lunes, 20 de abril de 2020

LUCRECIO (): SOBRE PANDEMIAS & LA PESTE DE ATENAS (LA NATURALEZA, VI, 1610-1890)-



La célebre descripción de una pandemia y, en concreto, de la peste que devastó a Atenas en el siglo V aC, 

Ahora voy a explicarte yo la causa
De las enfermedades contagiosas;
De estas plagas terribles, que derraman
Sobre hombres y ganados de repente
La mortandad. Primero enseñé arriba
Que en la atmósfera había una gran copia
De corpúsculos, que unos dan la vida,
Enfermedad y muerte engendran otros:
Cuando da ser Acaso a los postreros
El aire se corrompe y se inficiona:
La enfermedad activa y pestilente
O de clima extranjero es transmitida
Por la vía del airé, como nubes
Y tempestades, o del mismo seno
De la tierra se engendra, cuando han sido
Corrompidos sus húmedos terrones
Con el calor y lluvias desregladas.
   ¿No observas tú que la mudanza de aire
Y la del agua la salud atacan»
Del hombre que está lejos de su patria?
Porque allí encuentra un aire diferente
Del que ha solido respirar en casa.
¿Por ventura, no encuentras diferencia
Entre la inglesa atmósfera y Egipto,
Por do el eje del mundo se ladea?
¿Y no difieren entre sí los climas
Del Ponto, y el que llega desde Cádiz
Hasta los pueblos negros y tostados?
Como estas cuatro plagas se hallen puestas
A cuatro vientos, como estén situadas
Bajo de cuatro climas diferentes,
En situación tan sólo no difieren,
Sino también en el color y forma
De sus habitadores, y parece
Que están sujetos a distintos morbos.
   Es una enfermedad la elefancía
Que nace hacia las márgenes del Nilo,
No en otra parte, en medio del Egipto:
En Ática, las piernas adolecen,
Y los ojos enferman en Acaya,
Y otras tierras atacan otros miembros;
Del aire nacen estas diferencias:
Porque si el aire de extranjero clima
De peligrosa cualidad dotado
Se muda y va viniendo hacia nosotros,
Se arrastra lentamente como nube
Altera y muda todas las regiones
De la atmósfera por donde camina:
Cuando llegó a la nuestra últimamente
La corrompe, y así se la asimila
Y nos la hace contraria: se derrama
Este nuevo contagio y pestilencia
Al punto por las aguas, y se pega
A las mieses y humanos alimentos
Y a la comida pastos de ganados;
O se queda colgado algunas veces
Su contagio en el aire, y no podemos
Respirar este fluido mezclado
Sin sorber su infección al mismo tiempo.
Coge la pestilencia de ordinario
Lo mismo al buey que a la balante oveja:
¿Pué importa que nosotros nos vayamos
A otro clima mal sano y enfermizo
A una atmósfera nueva; que nos traiga
Naturaleza un aire pestilente
Y extranjeros corpúsculos que puedan
Con su pronta irrupción darnos la muerte?
   Unas enfermedades de esta especie,
Causadas por mortíferos vapores,
En los pasados tiempos devastaron
Los campos de los términos Cecropios,
E hicieron los caminos soledades,
Dejaron la ciudad sin pobladores;
Porque naciendo en lo interior de Egipto,
Después de atravesar vastos espacios
De aire y de mar, por último se echaron
Y sobre el pueblo de Pandión cayeron:
Todos los habitantes a millares
Se rendían al morbo y a la muerte:
La enfermedad cogía la cabeza
Con fuego devoraz, y se ponían
Los ojos colorados y encendidos;
Estaba la garganta interiormente
Bañada de un sudor de negra sangre,
Y el canal de la voz se iba cerrando
En fuerza de las úlceras; la lengua,
Intérprete del alma, ensangrentada,
Débil con el dolor, pesada, inmóvil,
