preparación de un té servido, con la debida etiqueta a ciertos comensales seleccionados.
La extirpación de los genitales, en efecto, abolió las diferencias de género. Ya no era ni un hombre ni una mujer, pues éstos se "caracterizan" por un "tipo" de órgano sexual. Extirpado el órgano, fenecida la diferencia. Mao tampoco entraba a formar parte de un tercer género, toda vez que el género se basa en la diferenciación sexual, inapreciable cuando el órgano, signo de identidad y diferencia, es extraído. Mao tampoco podía equipararse a un ente inanimado, precisamente porque seguía formando parte, todo y habiendo perdido su órgano vital, de los seres vivos.
Sin embargo, otras cuestiones de género no desaparecieron; o, mejor, dicho, se instituyeron. En tanto que obra de arte, ¿a qué "género" pertenecía? Y, antes ¿"dónde" estaba el arte?: en ¿la operación , o en el servicio de té? Que una operación pudiera ser una obra de arte no es extraño. La artista francesa Orlan ha hecho de sus operaciones de cirurgía estética, retransmitidas en directo en una galería de arte, una obra performativa, con la plena participación lúcida de la artista que conducía la operación y la filmación.
Servir té bien pudiera ser también una "performance", con la presencia activa y autoral del público.
Mas, ¿no podría ser la obra el té? En este caso se trataría de una obra del arte culinario. Toda vez que el arte se juzga a través de la colaboración activa de los sentidos, coordinados por la imaginación, y la razón, que asigna una idea a una impresión sensible -idea que la impresión sensible sugiera o despierta-, el sentido del gusto puede ser perfectamente un sentido, bajo o elevado, pero sentido al fin, apto para emitir un juicio estético. Tener gusto significa ser capaz de enjuiciar correctamente una obra de ate, como si la obra pudiera ser apreciada, ser sentida gracias al sentido del gusto, como si se pudiera, literalmente probar. Bien se dice de algo o alguien bello que está "como para ser comido". "Belle à croquer" (Tan hermosa que se podría comer de un mordisco es una expresión habitual francesa.
Por tanto, el té podría ser una obra de arte, saboreada o disfrutada al ser tomada, por el sentido del gusto. Una obra de arte puede ser evaluada solo si es apreciada. Los sentidos de la vista y el oído y, en menor medida, del tacto, no agotan la obra. Sin embargo, sí lo hace el sentido del gusto. A medida que se entra en contacto con la obra -a menos que solo se huela, con el sentido del olfato, que tampoco desgasta lo que siente-, ésta se desvanece.
Entonces, si el servicio del té no fuera una "performance" o una acción, que se valora a través de la vista, principalmente, sino una obra culinario, disfrutada por el gusto, la obra solo puede estar al alcance de los elegidos. Como ocurre, por otra parte, con todo ritual, artístico o religioso, que implica la manducación o la ingesta del elemento central de la obra.
¿Obra de arte, o sagrada? ¿Obra performativa, o culinaria? ¿A qué genero pertenece?
La obra de Sugiyama no deja de suscitar preguntas. Es una pena que el artista no pueda ya repetirla para que nos siga haciendo pensar (en que el arte pone en cuestión las nociones más establecidas o asumidas sobre lo que somos) .
Una obra irrepetible, sin duda.
No así la de Pavlensky.
Ay.
lunes, 11 de noviembre de 2013
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