martes, 7 de abril de 2020
Iconoclastia e iconodulia
Montaje y edición: Kerman Arranz
Documentación: Dolors Magallón
Ambos vídeos se realizaron para la exposición, titulada Perder la cabeza (ídolos ) o To Lose Your Head (Idols), del Pabellón catalán de la Bienal de Arte de Venecia de 2019.
La muestra estaba dedicada a presentar hechos recientes en Cataluña: la destrucción o retirada de imágenes en el espacio público, pero también su culto- y "reflexionar" sobre un fenómenos, llamado Iconoclastia (o rechazo y destrucción de imágenes o iconos) e Iconodulia (adoración de imágenes), comunes en todas las culturas y todos los tiempos, que revelan el impacto que las imágenes, naturalistas sobre todo, ejercen sobre nosotros, capaces, pese a ser entes, objetos inanimados, de provocar reacciones pasionales, que van de la entrega al rechazo, como ni siquiera un ser vivo es capaz de suscitar.
Ambos breves videos no se han mostrado fuera del Pabellón, clausurado desde el mes de noviembre pasado -tras la desbordante aquaalta que sepultó a Venecia bajo las aguas.
En dos próximas entregas haremos públicos dos otros videos realizados expresamente para dicha exposición.
Teoría (Contemplación)
La teoría, para nosotros es un ejercicio de reflexión. Éste se ejerce ante un problema. El ejercicio exige alejarse de aquél para poder observarlo mejor y tener una visión completa del entorno y de sus conexiones. A partir de entonces, se podrá tratar de solventarlo, y de evitar que se produzca de nuevo. Si sobre lo que se reflexiona es un hecho o un acontecimiento, la reflexión trata de descubrir o de dotarlo de sentido, cómo se relaciona con nosotros, si y cómo nos puede afectar.
La teoría del arte es particularmente ilustrativa de este complejo movimiento de acercamiento y de retirada, seguido de un detenimiento. Una obra de arte se interpone ante nosotros. No es evidente. No acabamos de saber porqué está aquí, ante nosotros, qué pretende, qué quiere comunicarnos. La teoría es un intento por descifrar una obra, partiendo del presupuesto que toda obra encierra un contenido manifestado o traducido en clave, bajo una forma no legible de inmediato (pese a las indicaciones de los comanditarios desde la Edad Media hasta el barroco, en el cristianismo) que exigían a los artista que sus obras sean legibles de inmediato incluso para iletrados; que los ilustraran; obras que se contraponían a otras, ya secretas, que también encerraban un misterio que debía ser extraído, pero solo al alcance de unos iniciados.
Este ejercicio, que requiere detenerse y ensimismarse para hallar la lengua con la que una obra está compuesta, y el significado que las formas traducen, se opone en principio, al ejercicio del artista. El espectador contempla; el artista actúa. La vida contemplativa de quien teoriza se opone a la vida activa del creador; dos vidas contrapuestas y sin embargo relacionadas, ya que el movimiento, el gesto del artista tiene como fin, concluye cuando el espectador se detiene -deja de actuar- y empieza a hacerse preguntas ante la obra, tratando de responder a las preguntas que la obra le plantea. La imagen de Edipo, quieto ante los enigmas que le lanza la Esfinge, ante las puertas de Tebas, traduce bien lo que es e implica un trabajo teórico: trata de solventar un problema vital, sin cuya solución la vida empalidece.
La palabra teoría viene directamente del griego antiguo. Theoria, en griego, significa mirada, contemplación, precisamente. Designa un ejercicio eminentemente visual. Se trata de observar detenidamente un ente que a "simple" vista no es "evidente", a fin de, yendo más allá de las "meras apariencias", hallar qué puede significar y "ser", un ejercicio que, sin embargo, solo se puede llevar a cabo fijando la mirada -y los demás sentidos, en ocasiones- para atender a lo que la forma o imagen del ente "expresa". La teoría es una reflexión a partir de un reflejo (los reflejos revelan a menudo lo que no queremos ver porque tememos lo que podríamos descubrir: nuestro rostro tal como lo ven los demás, vernos a través de ojos ajenos, capaces de dar con lo que no queremos mostrar): una mirada que escudriña la superficie de las cosas a la búsqueda de indicios que revelen el sentido de lo que se interpone en nuestro camino. La teoría confía en la capacidad de la mirada para otear lo que no es manifiesto de buenas a primeras. El teórico es un excelente observador.