Áspera al tacto: cuando descendía
Después aquel humor dañoso al pecho
Desde las fauces, y se recogía
Alrededor del corazón enfermo,
Entonces los apoyos de la vida
A un tiempo vacilaban, y la boca
De adentro un olor fétido exhalaba
Como el de los cadáveres podridos;
Y las fuerzas del alma se perdían,
Y con su languidez tocaba el cuerpo
En los mismos umbrales de la muerte.
Se juntaba a estos males insufribles
Una congoja de inquietud perpetua
Y una queja revuelta con gemidos,
Y sollozar perenne noche y día,
Que sin cesar los nervios irritando,
Envarando los miembros, desatando
Las articulaciones, consumían
A los que sucumbían ya cansados
A la fatiga. Las extremidades
De sus cuerpos no obstante parecían
Estar no muy ardientes, ofreciendo
Tibia impresión al tacto: al mismo tiempo
Estaba colorado todo el cuerpo,
Con úlceras así como inflamadas,
Como si hubiera sido derramado
Fuego de San Antón sobre sus miembros.
   Un ardor interior los devoraba
Hasta los mismos huesos, y la llama
En su estómago ardía como hornaza:
La más ligera ropa los ahogaba;
Al aire y frío expuesto de continuo,
Unos a helados ríos se tiraban
A causa de aquel fuego en que se ardían,
En las aguas más frías zabullendo;
Desnudo el cuerpo se arrojaban otros
En hondos pozos; con la boca abierta,
Ansiosos de beber, a ellos venían,
Y su insaciable sed no distinguía
Las aguas abundantes de una gota
Cuando sus cuerpos áridos metían:
Ningún descanso el mal les otorgaba;
Tendido estaba el cuerpo fatigado;
La medicina al lado barbotaba
Con temor silencioso: revolvían
Noches enteras sus ardientes ojos
A un lado y otro sin probar el sueño.
Y muchos otros síntomas mortales
Se notaban también además de éstos:
Alma agitada de temor y pena
Sobrecejo furioso y hosco rostro,
Los oídos inquietos con zumbidos,
Viva respiración, o fuerte y lenta,
Cuello bañado de un sudor brillante,
Poca saliva como azafranada
Y cargada de sal de sus gargantas
Con fuerte tos apenas arrojada.
Se aticiaban los nervios de las manos,
Los miembros tiritaban, y subía
El frío de la muerte poco a poco
Desde los pies al tronco: últimamente,
Al acercarse el tiempo postrimero
Tenían las narices encogidas
Y su punta afilada, ojos hundidos,
Huecas las sienes, la piel fría y ruda,
Los labios abultados, resaltaba
Tirante frente; a poco fallecían:
El sol octavo o nono los veía
Las más veces lanzar su último aliento.
Mas si alguno escapaba de la muerte,
Como a las veces sucedía, en fuerza
De secreciones de úlceras malignas
Y de negros despeños, sin embargo,
La misma podre y muerte le aguardaban,
Aunque más tarde: sangre corrompida
De su nariz corría en abundancia,
Con dolores muy fuertes de cabeza;
Todas las fuerzas, toda la substancia
Del hombre así llegaban a perderse.
Si no salía el mal por las narices,
Y si no ocasionaba esta hemorragia,
Atacaba los nervios, se extendía
El morbo por los miembros, y cogía
Hasta las mismas partes genitales:
Y unos, temiendo la cercana muerte,
Vivían por el hierro mutilados
De su virilidad; privados otros
De manos y de pies, quedaban vivos;
Y perdían, en fin, otros la vista:
Tan poderoso miedo de la muerte
Cogió a estos infelices, y hubo algunos
Que perdieron del todo la memoria
Y aun a sí mismos no se conocían.
   Aunque en tierra yacían insepultos
Montones de cadáveres, las aves
Y voraces cuadrúpedos huían
Su hedor intolerable, y no tardaban,
Si los probaban, en perder la vida:
