Acceso a un patio ajardinado ubicado en un nivel inferior al que mira la sala VIP
Entrada, con taquillas a un lado
Escalera central
Terraza superior
Escalera y escaleras mecánicas
Maquetas del edificio
Dos cubos desplazados el uno con respecto al otro horizontal y verticalmente. Miran en dos direcciones distintas. Están elevados, soportador por un núcleo de acceso. Vuelan pronunciadamente sobre el jardín circundante . Los muros, recubiertos de una malla metálica continua, retroiluminada cuando el sol se pone, en la que se abren dos grandes ventanales apaisados en las fachadas principales.
El volumen se concibe como una puerta de acceso al parque -aun en construcción. Las ventanas y la terraza compensan el carácter introspectivo de todo espacio expositivo.
Los dos volúmenes reflejan bien las fuerzas contrapuestas que organizan el espacio. Las salas tienen que ser espacios cerrados pero quieren abrirse hacia el exterior. Los accesos conducen al corazón del edificio pero ofrecen vistas panorámicas de la ciudad. el edificio es al mismo tiempo un contenedor necesariamente hermético y un lugar elevado de observación; una caja y una torre que, de noche, acentúa este carácter, convirtiéndose en un faro. Las formas geométricas se concilian con motivos vegetales que recorren y ornan todas las superficies. Los pilares se desdoblan y parecen no sostener nada. El conjunto se abre a la ciudad -y se alza para que la visión de la misma no se interrumpa, como el edificio de Caixaforum, en Madrid, de Herzog & de Meuron, una obra muy inferior y descuidada- pero le da la espalda al mismo tiempo. Es hosco y detallista. Duro y ornamentado. Frágil y rudo. De hormigón y malla. Opaco y translúcido. Un edificio en el que se ha cuidado con el mismo mimo un carrito para servir el té, y los imposibles jácenas que soportan los voladizos, que combina olivos en la terraza, que se descubren desde el interior, elevada con severos asientos metálicos.
El edificio recuerda a un árbol de hormigón.