Relieve egipcio original situado bajo el pórtico de la entrada)
Fotos: Tocho, marzo 2016
Se ruega no compartir las fotos del interior
Tras el bombardeo de su casa y el taller en Italia durante la Segunda Guerra Mundial, la arquitecta Lina Bo Bardi dejó el estudio del arquitecto y diseñador Gio Ponti y emigró a Brasil.
La casa familiar, conocida como la Casa de Vidrio, es su primera obra. Está ubicada en lo alto de una colina del barrio de Vila Morumbi, en Sao Paolo (Brasil), tras un muro incrustado con cantos de río y pequeños motivos compuestos por azulejos rotos, a la que se accede por una calle empinada que serpentea entre un bosque, en una antigua hacienda, emplazada fuera de la ciudad hace sesenta y cinco años. Domina, como las casas coloniales, todo el valle.
Conjuga una casa colonial tradicional -la parte trasera, de servicios, y con estancias para invitados de Lina Bo Bardi a la Bienal de Sao Paolo, como John Cage, por ejemplo-, con tejas árabes, persianas de librillo y muros encalados, con un frente de hormigón, vidrio y hierro: un voladizo acristalado, de techo a suelo -los paramentos de vidrio se deslizan sin que ninguna barandilla interrumpa la vista y la atracción del vacío-, suspendido sobre delgados pilares cilíndricos metálicos, abocado a una fortísima pendiente, en medio de un recreación de selva tropical, de la arquitecta y el paisajista y botanista Roberto Burle Marx. La luz se filtra por las ventanas y un patio interior, también arbolado, a través de las ramas, las lianas y las raíces que rebullen y que envuelven la casa, y acaba por estallar en mil astillas al reverberar sobre el pavimento de teselas de cristales grises azuladas.
En el interior, muebles de la arquitecta cohabitan, sorprendentemente, con arcones renacentistas, tablas medievales y manieristas, un retrato del Fayum, y esculturas clásicas: su esposo Pietro Maria Bardi era un marchante de arte y arqueología, dotó al Museo de Arte de Sao Paolo (MASP) -cuyo edificio Lina Bo Bardi proyectó y construyó-, que dirigió de la extraordinaria colección clásica y moderna que conserva, y coleccionó piezas inesperadas: un grupo escultórico egipcio, por ejemplo, que no se sabe bien cómo llegó.
La casa está marcada por la iconografía religiosa cristiana y pagana, así como por el arte popular indígena brasileño que Lina Bo Bardi coleccionaba: un gran retablo manierista de la Virgen y el Niño preside el dormitorio, y fetiches de la religión africano-brasileña animista Candomblé, que Lina Bo Bardi seguía con atención por su interés antropológico, están diseminados por los salones.
La chimenea estaba siempre encendida, pese al calor húmedo, como recuerdo o evocación de los hogares vivos de las cabañas amazónicas.
Pietro Maria Bardi vivió en esta casa hasta 1999. Hoy, recientemente restaurada, es la sede del instituto Lina Bo y Pietro Maria Bardi.