Las aves, sin embargo, no salían
Impunemente por aquellos días,
Ni dejaban las fieras alimañas
Las selvas por la noche; casi todas
Sucumbían al morbo y fenecían:
Principalmente los leales perros
En medio de las calles extendidos
Enfermos daban el postrer aliento,
Que arrancaba el contagio de sus miembros.
Precipitadamente arrebataban
Sin pompa los cadáveres: no había
Allí un seguro y general remedio:
La pócima que había prolongado
La vida a unos, a otros daba muerte.
   Pero allí lo más triste y deplorable
Era que algunos de estos infelices
Que se veían presa del contagio
Se despechaban como criminales
Condenados a muerte, se abatían,
Veían siempre a par de sí la muerte,
Y en medio de terrores perecían.
Multiplicaba empero las exequias
Principalmente el ávido contagio,
Que no cesaba ni un instante solo
De irse comunicando de uno en otro;
Porque aquéllos que huían las visitas
De dolientes amigos por codicia
De la vida o por miedo de la muerte,
Víctimas insensibles perecían
Dentro de poco tiempo, abandonados,
Necesitados y menesterosos,
Como lanar ganado y como bueyes:
Mas los que no temían presentarse
Al contagio y fatiga se rendían,
Viendo que el pundonor y tiernas quejas
De amigos moribundos precisaban
Entonces a llenar estos deberes.
Porque el más virtuoso ciudadano
Acababa la vida con tal muerte:
Y después de enterrar la muchedumbre
De sus prendas más caras, se volvían,
Fatigados de llantos y gemidos,
A encamarse, muriendo de tristeza:
Por fin, en estos tiempos de desastre
Muertos o moribundos, o infelices
Que los lloraban, sólo se veían.
Además, ya pastores y vaqueros
Y el fuerte conductor del corvo arado
Enfermaban también, y los buscaba
La contagión dentro de sus cabañas,
Y allí los daban muerte inevitable
La pobreza y el morbo: se velan
A veces los cadáveres tendidos
De los padres encima de los hijos,
Y los hijuelos el postrer aliento
Sobre padres y madres exhalaban.
El contagio en gran parte provenía
De la gente del campo, que a millares
A la ciudad enfermos acudían:
Todos los sitios públicos y casas
Estaban llenos; por lo mismo entonces
Con más facilidad amontonaba
Apiñados cadáveres la muerte.
Muchos de sed morían en las calles;
Y después de haber otros arrastrado
Hacia las fuentes públicas sus cuerpos,
Sin vida allí quedaban extendidos,
Ahogados al sentir la gran dulzura
Que les causaba el agua que bebían:
Y las calles estaban ocupadas
De unos lánguidos cuerpos medio muertos
Hediondos y sucios y andrajosos,
Cuyos miembros podridos se caían:
La piel sola tenían sobre el hueso,
En la que ya las úlceras y podre
Habían producido el mismo efecto
Que hace la sepultura en el cadáver.
   La muerte, en fin, llenó de cuerpos muertos
Todos los templos santos de los dioses,
Y estaban de cadáveres sembrados
Todos los edificios de deidades;
Los hicieron posadas de finados
Los sacristanes: importaba poco
La religión ya entonces y los dioses,
Porque el dolor presente era excesivo.
Y se olvidó este pueblo en sus entierros
De aquellas ceremonias tan antiguas
Que en sacros funerales se observaban:
Andaba todo él sobresaltado,
Y en este general abatimiento
Cada cual enterraba a quien podía:
Y la necesidad y la indigencia
Horrorosas violencias inspiraron;
Porque algunos gritando colocaban
A sus parientes en la pira ajena,
Y poniéndola fuego por debajo,
Con mucha sangre a veces pendenciaban
Antes que los cadáveres soltasen.