La teoría solo se ejerce ante lo que se muestra; o, mejor dicho, ante lo que posee suficientes cualidades sensibles o visibles que nos llaman la atención. La obra de arte es una llamada de atención, que nos advierte de lo que puede ocurrir, que nos expone, ante la vista, lo que acontecerá. La obra de arte es un anticipo de la realidad, profetiza -hacer ver ante nosotros- lo que aún no somos capaces de ver ni de concebir por nosotros mismos.
La theoría designaba, así también, no solo la visión de un contemplador sino lo que contemplaba: un espectáculo; algo digno de verse, lo que nos sorprende y nos obliga a mirar dos veces ante un cuerpo extraño, inesperado. Un teórico, en la Grecia antigua, era un espectador. ¿Cabía espectáculo más singular que una procesión -como las que estas Pascuas no podrán tener lugar? Una theoría formaba parte de un ritual.
¿Qué función cumplía dicho ritual? Establecer contacto con el mundo sobrenatural (dioses o antepasados) para expresarles respeto y rogarles protección. De la correcta ejecución del ritual, del buen desarrollo de una theoria dependía la vida de una comunidad. Cualquier gesto o palabra fuera de lugar rompía el cordón umbilical que los mortales mantenían con los inmorales; aquéllos quedaban a su suerte. Una theoria era un gesto de buena voluntad. Mediaba entre la tierra y el cielo,a fin que éste iluminara a los hombres y les permitiera hallar soluciones a los conflictos y a las preguntas sin respuesta.
Una theoría era, pues, una embajada, un organismo y una acción que tiene como objetivo tender puentes entre comunidades enfrentadas o que se ignoran -pero que se necesitan-, haciendo saltar barreras, en la medida de lo posible- ideológicas, culturales o religiosas.
En la Grecia clásica theoria dejó de ser un nombre común. En el siglo V aC, en las comedias de Aristófanes, por ejemplo, Theoria se convirtió en una divinidad que, junto con Opora, entró a formar parte del séquito de la diosa Irene (Eirene, la Paz); una personificación de la theoria.
Opora era una diosa selvática. Estaba también al servicio de Dionisos, el dios de la vegetación desbordante. Opora seguía a Dionisos portando cestas desbordantes de frutos, que auguraban o aseguraban la prosperidad de una comunidad que no debería endeudarse en una guerra que Irene frenaba.
Así como Opora gesticulaba, cantaba, expresaba el vigor de la naturaleza primaveral, Theoria era callada. Caminaba en silencio, ensimismada. Mas, su presencia no era menos efectiva que la de Opora. De hecho, era la acompañante más cercana a Irene. El silencio, la meditación que ejercía e imponía acallaban los rumores y facilitaban la labor y la presencia de la Paz.
Theoria era una procesión, un peregrinaje que tenía como finalidad la petición y obtención de bienes por parte de los dioses, cuando los festivales religiosos: la paz exterior, pública, e interior; la sensación de no hallarse perdido, en la oscuridad, sino gracias a la luz de la procesión -un movimiento lento, que combina el avance, el descubrimiento y el detenimiento- o de una obra, una ofrenda portada por los comulgantes. Theoria era un bien, un don, una ofrenda que aplacaba los ánimos y facilitaba los contactos, el diálogo; Theoria era una mediación entre lo terrenal y lo ideal, un camino que tendía hacia la Paz.
No se puede vivir sin Theoria, y su objeto de estudio, la obra de arte.
La teoría del arte es particularmente ilustrativa de este complejo movimiento de acercamiento y de retirada, seguido de un detenimiento. Una obra de arte se interpone ante nosotros. No es evidente. No acabamos de saber porqué está aquí, ante nosotros, qué pretende, qué quiere comunicarnos. La teoría es un intento por descifrar una obra, partiendo del presupuesto que toda obra encierra un contenido manifestado o traducido en clave, bajo una forma no legible de inmediato (pese a las indicaciones de los comanditarios desde la Edad Media hasta el barroco, en el cristianismo) que exigían a los artista que sus obras sean legibles de inmediato incluso para iletrados; que los ilustraran; obras que se contraponían a otras, ya secretas, que también encerraban un misterio que debía ser extraído, pero solo al alcance de unos iniciados.
