miércoles, 2 de julio de 2014
El arte ¿existe desde siempre?
Elihu Vedder: El que interroga a la Esfinge / David Roberts: Los colosos de Menón
Grabados del siglo XIX han documentado una escena que se ha repetido en varios lugares poblados ruinas, en Roma, Grecia, Egipto y el Próximo Oriente, recorridos entonces por nobles y eruditos: un hombre se arrodilla, maravillado, ante una estela o una estatua que emerge de la tierra en la que yace sepultada.
La escena no es propia de aquel siglo. Recuerda descripciones de emperadores romanos, reyes helenísticos e incluso faraones inclinándose, en todos los sentidos de la palabra, ante estatuas y edificios monumentales en ruinas pero aun capaces de imponer su presencia, deseosos de protegerlos y restaurados, en un gesto admirativo, de reconocimiento y sumisión ante el poder de esas obras venidas del pasado.
Es por esta razón que algunos teóricos del arte, hoy, piensan que cabría dar la vuelta a la relación entre el objeto artístico y el sujeto que Kant estableció en el siglo XVIII y que determinó la teoría del arte desde entonces. La obra de arte, según esta nueva visión -una visión que vuelve a considerar a la obra como en ente mágico-, ya no sería una creación del sujeto, del espectador, que dota de cualidades a lo que le atrae y determina así qué es arte -arte es lo que gusta sin turbar-, sino que sería la obra de arte la que se impondría ante el espectador, que lo escogería y lo convertiría en un espectador seducido, detenido ante la fuerza, la presencia, el ser de la obra.
De este modo, la obra de arte mantendría una relación compleja y paradójica con el tiempo: por un lado, ilustraría sobre un tiempo o una época dados, pero por otro sería capaz de saltar por encima de las barreras, las limitaciones temporales y, como un icono religioso, dirigirse hacia el ser humano del futuro con el que podría mantener una relación: una relación no igualitaria, puesto que la obra de arte sería capaz de subyugar al ser humano, convertido en espectador o receptor de lo que la obra tuviera a bien comunicarle.
Esta concepción de la obra de arte, que explica bien, la presencia de los menhires, las estatuas egipcias y mesopotámicas , o los tótems de los indios nortemaricanos o australianos, no concede importancia al hecho que algunas -o ¿todas?- las obras requieren, por parte del espectador, un cierto conocimiento, para reconocer su presencia, y para interpretarlas o dialogar con ellas. Son conocidos los casos de obras de arte contemporáneas tiradas a la basura porque no fueron identificadas como tales; aunque, quizá, no poseían la fuerza de imponerse. También es cierto, que, desde siempre -solo hay que leer las noticias sobre lo que acontece en Siria hoy-, los seres humanos no se han detenido ante determinadas obras y las han destruido. Aunque, dicha destrucción, semejante a la que causarían en un prisionero o un enemigo, revela un retuerto reconocimiento del poder de la obra, que debe ser borrada de la faz de la tierra, como Platón postulaba, porque podría causar daño si se mantuviera erguida o presente, si existiera, si "fuera".
Es posible que la condición de la obra de arte se halle entre estas consideraciones antitéticas. Lo que sí ambas revelan es la necesidad del espectador, del otro, pues, para que la obra exista, ya sea para ser reconocida, o para manifestar su omnipotencia. La obra de arte, así, se constituye como un poderoso ente de comunicación, creador de comunidades, que da sentido al mundo, y a los hombres, que las reconocen -manifestando su capacidad creadora- o subyugan, lo que expresa así la ·humanidad" del hombre, quieto, y admirativo ante lo que acepta como más poderoso: la obra de arte, que le instruye tanto sobre el pasado, de donde viene, cuanto sobre el presente, que lo instruye y, por tanto, lo hace humano.
Véase el reciente ensayo de Zainab Bahrani: The Infinitive Image. art, time and the Aesthetic Dimension in Antiquity, Reaktion Books, Junio de 2014, que retoma ideas de George Didi-Huberman.
martes, 1 de julio de 2014
CHRIS MILK: LAST DAY DREAM (EL SUEÑO DEL DÍA FINAL, 2009)
Last Day Dream from Chris Milk on Vimeo.
Un breve y hermoso vídeo sobre el recuerdo, el recuento final de una vida, que pasa como un soplo.
Sobre este cineasta de video clips musicales, sobre todo, véase su página web
lunes, 30 de junio de 2014
Arqueología del Próximo Oriente antiguo,y el mercado de antigüedades
Procedencia: palabra mágica que solventa cualquier dificultad en las transacciones comerciales y culturales (expositivas) con piezas arqueológicas de cualquier cultura.
Un acuerdo internacional establece que ninguna obra puede ser exportada desde 1985. Por tanto, cualquier pieza, por pequeña, fragmentada, insignificante que sea, tiene que estar acompañada de un certificado que demuestra que obra en colecciones públicas o privadas desde hace veintinueve años, es decir, que no ha salido del país de origen, necesariamente ilegalmente, con posterioridad a aquella fecha.
