jueves, 25 de mayo de 2017
AZUCARILLO KINGS: ODISEA ESPACIAL (2012)
Ayer, se inauguró en el Museo del Diseño de Barcelona la desmesurada, desconcertante y fascinante exposición itinerante que el Museo Victoria y Albert de Londres dedicó a David Bowie en 2013.
Barcelona ya homenajeó a Bowie en esta versión por bulerías (¿?) de la Odisea Espacial que canta el arquitecto Ramón Faura en la banda Azucarillo Kings.
Examen
Examen: entre el alumno y el profesor
Finales de mayo, principios de junio: se inicio el periodo de últimos exámenes parciales y de exámenes finales, en la universidad al menos. Nervios, abandonos, y quejas de los profesores ante la pila de hojas escritas, a mano a menudo, a veces a lápiz, casi borrado, con una letra difícil, anónimamente.
¿Qué hacemos los profesores? Corregimos o evaluamos? Somos correctores o evaluadores?
Corregir significa enderezar: poner recto. Una corrección implica un error o defecto en lo que se considera. Existe una norma, de la que se ha apartado lo que se somete a corrección, a fin de poder restablecer la estructura o forma desviada. Cuando se corrige se compara el texto con un modelo señalando allí donde éste ya no actúa. Una corrección requiere el vertido del texto en un molde a fin de ajusta a aquél. Todo lo que requiere una corrección presenta una falta o un exceso, una deformación o una falta de información. El corrector tiene que comparar el texto con el modelo prefijado.
Evaluar, por el contrario, significa hallar o medir el valor de lo qué o de quien se somete a evaluación. No existe ningún modelo. No se buscan errores o deficiencias, sino que se resalta los "valores" del texto. Éste es incomparable. Lo que implica que cualquier elemento valioso es exaltado, pero también conlleva que la falta de cualquier elemento o parte "digna" de mención acarrea una suspensión. Evaluar y examinar son sinónimos. Ambas acciones requieren un atento estudio de lo que se muestra, sin punto de comparación. Examinar significa sacar -ex- lo que se lleva dentro -agere: poner en movimiento. Examinar es pesar o sopesar -el peso, la importancia- de un texto, lograr que el alumno extraiga lo que sabe, lo que conjuga, compone, de dentro de sí, lograr que saque o exteriorice, ponga por escrito o comunique lo mejor de sí mismo.
Un profesor debe corregir primero para evaluar a continuación. La vara o modelo castiga, la medición subsiguiente da la medida de lo que el texto significa y aporta. Compara con lo que espera, y se deja sorprender por lo que encuentra. Espera lo que no halla y halla lo que no espera.
Mas, ¿se puede determinar el "peso" y la "rectitud" o forma "correcta" de un examen, cuando un mismo profesor debe enfrentarse a un centenar de ejercicios? El valor del profesor, en este caso -su prurito- se pone a prueba. Y no siempre logramos sobreponernos.
Finales de mayo, principios de junio: se inicio el periodo de últimos exámenes parciales y de exámenes finales, en la universidad al menos. Nervios, abandonos, y quejas de los profesores ante la pila de hojas escritas, a mano a menudo, a veces a lápiz, casi borrado, con una letra difícil, anónimamente.
¿Qué hacemos los profesores? Corregimos o evaluamos? Somos correctores o evaluadores?
Corregir significa enderezar: poner recto. Una corrección implica un error o defecto en lo que se considera. Existe una norma, de la que se ha apartado lo que se somete a corrección, a fin de poder restablecer la estructura o forma desviada. Cuando se corrige se compara el texto con un modelo señalando allí donde éste ya no actúa. Una corrección requiere el vertido del texto en un molde a fin de ajusta a aquél. Todo lo que requiere una corrección presenta una falta o un exceso, una deformación o una falta de información. El corrector tiene que comparar el texto con el modelo prefijado.
Evaluar, por el contrario, significa hallar o medir el valor de lo qué o de quien se somete a evaluación. No existe ningún modelo. No se buscan errores o deficiencias, sino que se resalta los "valores" del texto. Éste es incomparable. Lo que implica que cualquier elemento valioso es exaltado, pero también conlleva que la falta de cualquier elemento o parte "digna" de mención acarrea una suspensión. Evaluar y examinar son sinónimos. Ambas acciones requieren un atento estudio de lo que se muestra, sin punto de comparación. Examinar significa sacar -ex- lo que se lleva dentro -agere: poner en movimiento. Examinar es pesar o sopesar -el peso, la importancia- de un texto, lograr que el alumno extraiga lo que sabe, lo que conjuga, compone, de dentro de sí, lograr que saque o exteriorice, ponga por escrito o comunique lo mejor de sí mismo.
Un profesor debe corregir primero para evaluar a continuación. La vara o modelo castiga, la medición subsiguiente da la medida de lo que el texto significa y aporta. Compara con lo que espera, y se deja sorprender por lo que encuentra. Espera lo que no halla y halla lo que no espera.
