Who´s Leo, who´s Kathy?
Fotos: Tocho, UPennMuseum Archives, Filadelfia, abril de 2014
Fotos publicadas en periódicos norteamericanos a finales de los años 20. Nunca reproducidas.
Junto con la misión arqueológica de Tutankhamon, la misión en Ur (Iraq), en los años veinte, ha suscitado todo un imaginario acerca de la búsqueda y el hallazgo de tesoros, junto con ciertas maldiciones. Las joyas del joven faraón compitieron en la prensa con las joyas de oro y piedras preciosas del llamado tesoro de las Tumbas Reales de Ur, encontradas a finales de los años 20.
La misión anglo-norteamericana en Ur estuvo financiada por millonarios mecenas norteamericanos, y dirigida por Charles Leonard Woolley, en nombre de la Universidad de Pennsilvania en Filadelfia, y del Museo Británico de Londres.
El viaje, en trasatlántico, desde Nueva York, y continuado en el Orient Express, para acabar en coches Ford y a caballo hasta el desierto iraquí, constituye en modelo de aventura colonial.
La reputación moral de la misión de Ur fue sacudida, en la puritana imaginación norteamericana, por la inesperada llegada de una joven viuda inglesa, Katherine, en medio de un ejército de varias decenas de jóvenes arqueólogos, epigrafistas e historiadores, amén de centenares de trabajadores locales. Algunas mujeres trabajaban en otras misiones, como la de Kish, por aquellos mismos años, pero siempre en funciones subalternas (secretarias). Por el contrario, Katherine tenía un papel principal, muy cercano a Woolley, lo que disparó todas las especulaciones.
Un año más tarde, Katherine y Leonard Woolley se casaron. De inmediato, Katherine se convirtió en la segunda persona más importante de la misión, tras su esposo, cuando su trabajo no estaba claro -restauraba, remontaba o inventaba joyas a partir de las dispersas piedras semi-preciosas halladas, y reconstruyó, de un modo harto imaginativo, la célebre tiara de la reina Puabi-, mientras que el segundo arqueólogo, Mallowan, perdía pie. La esposa de éste, la novelista Agaha Christie, no soportaba a Katherine. La convirtió en la protagonista de la conocida novela de misterio Asesinato en Mesopotamia.
Kaherine posaba, impecablemente vestida como para ir a una fiesta, por las ruinas de Ur. Así, al menos, aparece en numerosas fotografías.
Circulaban rumores acerca de su primer matrimonio. Su esposo murió, en circunstancias no aclaradas, al pie de las pirámides cerca de El Cairo, el primer día del viaje de novios.
Cuatro años más tarde, Woolley envió una discreta carta a su abogado, pidiéndole iniciar el procedimiento de divorcio, ya que Katherine se había negado aun a consumar el matrimonio. Algún estudioso sostiene que Katherine impuso esta condición a Woolley para casarse con él, si bien éste no la menciona en su carta (guardada en los archivos de la misión de Ur, en el Museo Británico).
Hoy, un historiador británico emite la hipótesis que Katherine pudiera bien haber sido un hombre o un transexual, y que la muerte de su primer marido se explicaría fácilmente: asesinato.
(Dedicado a Carolina Sanza)
ADENDA:
Profesores de la Universidad de Pennsylvania en Filadelfia piensan que Katherine Woolley era hermafrodita -si bien ningún estudio del cuerpo desenterrado ha sido llevado a cabo.
Su primer esposo se suicidó la noche de bodas en El Cairo. No se supo nunca porqué.
SEGUNDA ADENDA
Katherine fue expulsada de un "college" femenino de Oxford tras pasar por una revisión médica y ser detectado un incidente. Nunca se supo porqué. El informe médico no se conserva.
Su primer esposo se suicidó la noche de bodas dramáticamente. Huyó del hotel hacia las pirámides de Giza y tomó cianuro. Su cuerpo fue descubierto días más tarde por un arqueólogo.
Katherine partió entonces hacia Bagdad (otra versión explica que, tras enfermar y ser examinada por un médico, su esposo, al saber qué ocurría, se disparó un tiro o se envenenó cerca de las pirámides).
La noche de bodas con Charles Leonard Woolley, su segundo esposo, se encerró en el baño y no salió hasta lograr la promesa de su esposo que no tendría jamás relaciones con ella. Dormían en camas separadas.
No ha quedado ningún recuerdo de ella. Woolley mandó que se destruyera todo lo referente a ella -quizá cumpliendo una orden de su esposa-, aunque se conservan cartas entre Katherine y el editor -o el publicista- de Woolley.
Katherine Woolley escribió una novela Adventure Calls en 1929.