Este ejercicio, que requiere detenerse y ensimismarse para hallar la lengua con la que una obra está compuesta, y el significado que las formas traducen, se opone en principio, al ejercicio del artista. El espectador contempla; el artista actúa. La vida contemplativa de quien teoriza se opone a la vida activa del creador; dos vidas contrapuestas y sin embargo relacionadas, ya que el movimiento, el gesto del artista tiene como fin, concluye cuando el espectador se detiene -deja de actuar- y empieza a hacerse preguntas ante la obra, tratando de responder a las preguntas que la obra le plantea. La imagen de Edipo, quieto ante los enigmas que le lanza la Esfinge, ante las puertas de Tebas, traduce bien lo que es e implica un trabajo teórico: trata de solventar un problema vital, sin cuya solución la vida empalidece.
La palabra teoría viene directamente del griego antiguo. Theoria, en griego, significa mirada, contemplación, precisamente. Designa un ejercicio eminentemente visual. Se trata de observar detenidamente un ente que a "simple" vista no es "evidente", a fin de, yendo más allá de las "meras apariencias", hallar qué puede significar y "ser", un ejercicio que, sin embargo, solo se puede llevar a cabo fijando la mirada -y los demás sentidos, en ocasiones- para atender a lo que la forma o imagen del ente "expresa". La teoría es una reflexión a partir de un reflejo (los reflejos revelan a menudo lo que no queremos ver porque tememos lo que podríamos descubrir: nuestro rostro tal como lo ven los demás, vernos a través de ojos ajenos, capaces de dar con lo que no queremos mostrar): una mirada que escudriña la superficie de las cosas a la búsqueda de indicios que revelen el sentido de lo que se interpone en nuestro camino. La teoría confía en la capacidad de la mirada para otear lo que no es manifiesto de buenas a primeras. El teórico es un excelente observador.
La teoría solo se ejerce ante lo que se muestra; o, mejor dicho, ante lo que posee suficientes cualidades sensibles o visibles que nos llaman la atención. La obra de arte es una llamada de atención, que nos advierte de lo que puede ocurrir, que nos expone, ante la vista, lo que acontecerá. La obra de arte es un anticipo de la realidad, profetiza -hacer ver ante nosotros- lo que aún no somos capaces de ver ni de concebir por nosotros mismos.
La theoría designaba, así también, no solo la visión de un contemplador sino lo que contemplaba: un espectáculo; algo digno de verse, lo que nos sorprende y nos obliga a mirar dos veces ante un cuerpo extraño, inesperado. Un teórico, en la Grecia antigua, era un espectador. ¿Cabía espectáculo más singular que una procesión -como las que estas Pascuas no podrán tener lugar? Una theoría formaba parte de un ritual.
¿Qué función cumplía dicho ritual? Establecer contacto con el mundo sobrenatural (dioses o antepasados) para expresarles respeto y rogarles protección. De la correcta ejecución del ritual, del buen desarrollo de una theoria dependía la vida de una comunidad. Cualquier gesto o palabra fuera de lugar rompía el cordón umbilical que los mortales mantenían con los inmorales; aquéllos quedaban a su suerte. Una theoria era un gesto de buena voluntad. Mediaba entre la tierra y el cielo,a fin que éste iluminara a los hombres y les permitiera hallar soluciones a los conflictos y a las preguntas sin respuesta.
Una theoría era, pues, una embajada, un organismo y una acción que tiene como objetivo tender puentes entre comunidades enfrentadas o que se ignoran -pero que se necesitan-, haciendo saltar barreras, en la medida de lo posible- ideológicas, culturales o religiosas.
En la Grecia clásica theoria dejó de ser un nombre común. En el siglo V aC, en las comedias de Aristófanes, por ejemplo, Theoria se convirtió en una divinidad que, junto con Opora, entró a formar parte del séquito de la diosa Irene (Eirene, la Paz); una personificación de la theoria.
Opora era una diosa selvática. Estaba también al servicio de Dionisos, el dios de la vegetación desbordante. Opora seguía a Dionisos portando cestas desbordantes de frutos, que auguraban o aseguraban la prosperidad de una comunidad que no debería endeudarse en una guerra que Irene frenaba.
Así como Opora gesticulaba, cantaba, expresaba el vigor de la naturaleza primaveral, Theoria era callada. Caminaba en silencio, ensimismada. Mas, su presencia no era menos efectiva que la de Opora. De hecho, era la acompañante más cercana a Irene. El silencio, la meditación que ejercía e imponía acallaban los rumores y facilitaban la labor y la presencia de la Paz.