Mas, ¿se puede determinar el "peso" y la "rectitud" o forma "correcta" de un examen, cuando un mismo profesor debe enfrentarse a un centenar de ejercicios? El valor del profesor, en este caso -su prurito- se pone a prueba. Y no siempre logramos sobreponernos.
miércoles, 24 de mayo de 2017
Interpretación del arte (Coleccionismo)
"Sans doute, c´est seulement par la pensée qu´on possède des choses et on ne possède pas un tableau parce qu´on l´a dans sa salle à manger si on ne sait pas le comprendre, ni un pays parce qu´on y réside sans même le regarder"
(Marcel Proust: Albertine disparue)
"Sin duda, es solo por el pensamiento que se poseen cosas y no se posee un cuadro porque cuelgue del comedor si no se sabe comprenderlo, ni un país porque se reside en él sin ni siquiera mirarlo"
(Marcel Proust: Albertina desaparecida)
(Marcel Proust: Albertine disparue)
"Sin duda, es solo por el pensamiento que se poseen cosas y no se posee un cuadro porque cuelgue del comedor si no se sabe comprenderlo, ni un país porque se reside en él sin ni siquiera mirarlo"
(Marcel Proust: Albertina desaparecida)
Hoy hace veinticinco años...
Tras los juegos...
Meses más tarde se iba a iniciar el juicio. La indemnización era de 35 millones de pesetas para cada afectado.
Dado los costes iniciales de abogados que la empresa afectada no quiso pagar por temor a perder contratos públicos, no se llevó a cabo.
La Sociedad General de Autores, en su reunión mundial en noviembre de 1992 en Sitges, estudió si el plagio de ideas podía ser considerado un plagio. Indirectamente, éste se reconoció.
Hace ya mucho tiempo. Varias de las personas implicadas han fallecido.
martes, 23 de mayo de 2017
SUSAN MEISELAS (1948): A ROOM FOR THEIR OWN (UNA HABITACIÓN PROPIA, 2015-2017)
A Room of Their Own (título basado en una obra de Virginia Wolf) es un encargo, recientemente publicado, de la fotógrafa norteamericana Meiselas, perteneciente a la agencia Magnum, que documenta espacios de acogida para mujeres maltratadas en un refugio inglés: habitaciones para madres e hijos pequeños, personalizadas, convertidas en sus "palacios", en los que se sienten en seguridad. Esos refugios son temporales y, sin embargo, todo el cuidado ha sido vertido para convertirlos en espacios en los que la grisura no tiene cabida.
Meiselas fotografía desde cierta distancia, ni embellece ni destaca nada, solo refleja los sueños proyectados en las estancias -un bien que no han tenido hasta ahora, un bien propio-, en los que las mujeres y los niños no suelen aparecen -o se muestras desdibujados-, no solo por razones de seguridad, sino porque ya están presentes a través de los objetos fotografiados. cada uno cuenta una historia, una parte de una historia fracturada.
lunes, 22 de mayo de 2017
TAMMAN AZZAM (1980): STOREYS (PISOS, 2014-2016)
La pintura occidental ha cultivado dos géneros desde el barroco, sobre todo: las vistas urbanas -sobre todo en el arte flamenco, siendo la Vista de Delft, de Vermeer, un modelo de representación objetiva al tiempo que, según Proust, personal, emotiva, que expresa la relación afectiva con la ciudad-, y la pintura de ruinas (género llamado el capricho de ruinas): imágenes de ruinas greco-latinas, basadas en la realidad pero constituyendo ruinas inventadas en paisajes idealizados, susceptibles de generar un sentimiento de admiración por la arquitectura clásica, y de nostalgia y lamentación por su pérdida.
El artista sirio Azzam combina ambos géneros. Pero las ruinas no son inventadas y no idealiza la ciudad -si bien su ojo retrata fielmente lo que ve y evoca las sensaciones que siente ante lo que percibe: ciudades sirias devastadas por la guerra civil, sin vidas, convertidas casi en imágenes matéricas y abstractas, en las que la "abstracción" no es causada por la mano del artista sino del hombre. Algunas de las vistas, aéreas, acrecientan la impresión de devastación -o documentan aún mejor la destrucción-. La ausencia de color, o el ocasional uso de colores hirientes, acrecienta la impresión de ciudades cubiertas de ceniza, en las que el rigor urbanístico y arquitectura (las tramas geométricas, el juego equilibrado de masas y de líneas verticales y horizontales, más que destruido o abolido, parece haber sido disuelto, convertido en una masa informe, de la que no parece pueda surgir de nuevo vida alguna. Y, sin embargo, Azzam retrata lo que queda de cada piso, cuenta todas las heridas, muestra restos que aun destacan de la masa licuada, como si el hormigón volviera a un estado inicial -sin posibilidad de volver a fraguar.
Son ciudades-cementerio. Las pinturas no denuncian. Exponen. Lo que es aún más terrible. De algún modo, alcanzan la verdad.
Obra de Tamman Azzam forma parte de una exposición dedicada a la colección de arte árabe contemporáneo de la fundación privada Barjeel de los Emiratos Árabes, en el Instituto del Mundo Árabe de París.
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