lunes, 10 de octubre de 2016
YELLO: TOY SQUARE (2016)
Yello - Toy Square from Egor Gusev on Vimeo.
Sobre este grupo suizo de música electrónica, véase su página web
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sábado, 8 de octubre de 2016
El valor de una imagen: la cara
Un careo consiste en un encuentro cara a cara, durante el cual uno de los participantes escudriña el rostro de la segunda personas a fin de leer -o de hallar-, en la expresión del rostro, hechos u actos desconocidos, y quizá delictivos, que la persona observada, un posible culpable, podría tratar de esconder.
La verdad perseguida se rastrea en el rostro. Pese a que la expresión tópica que establece una relación entre la cara y el alma que se asoma a aquélla está desprestigiada -una persona de alma negra puede tener una expresión angelical, y la cara de un sátiro, como bien contaban los discípulos de Sócrates, puede esconder la aspiración incesante al bien-, los detectives siguen apostando por la lectura crítica de las verdaderas intenciones en el rostro incluso impávido o inexpresivo.
El rostro se define como una imagen reveladora. Aparece como un mapa en el que, quien halla la clave o sabe leer aquél, puede encontrar el camino, aunque sea tortuoso y con múltiples callejones sin salida, en medio de un laberinto (¡de pasiones!), hacia la verdad, lo que aconteció o acontecerá. el rostro cuenta hechos del pasado y del futuro: Guarda trazas de lo acontecido y pronostica lo que sin duda llegará. El rostro asume la doble función de la prueba o la huella, y de la profecía. Lo que revela se manifiesta a través de una imagen enigmática que debe ser descifrada. Dicha imagen esconde, pero también denota, lo que se encuentra detrás. Es un muro y una puerta (cerrada, pero que indica, inevitablemente, que algo se halla detrás escondido, algo que no se quiere mostrar).
El verbo encarar introduce un matiz en la acción acometida durante un careo. El sustantivo cara está también en la raíz de este verbo: se muestra como un objetivo perseguido. Encarar, sin embargo, significa apuntar, dirigir una acción en una dirección determinada que culmina en una cara lejana, cara que se persigue puesto que da u otorga sentido a la acción. Se trata, de nuevo, de una persecución, pero también de una prosecución. No se busca necesariamente algo oscuro u oculto, sino algo desconocido -pero necesario o complementario. La vida mejorará cuando se emprenda la dirección correcta: justa y que lleva a "buen" término. Quienes encarar una situación son quienes andan perdidos, sin rumbo, y desean enderezar sus acciones o su vida: necesitan encontrar un hilo o un camino que les aparte de donde se encuentran y les conduzca hacia un puerto seguro. Este lugar, este paraíso, sueño u utopía me manifiesta como un rostro amable o bondadoso. Quien lo busca afronta la situación: no cierra los ojos ante las dificultades sino que los abre bien para encontrar y seguir la senda adecuada. No esconde o tuerce el rostro como si no quisiera ver o afrontar lo que le espera. La imagen -la cara- aporta la redención. tiene el poder de transformar una vida o un entorno. Incide poderosamente en éstos. Es una imagen dotada de una fuerza mágica que atrae y transforma (para bien, siempre que la senda seguida, ante una encrucijada como la que se mostraba a Hércules, a la mitad de su vida terrenal, sea la adecuada, pertinente, pese a -o dadas- las dificultades, las montañas por las que transita)
Envisager: un verbo francés compuesto a partir del sustantivo visage: cara Envisager no es exactamente encarar aunque designa una acción que culmina en un futuro distinto del presente, un futuro anhelado precisamente por la esperanza de cambio que aporta. Envisager se traduce por planificar, pensar. Una planificación exige un plano, un mapa que indica la senda correcta y los caminos equivocados que llevan a un objetivo deseado, cuya obtención tiene como fin una mejora de una situación presente. Pero un pensamiento no implica necesariamente un plano o una imagen. Por el contrario, rehuye, en principio, lo visual, porque las imágenes son consideradas engañosas. El pensamiento implica un ejercito de contención y ensimismamiento que se práctica con los ojos cerrados, con los ojos del alma -si se cree en la existencia de éstos- bien abiertos. No se quiere ver nada que distraiga. Sin embargo, este verbo francés postula la importancia de una imagen: una imagen verdadera, un verdadero icono, como el paño de la Verónica (que guarda las trazas o huellas del rostro del dios cristiano), emblema o prototipo de la imagen cristiana redentora, la imagen que salva a quien la contempla, a quien se mira en ella, a quien se siente observado por los ojos del retrato en el velo. No se puede pensar, organizar ni "planificar", se desprende de esta consideración que evoca el verbo envisager, sin la presencia de una imagen (un rostro) que nos atrae y nos guía. La imagen no lleva por el mal camino sino que es la meta, el fin del único camino que se puede seguir. Si un rostro no aguarda al final, el camino no tiene sentido. Curiosamente, la imagen, que se segunda con respeto a la realidad -de la que es una "simple" imagen- es lo que otorga espesor, veracidad, cuerpo y "sentido" al mundo. Sin imágenes vamos perdidos y no somos nadie.