Theoria era una procesión, un peregrinaje que tenía como finalidad la petición y obtención de bienes por parte de los dioses, cuando los festivales religiosos: la paz exterior, pública, e interior; la sensación de no hallarse perdido, en la oscuridad, sino gracias a la luz de la procesión -un movimiento lento, que combina el avance, el descubrimiento y el detenimiento- o de una obra, una ofrenda portada por los comulgantes. Theoria era un bien, un don, una ofrenda que aplacaba los ánimos y facilitaba los contactos, el diálogo; Theoria era una mediación entre lo terrenal y lo ideal, un camino que tendía hacia la Paz.
No se puede vivir sin Theoria, y su objeto de estudio, la obra de arte.
lunes, 6 de abril de 2020
THE KINKS : BROTHER (1977)
The world's goin' crazy and
Nobody gives a damn anymore.
And they're breakin' off relationships and
Leavin' on sailin' ships for far and distant shores.
For them it's all over,
But I'm gonna stay.
I wouldn't leave anyway.
I know that someday we'll find a way.
We'll be O.K.
Nobody gives a damn anymore.
And they're breakin' off relationships and
Leavin' on sailin' ships for far and distant shores.
For them it's all over,
But I'm gonna stay.
I wouldn't leave anyway.
I know that someday we'll find a way.
We'll be O.K.
(...)
The old world's fadin'.
Now it seems so far away.
Well, I'm not goin' anywhere.
There's so much that we can share.
I'm your brother.
Now it seems so far away.
Well, I'm not goin' anywhere.
There's so much that we can share.
I'm your brother.
(...)
Together we can find a way
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El sueño de una sombra,
Modern Times
Apolo, organizador del espacio (parte 1)
Montaje y edición: Ignacio Urbistondo
Tercera (ya) clase virtual de una asignatura del Máster del Departamento de Teoría e Historia (THATC) de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (UPC-ETSAB).
Primera parte de unas sesiones dedicadas al dios griego Apolo, hijo predilecto de Zeus 8y de los arquitectos): primer organizador del espacio, en los orígenes de los tiempos, apenas su madre, la diosa Leto, lo alumbró dificultosamente, en la perdida isla de Delos, a lo largo del viaje de su vida, recorriendo el mundo, abriendo vías y civilizando los primeros habitantes, entre Delos, su isla natal, y Delfos, el ombligo del mundo, donde sentó las bases de su santuario y se asentó.
Reconstrucción (la puerta de Adad, en Nínive, en las afueras de Mosul)
Comentaba ayer un amigo arquitecto desde los Estados Unidos que el gobierno norteamericano, a petición de las autoridades iraquíes, financiará la reconstrucción de una de las puertas neo-asirias de la ciudad mesopotámica de Ninive en las afueras de Mosul: la puerta de Adad (el dios asirio de las tormentas), destruida con explosivos por el Estado Islámico, tras la toma de la ciudad de Mosul, en 2016.
Dicha puerta había restaurada o reconstruida de manera un tanto “imaginativa” o fantasiosa en los años ochenta, en tiempos del ex-presidente Saddam Hussein.
Las autoridades locales querrían que se reconstruyera la puerta no como era en los tiempos de los neo-asirios, sino tal como quedó después de la primera reconstrucción.
¿Por qué?
El Estado Islámico sigue en Mosul. Reconstruir de manera idéntica lo que destruyeron será una manera de demostrarles que no han podido con la ciudad de Mosul.
Las razones no son estéticas sino éticas o políticas. El Estado Islámico no ha vencido.
O si, comenta la arquitecta Mónica Sambade, obligando a semejante gasto para volver a levantar un decorado.
Agradecimientos a Marc Marín, arquitecto
domingo, 5 de abril de 2020
LUIS EDUARDO AUTE (1943-2020): BALADA DE BABEL (1975)
Una canción titulada Babel en la que la letra no se entiende por la superposición de voces y ecos.
Una irónica lectura de la maldición de la Babel de lenguas que, deja lo más importante, la música -lo único que quizá entendamos todos.
LUIS EDUARDO AUTE (1943-2020): UN PERRO LLAMADO DOLOR (EL ARTISTA Y SU MODELO, 2001)
Sobre una de las mejores películas de animación españolas de todos los tiempos, sobre las relaciones entre pintores y modelos, véase por ejemplo, este enlace.
Deslumbrante, confusa y única. quizá por eso no ganó el Premio Goya de animación de 2020
Dolor era el nombre del perro de Frida Khalo.
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