A lo largo del siglo XIX y hasta la Segunda Guerra Mundial, las misiones arqueológicas, sobre todo en el Próximo Oriente, obraban en países colonizados. Los hallazgos se dividían en dos partes equitativas, una para el país que acogía la misión, y otra para quien financiaba la expedición. El reparto, a veces, se realizaba con muy relativa buena fe por parte del poder colonial. Las misiones estaban casi siempre a cargo de grandes museos europeos y norteamericanos con el fin de obtener piezas que pudieran enriquecer las colecciones de aquéllos.
Los acuerdos se firmaban entre los países respectivos: una potencia colonial, y un país colonizado (o bajo mandato, un eufemismo con el que se indicaba que la ocupación era temporal, cuando no lo era) gobernado por la potencia colonial; algunos antiguas colonias denuncian dichos acuerdos.
Los hallazgos arqueológicos se completaban con compras masivas a anticuarios y traficantes instalados en los países colonizados. Aun hoy, algunos museos se arriesgan a comprar obras en galerías y en subastas, compras que a veces han sido denunciadas. Países como Turquía y Grecia están siempre atentos a las transacciones comerciales y a las piezas que se incluyen en exposiciones arqueológicas.
Las primeras misiones, por tanto, tuvieron un carácter científico, pero también saqueador. En algunos casos, como el yacimiento mesopotámico de Tello, en el sur de Iraq, explorado y explotado por Francia a principios del siglo XIX, los emplazamientos (los llamados "tells") quedaron devastados por métodos de excavación inapropiados, por golpes a ciegas y por avidez y rapiña.
Desde 1985, los hallazgos arqueológicos tienen que entregarse a las autoridades de los países en los que se excava. Tan solo, en ocasiones, pequeñas muestras de materiales, pueden ser exportadas para ser estudiadas, antes de ser devueltas.
La explotación arqueológica no ha cesado, sin embargo. Las guerras de Iraq y Siria están dejando los yacimientos arqueológicos sin protección, expuestos a pillajes. La salida de piezas no cesa. El mercado las necesita. Algunos yacimientos tan importantes como las ruinas de la ciudad helenístico-romana de Apamea, en el norte de Siria, sufre pillajes desde antes de la guerra. Grandes cantidades de mosaicos romanos enteros atraviesan la frontera, libanesa sobre todo, con la complicidad de guardias y militares sobornados por agentes internacionales que alimentan luego colecciones recientes y anticuarios, algunos bajo el ojo escrutador de la Interpol que no logra siempre descubrir la procedencia ilegal de las piezas en venta, casi nunca en las galerías.
Se ha inaugurado una gran exposición de mosaicos romanos en una tienda de Barcelona. Parecen de estilo romano-oriental tardío. Proceden de colecciones privadas.
Esta misma galería vende mosaicos romanos. La procedencia de los mismos es una palabra clave. Algunos pertenecían a colecciones extranjeras. En otros casos la procedencia, a la que siempre se presta un especial cuidado, indica: teselas de mármol de varios colores.
Un acuerdo internacional establece que ninguna obra puede ser exportada desde 1985. Por tanto, cualquier pieza, por pequeña, fragmentada, insignificante que sea, tiene que estar acompañada de un certificado que demuestra que obra en colecciones públicas o privadas desde hace veintinueve años, es decir, que no ha salido del país de origen, necesariamente ilegalmente, con posterioridad a aquella fecha.
A lo largo del siglo XIX y hasta la Segunda Guerra Mundial, las misiones arqueológicas, sobre todo en el Próximo Oriente, obraban en países colonizados. Los hallazgos se dividían en dos partes equitativas, una para el país que acogía la misión, y otra para quien financiaba la expedición. El reparto, a veces, se realizaba con muy relativa buena fe por parte del poder colonial. Las misiones estaban casi siempre a cargo de grandes museos europeos y norteamericanos con el fin de obtener piezas que pudieran enriquecer las colecciones de aquéllos.
Los acuerdos se firmaban entre los países respectivos: una potencia colonial, y un país colonizado (o bajo mandato, un eufemismo con el que se indicaba que la ocupación era temporal, cuando no lo era) gobernado por la potencia colonial; algunos antiguas colonias denuncian dichos acuerdos.
Los hallazgos arqueológicos se completaban con compras masivas a anticuarios y traficantes instalados en los países colonizados. Aun hoy, algunos museos se arriesgan a comprar obras en galerías y en subastas, compras que a veces han sido denunciadas. Países como Turquía y Grecia están siempre atentos a las transacciones comerciales y a las piezas que se incluyen en exposiciones arqueológicas.
Las primeras misiones, por tanto, tuvieron un carácter científico, pero también saqueador. En algunos casos, como el yacimiento mesopotámico de Tello, en el sur de Iraq, explorado y explotado por Francia a principios del siglo XIX, los emplazamientos (los llamados "tells") quedaron devastados por métodos de excavación inapropiados, por golpes a ciegas y por avidez y rapiña.