Imágenes que son el final de un camino. Queda saber si la multiplicación incesante de imágenes configura un laberinto de vías que nos pierden, o carecen de vías de acceso y, por tanto, son inútiles o peligrosas, espejismos que no llevan a nada -que llevan a la nada-, inalcanzable (por la falta de caminos- y que distraen o apartan para siempre del camino inencontrable por las dificultades que implica su localización y su recorrido hasta el final. Supongo que no podemos hacer, y que la solución se encuentra tras un recorrido que posiblemente lleve ante un muro "ciego" -incapaz de mirarnos y de reflejar nuestra mirada.
La verdad perseguida se rastrea en el rostro. Pese a que la expresión tópica que establece una relación entre la cara y el alma que se asoma a aquélla está desprestigiada -una persona de alma negra puede tener una expresión angelical, y la cara de un sátiro, como bien contaban los discípulos de Sócrates, puede esconder la aspiración incesante al bien-, los detectives siguen apostando por la lectura crítica de las verdaderas intenciones en el rostro incluso impávido o inexpresivo.
El rostro se define como una imagen reveladora. Aparece como un mapa en el que, quien halla la clave o sabe leer aquél, puede encontrar el camino, aunque sea tortuoso y con múltiples callejones sin salida, en medio de un laberinto (¡de pasiones!), hacia la verdad, lo que aconteció o acontecerá. el rostro cuenta hechos del pasado y del futuro: Guarda trazas de lo acontecido y pronostica lo que sin duda llegará. El rostro asume la doble función de la prueba o la huella, y de la profecía. Lo que revela se manifiesta a través de una imagen enigmática que debe ser descifrada. Dicha imagen esconde, pero también denota, lo que se encuentra detrás. Es un muro y una puerta (cerrada, pero que indica, inevitablemente, que algo se halla detrás escondido, algo que no se quiere mostrar).
El verbo encarar introduce un matiz en la acción acometida durante un careo. El sustantivo cara está también en la raíz de este verbo: se muestra como un objetivo perseguido. Encarar, sin embargo, significa apuntar, dirigir una acción en una dirección determinada que culmina en una cara lejana, cara que se persigue puesto que da u otorga sentido a la acción. Se trata, de nuevo, de una persecución, pero también de una prosecución. No se busca necesariamente algo oscuro u oculto, sino algo desconocido -pero necesario o complementario. La vida mejorará cuando se emprenda la dirección correcta: justa y que lleva a "buen" término. Quienes encarar una situación son quienes andan perdidos, sin rumbo, y desean enderezar sus acciones o su vida: necesitan encontrar un hilo o un camino que les aparte de donde se encuentran y les conduzca hacia un puerto seguro. Este lugar, este paraíso, sueño u utopía me manifiesta como un rostro amable o bondadoso. Quien lo busca afronta la situación: no cierra los ojos ante las dificultades sino que los abre bien para encontrar y seguir la senda adecuada. No esconde o tuerce el rostro como si no quisiera ver o afrontar lo que le espera. La imagen -la cara- aporta la redención. tiene el poder de transformar una vida o un entorno. Incide poderosamente en éstos. Es una imagen dotada de una fuerza mágica que atrae y transforma (para bien, siempre que la senda seguida, ante una encrucijada como la que se mostraba a Hércules, a la mitad de su vida terrenal, sea la adecuada, pertinente, pese a -o dadas- las dificultades, las montañas por las que transita)
Envisager: un verbo francés compuesto a partir del sustantivo visage: cara Envisager no es exactamente encarar aunque designa una acción que culmina en un futuro distinto del presente, un futuro anhelado precisamente por la esperanza de cambio que aporta. Envisager se traduce por planificar, pensar. Una planificación exige un plano, un mapa que indica la senda correcta y los caminos equivocados que llevan a un objetivo deseado, cuya obtención tiene como fin una mejora de una situación presente. Pero un pensamiento no implica necesariamente un plano o una imagen. Por el contrario, rehuye, en principio, lo visual, porque las imágenes son consideradas engañosas. El pensamiento implica un ejercito de contención y ensimismamiento que se práctica con los ojos cerrados, con los ojos del alma -si se cree en la existencia de éstos- bien abiertos. No se quiere ver nada que distraiga. Sin embargo, este verbo francés postula la importancia de una imagen: una imagen verdadera, un verdadero icono, como el paño de la Verónica (que guarda las trazas o huellas del rostro del dios cristiano), emblema o prototipo de la imagen cristiana redentora, la imagen que salva a quien la contempla, a quien se mira en ella, a quien se siente observado por los ojos del retrato en el velo. No se puede pensar, organizar ni "planificar", se desprende de esta consideración que evoca el verbo envisager, sin la presencia de una imagen (un rostro) que nos atrae y nos guía. La imagen no lleva por el mal camino sino que es la meta, el fin del único camino que se puede seguir. Si un rostro no aguarda al final, el camino no tiene sentido. Curiosamente, la imagen, que se segunda con respeto a la realidad -de la que es una "simple" imagen- es lo que otorga espesor, veracidad, cuerpo y "sentido" al mundo. Sin imágenes vamos perdidos y no somos nadie.