domingo, 19 de abril de 2020

RIFAT CHADIRJI (1926-2020), ENTRE MIES Y MESOPOTAMIA





Casa Kirbasi, Bagdad, 1953




Casa Hussein Jamil, Bagdad, 1953







Casa Corbachi, Bagdad, 1953






Casa Rifat Chadirji, Bagdad, 1954






Torre Abboud, Bagdad, 1955





Mezquita Siraj al-Din, 1955








Monumento al Soldado Desconocido, Bagdad, 1959 -destruido por orden de Saddam Hussein en 1982



Sede del Monopolio del Tabaco, Bagdad, 1965





Residencia Y. Rafiq, Bagdad, 1965




Sede de la Federación de Industrias, Bagdad, 1966







Villa Hamood, Bagdad, 1967-1972



Mezquita Central, Londres, 1969








Complejo residencial Hassawi, Bagdad, 1970



Banco Rafidian, Bagdad, 1971




Oficina de Correos, Bagdad, 1972



Rifat Chadirji (falleció por coronavirus) fue el mejor arquitecto iraquí -o, al menos, quien más ayudó a promover la arquitectura en Iraq, lejos de los modismos orientalistas de los arquitectos británicos coloniales.
Chadirji, asesor del alcalde de Bagdad, apoyó la gran operación arquitectónica en la capital iraquí, lanzada por el joven rey Faisal II en 1953 -operación que quebró en 1958, con el asesinato del rey- consistente en encargos a los mejores arquitectos internacionales como Aalto, Wright, Gropius, Le Corbusier, Ponti o Sert de grandes edificios públicos -administrativos, educativos, culturales- o de la urbanización de áreas de la ciudad -algunos de cuyos proyectos sí se llegaron a construir como la Universidad de Bagdad, de Gropius-. Fue un defensor de una arquitectura moderna adaptada, gracias a muros de celosías, al clima desértico de Bagdad.
Encarcelado en los años setenta, fue liberado por Saddam Hussein quien le confió la planificación de la ciudad para convertirla en la capital de la Asociación de Países No Alineados en los años ochenta, y la organización de un multitudinario congreso internacional en 1982 para discutir de la construcción de la mayor mezquita del mundo, la mezquita del Viernes Santo, cuyas obras se abandonaron cuando la Segunda Guerra del Golfo.
Desplazado a Londres, vivía entre Londres (en verano) y Beirut (en invierno).
Creó el mayor archivo mundial de fotografías de ciudades, edificios y modos de vida en Iraq, hoy depositado en la Arab Image Foundation de Londres.

Admirado por Ricardo Bofill -quien bebió, en sus primeras y mejores obras de los años sesenta y primeros de los setenta, de la obra de Chadirji-, no era una persona de trato fácil, pero fue, sin duda quien supo desprenderse del pasado colonial, del orientalismo, y adaptar la arquitectura racionalista a la arquitectura tradicional árabe que, junto con la arquitectura tradicional mediterránea, influyó, en sus mejores aspectos, dotándola de personalidad, en la arquitectura racionalista , a menudo impersonal.

Es así como ya a finales de los años cincuenta, en el Monumento al Soldado Desconocido, la arquitectura palaciega y militar mesopotámica, parta, en particular, conocida sobre todo por el palacio abovedado de Ctesifonte, del siglo II aC, introdujo cúpulas y bóvedas de canón y parabólicas donde solo dominaban las terrazas, unos rasgos que, con el creciente tamaño de los proyectos públicos, a mitad de los años sesenta, producirían imponentes volúmenes rajados tan solo por ventanas semejantes a aspilleras protegidas por aleros de cañón, levantados con ladrillos, otro guiño a la arquitectura mesopotámica.

Algunos de sus edificios más conocidos, como la torre de Correos, en Bagdad, fue bombardeada durante la Segunda Guerra del Golfo, daños que algunos estudiosos compararon con la devastación de yacimientos mesopotámicos.


Agradecimientos a Rifat Chadirji, su fundación, y los arquitectos Ghada Siliq (Universidad de Bagdad) y Marc Marín (Universidad de Filadelfia)



sábado, 18 de abril de 2020

THE BEATLES: CARNIVAL OF LIGHT (CARNAVAL DE LUCES, 1967)



Esta obra no es placentera -ni posiblemente sea soportable hasta el final- como las dos anteriores presentadas de este blog.
Pero tiene relación con la ciudad de Barcelona, lo que quizá no haya sido muy comentado.