Desde 1985, los hallazgos arqueológicos tienen que entregarse a las autoridades de los países en los que se excava. Tan solo, en ocasiones, pequeñas muestras de materiales, pueden ser exportadas para ser estudiadas, antes de ser devueltas.
La explotación arqueológica no ha cesado, sin embargo. Las guerras de Iraq y Siria están dejando los yacimientos arqueológicos sin protección, expuestos a pillajes. La salida de piezas no cesa. El mercado las necesita. Algunos yacimientos tan importantes como las ruinas de la ciudad helenístico-romana de Apamea, en el norte de Siria, sufre pillajes desde antes de la guerra. Grandes cantidades de mosaicos romanos enteros atraviesan la frontera, libanesa sobre todo, con la complicidad de guardias y militares sobornados por agentes internacionales que alimentan luego colecciones recientes y anticuarios, algunos bajo el ojo escrutador de la Interpol que no logra siempre descubrir la procedencia ilegal de las piezas en venta, casi nunca en las galerías.
Se ha inaugurado una gran exposición de mosaicos romanos en una tienda de Barcelona. Parecen de estilo romano-oriental tardío. Proceden de colecciones privadas.
Esta misma galería vende mosaicos romanos. La procedencia de los mismos es una palabra clave. Algunos pertenecían a colecciones extranjeras. En otros casos la procedencia, a la que siempre se presta un especial cuidado, indica: teselas de mármol de varios colores.
domingo, 29 de junio de 2014
Obra pública (burbuja, o con el agua al cuello)
Un dato, curioso, edificante, desconocido para mí hasta hace poco.
El extenso parque de la Montanyeta, en San Boi de Llobregat (Barcelona) fue proyectado por el arquitecto japonés Isozaki en los años noventa. La construcción se llevó a cabo a partir del 2002.
Una antigua cantera abandonada había dejado un profundo hueco a un lado de la colina. El arquitecto propuso convertirlo en un lago. La población podría bañarse. El agua provendría de la capa freática. Los técnicos advirtieron que éste debía de hallarse a centenares de metros de profundidad, dado que la cantera se ubicaba en la ladera muy por encima del nivel del río. el aviso no surtió efecto. Se excavó hasta no poder más. El agua no apareció.
La alcaldesa exigió que el lago se construyera de todas todas, sí o sí. Se jugaba el puesto, un nuevo mandato.
Se cumplió la orden. El lago se llenó. ¿Con qué?
El agua proviene del grifo: agua potable. La cantidad de agua que se tiene que verter es tal, tal es el caudal, que corre de noche pues, si se llenara de día, San Boi se quedaría sin agua corriente, como ocurrió. Es mejor no saber a cuánto asciende la factura del agua.
Para que el lago pudiera ser apto para el baño, era necesario filtrar el agua. La estación depuradora que se debería construir fuera tan grande que no se levantó. Finalmente, se abrió una piscina municipal justo al lado.
El lago sigue rellenándose con agua tomada del suministro urbano. No llega a tener burbujas. Una pena.
sábado, 28 de junio de 2014
Ganímedes en Barcelona
Fotos: Agradecimiento (datos y fotos) a Aureli Santos
El Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona (MUHBA) restaura un fresco de techo romano, de la segunda mitad del siglo I, hallado entres las ruinas de una casa (domus) romana en la calle Aviñón (Avinyó) en el casco antiguo.
Los innumerables y diminutos fragmentos están siendo ensamblados con dificultad. El fresco, conservado parcialmente, tenía 210x480 cm. Se compone de un fondo vegetal con flores en cuyo centro se intuye la imagen incompleta del pastor troyano Ganímedes, de pie, o ascendiendo a los cielos, junto a un águila.
Ganímedes, un hermoso joven, sedujo, mientras pastoreaba, al padre de los dioses olímpicos Zeus. Éste, mandó a su pájaro emblemático, el águila, o se metamorfoseó en esta ave rapaz, para raptar a Ganímedes y conducirlo en lo alto del Olimpo, por encima de las nubes, donde lo convirtió en su escanciador -que le servía el néctar con el que los dioses se alimentaban-, dotándola de la eterna juventud.
La imagen no es usual. Quizá evocara la pasión del propietario, o le aleccionara sobre la verdadera vida del alma, desprendida de la tierra, de retorno al cielo. La ubicación de la escena, en el centro de un techa era, posiblemente, pertinente.
En tanto que el águila fue convertida en la constelación del Águila, y Ganímedes, en la de Acuario, no es imposible que el fresco aluda, en clave, a una fecha o un período importante para el propietario, o a un ruego por los bienes que Acuario -es decir, Ganímedes, del lo alto- hace llover.
Véase: Butlletí del MUHBA, 29, 2014, p. 10.
Un seminario sobre este fresco y el posible significado de la imagen ha tenido lugar recientemente en este museo.
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