Imágenes que son el final de un camino. Queda saber si la multiplicación incesante de imágenes configura un laberinto de vías que nos pierden, o carecen de vías de acceso y, por tanto, son inútiles o peligrosas, espejismos que no llevan a nada -que llevan a la nada-, inalcanzable (por la falta de caminos- y que distraen o apartan para siempre del camino inencontrable por las dificultades que implica su localización y su recorrido hasta el final. Supongo que no podemos hacer, y que la solución se encuentra tras un recorrido que posiblemente lleve ante un muro "ciego" -incapaz de mirarnos y de reflejar nuestra mirada.
viernes, 7 de octubre de 2016
Proust y los Persas (La teoría del arte de Marcel Proust, I: Arte, lo cercano y lo extraño)
"(...) Faut-il tirer la poésie de la vérité toute proche? L´art extrrait du réel le plus familier existe en effet et son domaine est peut-être plus grand. Mais il n´en est pas moins vrai qu´un grand intérêt, parfois de la beauté, peut naître d´actions découlant d´une forme d´esprit si éloignée de tout ce que nous sentons, de tout ce que nous croyons que nous ne pouvons même arriver à les comprendre, qu´elles s´étalent devant nous comme un spectacle sans cause. Qu´y a-t-il de plus poétique que Xerxès, fils de Darius, faisant fouetter de verges la mer qui avait englouti ses vaisseaux?"
(Marcel Proust, "La Prisonnìere", À la recherche du temps perdu, vol. V))
"...¿Es necesario extraer la poesía de la verdad más cercana? El arte sacado de lo real más familiar existe en efecto y su dominio es quizá más extenso. Mas no es menos cierto que un gran interés, a veces cierta belleza, puede nacer de acciones que emanan de una forma de pensar tan alejada de lo que sentimos, de lo que creemos, que no podemos siquiera entenderla, que se extiende ante nosotros como un espectáculo sin razón. ¿Hay algo más poético que Jerjes, hijo de Darío, mandando azotar el ponto que había hundido sus naves? " (como cuenta Herodoto tras la derrota del ejército naval persa)
(Marcel Proust, "La prisionera", A la búsqueda del tiempo perdido, vol. V)
(Marcel Proust, "La Prisonnìere", À la recherche du temps perdu, vol. V))
"...¿Es necesario extraer la poesía de la verdad más cercana? El arte sacado de lo real más familiar existe en efecto y su dominio es quizá más extenso. Mas no es menos cierto que un gran interés, a veces cierta belleza, puede nacer de acciones que emanan de una forma de pensar tan alejada de lo que sentimos, de lo que creemos, que no podemos siquiera entenderla, que se extiende ante nosotros como un espectáculo sin razón. ¿Hay algo más poético que Jerjes, hijo de Darío, mandando azotar el ponto que había hundido sus naves? " (como cuenta Herodoto tras la derrota del ejército naval persa)
(Marcel Proust, "La prisionera", A la búsqueda del tiempo perdido, vol. V)
Santa Faz
Cartel de propaganda política en Marruecos, hoy. El rostro de las candidatas, en blanco, para preservar su intimidad....
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El sueño de una sombra,
Modern Times
jueves, 6 de octubre de 2016
La cerámica "de" Gaudí
Es posible, sin embargo, que la realidad fuera bien distinta.
Gaudí no proyectó azulejos -contrariamente al arquitecto, también modernista, Doménech Muntaner-, sino que los escogida entre la producción de varias empresas españolas e inglesas, como la conocida -y desaparecida- fábrica Pujol Baucis, en Esplugas de Llobregat (Barcelona) -hoy convertida en el museo La Rajoleta, cuyos fondos proceden mayoritariamente de las colecciones de aquella fábrica-, y la fábrica Sebastián Ribó de Barcelona, o los azulejos en forma de girasol, seleccionados por el arquitecto Cristobal Cascante (colaborador de Gaudí), empleados en la Casa Vicens de Barcelona y en la Villa Quijano (El Capricho) en Santillana del Mar, fabricados industrialmente en Inglaterra, y hoy muy cotizados (3000 euros casi cada azulejo) como azulejos "de" Gaudí.
Los azulejos que Gaudí empleaba en sus obras eran de fabricación industrial. Los que han sustituido a las piezas descascarilladas, en cambio, han sido laboriosamente fabricados a mano, por ejemplo, en los talleres Cumella de Granollers, tratando de reproducir los distintos tonos de un mismo color de los "originales" que eran fruto de, no un cuidadoso trabajo de veladuras, sino de las distintas hornadas ya mecanizadas. No existen piezas idénticas procedentes de cocciones distintas.
Si la calidad de una pieza, su "aura" deriva de una factura manual, los azulejos empleados hoy en las restauraciones de la obra de Gaudí son de mucha más "calidad" que los sencillos y económicos azulejos de principios del siglo XX utilizados en cantidades industriales.
¿Merecen azulejos industriales un esforzado trato digno de La Gioconda -tan solo porque se asocian al nombre de Gaudí?
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