Obra inédita -que quizá el autor, Paul McCartney edite un día, si el resto de los músicos y los herederos lo autorizan-, nunca incluida ni siquiera en discos pirata, es un encargo para un fiesta psicodélica en el teatro Roundhouse de Londres. Fue compuesta por Paul McCartney, con la participación del resto de los miembros del grupo.
Refleja, según su autor, la influencia de los compositores Varese, Cage y de Stockhausen.
Se compone de cuatro pistas superpuestas que incluyen ruidos, cánticos, música grabada para la ocasión, fragmentos de otras obras, recitados, gritos...
La palabra Barcelona, a voz de grito, se pronunció varias veces.
La gritó John Lennon. No se sabe porqué.

John Lennon estuvo un largo fin de semana en Barcelona, en 1963, visitando entre otras obras el Parque Güell, de Gaudí, con el mánager de los Beatles, Brian Epstein, con quien le unía una profunda amistad.

Se ha supuesto que el recuerdo de esta aventura se refleja en este Carnaval de la luz, que une los nombres de Barcelona y los Beatles de manera inesperada -y sorprendente.

ARTHUR H. (ARTHUR HIGELIN, 1966): MUSIC FOR CONTAINMENT (MÚSICA PARA EL CONFINAMIENTO): PARIS LA SILENCIEUSE (PARÍS, SILENCIOSA, 2020)



Sobre este cantante y compositor francés, véase su página web 

DOMINIQUE DALCAN (SNOOZE, 1964): MUSIC FOR CONTAINMENT (MÚSICA PARA EL CONFINAMIENTO): RUN AROUND THE BLOCK (CORRE ALREDEDOR DEL BLOQUE DE PISOS, 2020)


El álbum Music for Containment, recién editado, contiene obras compuestas ex-profesamente sobre la impuesta reclusión actual.

Sobre el compositor franco-libanés de música electrónica, véase por ejemplo este enlace.

El elogio de la mano (Aristóteles)

"Puesto que [el hombre] está erguido por naturaleza, no tenía ninguna necesidad de miembros delanteros, sino que a cambio de del hombre ellos la naturaleza lo dotó de brazos y manos. Así, Anaxágoras afirma que el hombre es el más inteligente de los animales por tener manos, pero lo lógico es decir que recibe manos por ser el lo más inteligente. Las manos son, de hecho, una herramienta, y la naturaleza distribuye siempre, como una persona inteligente, cada órgano a quien puede utilizarlo. Y, en efecto, es más conveniente dar flautas a quien es un flautista que enseñar a tocar a quien tiene flautas (...) 
La naturaleza hace lo mejor entre lo posible, no por tener manos es el hombre el más inteligente, sino por ser el más inteligente de los animales tiene manos. El más inteligente, de hecho, podría utilizar bien más herramientas, y la mano parece ser no un solo órgano, sino varios: es como una herramienta en lugar de otras herramientas. A quien puede, pues, adquirir el mayor número de técnicas, la naturaleza le ha otorgado la herramienta más útil con mucho, la mano. 
Pero los que dicen que el hombre no está bien constituido, sino que es el más imperfecto de los animales (pues afirman que está descalzo, desnudo y no tiene armas para el ataque) no tienen razón. Los otros animales tienen un único medio de defensa, y no les es posible cambiarlo por otro, sino que es preciso que duerman y lo hagan todo, por decirlo así, calzados, y no pueden quitarse nunca la armadura que llevan alrededor del cuerpo, ni cambiar el arma que les tocó en suerte. 
Al hombre, en cambio, le correspondió tener muchos medios de defensa, y le es  posible cambiarlos y aún tener el arma que quiera y cuando quiera. 
La mano, entonces, se convierte en garra, pinza, cuerno y también lanza, espada y cualquier otra arma y herramienta, pues es todo esto por poder coger y sostenerlo todo."

(Aristóteles: Las partes de los animales, 687a-687b)